Capítulo XVI

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¿A dónde coño iba a ir así? Gran manera de llamar la atención. Ignoré el ardor, proveniente de la planta de mi pies descalzos, sobre el ardiente pavimento. Aunque mi casa no quedaba muy lejos, lo más sensato sería quedarme aquí, aunque mi orgullo estuviera en juego. Agradecí no haber cerrado la puerta y me devolví. Me detuvé al ver a Chris, parado bajo el umbral de la puerta, con el semblante fruncido. ¿Estaba molesto? Maldito descarado. Lo desafié con la mirada. Un par de manos comenzaron a acariciar su abdomen, haciéndolo sobresaltar, y a mí, fruncir más el ceño. Ese cabello rubio, que reconocería aunque estuviera a 3 millas de distancia. Tiffany, al verme sonrió maliciosamente y besó su mejilla. Sentí los celos recorrer mi cuerpo, y un subidón de adrenalina, esos que me daban antes de querer golpear a alguien hasta que mis nudillos dolieran. Quería matarla, pero no tenía un buen motivo, Chris y yo no eramos nada. Aunque me matase el tener que recordarlo. ¿Por qué me hacía esto? ¿No podía esperar siquiera que me hubiera largado de su casa para llamar a una zorra con la cual poder revolcarse? Sentí las lágrimas asomarse en mis ojos. Cerré mis ojos, esperando calmarme y que así se fueran. 

-¿Tan difícil es para ti el esperar un par de minutos para tener sexo con la primera zorra que te pase por frente?-Escupí cada palabra con más odio que la anterior. Tiffany se tensó a su lado, y sus brazos aprisionaron más a Christian. 

-Ainhoa-me regañó. ¿Qué coño? Fruncí aún más el ceño, como si eso fuera posible-No es lo que crees. Entra y deja que te explique-por su tono de voz parecía irritado. 

-¿No es lo que creo? Tenía su lengua en tu garganta-Exclamé furiosa. Cálmate, pareces una psicópata celosa. Me dije a mi misma. Estaba muy celosa, lo sabía, pero no quería que ninguno de ellos se diera cuenta-Como sea, no me importa. ¿Dónde dejaste mis zapatos?-traté de sonar tranquila. 

Se ruborizó un poco, como si hubiera recordado algo. 

-Los lanzaste por la ventana del auto-¿estaba avergonzado por mí? Mierda, no volvería a tomar un sola gota de alcohol en mucho tiempo-Le diré a Jess que te preste unos, entra-parecía una orden. Si no dejaba de ser tan mandón iba a propinarle un buen golpe a su perfecta mandíbula. 

-Esperaré aquí-espeté. Suspiró y se apartó de Tiffany, demasiado brusco. Merecía un premio Nobel, por haber ignorado mis instintos de matar a Tiffany e ignorarla, aún cuando intentó llamar mi atención. Christian apareció con unos pequeños zapatos negros. Se acercó a mí y me ofreció una sonrisa de disculpa, pequeña. Le arrebaté el calzado y me los pusé en un santiamén. Luego le daría las gracias a Jessica, por lo que había hecho por mí. Lo miré con odio, una última vez, antes de darme vuelta e irme a casa...

Otro infernal lunes. Me arrastré fuera de la cama, en busca de una ducha de agua fría. Dejé que el agua relajará mis agarrotados y lastimados músculos. Había pasado toda la tarde del domingo en el gimnasio, dándole golpes a la bolsa. Mientras las lágrimas de frustración corrían pos mis mejillas. Estuvé allí hasta que el dueño me corrió, asegurando que me iba a lastimar. No estaba equivocado, al llegar a casa volví a descargar mi furia con la puerta del closet, logrando abrirme un herida peor que la de última vez, en la misma mano. Gemí ante la sensación del agua encontrarse con mi piel magullada. Debería ir al hospital, pero me aterraba ese lugar. Cerré el grifo, después de un cuarto de hora y saqué del closet unos vaqueros, una camiseta holgada y tomé una sudadera, las nubes grises que había en el cielo, no me daban buena espina. Entré al comedor, donde mi papá estaba sonriente, junto a Shellby.

-Hola pequeña. Preparé tu desayuno favorito-Hice un mueca al recordar que el día de ayer había comido esto también. 

-Lo siento, venía a decirte que no iba a desayunar-Aunque no sentía mucha simpatia por esta mujer, me dió lástima su rostro desanimado. Estaba haciendo un esfuerzo y yo lo estaba arruinando. Papá me miró preocupado.

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