Capítulo XV

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Abrí mis ojos, desorientada. Todo era borroso y no sabía dónde estaba. Me removí, en el familiar asiento. Estaba con Chris. Me relajé. Por la forma en la que sostenía el volante, se veía preocupado y molesto. Me reí, se veía lindo. Al escucharme, aparcó el auto y tomó mi rostro entre sus manos.

-Nhoa, Gracias a Dios que despiertas-suspiró. Volví a reír, estaba extrañamente feliz, parpadeé, un par de veces más de lo necesario, porque veía todo tambalearse-¿Estas bien? Juró que mataré a Daniel, la próxima vez que lo vea-Escupió con odio.

-No te atrevas...-murmuré, estaba un poco harta de esta patética pelea. 

-Te esta usando, Ainhoa-Me gritó. Fruncí el ceño, me sentía herida. ¿No creía que podía ser atractiva para alguien? 

-¿No es lo mismo que tú haces?-espeté con odio. Se alejó de mí, como si de un bicho raro se tratase. Vaciló, hizó una mueca y se bajó del auto. No me había dado cuenta que estábamos frente a su casa. Rodeó su camioneta y abrió mi puerta. Salí como pude y mis rodillas flaquearon y me dejaron ir directo al suelo. "Mierda, Nhoa" escuché exclamar a Christian. Antes de que pudiera reaccionar, me tomó en brazos, cerca de su pecho. Su perfume me embriago, incluso más, que todas las cervezas que ya había bebido. Me reí, una última vez, y caí en los brazos del alcohol ó Morfeo, no lo sé exactamente.

Mi cabeza palpitaba al mismo tiempo que las manecillas del reloj. Gemí, cuando intenté levantarme y sentí mi mundo venirse abajo. Joder. Había abusado de la bebida. Abrí mis ojos lentamente, dejando que se adaptaran a la claridad. Observé las oscuras paredes extrañada. ¿Qué coño hacía en la habitación de Chris? Me levanté rápido y mi cabeza palpitó con fuerza. Cerré mis ojos con fuerza, en un intento de que doliera menos. No recordaba absolutamente nada de lo que ocurrió anoche. Escuche a alguien suspirar y me giré asustada. No muy lejos de mi, en la orilla de la cama, estaba mi amigo. Dormido. ¿Cómo no me había dado cuenta que estaba allí? Se removió y enterró su rostro entre las sabanas. ¿Qué coño había ocurrido? Me lamenté. Vestía unos shorts de Chris, por encima del vestido. Chris se levantó bostezando y estrujando sus ojos con fuerza. 

-Buenos días-le dije bajito. Se sobresaltó y luego me miró molesto. Se levantó, en seguida y cerró la puerta, tras de si. Idiota. No tardó en regresar, con un vaso de agua y un Ibuprofeno. Me los ofreció y los tomé sin dudar, necesitaba mucho eso-Gracias-logré articular, después de haber bebido con urgencia el agua fría. Rodó los ojos fastidiado-¿Y ahora qué hice?-espeté. 

-No te hagas la víctima ahora, Ainhoa-Su mirada dolia. Jamás se había mostrado tan frío conmigo, mucho menos sin una razón. ¿Qué demonios habrás hecho, maldita idiota? Me regañé a mi misma-No te importa nada. Siempre haces lo que mejor te parezca-comenzó a gritarme. Podría darle un buen golpe, allí, en sus suaves labios y así no dejar que se atreviera a gritarme más-Te he dicho mil veces que ese imbécil sólo quiere tenerte en la cama-Hice una mueca al ver que se trataba de algo con Daniel. No podía recordar nada. Maldita sea.

-¿Quieres callarte?-contraataqué-Ni siquiera puedo recordar algo-dije bajando la voz, avergonzada por eso.

-Por supuesto que no, te desmayaste de lo borracha que estabas-Me sentí mal por eso, parecía preocupado. Eso, y no me gustaba que, precisamente, él me tratara de esa forma. No se sentía bien-No pongas esa carita de perro regañado-se quejó. Al principio, no lo hice con esa intención, pero después pareció una buena idea. Lo observé con lo que me parecía una expresión normal, mientras parpadeaba lentamente. Suspiró y se fue de la habitación. 

Que fácil para él irse, estaba en su casa. Mierda. ¿Su mamá sabría que estaba aquí? Peor aún, ¿que llegue borracha hasta las metras? Sollocé de la vergüenza. Escuché a alguien carraspear. Levanté la vista. Jessica estaba parada bajo el umbral de la puerta, con una sonrisa acusadora. 

-¿Qué?-pregunté confusa. Escuche su risita tonta y entró, para luego sentarse en la cama. Tomé un sorbo del vaso de agua, casi vacío.

-No sabía que tú y mi hermano fueran amigos con derecho-respondió con naturalidad. Escupí enseguida. ¿¡Qué coño!? Ella pensaba que él y yo...mierda, mierda-¿Tú y él no...?-dejó la pregunta al aire. 

-No tengo sexo con tu hermano-Respondí rápido. ¿La mamá de Chris también pensaría lo mismo? Oh, Dios mío. Que vergüenza. Suspiré preocupada-¿Alguien más sabe que estoy aquí?

-Mamá y papá, por supuesto-se encongió de hombros, como si fuera la cosa más normal de este mundo-Ah, y tu padre. 

Hice una mueca. Papá confiaba en Chris, pero no sé si pensaría que estaba bien que me quedará aquí si supiera que dormimos en la misma cama. Me senté, al lado de Jess. Ella se limitó a reirse. A veces, los McGiven podían ser tan extraños. El dolor de cabeza, había disminuido, pero era persistente. Apoyé el mentón en mis manos, que se sontenían con los codos, sobre mis rodillas. Chris apareció, con una bandeja, entre sus manos. Comida. Mi estómago rugió. Seguía frunciendo el ceño, eso me recordó que también estaba molesta con él. 

-Yo mejor me voy...-Gallina, quise susurrar. Jessica, casi salió corriendo. Christian, se acercó con paso decidido y dejó la comida sobre la mesa, al lado de la cama. Hot cakes y jugo de naranja. Mi desayuno favorito. ¿Esto era una ofrenda de paz? Sonreí. 

-Es tarde, pero...pensé que te gustaría comer esto-dijo serio. Seguía molesto. Estaba metida en un buen lío, y parecía que Chris no iba a decirme nada. Logré articular un simple "gracias" y comencé a comer pequeños bocados. Lo observé andar, sin camisa, por su habitación, de espaldas a mí. Rebuscó en su armario alguna cosa, yo sólo veía la tensión de sus músculos al agacharse. Totalmente embobada. Se giró, con una camiseta, entre sus manos. Me sorprendió observándolo, por lo que mi cara se encendió de un escarlata. Escuché un risita y me arrojó la camisa. La atrapé, antes de que cayera cerca de mis pies-Te conseguiré unos shorts de Jessica, quizá alguno te quedé-Ah, claro. No podía irme vestida con el mismo vestido, no había notado que tenía una mancha amarillenta, en la blanca tela. Genial, había estado lo suficientemente ebria como para echarme una cerveza encima. Asentí y desapareció por el pasillo. No tardo más de 5 minutos. Extendió unos cortos shorts, incluso más que los que ella me había hecho comprar. ¿Qué tenía esta chica con el andar mostrando la piel? Gemí ante la imagen, en mi mente, de verme vestida con esos cortos shorts. Chris, profirió una carcajada y me los arrojó. Siempre delicado, pensé. Los atrapé y el siguió riendo. Parece que ya se estaba calmando. Debería cambiarme cuanto antes, así podría irme a casa más rápido. 

-¿Piensas salir ó te quedarás mientras me cambio?-dije. Se dibujó una sonrisa maliciosa en su rostro y en sus ojos había brillo juguetón.

-No parece mala idea-bromeó. Me reí y lo empujé fuera de su habitación, cerrando la puerta, tras de sí. 

Me desvestí y me pusé los shorts. No eran tan incómodos, sólo me sentía un poco rara, por que me cubriera tan poco mis piernas, apenas y quedaba por debajo de donde finalizaba mi trasero. Deslicé la camisa de Chris, sobre mis hombros. Me llegaba hasta la mitad del muslo. Excelente. Tal vez, Jessica podría prestarme una camisa. Salí de la habitación de Chris, y avancé descalza por el pasillo. ¿Dónde habría puesto mis zapatos? Toqué la puerta y una rubia melena apareció enseguida. Se burló de mí, en seguida, viendo como me quedaba la camisa y como podía decir que no teníamos nada mientras usaba su ropa. Me dió una de sus camisas y no tardé en deslizarla sobre mi torso. No era mi estilo, pero estaba bastante bien. Me fuí antes de que siguiera burlándose de mí, entré a la habitación de Chris, otra vez, en busca de mis zapatos. Me quedé pasmada ante mi vista. Fruncí el ceño y azoté la puerta, antes de lanzarme escaleras abajo, aún descalza...

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Holaaa, iba a publicar hace como 3 días y lo olvidé. Lo siento. Gracias por sus comentarios. Besos.

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