Capítulo XXIII

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N/A: He cometido un error, y el capítulo que había publicado es el que le sigue a este. Perdonen, lo elimine y lo volveré a subir para que no se confunden. De verdad lo siento. Comenten mucho y voteeen. 

Me reí mientras observaba el montón de ropa sobre mi cama. Increíble. A mi lado estaba una muy feliz Valery. Orgullosa de haber escogido más de la mitad de todo lo que habiamos comprado aquella tarde. Debía admitir que estaba agarrándole el gusto a esto. Oprimí una sonrisa al imaginar el rostro que pondría Chris cuando se enterara de qué había estado haciendo. Ya podía verlo, con una sonrisa triunfante y un su mirada de "Te lo dije".

-Oh, Dios. ¡Nhoa, cuánta ropa!-la voz chillona de mi madrastra me hizo reaccionar y dejar mi ensoñamiento con mi "mejor amigo". Oh mierda. No contaba con que ella estuviera en casa tan pronto-Tu padre se volverá loco-supongo que hice una mueca o algo por el estilo-. Supongo, que este será nuestro secreto-me dedicó una sonrisa complice y no pude evitar correspondersela. 

-Gracias-me limité a decir.-Por cierto, ella es Valery-la pelirroja a mi lado en seguida comenzó a parlotear sobre nuestra tarde. Me reí y la deje gritar emocionada. 

Después de una jornada de películas deprimentes, que siguen sin llegar a gustarme, a pesar de que Val-como me obligó a llamarla mi pelirroja amiga- alquiló las mejores que pudo encontrar, me tiré sobre mis almohadas y cerré mis ojos agotada. Necesitaba dormir, pero mi mente parecía querer lo contrario. Gemí. ¿Llegaría al extremo de contar ovejas?. Quizá un vaso de agua. Sí. Bajé las escaleras casi a rastras. Tuve unas grandes ganas de observar la pared llena de fotos, para quedar justo frente a la de mi madre. Tomé el marco entre mis manos, ahora temblorosas, y terminé mi camino hacía la cocina. Me senté en una silla, con la mirada perdida en lo que fue una hermosa sonrisa. Ni siquiera podía recordar algún gesto de ella, por lo que extrañarla no era un problema. El problema era ese. No recordar nada de ella. Según mi padre, era la mujer más hermosa que él había visto jamás, su risa era melodiosa, y su sonrisa la culpable de muchos corazones robados. Una dama de sociedad. Educada y respetada. Con un cabello como el oro y unos ojos que jugaban entre el gris y el azul celeste. Su nariz era pequeña y respingona y unos labios de un rosa palido. Toda una belleza. Suspiré. Por alguna razón la nostalgia me inundó, y no fui consciente del momento en que las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Abracé el marco de madera fuerte contra mi pecho y subí las escaleras en silencio. Me tiré sobre las almohadas y en algún momento fui llevada al mundo de los sueños.

De acuerdo, debía admitir que tenía las palabras en la punta de la lengua. Quería saber la verdad. Me revolví en el asiento del auto, intentando pensar en otra cosa.

-Y...¿de quién es este auto?-dije en una octava más alta de la que hubiera deseado. Muy natural Ainhoa, me regañé a mí misma.

Una sonrisa vaciló entre sus labios, haciendo mi estómago encogerse.

-De un amigo-respondió Daniel, con la vista fija en la carretera. 

Respondí con un simple "Ah", y el viaje volvió a ser una tortura.

-¿Quién te lo dijo?-preguntó mi acompañante sacándome de mis pensamiento. Lo observé confusa, aunque sabía muy bien a qué se refería-Niña, no soy estúpido. Dime, quién te lo dijo. 

-No quiero que me tomes por chismosa, es decir, fue sólo algo que escuché. No pensé que fuera importante, iba a decirtelo-me apresuré a decir nerviosa, logrando chocar las palabras y haciendo que apenas se entendiera lo que decía. Estaba nerviosa, claramente. 

Rumor has itWhere stories live. Discover now