Advertencia (Parte I)

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Cuando Claire despertó eran más de las doce del mediodía

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Cuando Claire despertó eran más de las doce del mediodía. El cielo, como de costumbre, estaba nublado. Incluso parecía estar lloviendo, pero a ella le parecía que el sol brillaba como hacía tiempo que no veía.

La noche anterior acabó con ella y Evan llegando al apartamento poco pasadas las cuatro de la madrugada, pero estuvieron cerca de una hora charlando en el rellano sin saber o querer despedirse. A pesar de que a él cada vez le quedaban menos minutos para descansar antes de irse al hospital, fue incapaz de aplacar las ganas que tenía de pasar más tiempo juntos.

—Estoy muy a gusto hablando contigo, pero no quiero que mañana en el hospital parezcas un zombie —le había comentado ella tras mirar la hora en su teléfono móvil.

—No te preocupes, los pasillos del hospital están llenos de médicos y personal de enfermería arrastrando los pies del cansancio. Nada les hará sospechar que mi falta de descanso es por culpa de una vecina que me quita el sueño —había coqueteado Evan, provocando un vuelco en el estómago de Claire, que se quedó sin saber muy bien qué decir.

—Yo... Te invitaría a que pasáramos la noche juntos, pero...

—Lo sé, preciosa. Hoy ya me he ganado un beso que ya va a hacer que me cueste dormir. Aunque sea poco, lo mejor será que descanse o a quien tenga mañana en el quirófano quizás le opere una parte del cuerpo que no le toque —acabó haciendo reír a la castaña.

Ella quiso decirle que más bien era porque quería ir despacio, pero se decidió por acercarse a él, dejándole confundido con aquel impulso que le llevó a darle un último beso muy cerca de los labios a modo de despedida. Ese que a Evan le pareció tan dulce, cálido y perfecto al ser acompañado por el perfume que tanto comenzaba a engancharle de ella.

Aquella noche, Evan había descubierto que a Claire le encantaba jugar, y no podía gustarle más esa faceta.

—Buenas noches, Evan. Descansa —había pronunciado ella en cuanto se separaron y se miraron a los ojos.

—Buenas noches.

El recordar aquella noche y la larga despedida dibujó una gran sonrisa en el rostro de Claire, sin hablar del cosquilleo que seguía sintiendo en su pecho desde que los labios de Evan se reencontraron con los suyos no hacía tantas horas. Pensó entonces en que Evan debería de estar en su turno en el trabajo, y tan solo deseó que no estuviese siendo demasiado duro para él para, quizás, poder verse cuando llegase del hospital.

Él, por su lado y pese a sentirse más fatigado de lo normal por prácticamente no haber dormido nada, también pasó toda la mañana con una sonrisa radiante en sus labios. Incluso algunos compañeros suyos se sorprendieron al verle de tan buen humor sabiendo que le habían fastidiado uno de sus días de fiesta, avisándole con tan poco tiempo.

Eran tantas las ganas que tenía de seguir avanzando con Claire desde donde lo dejaron la noche anterior, que en cualquier rato libre que tuvo durante su turno ideó miles de planes que proponerle para poder pasar más tiempo con ella.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now