Capítulo XXXIII

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        Me levanté a causa del incesante sonido del celular. ¿Quién demonios podría ser tan molesto? Lo tomé de la encimera de la cocina. No me extraño al ver de quién se trataba. Sólo él podría ser tan insistente

-Será mejor que sea algo bueno, McGiven-Contesté algo irritada. Su estridente risa se hizo sentir.

-Que mal humor, niña-se burló- Tengo un sorpresa para ti.

Bufé. No sé cómo me había dejado convencer pero había acabado enfundada en un vestido color carmesí que llegaba a la altura de la rodilla. Se ajustaba a mi pecho y luego caía en picada. Los tacones de aguja que Shellby me había obligado a usar no ayudaban demasiado a mi equilibrio, pero se había visto tan emocionada cuando entré a su habitación buscando ayuda que no pude negarme. A veces, me pregunto dónde quedó esa chica ruda que se jactaba de que nada le importaba, y por más que extrañara el pasar tanto tiempo con los chicos estaba feliz de quién era. No había cambiado, seguía siendo yo. Vistiendo mejor, claro está. Pero la ropa que usamos no es lo que nos define y ya era hora de que lo entendiera. Tenía amigas, y hace 4 meses no hubiera pensando que eso sería posible. Se habían equivocado un poco, pero al fin y al cabo esas chicas se habían ganado cierto derecho a opinar. Tendría poco tiempo conociéndolas, pero les tenía cariño y no estaba dispuesta a perderlas, ni siquiera a Victoria. Sonreí. Ya era hora. Necesitaba aclarar algunos asuntos y este era el momento perfecto. 

El timbre de la casa me hizo girar rápidamente. Suspiré y me dirigí a las escaleras, no sería fácil bajar con esos rascacielos pero sería mejor que me pusiera en ello. Me congelé al ver a Chris bajo el umbral de la puerta, junto a mi madrastra. Hablaban animadamente. Se veía realmente bien con una camisa de botones blanca, y un traje gris. En cuanto su celeste mirada estuve sobre mi, se quedó en silencio. Sin eliminar esa hermosa sonrisa de su rostro. Comencé a bajar uno a uno los escalones, con demasiado cuidado. Caer no era una opción. No más Nhoa, la torpe. 

-Te ves increíble-murmuró Chris, mientras me daba un abrazo corto. Podía notar lo ansioso que estaba. Me ofreció su brazo y sonreí agradecida, no habia forma de que cruzara el jardín ilesa. Me despedí de Shellby y luego subí a la camioneta de mi...¿Qué demonios era Chris? ¿amigo indefinido? ¿Novio a prueba? 

-Sólo para aclarar, esto definitivamente es una cita-mencionó el chico a mi lado, justo antes de entrelazar nuestras manos y besar la mía. Sonreí.

-¿Puedes adelantarme algo?-Rogué con la mayor paciencia que encontré en mi. 

-No-se burló. Gruñí. Y me cruce de brazos-Malcriada-espetó bajito.

-Insoportable-espeté en respuesta. Christian soltó una carcajada y no hablamos más, se dedicó a hacer círculos sobre mi mano mientras conducía. 

Diez minutos detuvó el auto, me sobresalté cuando la puerta fue abierta por el valet parking. El hombre se rió bajito, antes de extenderme su mano, ayudándome a bajar de la camioneta. Observé el lugar, un hermoso edificio blanco se imponía frente a mi. La gran escalinata que llevaba a un par de puertas de vidrio, donde otro hombre de aspecto gracioso aguardaba. Chris posó una mano en mi espalda, instándome así que siguiera mi camino. 

-Sr. McGiven-asintió el hombre de aspecto gracioso-, llegó justo a tiempo. Acompañenme, por favor. 

Si el restaurant por fuera me parecía imponente, por dentro era otro mundo. Avanzamos por un pasillo hasta llegar a un balcón, que contaba con una hermosa vista. El hombre nos señaló la única mesa desocupada del lugar. Al parecer todo estaba más que planeado, puesto que el mesero se limitó a guiñarle el ojo y retirarse en silencio. 

Rumor has itWhere stories live. Discover now