Capítulo XX

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-¿Qué haces aquí?-espeté, claramente asombrada y molesta. Rodó los ojos como si fuera la pregunta más obvia del mundo y sonrió con suficiencia. Idiota. 

-¿Pasa algo entre ustedes?-preguntó mi padre, incómodo. Desvió su mirada de Chris, hacía mí. Lo fulminé con la mirada y negué con la cabeza. ¿Qué demonios prentendía?-¿¡Ainhoa?-no supe si fue un regaño o qué. 

-Ya debo irme-se excusó Chris. Mi padre asintió y casi salió corriendo. Corrí tras él. ¿Qué coño estaba haciendo en mi casa cuando yo no estaba? Jalé su brazo para detenerlo. 

-Tú, no te vas, no hasta que me digas qué hacías aquí-susurré. No quería que mi padre se enterará. Me observó con su fría mirada, encogiéndose de hombros, como si fuera la cosa más normal.

-Sólo quería asegurarme de que...-dudó y luego se quedó callado, considerando lo que iba a decir fuera de lugar. Eso, ó iba a insultarme.

-¿Desde cuándo te importa a qué hora llego a mi casa?-espeté. Una pequeña sonrisa cínica se dibujó en sus labios. 

-No importa lo que diga, siempre soy el malo aquí. ¿Qué caso tiene explicarte algo más?-se dió media vuelta y salió, dejándome sola. 

Subí las escaleras de dos en dos, esperando llegar más rápido a mi habitación. Azoté la puerta y antes de que pudiera siquiera pensarlo comencé a golpear la puerta, con más fuerza de la que cualquier persona cuerda habría hecho. Sentí un par de brazos sujetar los míos, impidiendo moverme. La adrenalina aún corría por mis venas, por lo que mis aporreados nudillos apenas y cosquilleaban. 

-Sabía que harías esto...-me susurró. Envolvió mi cuerpo entre sus brazos, y dejó descansar su mentón sobre la coronilla de mi cabeza. No podía gritarle, no a menos que quisiera que mi padre se enterará. No era mala idea, después de todo, se había metido por la ventana. 

-¿Qué? ¿Ahora me darás un discurso de lo que puedo y no puedo hacer?-se quebró mi voz al final. Me soltó y posicionó sus manos en mis hombros, obligándome a mirarlo a los ojos. Esos que antes habían sido unos fríos hielos, eran cálidos, y parecía muy arrepentido.

-¿Puedes dejar de comportarte como una perra total?¡Jesús!-¿Qué iba a decirle ahora? Me habían atrapado con las manos en la masa. Quedarme en silencio era la opción más factible en este momento. Eso, ó seguir discutiendo. Diciendo cosas para herir su ego, palabras que me dolían más a mí, por alguna razón desconocida. Sacudí sus manos de mis hombros y me senté en la cama, de espaldas a él. En menos de un minuto estaba sentado sobre sus rodillas, frente a mí, acunando mis manos, entre las suyas. Observé mis nudillos, que ahora eran de un color escarlata. Chris los acarició con la yemas de sus dedos, sentí un leve cosquilleo, que fue opacado por un ardor. Apreté los dientes y cerré mis ojos con fuerza, intentando ignorar el dolor que sentía. Podría sentir autocompasión más tarde-No lo entiendo...-murmuró. Estaba casi segura que estaba hablando con el mismo, así que decidí ignorar su comentario. Dejé que besara mis nudillos, a pesar de que eso sólo hacía más fuerte el dolor. Tampoco me queje cuando se sentó a mi lado, y comenzó a acariciar mi espalda. Lo miré directamente a los ojos, tentada a besarlo. Aún sabiendo que eso sólo me lastimaria más, deseaba mucho hacerlo. Acerqué mi rostro, mientras su dedo seguía recorriendo lo más bajo de mi espalda, podría sucumbir ahora. Me detuve para admirar la perfecta curva que era su sonrisa ladeada. Este chico podría hacer de mi salud mental un campo de batalla, donde el perdedor no sería él-Ainhoa...-comenzó a decir. Quería mucho besarlo, no iba a dejar que él lo arruinara. Acorté la distancia y estampé mi boca contra la suya. Nunca podría hacerle justicia a sus besos con ningún tipo de descripción. Enredé mis manos entre su cabello, ignoré el dolor al cerrarla y seguí dejando besos en la comisura de sus labios. Escuché como reía poquito, luego enganchó sus dientes en mi labio inferior. Gemí y me alejé, intentando no reir. No hace falta decir que fue un intento fallido, sólo pude reir contra su cuello, mientras inspiraba el delicioso aroma de su perfume. Envolvió mi torso entre sus brazos y me acercó más a él. No pudé evitar rodear su cintura con mis brazos. Sabía que mañana lamentaria todo esto. Sabía que él fingiría que nada ocurrió. También sabía que él estaba con Tiffany y que no la abandonaria por mí.-Necesito que me prometas algo...

Me separé de él, a duras penas. Lo observé confusa, pero asentí. Instándolo a que continuara.

-Promete que no harás eso otra vez-Señaló la puerta y luego tomó mis manos, entre las suyas, con sumo cuidado-. No importa lo que pase. Prometemelo. 

Me quedé en silencio, pero aún observando su seria mirada. No lo hacía a propósito, era sólo una salida fácil cuando quería descargar mi ira. Aunque la cara de Tiffany también podría ser una buena opción. Asentí. Lo escuché suspirar y luego besó mi coronilla.

-Buenas noches, chiquilla-se despidió y salió por mi ventana, como muchas otras veces. 

Mierda. Mierda. ¿Ahora qué iba a hacer? Maldije nuevamente a Chris, mientras evaluaba que tan morado podía verse mi labio. ¿Esa era su risa? Debí saberlo. Decidí ignorar esto. Por lo menos no vería a Daniel hasta...esta noche. Bien. Eso sería difícil de explicar. No es que pudiera decirme mucho, es decir, habiamos salido sólo unas cuantas veces, nada serio. Me repetí eso un par de veces más y tomé mi abrigo. Este día tenía mala pinta. No pude evitar suspirar al ver su camioneta frente a mi casa. Extrañaba eso. En cuanto vió mi labio sonrió aún más y depositó un sonoro y largo beso en la comisura de mis labios. ¿Así que el quería jugar? Yo también podría fingir que nada ocurria. Me quedé callada en mi asiento, mientras él conducía victorioso con una gran sonrisa. 

-¿Qué haremos esta noche?-Podría golpearme por lo que haría. 

-Saldré con Daniel-su sonrisa se fue desvaneciendo, abriendo paso a una línea recta. Rodó los ojos y suspiró. Muy bien. Otra vez, pelea segura.

-No puedes besarme así y luego fingir que nada ocurrió-me gritó. Luego pareció reconocer su error. Bajó la mirada y detuvó el auto frente a la escuela.

-Curioso. Eso no parecía ser lo que pensabas hace un par de semanas-Me bajé antes de comenzar a discutir ó decir alguna cosa de la que luego me arrepentiría. 

Debería agradecer tanta paciencia, porque de verdad, podría golpear a cada persona que escuchaba murmurar cuando pasaba por los pasillos. Genial. Otro chisme. ¿Y ahora qué? La risita impertinente de Tiffany me hizo girar la cabeza para verla caminar, de la mano de Chris. Su mirada herida me desgarró, desvió la vista sólo cuando las insistentes manos de su novia lo obligaron. Casi me hizo sonreír. Casi. Mi vida se había vuelto un drama total en menos de 1 mes. Suspiré y seguí mi camino a mi siguiente clase, junto a Val. Aquella chica comenzaba a caerme bien.

Respiré profundo y solté mi cabello, intentando que distrajera la atención de mi boca. Me observé una última vez y decidí abrir la puerta. Allí estaba él, con su desordenada y oscuro cabello. Esa sonrisa pícara a la que comenzaba a acostumbrarme. Tomó de mi mano y tiró de ella, indicándome así que lo siguiera. Agradecí a que no se dió cuenta de nada, no quería tener que explicarle-Espero y te guste la comida italiana, niña-Me pasó uno de los cascos y luego se subió a la motocicleta. Lo imité y no dude en enredar mis brazos en su torso. De acuerdo, abusaba un poco de esto, pero a él tampoco parecía importarle demasiado. En menos de 10 minutos estuvimos frente a un pequeño local, sencillo, pero acogedor. Daniel sostuvó la puerta por mí. Sonreí agradecida y no dude en tomar su mano. Quizá si fuera diferente. Después de comer una gran pizza, entre ambos abandonamos el lugar. Se sentía tan mal estar con él aquí como si nada después de haber besado a mi mejor amigo. Quizá él también lo hiciera. Después de todo sólo eramos amigos. Tomando en cuenta que lo había besado estando ebria, no contaba. Daniel Rizzoti era totalmente sexy y yo sólo coqueteaba con él, eramos sólo amigos. Estar con él era un desastre seguro. No quería ser maniática ó algo parecido, pero este chico tenía un estilo de vida muy diferente al mío. Aunque había comenzado a salir con él sólo para fastidiar a Chris, no era tan idiota y desagradable, de hecho, podía ser realmente encantador, cuando no era un cretino y gigoló en formación. Me reí, igual que él, aunque no le prestaba atención a nada de lo que decía. No hacía mucha diferencia, era callada. Me dedicaba a notar pequeños detalles, como la forma en que se emocionaba cuando hablaba de un partido de fútbol americano, ó que cuando se molestaba se quedaba callado y se limitaba a fruncir el ceño, como intentando tragarse su furia. Por más que intentara no hacerlo, me daba cuenta de pequeños detalles. Detalles que comenzaban a ser...lindos, de cierta forma. Ó quizá sólo fuera yo, intentando creer que me gustaba otro que no era Christian McGiven. 

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Hola, holaaa. ¿Qué tal están? Bueno, aquí esta el capítulo, espero les guste. Dejen su opinión así como en el capítulo pasado. 

Besos bonitas.

PD: Voteeen. 

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