Cien

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~ALEJANDRO~

He estado un par de veces en el parque de atracciones de mi ciudad y son pocas considerando lo mucho que adoro las atracciones. Pasar todo el día aquí es el mejor plan que se le podría haber ocurrido a Dani. Se lo hago saber con un gran abrazo cuando nos dejan entrar.

—Reserva esa energía para la montaña rusa —menciona con una gran sonrisa.

Avanzamos hasta un gran lago que rodea todo el parque y nos detenemos a observar el mapa. Por el dibujo se puede deducir que el recinto es bastante grande; lleno de montañas rusas, espectáculos y todo tipo de atracciones.

—Deberíamos ir primero a la noria —propone Elena al señalar dicha atracción en el mapa—. No está muy lejos y es algo calmado.

—Estoy de acuerdo, mejor dejar las montañas rusas para más tarde si no queremos vomitar el desayuno —argumenta Maya con una mueca.

Escudriño a mi novio que a su vez mira a sus amigas con un semblante de terror.

—¿Calmado? Esas cabinas se mueven a mil kilómetros por hora —musita con espanto.

—Eres muy exagerado.

—¡No lo soy! —Me mira en busca de apoyo—. Dame la razón. Piensas lo mismo, ¿verdad?

—Dani, tienes que admitir que la noria no es rápida... Más bien lo contrario.

El castaño rueda los ojos y se cruza de brazos, molesto. Me acerco para rodearlo y abrazarlo de manera exagerada. No paro hasta que escucho una queja de su parte.

—Venga, hazlo por mí. Es mi cumple. Prometo que te estaré dando la mano todo el tiempo para que no tengas tanto miedo.

Nuestros amigos ríen sin esforzarse en disimularlo y Dani me aparta con las mejillas encendidas.

—Vale, como digas, pero deja de aplastarme.

La noria termina siendo increíble. Han construido una más grande que la que ya estaba la última vez que vine y desde esta se puede ver toda la ciudad. Tengo que lidiar con un novio al que le aterran las alturas y que se pega todo el viaje agarrado al manillar, pero hasta él termina confesando una vez bajamos que lo ha disfrutado.

La siguiente parada, sugerida por Mario, es una atracción en la que viajamos por un túnel y tenemos que disparar a distintas dianas con pistolas láser. Para sorpresa de todos Bea acaba ganando y demostrando que tiene mucha mejor puntería que el resto. Aunque en el puesto de tiro a la canasta no me gana nadie y con mi gran puntuación consigo un oso gigante de peluche de regalo. Mi intención es dárselo a Dani, pero me advierte que su madre lo echará de casa si aparece con él y al final opto por quedármelo.

Desde ese momento todos los trabajadores del parque se muestran divertidos con nuestra situación, ya que tengo que dejarles cuidando del peluche cada vez que vamos a montarnos en alguna atracción. Si se pudiera ya lo habría sentado a mi lado en la montaña rusa, eso está claro.

Cuando la hora de almorzar se acerca, recorremos todo el parque en busca del restaurante —que está adornado con una temática de piratas bastante peculiar— y comemos allí junto al resto de visitantes. La mayoría son familias que llevan a sus hijos pequeños a disfrutar del parque, y es curioso porque a decir verdad me estoy divirtiendo hoy a mis dieciocho años más que cuando vine con siete.

Me doy cuenta de que es la primera vez que veo a Maya comer y no puedo evitar mirarla con resignación cuando deja casi todo el plato lleno. Me prometo a mí mismo que hablaré con ella otro día a solas. Me preocupa su salud, a pesar de que ella le quita importancia al asunto y actúa como si nada.

Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora