Asuntos pendientes (Parte II)

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El silencio se apoderó de la cocina mientras Evan trataba de salvar los pimientos y Claire terminaba de limpiar la encimera

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El silencio se apoderó de la cocina mientras Evan trataba de salvar los pimientos y Claire terminaba de limpiar la encimera. El corazón de ambos todavía seguía acelerado por lo que acababan de compartir a penas hacía unos pocos minutos, acompañados por las ganas que se tenían y las dudas que también les asaltaron.

Evan no quería correr. Sus sentimientos hacia a Claire eran demasiado fuertes. El no saber qué era lo que ella sentía exactamente le tenía en un sinvivir. No quería que su relación se quedara en un simple calentón y que luego, conociendo a Claire, se alejase de él.

Para ella tampoco era tan diferente. Reconocía que sus sentimientos hacia a Evan habían vuelto a nacer, quizás nunca se fueron, pero el pasado mujeriego del joven la hacía sentir insegura. Era consciente de lo que él le había confesado a Lucy sobre sus sentimientos, pero quizás se lo dijo en un momento en el que estaba confundido por su regreso. O peor aún, pensó que si las cosas avanzaban tal y como habían estado a punto de hacer, quizás él se decepcionara con ella o perdiera el interés.

Ninguno sabía qué decir o cómo actuar. Claire sintió la necesidad de huir. De pronto, el apartamento de Evan le parecía territorio hostil y no se sentía cómoda. Estuvo a punto de inventarse cualquier excusa para marcharse, pero su deseo de quedarse con él y el comentario de Evan hicieron que aquella idea se esfumase.

—Creo que nos hemos quedado sin cena —dijo él, mirándola con miedo a su reacción. Veía la incertidumbre dibujada en sus ojos avellana y temía acertadamente que estuviese pensando en irse.

—¿Qué? —preguntó Claire al sentirse abrumada al escuchar su voz.

—Se han quemado todos los pimientos —aclaró él, intentando que la situación se tornase divertida—. Están amargos y podrían sentarnos mal.

—Vaya... Lo siento, ha sido culpa mía por...

—No. Los dos nos hemos despistado. ¿Te apetece una pizza?

Evan cogió su móvil, buscando entre sus contactos el número de la pizzería a la que solía pedir a domicilio las noches que llegaba del trabajo tan cansado que no podía ni quería pensar en qué hacerse para cenar.

No despegó sus ojos de la pantalla. Sabía que Claire estaría pensando en qué responder, pues su contestación significaría mucho más que si le apetecía o no cenar una pizza con él.

—Está bien.

Porque sí. Estaba bien. Y estaba bien porque estaba con él y porque quería dejar de cuestionárselo todo. Evan le gustaba. Y mucho. Aunque existiese la posibilidad de que quedarse con él a cenar llevase las cosas a más y que luego su relación cambiase ¿quién decía que iba a ser a mal? Quizás sí, aunque probablemente no, y ambos tenían tantas cosas pendientes el uno con el otro que de pronto les mereció la pena arriesgarse.

—¿Te gusta la pizza de pepperoni? —le preguntó mientras se llevaba el teléfono a su oreja— La hacen muy buena.

—Genial —respondió ella sin procesar exactamente qué era lo que le había preguntado.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now