Capítulo 39 🎤

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Gaby lo empujó para guiarlo hasta la cama e hizo que se sentara, entonces, ella se desnudó por completo y se acercó a él

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Gaby lo empujó para guiarlo hasta la cama e hizo que se sentara, entonces, ella se desnudó por completo y se acercó a él. Tomó su mano derecha entre las suyas y la guio hasta su pecho, mientras hacía lo mismo con la izquierda dejándola en su cadera.

—¿Qué haces? —inquirió él.

—¿Qué crees? —preguntó ella mientras se acercaba más y comenzaba a aflojarle la corbata y sacarle el saco, dejándole sus pechos casi en frente de la cara.

—¿Por qué?

—Dime que no deseabas esto en el escenario, Lautaro, porque yo no podía esperar más —añadió—, eres tan sexy con el piano y deseaba tanto cantar contigo...

—No me hagas recordar las veces que pensé que no sabías nada de música y que debatimos sobre lo mala cantante que era Ágatha.

Gabriela rio.

—Sí, te he de haber dado risa —agregó él mientras dejaba que ella le quitara la camisa.

—No, en realidad me molestaba un poco —susurró empujándolo para que se recostara y desabrochar el pantalón—, porque quería que me admiraras tanto como yo te admiro a ti. ¿Sabes? No me importa cuánta gente coree mi nombre en el público, yo solo quería que tú me admiraras un poco...

—¿Por qué? No soy nadie al lado de lo que tú eres...

—¿Cómo dices? —preguntó ella y lo miró a los ojos—. Eres mi Lauty, el hombre que amo y el mejor pianista que conozco, nunca he sentido lo que sentí hoy en el escenario, me has devuelto la magia de la música...

—Tú eres la magia de la música —dijo él y se acomodó en la cama mientras ella le sacaba los zapatos—. Dios, me arrepiento de todo lo que dije de ti... eres perfecta y tu música lo es también, lo descubrí esta noche... Aun no comprendo como no lo noté antes...

—Todo está planeado para que nadie lo note, Lauty, decidí mantenerme como Ágatha porque valoro demasiado mi libertad y autonomía, poder salir a la calle y ser yo misma. A mí no me interesa la fama, vino con mi arte, pero no es lo que me llena... a mí me llena cantar y trasmitir lo que siento —comentó mientras le quitaba el pantalón y los bóxers—. Si la gente supiera quién soy, no podría vivir con la libertad que vivo y no puedo ser esclava de lo que amo porque dejaría de amarlo... ¿Comprendes? Es por eso por lo que no podía decirte nada...

—Pero... me mentiste —murmuró él mientras sus manos comenzaban a acariciar con fiereza el cuerpo de la muchacha.

—No, no te mentí. Llevaba años encerrada en mí misma, siendo esclava del mundo en el que vivía. Llevaba años con miedo a salir y a que todo se desbarate, me animé, fui a Caya a la universidad contra viento y marea con el simple deseo de hacer algo normal. Me he perdido de todo, Lauty, no he podido ir a la escuela como una chica normal ni vivir las experiencias de alguien normal... Y te conocí, a ti, a Pili, a Ali... y ustedes me trataban como una más y yo fui feliz... me querían por quién era no por lo que tengo ni por la ilusión que se hacen de mí quienes me siguen, pero no me conocen —afirmó.

Un salto al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora