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Ginny volvió a Hogwarts totalmente sola, sin amigas ya que las únicas que tenía eran Luna y Hermione prácticamente, y Hermione estaba estudiando para sus MHB y Luna dedicaba sus días libres a cuidar las criaturas mágicas que viven en el bosque.

Recorrió los poblados pasillos de Hogsmeade pensando en el, como últimamente siempre lo hacía.  Su mente no divaga en nada más que no sea el, ¿le gustará que lleve bufanda?, ¿realmente le gusta que no use maquillaje, o debería ponerme un poco?, ¿realmente me quiere?, eran una de las miles de interrogante que vivían en su mente a lo largo de todo el día, durante los 3 meses que llevaban juntos. 2 siendo novios, y 3 se aquella extraña relación que llevaban.

Estaba terminando aquella calle que terminaba con Hogsmeade y conectaba con Hogwarts cuando vio en una vitrina algo que le llamaba mucho la atención.

En aquella vitrina yacía un pequeño pin de otro con un pequeño diamante que se partía a la mitad, tenía una pareja a su lado. Recordó el anillo que el le regaló para navidad, y sintió que ese era un regalo digno para el. Era un Malfoy, tener relaciones con el no bastaba como regalo, y si quería ser suficiente para el debía comenzar con arreglando sus errores.

Toco su bolsillo en el cual llevaba unos cuantos Knuts y uno que otro sicke y un galeón que George le había regalado para aquella salida con su novio.

Entro a la tienda y pudo ver como diversos anillos, collares, diademas y entre más accesorios decoraban la tienda a la perfección. En el mostrador había una chica bastante joven para trabajar en algo asi; jugaba con su varita entre sus dedos y en su boca como chicle bastante exagerada. Llevaba una cola de caballo y el uniforme de la tienda.

—Buenas tardes, mi nombre es Delila y estoy aquí para ayudar. ¿En qué puedo servirte?—dijo con falsa simpatía.

—Uhm hola.., quisiera comprar el pin de muestra de la vitrina. Por favor— sonrió y esta con un movimiento de su varita hizo que los pins que estaban en la vitrina llegasen a sus manos.

—¿Para llevar o lo envuelvo?—pregunto.

—Envuelto, gracias— llegaría a hablar con el y le entregaría el regalo, era lo menos que podía hacer para que las cosas estuviesen bien.

—Son 7 galeones por cada uno— vio como la pelirroja abría los ojos como plato y bajo la mirada.

—Y-yo solo..— cerró los ojos con impotencia—, gracias, yo..volveré después. Que tenga un lindo día — la señorita recién hizo una sonrisa verdadera y antes de que Ginny cerrara la puerta dela tienda escucho un pobretona de parte de ella.

Ella cerró nuevamente los ojos con más enojo que anteriormente y salió definitivamente. Mientras caminaba hacia Hogwarts retenía una que otra lágrima de impotencia; impotencia de ser pobre, de no poder tener una vida normal y no solo con las sobras de los demás. Impotencia de no poder comprarse un vestido nuevo como las demas chicas de su clase y tener que usar la ropa fea y vieja de sus hermanos. Impotencia de fingir que no le importa cuando si le importa, impotencia de no sentirse suficiente para Draco, ella jamás podrá tener la vida a la que es acostumbra, no podrá darle nada digno, no podrá invitarlo a comer, y si, ella invitarlo a comer, ¿porque no?. Pero aún así, no podía hacer nada, y todo por ser una pobretona.

Y de la impotencia pasaba al enojo, y ni por ser pobre precisamente, más bien por la dependencia que estaba creando hacia Draco. Se suponía que con el se sentía bien, la hacia sentirse segura, no tenía que pretender nada. Y ahora con todos los problemas, celos, discusiones, del 100% del tiempo que pasaba a su lado, un 20% de el sería aquel calor hogareño, porque el otro 80% se la llevaban peleando.

L A   A P U E S T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora