☕U N O☕

8.5K 748 95
                                    

—Por favor, Georgie, han pasado seis meses, ya es tiempo de que salgas de aquí —La pequeña Ginny Weasley se encontraba intentando limpiar el desastre que su hermano tenía por habitación.

—Estoy bien aquí, Ginny, dile a mamá que iré a verlos en cuanto tenga tiempo —Insiste George en ese tono monótono que había adoptado desde aquel desagradable día.

Ginny comprendía, ella misma aún no se recuperaba de la misma pérdida, pero intentaba salir adelante con la ayuda de todos, y quería ofrecerle a George lo mismo.

Decidió dejar de insistir, cansada de no poder con todo el desorden decidió utilizar magia con el desastre de platos y ollas, al término de todo se acercó a su hermano mayor que intentaba dormir en el sofá de la sala y le dio un beso en la frente sintiendo su crudo olor a alcohol.

Ella suspira. —Te haría bien un café, ya sabes, para la resaca —Aconsejó. —Te dejo, deja de beber tanto, te amo.

Seguidamente, George escucha el portazo y lo toma como la señal de que ha vuelto a estar sólo tal como le gusta.

Intenta dormir de nuevo pero el insesante ruido de las tiendas abriéndose a su alrededor lo hacen maldecir por lo bajo. Casi se tienta por ir a las tiendas a tirar un maleficio a ellas y que lo dejaran dormir, pero sería demasiado estúpido.

La tienda de artilugios Weasley aún no volvía a abrir, y dudaba volver a abrir en otro buen rato. Maldijo a sus adentros a su hermana menor recodando que ella sabía curar la resaca y sin embargo lo dejó allí con el consejo barato —por no decir Muggle— de tomar un café.

A regañadientes se pone de pie y de dirige a su alacena sólo para darse cuenta de que, en realidad no tenía nada de comer. Pensó en  ir a alguna tienda cercana por algo sencillo que lo haga subsistir ese día pero encontraba exageradamente molesto el bullicio de la gente.

Tomando su chaleco y poniéndose unos zapatos decentes, y su pequeño bolso de cuero que los muggles llamaban cartera y guardaba billetes muggle.

Sabía a dónde se dirigía. Salió de casa y caminó lo más rápido para alejarse del ruidoso callejón y con magia se transportó a las afueras de una pequeña localidad muggle en la que él no se tomó la molestia de saber su nombre.

Caminó lentamente por las calles disfrutando del silencio hasta que por fin lo encontró, una pequeña cafetería muggle donde parecía estar casi vacío, eso podía servir por ahora...

Al entrar puede divisar que sólo se encuentran dos personas allí a parte del personal, un moreno que en realidad dormía sobre la mesa descaradamente —cosa que hizo reír levemente al pelirrojo — y casi al fondo de la cafetería, una chica rubia de ojos bonitos se encontraba leyendo lo que parecía un libro de ficción mientras bebía un líquido espeso que parecía café. George pensó que se veía tierna con las muecas que hacía mientras leía su libro las pequeñas sonrisas que soltaba de vez en cuando.

—¿Va a ordenar algo, señor? —Inquiere una mesera a su lado que en realidad no sabe desde cuando está ahí parada.

—Ah... sí, un café cargado, por favor —Pidió.

La chica asintió y se fue con ls orden.

George miró la hora en el reloj de pared, 10:32 a.m, y pensó que en realidad tenía todo el tiempo del mundo para quedarse a mirar las muecas de la chica mientras leía.





Hola, mi nombre es Stell, espero les guste esta pequeña historia corta sobre la etapa de duelo de George, intentaré subir al menos tres capítulos diarios ya que son cortos, vota y comenta si te han gustado.

Besos.

—Stella M.📓🍃

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍| 𝚐𝚎𝚘𝚛𝚐𝚎 𝚠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora