Capítulo XXIV

774 42 7
                                    

Acaricié con la yema de mis dedos, aún temblorosos, su rostro. Se removió un poco y se abrazó un poco más mi torso. Su expresión era tan pacífica y cambiada. Tenía un pequeño moreton apenas visible en el borde derecho de su boca, otra vez había estado peleando. ¿Con qué moral le dirás algo?, me reclámo una voz dentro de mí. Suspiré, resignada a guardarme mi opinión. Observé el reloj junto a mi cama, sobre la mesa de noche: 10:45 p.m. mi padre no tardaría en aparecer y no era conveniente que encontrara a Daniel dormido sobre mí, no eran demasiado simpáticos entre ellos. 

Sacudí suavemente su hombro. Arrugó su rostro, mientras se quejaba debilmente. 

-5 minutos más...-murmuro mientras ocultaba su rostro en mi abdomen. Sacudí su revoltoso cabello, sabiendo cuanto le molestaba-Esta bien, ya estoy despierto-murmuró fastidiado, se sento junto a mí, aún un poco dormido.

-Y yo que pensé que era insoportable-murmuré para mis adentros.

-Oh, tú tienes un carácter mil veces peor que el mío-se defendió. Fingí molestarme y me crucé de brazos, mientras lo fulminaba con la mirada-. Eso te hace ser sexy, pequeña-me guiñó el ojo. Mis mejillas se tiñeron de rosa, y oculté mi rostro entre mis manos antes de que mencionara algo al respecto. 

Sentí sus manos acariciar mi espalda lentamente, no pude evitar estremecerme ante el contacto, era agradable pero se sentía diferente. En poco tiempo sus labios alcazaron los míos, para ir descendiendo, dejando un camino de besos desde mi mandíbula hasta mi cuello. Mis manos buscaron el borde de su camisa para elevarla un poco y así sentir su piel bronceada contra la yema de mis dedos. Daniel volvió a adueñarse de mi boca, jugueteando con sus manos en la parte baja de mi espalda. Elevé más su camisa, hasta que su torso estuvo desnudo por completo. Mordí mi labio inferior al ver su musculosa figura, claramente embobada. 

-¿Te gusta lo que ves?-No pude evitar reirme cuando escuche esas palabras salir de su boca.

-Cállate-espeté antes de volver a unir sus labios con los míos. 

Recorrí su torso con mis manos, paseando mis dedos por el tatuaje de su hombro, acariciando su espalda con especial lentitud. Lo escuché gemir contra mi boca, y sus manos aferradas a mi cadera me acercaron aún más a él. Me recosté sobre la cama, más concentrada en sus labios que en cualquier otra cosa. 

Me miró directamente a los ojos, y esa mirada que siempre mostraba a un chico arrogante se descompusó ante mis ojos. 

-No puedo hacer esto-murmuró y se apartó de mí, dejándome muy confundida. Alcanzó su camisa y la paso sobre sus hombros. 

Estaba demasiado confundida como para acercarme a él. Mi mente divagaba en qué había hecho mal o qué estaba mal en mí. 

-Debo irme-se acercó a mí y beso mi frente-Oye, ¿estamos bien?-asentí sin mirarlo a los ojos, me sentía demasiado avergonzada. Me habían rechazado de una manera bastante particular.

Daniel tomó mi rostro entre sus manos, y me obligó a mirarlo a los ojos-Me estás volviendo loco, pequeña-murmuró tan bajito que llegue a pensar que lo había imaginado, y que esas palabras jamás salieron de su boca. Depositó un rápido y casto beso sobre mis labios y luego se marchó, dejándome en la oscuridad de mi habitación. 

Los rayos de sol se colaban a través de la cortina de la sala, que estaba entreabierto, venga tú a saber porqué. Estaba soñolienta, no había podido dormir demasiado el último par de noches y estaban comenzando a pasar factura. Recosté mi cabeza sobre el espaldar del sillón de mi padre, mientras que él y Shellby estaban sobre el sofá, viendo alguna película de Jason Statham, que no lograba capturar por completo mi atención. Hacía un par de noches que no veía a Chris, supongo que seguía molesto conmigo pero no pensaba hacer nada porque la situación cambiara, sabía que estaba mal, que yo lo había estado evitando y que probablemente este cansado de que siempre pase lo mimo, pero alguien debe entenderme a mí, no estoy lista. Simplemente no puedo seguir permitiendo que juegue conmigo a su antojo y luego se vaya con su novia, mi dignidad ya no me permitía seguir siendo así de humillada y lastimada. Cerré mis ojos, intentando dormir, pero el ruido de la televisión me interrumpia cuando casi conseguía conseguir mi propósito, estaba demasiado agotada como para subir las escaleras, o siquiera levantarme e ir al jardín trasero, eso simplemente no era una opción. Mi celular vibró insistentemente en el bolsillo de mi pantalón. Observé quién me honraba con su llamada. Daniel. No pude evitar sonreír un poco.

Rumor has itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora