Capítulo V

1.4K 69 9
                                    

Corrí detrás de Chris, que llevaba mi bolso, como si fuera un juguete entre sus manos. Su inigualable risa estaba presente, cuando se detuvó, y la alzó tan alto como pudo. Para que así, yo no pudiera alcanzarla. Mi baja estatura era prueba de eso. Lo fulminé con la mirada y salté para así poder conseguir mi objetivo. Sólo conseguí chocar contra Chris y caer de bruces a su lado, mientras el seguía riendo y se aferraba a mi bolso. No pude evitar imitarlo, su risa era demasiado contagiosa, me tiré a su lado, consciente de que llegaríamos tarde a clases, pero qué más daba. Pasados unos 10 minutos me ayudo a levantarme, y luego se dedicó a quitar las hojas que se habían enredado en mi cabello. Luego tomó un mechón de mi cabello y lo puso tras mi oreja, para terminar acariciando mi mejilla. Me sonrojé ante tal contacto íntimo entre ambos. Lo observé apenada. El me sonrió de una manera tan...diferente a como siempre lo había hecho, de una manera tierna y malditamente sexy. 

-¿Alguna vez te he dicho que tienes los ojos más increíbles que he visto jamás?-su voz era apenas un susúrro audible. ¿Mis ojos? Siempre había pensado que eran aburridos. Grises, como el humo. No había nada de interesante en ese color. Por lo menos para mí, no. Si tenía en cuenta el profundo mar que podías hallar en los ojos de mi amigo. 

-Se hace tarde-dije interrumpiendo cualquier tipo de escena amorosa que se estuviese formando allí. No podía permitir que eso ocurriese. Chris asintió y continuamos nuestro camino a la escuela. 

La mañana paso lenta y tortuosa, como mi semana. Sólo faltaban 2 días, para que la maldita apuesta acabara. No podía esperar. Aunque podría admitir que me había sentido linda, cuando los chicos volteaban a verme cuando caminaba por los pasillos. Quizá no fuera tan mala idea, después de todo. Me observé en el espejo del baño de chicas, de verdad había cambiado. Mi cabello ahora no era tan largo, llegaba un poco más allá de mis hombros, pero seguía siendo brillante y sano. Mis cejas que habían sido definidas en la peluquería hacían resaltar mis ojos. Observe mi ropa, que aunque no era ajustada del todo, hacían ver mi cuerpo esbelto, cosa rara, porque no tenía mucho de lo que alardear. Podía incluso considerarme bonita, no hermosa, sólo bonita. Eso bastaba para mi. La puerta del baño se abrió y Tiffany apareció, junto a sus 2 inseparables amigas. Lila y Sonia. Ambas rubias, y con ojos azules, tan flacas que el aire parecía poder llevárselas. Las fulmine con la mirada y tome mi bolso, retirándome, prefería evitarme un mal rato, teniendo en cuenta, que aún la semana no acababa. Pero las rubias desteñidas me obstaculizaron el paso. Cerre mis ojos y suspiré. En busca de paciencia. Intento fallido. 

-¿A dónde crees que vas, mariposa?-la sonrisa petulante de Tiffany, me hacía salir de mis cabales. Odiaba demasiado a esta chica, era cuestión de segundos antes de que me le lanzara encima. 

-Lejos de ti. Dicen que la estúpidez se pega-espeté seria. No estaba de humor.

-¿Crees que por hacer el intento de vestirte decentemente, eres una chica? Equivocada, mariposa-volví a cerrar mis ojos, en busca de paciencia. Su constante recordatorio del apodo que había ganado, por parte ella, comenzaba a molestar. 

-Te lo advierto Tiffany, mantén tu boca cerrada-amenacé. 

Su estridente risa, fue la gota que colmó el vaso. Próxima palabra, ádios oxigenado cabello. 

-Por favor, dile a Christian, de mi parte, que me devuelva mi brassier, que dejé en su camioneta nueva. A menos, que quieras conservarlo, Mariposa. Claro, rellénalo con algodón-se burló. Antes de que diera un paso, la tomé del brazo y la empuje fuera del baño con fuerza, tanto que cayó sentada de culo. Su mirada pasó de asombro, terror y furia al mismo tiempo. La tomé por el cabello y la estrellé contra los casilleros, con un estruendoso ruido. Música para mis oídos. Se levantó y corrió hacía mí, supongo, que intentando golpearme. Tiró de mi cabello suelto, haciéndome caer de rodillas. Ya recordé porque siempre lo llevaba en una cola de caballo. Maldije por lo bajo y me abalancé sobre ella, dejándola en el suelo, mientras halaba repetidamente su cabello, haciendo así, estrellar su cabeza contra el suelo. Sentí un par de manos posarse sobre mi cintura, que me alejaban de mi objetivo, seguí lanzando golpes, no me importaba de quien se trataba. Sólo quería arrancarle el cabello a la perra. Alguien ayudó a Tiffany levantarse del suelo y luego la abrazó, un chico. No pude reconocerlo, quien fuera el que me había separado, me había puesto sobre su hombro y me llevaba afuera, mientras yo golpeaba su espalda repetidas veces, patalear no servía de nada. Cuando por fin me pusieron en el suelo, vi a Chris, de brazos cruzados. Fruncía el ceño. Maldito traidor, por qué demonios no me dejó arrancarle hasta el último cabello.

-¿Estas loca? Casi matas a Tiffany allí dentro- me reprochó.

-Era la idea, Einstein-espeté. 

-¿Qué te pasa, Nhoa? Creí que teníamos un acuerdo.

Claro, eso era todo. Él y su estúpida apuesta.

-No me importa ya eso, tú y ese maldito acuerdo me han estado volviendo loca-le grité. No me importaba que todos se enteraran y una escena mucho menos, ya les había dado de qué hablar con lo que había ocurrido minutos atrás-. ¿Y sabes otra cosa? Te odio, por no dejarme acabar con esa perra. La odio. Odio a todos por sus chismes sin sentido. Maldita sea.

No me di cuenta de que habían lágrimas en mis mejillas hasta que los dedos de Chris las limpiaron. Luego rodeó mi pequeño cuerpo entre sus brazos. No lloraba por pena, era pura rabia. Sólo lloraba por eso y aún así lo odiaba. Y odiaba aún más que Chris me viera así. Lo golpeé en el pecho, para que así me soltara, lo insulté, le grité y seguía rodeándome con sus brazos. Comenzó a acariciar mi cabello, y mi respiración entrecortada, poco a poco, se fue volviendo normal. Cuando por fin me soltó, no podía mirarlo a la cara, no después de haberlo insultado tanto. 

-Yo...no quería que sintieras eso Nhoa. Sólo quería verte feliz. Lo siento-levanté la cara, para encontrarme con su herida mirada. Me arrepentí enseguida de lo que había dicho, estaba molesta y no había pensado lo que iba a decir. Sólo había actuado así por la rabia que sentía por dentro. En realidad, no odiaba a mi mejor amigo, lo amaba, por haberme hecho perder esa apuesta y y casi obligado a cumplir la apuesta. Pero no sabía cómo decirselo.

-Olvidalo, ya no importa. Lamento haberte golpeado-dije con mi voz ronca, consecuencia de mi gran escándalo-. No es cierto lo que dije, no te odio. 

Fue lo único que alcancé a decir, luego me fuí de allí rapidamente. No podía seguir allí, sintiendo remordimiento de consciencia.

............................................

Holaaa. 

Gracias por sus comentarios, no dejen de hacerlo. Y recomienden mi historia, por favor. 

Recuerden votar, besos.

Rumor has itWhere stories live. Discover now