Capítulo 49 🎤

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Desde el día en que la noticia de su madre salió a la luz, Pilar había perdido las esperanzas

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Desde el día en que la noticia de su madre salió a la luz, Pilar había perdido las esperanzas. Se la veía triste y desganada, como si se hubiese rendido. Lautaro odiaba verla así, pero su propio dolor era tan grande que no le quedaban demasiadas fuerzas. Alicia hacía lo que podía, había hablado con Gabriela y esta le había contado lo sucedido, pero ella creía firmemente en que solo era cuestión de tiempo.

—¿Y si me dejas llevarla al concierto de Navidad? —inquirió.

—No es buena idea, Alicia, lo mejor es que se aleje de ella.

—Pero prometiste que eso no sucedería —recriminó.

—Lo sé, pero ahora es lo mejor para cuidar su integridad.

—Verla le hará bien, Lautaro —insistió.

—No... —dijo él antes de salir para ir a tocar al hotel.

Alicia lo vio partir, ella iba a quedarse con Pili, como siempre, pero el timbre de la casa sonó. Primero pensó que Lautaro había olvidado algo, pero entonces vio a Lala con regalos y le abrió con entusiasmo.

—Me manda Gaby —dijo la muchacha—. Dijo que quería que les diera esto —añadió y sacó cuatro regalos de una bolsa. Uno de ellos bastante grande.

—¡Lala! —Era la cantarina voz de Pili que salió de la habitación apenas oyó a la muchacha y corrió a abrazarla.

—¿Cómo estás, cariño? —preguntó la mujer abrazándola también.

—Llévame con Gaby, por favor, te lo suplico —imploró.

Lala se mordió el labio y miró a Alicia.

—Tu papá no te ha dado permiso —dijo Alicia en un intento por sonar con autoridad.

—No me importa lo que él diga, quiero ir con ella, lo prometieron, prometieron que si se peleaban no me separarían de ella —Lloró y pataleó en una especie de berrinche desesperado.

—Mira, Gaby te ha mandado un regalo —dijo Lala y le dio la caja más grande.

Pili abrió el regalo y encontró una muñeca bebé que se veía muy real. Traía un vestido celeste, una mamadera y una mantita, además, un certificado de adopción para ser llenado por la dueña del juguete.

—Gracias... —dijo la pequeña y abrazó a la muñeca—. Dile a Gaby que me encanta... —agregó aún entre sollozos.

—¿Quieres quedarte un rato? —Ofreció Alicia con la intensión de poder hablar un poco con la muchacha y enterarse de cómo estaba su amiga en común.

—Sí, está bien —aceptó Lala.

Pili se fue a su habitación para jugar con su muñeca y las muchachas se sentaron a la mesa, donde ambas compartieron su preocupación por el destino de su amiga.

Un salto al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora