Capítulo XIV

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¿Qué estoy haciendo? Me pregunté como por décima vez. Me removí incómoda en el asiento, de la camioneta de Chris. Tenía un muy corto vestido, que Jessica me había obligado a vestir. Jamás he usado un vestido en mi vida y que sea tan corto no me ayuda en nada. ¿Por qué demonios había dejado que me convencieran de venir a esta fiesta? Ni siquiera estaba invitada, es decir, es de Tiffany. Suspiré, otra vez. 

-Ya quita esa cara, te ves hermosa-Dijo Chris, tenía su mano derecha enlazada con la mía, sobre mi rodilla. Sonreí. No habíamos aclarado nada, pero no paraba de hacerme sentir bien, de una forma u otra. 

-Gracias. Tú, tampoco estás nada mal-Eso era ser mezquina. Se veía totalmente sexy en unos jeans negros, un jersey azul celeste de botones, ese color le sentaba demasiado bien. Le quedaba un poco ajustado, haciendo más obvios, sus ya notorios, músculos. Me guiñó y siguió conduciendo. Se estacionó frente a una gran casa blanca, que estaba atiborrada de personas.

-¿Lista?-Asentí. Por más que me negué, me convenció, como siempre, para venir a esta tonta fiesta. En la que estaba segura, no era deseada.-Ya quita esa cara, por favor-hizo un mohín. Mierda. No otra vez. Este chico sería mi perdición. Era como un juguete, que manejaba a su antojo. Hice un intento de sonrisa. Emitió una sonóra carcajada y luego me depositó un beso rápido en mi frente.

Tomé su mano cuando la extendió hacía mí. Caminamos en silencio, pero ambos con una sonrisa en nuestros rostros. No tenía idea de porque estaba tan feliz. Tal véz fuera los obvios y constantes momentos en los que Chris coqueteaba conmigo, no sé que sería, pero me sentía segura, a su lado. Tiré de su mano, para que se detuviera. Me observó extrañado, cuando estiré mis brazos, al rededor de su cadera, en un abrazo que correspondió.

-Te quiero-susurré. Me estrechó entre sus brazos. Se alejó un poco de mí, dejándome ver su rostro. 

-Yo también peque-su mirada era triste. Posó su mano, en la parte baja de mi espalda, y me indicó que siguiéramos caminando. 

1,2 y 3 Chris. Conté mentalmente, mientras lo veía reírse enérgicamente junto a Vince. Sentía todo darme vueltas, me levanté y me pareció ver como los muebles se sacudían salvajes. Me sostuvé de la pared. Tenía que ir al baño a refrescarme. Ví la mesa junto a mí, con todos esos vasos vacíos. ¿Había bebido tanto? Estrujé mi cerebro, intentando recordar cuánto tiempo había pasado. Caminé por un largo pasillo, en busca del cuarto de baño. Necesitaba vomitar, sentía toda mi bilis subir por mi garganta. Corrí, en un intento fallido de no tropezar. Mis pies se enredaron con la alfombra, y caí de bruces, a los pies de alguna persona, que no lograba reconocer. Joder. Mis brazos flaquearon, en un intento de levantarme, y volví a caer, golpeándome la barbilla y rompiendo mi labio inferior con mis incisivos. Gemí y me quedé en el suelo, en posición fetal. 

-Vaya, qué tenemos aquí-Daniel. Ni siquiera me molesté en levantar la cabeza, quería quedarme en el seguro suelo. Unos brazos se pasaron debajo de mis rodillas y mi espalda, luego estaba contra el fuerte pecho de Daniel Rizzoti. Esto estaba mal. Si Chris lo veía. Intenté resistirme, pero él me pegó más contra su cuerpo. Mi estado era lamentable, era como una muñeca de trapo, que podrían manejar a su antojo.

-Bájame-gemí. ¿Desde cuándo Daniel tenía 3, no espera, 4, cabezas? 

-Mierda, Ainhoa. Estas borracha-hizó una mueca y negó con la cabeza. No me digas, quisé decirle, pero no estaba segura de que pudiera articular más de una palabra por minuto. Comenzó a caminar, a no sé donde. 

-¿A...dón..dónde...vam..os?-pregunté como pude. Patético, Nhoa. 

Me miró y frunció más el ceño. 

-Afuera, necesitas aire fresco-dijo fastidiado. En cuanto estuvimos en un jardín bastante amplio, y podría ser agradable, si no me encontrará tan ebria, me dejó sobre el suelo y caminó un poco lejos de mí-Lo que me faltaba, cuidar a una mocosa...-lo escuché decir. ¿Qué demonios?

-Yo...no n-necesito q...que tú, cuides de...mí-le grité como pude. No soné tan confiada como hubiera querido. Lanzó una carcajada, que sólo me hizo molestar más. Yo no necesitaba que nadie me cuidara, yo no le pedí que viniera a mi rescate, estaba muy cómoda en el suelo.

-No puedes ni mantenerte en pie tú sola, hazme un favor y siéntate y así pueda pensar qué hacer contigo-No abandonó esa sonrisa soberbia suya. Cerré mis ojos, intentando buscar paciencia. No podía discutir con él, sólo conseguía ponerme en ridículo a mí misma. 

Chasqueé la lengua, fastidiada. Daniel, estaba no muy lejos, con su mirada fija en mis piernas, y el escote no muy revelador de mi pequeño vestido. 

-Juro por Dios, que si no estuvieras tan ebria ya hubiera...-se calló y se acercó muchísimo a mí, sus ojos estaban negros, presos de pura lujuria. Se humedeció los labios. Mierda, no. No mires sus labios. Contuvé la respiración, presa del pánico. Yo no quería besarlo, o bueno, no del todo-Ainhoa...-susurró mi nombre, lo miré embobada. Pensé en Chris, y en lo tierno que había sido los últimos días. Pero sólo ocurría cuando estábamos solos, de resto, me trataba normal. ¿Me estaba utilizando? 

-¿Te gusta lo que miras?-reí tontamente al ver como observaba mis labios. 

-No tienes idea-murmuró. Se acercó a mi cuello y lo llenó de pequeños besos. Reí al sentir su respiración contra mi garganta. Continúo su camino de besos, subiendo por mi mandíbula y se detuvó cerca de mis labios, dudando. Mis vellos se erizaron al sentir su aliento, contra el mío. Esto no estaba bien, pero se sentía muy bien. Acorté la distancia y dejé que mis labios navegaran, entre los suyos, como un buque en alta mar. A diferencia de Chris, él era más lento y intenso. Me separé, en busca de aire. ¿Qué demonios había hecho? jadeé.

Rumor has itWhere stories live. Discover now