-Eso...- busco una respuesta coherente- no tiene importancia-

-Oh, claro que la tiene- sonríe aún más- debe ser de hace tiempo, para que balbucearas como lo hiciste hace tres años-

-No voy a responderte eso- chillo- es privado, solo me concierne a mi-

-Yo digo que desde que lo viste, quedaste colada por él-

Gruño, mientras me dirijo hacia el fregadero para lavar los platos que ensucié.

-Ni siquiera yo lo sé- reconozco- simplemente, sucedió y ya-

-¿Qué hay de Las Vegas?-

-Coincidencias, que terminaron en una borrachera y que el Elvis Presley, nos casara-

-No eres tú, ¿la que cree fielmente en el destino?-

-Hace tiempo que dejé de pensar en él- niego- desde...-

Aquello

-Tengo treinta y cuatro años, créeme que mis épocas de creer en el destino y los amores verdaderos, terminaron hace un tiempo-

-Nunca es tarde, para volver a creer en él-

-Para mi si- gruño.

-Está bien- se rinde- dejaré el tema por la paz-

-Gracias-

-¿Qué hay del sexo?-

-¡Katherine!-

-Oye, simplemente quiero saber si es bueno en la cama- sonríe- así ya no denigro a su pene-

-Es un puto dios de sexo, ¿contenta?-

-Oh, es tu Eros-

Me río, asintiendo sabiendo que tiene razón.

-Es mi eros, solo mío-

-Que posesiva, amiga- silba impresionada- ¿Brutal o salvaje?-

-Ambas- la miro- cocina y hornea, también-

-Carajo, mujer- se ríe- comienzo a envidiarte, Dominick cocina, pero ¿hornear?- bufa- estoy segura, que se le quemaría hasta la harina-

-Aparte, ¿qué haces aquí?- cuestiono- no se supone que deberías estar en Alemania, no sé...- me encojo en hombros-¿Armando otra exposición?-

-Vine por que la galería de Roma, quiere mis obras- responde- Vivianne, me llamó y me contó lo sucedido. Quise verlos a ti y al amargado, para saber si estaban bien-

-Puedes quedarte, en caso de que no tengas un lugar-

Está a punto de responder, cuando la voz de mi esposo vuelve escucharse.

-¡Esa loca no va a quedarse en mi casa!-

Nos reímos, entonces la castaña se va al inicio de las escaleras, ruedo los ojos pero sonrío. Ellos dos, me recuerdan a Rea y a mí.

-¡Demasiado tarde! ¡Ya acepté, ahora te aguantas!-

-¡Será mejor que duermas con un ojo abierto, Becker!-

-¿Cómo lo soportas?-

-Así como tú soportas, a tu marido-

Entrecierra sus ojos en mi dirección, en cambio solo sonrío inocentemente.

-Touché-

-Te dejo, necesito dormir un par de horas o una semana entera- le digo- estás en tu casa...-

-¡No sabes lo que dices, dea!- la voz de Enzo, escucha de nuevo- ¡Esa mujer está más loca que una cabra!-

Katherine, rueda los ojos y bufa.

Dolce amoreWhere stories live. Discover now