Engaño (Parte II)

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Con el pelo mojado por la lluvia y todavía pensando en su encuentro con Josh, Claire llegó a la estación de metro, aunque sin saber a dónde ir

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Con el pelo mojado por la lluvia y todavía pensando en su encuentro con Josh, Claire llegó a la estación de metro, aunque sin saber a dónde ir. Le hubiese gustado caminar un rato, pero no llevaba paraguas y su ropa comenzaba a calarse. No era un buen momento para pillar un resfriado.

Sus pensamientos parecían estar desordenados por un intenso huracán de emociones, igual que el resto de su cuerpo. Era tal el nivel de ansiedad que sentía que tenía la impresión de estar viviendo en una especie de pesadilla con una sensación de irrealidad que llegaba a marearla.

Se subió a uno de los trenes, sin rumbo, y es que no quería volver a casa. Hacerlo solamente provocaría que siguiese dándole vueltas a sus problemas y ya se sentía demasiado sobrecargada. Necesitaba que le diese el aire y que aquellas sensaciones desapareciesen o acabaría por darle una crisis de ansiedad.

Pensando a dónde ir, recibió un correo electrónico en su teléfono móvil. Era de un cliente. Se trataba de una empresa muy importante, con la que llevaba días hablando para poder firmar un convenio de colaboración, pero en el correo informaban de que nadie les había enviado el portafolio que habían pedido, cuyo plazo finalizó aquel mismo viernes.

En el correo estaban en copia Bethany y Sarah, las dos trabajadoras que habían estado al frente del portafolio. Era domingo y le sabía mal molestarlas, pero habían cometido un error que podía hacer que perdiesen a un cliente, así que decidió contactarlas de todos modos. Sarah no contestó.

Hola, Claire. Acabo de ver el mail de Beaumont Organic —dijo Bethany en cuanto descolgó la llamada.

—Sí, te llamo para hablar de eso. ¿Qué es lo que ha pasado?

Lo acabo de revisar en mi portátil. El correo se ha quedado en cola. El archivo era demasiado pesado —explicó nerviosa.

Claire resopló. Era un error grave y claramente de alguien inexperto, pero no iba a caer en la tentación de pagar con Bethany todo lo que llevaba aquel fin de semana a sus espaldas. Cualquier persona podía tener errores y la becaria últimamente se había encargado de demasiados proyectos. Respiró profundamente y le habló con calma.

—¿Puedes comprimir el archivo desde casa? —preguntó Claire.

No. El programa con el que se diseña el portafolio no lo tenemos en casa. ¿Quieres que vaya a la oficina y lo haga? Avisaré a Sarah.

—Sí, habla con ella. A mí no me coge el teléfono, pero no te preocupes. Estoy fuera de casa y la oficina me queda cerca. Ya me acerco yo en un momento y lo vuelvo a enviar.

Poco después, Claire se encontraba en la oficina. De camino había recibido varias llamadas de Josh, pero ni siquiera se le pasó por la cabeza el contestar. No quería saber nada más de él y, como mucho, pensó que se verían de nuevo las caras si las amenazas llegaban a juicio.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now