Capítulo 23 🎤

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Lautaro no podía creer lo perfecto que había sucedido todo en aquel día, miraba a Gaby caminar de la mano con su hija para comprar palomitas en el cine y no pudo evitar anhelar aquello para sí, desear esa vida de familia, esa sensación de estar co...

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Lautaro no podía creer lo perfecto que había sucedido todo en aquel día, miraba a Gaby caminar de la mano con su hija para comprar palomitas en el cine y no pudo evitar anhelar aquello para sí, desear esa vida de familia, esa sensación de estar completos que sabía era solo una ilusión.

Gabriela le había hablado de su decisión de terminar su relación con su novio, el tal Matías, y no pudo evitar que un regocijo lo recorriera tras aquella información. Pero a la vez, el miedo lo tomó presa, la idea de un novio era lo único que lo mantenía apartado de ella, y que ella lo hubiese acabado así y por lo motivos que le había dicho, no solo dejaba su camino libre, sino que además, lo hacía admirarla por aquella simplicidad en su actuación, por la forma en que se dio a respetar y eligió alejarse de un camino que en sus mismas palabras, la alejaba de ella misma.

Con esa historia, Gabriela lo acercaba más, lo enredaba como una araña que marea y atrapa a sus presas en una tela. Ella era la clase de mujer ante la cual él podría perder sus fuerzas y todo lo que con tanto esfuerzo había construido. ¿Y qué pasaría si no funcionaba? Gaby le había prometido una amistad a Pili, y una cosa era que sufriera él, una muy distinta que sufriera su hija.

Pero allí estaba, volvía con Pili de la mano y reían como si se conocieran de toda la vida. Cualquier persona que las viera podría decir que era su hija o su hermana, y a él le entraron unas ganas locas de abrazarla. Aquello era aún más peligroso, no solo se trataba de algo puramente físico como había parecido hasta ese momento, la ternura entraba en la escena y eso le preocupaba más.

Entraron a la sala a ver un dibujo animado que la niña había elegido, ella se sentó en medio de los dos y todos centraron la atención en la película. Al salir de allí y luego de dar una larga caminata por un centro comercial, Gaby los invitó a comer unas hamburguesas. Al principio, Lautaro le dijo que no era necesario, pero ella insistió y terminaron en un conocido local de comida rápida para que la pequeña pudiera divertirse en los juegos.

—Disculpa, te robamos este día —dijo Lautaro y Gaby negó.

—No te imaginas lo bien que la estoy pasando.

—¿De verdad? —inquirió él con ilusión.

—Claro —admitió ella.

Un rato después, Lautaro concluyó que ya debían regresar a casa. Habían pasado el día afuera y era hora de que Pili fuera a la cama. Al llegar a la casa, él sintió ganas de no separarse aún, por lo que en un impulso la invitó a quedarse un poco más.

—¿Quieres tomar unas cervezas conmigo y conversar un poco? —preguntó y Gaby notó la ansiedad en sus gestos—. Bueno, no es una obliga...

—Por supuesto que quiero —respondió con el corazón agitado tras la actuación nerviosa y ansiosa que percibió en Lautaro.

—La acostaré y luego regreso, ¿sí? —inquirió y le hizo un gesto para que lo esperara en la sala.

—Claro...

Un salto al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora