Capítulo 52 🎤

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Agatha subió a cantar a pesar de no sentirse bien, tenía frío y no dejaba de sudar

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Agatha subió a cantar a pesar de no sentirse bien, tenía frío y no dejaba de sudar. El sudor se le pegaba al cuerpo y parecía congelarle la piel. Los gritos del público al verla ingresar se intensificaron, saludó con la mano derecha y cuando la música comenzó se dejó llevar por ella. Solo eran tres músicas las que debía cantar, agradecía que no fuera un concierto completo porque creía que no podría lograrlo.

Al acabar la primera música la gente estalló en aplausos y gritos, sin embargo, a ella las luces comenzaron a encandilarla y el piso parecía moverse.

Lautaro, que recién regresaba del exterior, se acercó a su amiga y le preguntó por la niña. Alicia, confundida, explicó que la niña se había ido con él, pero él lo negó con asombro y dijo que la dejó con ella. Asustados ambos comenzaron a buscarla entre la gente que estaba alrededor.

—Yo iré a buscarla a los pasillos y tú quédate por si la vez aquí —dijo Alicia y Lautaro asintió con desesperación.

Alicia tomó así uno de los pasillos laterales que suponía llegaban al camerino, y cuando estaba por doblar hacia uno de los lados, escuchó una discusión que llamó su atención.

—¿Cuándo vas a darme el dinero, Matías? ¡Yo confié en ti! —exclamaba una mujer.

—Ya te dije que no te apures, Ro, te lo daré apenas cobre —respondió él.

—¿Y de lo otro? Me dijiste que si todo el mundo se enteraba de la verdad sobre Ágatha su carrera iría en picada y yo sería la próxima Ágatha, pero lo único que veo es que a ella le va mejor y mejor y tú ni siquiera me pagas lo que me debes —exclamó ofuscada.

—Ágatha está en el escenario ahora y tú no estás ahí. Si no disimulas nos van a descubrir, mejor ve y tranquilízate, cumpliré con mi palabra, nunca te he fallado —respondió el hombre con un tono de voz imperativo.

Alicia se llevó una mano a la boca y se escondió cuando vio a aquella muchacha dirigirse al escenario. Suspiró sin saber qué hacer o qué pensar de lo que acababa de oír, pero pronto recordó su misión principal y regresó a su búsqueda de Pilar, ya luego hablaría con Lautaro, o con Gaby, de lo que acababa de oír.

La siguiente música empezó a sonar, pero Ágatha no reaccionó. No cantaba ni bailaba, los bailarines seguían, pero se miraban entre ellos sin comprender. Lala, que lo notó enseguida, decidió hacer gestos para que el sonidista detuviera la música.

—Hola —dijo de pronto la cantante y todos comenzaron a gritar—. Quería decirles algo antes de continuar —añadió y se llevó la mano a la frente.

La gente aplaudió y luego calló, cuando ella pidió con la mano que hicieran silencio.

—Estamos a nada de festejar la Navidad, una época de reflexión, amor y gratitud, ¿pero saben qué? Yo no me siento así...

El público, mudo tras la confesión, la observó con atención. La muchacha llevó la mano a la cabeza y se sacó con cuidado la peluca, luego hizo lo mismo con el antifaz y un murmullo generalizado tomó el lugar.

—Sí, esta soy yo en realidad —confesó y sonrió con tristeza—. Me llamo Gabriela y soy una chica común y corriente como tú —dijo y señaló a una muchacha de la primera fila—, o como tú —añadió y señaló a otra más allá—. Estoy cansada de fingir ser algo que no soy y de tener que sacrificar lo que amo. Creo que hay veces en la vida que hay que tomar decisiones trascendentales que marcarán nuestro futuro, una de esas decisiones, fue optar por Ágatha, pero ahora, opto por Gabriela —añadió.

La gente seguía asombrada y la escuchaban con atención.

—La vida es muy corta, se nos puede ir de un segundo al otro, ¿no? Yo me he sentido mal todo el día y no se lo he dicho a nadie, es más, llevo semanas enferma... Eso no es vida... no es vida estar lejos de quienes amamos, no es vida renunciar a las personas y a las cosas que nos hacen felices, no es vida no poder gritar a los cuatro vientos que estoy enamorada como nunca antes de un hombre fantástico. ¿Y saben qué? Él cree que no lo voy a elegir, cree que mi vida es demasiado complicada y que pertenecemos a mundos distintos... y no, eso no es cierto... somos del mismo mundo, del mismo mundo en el que están ustedes y en el que estoy yo. Mi mundo es la música y el amor, eso es lo que canto siempre, ¿no? Y él es la música y el amor para mí, él y su pequeña hija a la que quiero como si fuera mía... ¿Tiene sentido?

Las personas asintieron con la cabeza y algunos decían que sí con lágrimas de emoción.

—Hoy quiero que sepan quién soy porque estoy cansada de fingir y de esconderme, no solo de ustedes, sino de mí misma. Ágatha es parte de mí y lo seguirá siendo, porque cantarles a ustedes es mi sueño hecho realidad y lo disfruto. Pero también quiero poder ser como ustedes —dijo y señaló a una pareja que se abrazaba—, quiero poder amar y ser amada, quiero vivir mi vida como más me plazca. Sé que al ser una persona pública eso es complicado, pero no debe ser imposible ¿no?

La gente comenzó a aplaudirla y a asentir.

—Yo solo quiero vivir tranquila y que las personas que amo puedan vivir tranquilos, estas semanas la prensa se ha encargado de hacernos la vida imposible, y aunque es parte de lo que los artistas vivimos, ¿les parece justo?

—¡No! ¡Fuerza, Ágatha! ¡Te queremos y estamos contigo! —gritaban desde el público.

Ella sonrió.

—Ahora saben quién soy, ya no me esconderé nunca más —dijo y el público comenzó a ponerse de pie para aplaudir.

—¡Ágatha! ¡Ágatha! —exclamaban

Lala la miraba con lágrimas en los ojos cuando Matías apareció a su lado.

—¡Qué demonios hace esta imbécil! —exclamó.

—¡No le digas así! —gritó Pili enfadada.

Matías volteó a mirar a la pequeña, pero en ese momento, un grito del público llamó la atención de todos.

Gaby se había caído y yacía inerte en el escenario.

Gaby se había caído y yacía inerte en el escenario

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Un salto al vacíoWhere stories live. Discover now