Me encanta que me mires y sonrías sin ninguna explicación

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Espero que lo disfruten, no olviden votar y comentar, eso me hace mas que feliz.

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  Conducía el auto de Justin en dirección a mi “lugar sagrado”, anteriormente nos detuvimos en mi departamento para cambiarme y tomar algunas cosas que iba a necesitar. La  radio trasmitía una canción suave que iba  perfecta junto con la voz del Rubio que estaba a mi lado, y aunque cantaba a susurros podía oírlo perfectamente, el no dejaba de mirar por la ventana con aires de melancolía, y aunque a ratos volteaba a mirarme y  sonreía como si nada, eso no cambiaba en nada la preocupación que irradiaba de el.

   Di vuelta a la montaña que nos alejaba de la ruidosa ciudad, pasando un camino de piedra que se me hizo muy familiar, y al fondo, esa pequeña pradera que solía recibirme con los brazos abierto se hizo visible, aparque el auto aun embelesada por la imagen, estaba aun mas hermosa que antes, sentí la mirada de Justin puesta en mi así que me voltee enseguida.

-¿Es aquí?- me pregunto y asentí sonriendo- es increíble Summer, nunca había venido a este lugar.

-¿Si verdad?, es que pocas personas lo conocen, estamos demasiado pendiente de la comodidad de la ciudad que nos olvidamos que afuera hay una hermosa naturaleza que nos rodea- le explique.

-Enserio es maravilloso este lugar, es como ..– lo interrumpí.

-Como si los problemas aquí no existiesen- exclame y este asintió con una hermosa sonrisa.

Los dos salimos del auto, el se adelanto, deslumbrado por lo que veía, mientras yo rodeaba el auto para sacar las cosas de la cajuela, tome la cesta de picnic que había preparado para nosotros y camine hasta estar junto a el, se percato de que la cargaba y la tomo rápidamente.

-Entonces era esto lo que ocultabas tan celosamente de mi- musito y deje de escapar una risita.

-Es que no dejabas de curiosear, tuve que inventarme que había dejado un arete en tu auto para poder esconderlo en la cajuela- le explique, me dio una pequeña sonrisa de lado.

-¿Dónde quieres que nos sentemos?- me pregunto, sacando la manta de la cesta, señale el gran árbol frondoso a unos pasos de nosotros, caminamos juntos hasta allí, dejo la manta sobre el césped y nos dejamos caer en esta- No me canso de decir lo hermoso que es este lugar.

-Ya me hacia mucha falta venir aquí- confesé- en Miami también había lugares hermosos, pero ninguno como este.

-Nunca me dijiste porque te fuiste de aquí- me dijo, deje de mirar al horizonte para mirarlo a el, trague saliva incomoda.

-No es algo de lo que me guste hablar- musite.

-Sabes que puedes confiar en mi- me dijo, con esa sonrisa que hacia que mi corazón se derritiese, suspire y le di una sonrisa falsa.

-lo se, es solo que aun no estoy preparada para hablar de ese tema, no es el momento indicado- le explique y asintió entendiendo.

-¿Entonces aquí pensabas?- me pregunto cambiando la conversación, pero había parecido más una afirmación, asentí.

-No te imaginas todo lo que ha pasado aquí, mis pensamientos, mis miedos, mis tristezas y felicidades, mis fortalezas y debilidades, todo esta aquí, este lugar ha sido expectante de mi niñez y adolescencia. Prácticamente parte de mi vida.

-Entonces es muy importante para ti- me dijo, sonreí como respuesta.

-Demasiado, probablemente aquí he tomado las decisiones más importantes de mi vida. Pero ya basta de tanto habladuría, comamos antes que las hormigas devoren todo- carcajeo divertido, tomando el sándwich que le ofrecí y llevándolo a su boca con gusto, yo hice lo mismo.

-¿Has traído a alguien mas aquí?- me Pregunto, con la boca llena.

-No, para nada- negué antes de tomar de la lata de soda.

-Entonces soy el único, eso dice  mucho de ti- musito divertido, subiendo sus cejas de arriba a bajo rápidamente, carcajee, tomando una migaja de pan y aventándosela a la cara, coloco sus brazos como escudo, riendo.

-¡Callate Justin!- exclame burlona.

-Yo solo decía- se defendió, mordiendo sus labios para aguantar la risa, el modo en que lo hacia dejaba a la vista sus adorables hoyuelos.

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-Me encanta que me mires y sonrías sin ninguna explicación- me dijo, estábamos tendidos sobre la manta mirándonos el uno al otro sin pronunciar palabra alguna, el estaba de lado apoyando la cabeza en la mano, mientras que yo solo descansaba despaldas al suelo.

-No hago eso- mentí, porque no solía aceptar ese tipo de cosas, sonreía de lado, como si no me creyera.

-Si lo haces, no mientas- su mirada puesta en mi, lo único que se necesitaba para matarme.

-Esta bien, lo acepto, si lo hago- su sonrisa se amplio aun mas- Pero solo porque tu cara es chistosa- me burle, y este frunció el ceño aun sonriendo.

-Hey, eres mala- me reclamo, sonreí divertida.

-Yo solo digo la verdad- bromee encogiéndome de hombros.

-Pues eres la única que piensa eso..- canturreo divertido- porque tengo entendido, que muchas chicas se mueren por este rostro- sonrió presumido, gire los ojos aburrida- Y no solo por eso, tengo muchos mas atributos.

-¿Cómo cuales?- le pregunte desafiante- esa sonrisa picara que ya me hacia falta apareció.

-Soy un gran besador- dijo.

-Solo aquellos que son capaces de anudar un tallo de cereza con la lengua son los mejores besadores, ¿eres capaz de demostrarlo?- lo rete, sonrió desafiante.

-Solo si también lo haces- musito.

-No hay problema con eso- exclame, sentándome cruzando las piernas, metí mi mano en la cesta y tome dos cerezas que traía el pie de cereza, le extendí una y este le arranco el tallo- A la cuenta de tres, comenzamos, ¿ok?.

-Ok- asintió.

-1.

-2.

-3-exclamamos al unísono, metiendo el tallo a la boca tratando de anudarlo con la lengua, doble el tronco  por la mitad alrededor de la lengua, mordiendo la zona doblada para que los extremos se juntaran y así poder hacer el lazo, había pasado mucho tiempo desde que había echo esto, era un truco que había aprendido en una de esas fiesta a las que  había ido con Jazmín, cuando sentí que estuvo listo lo saque de mi boca, al mismo tiempo que el, sonreímos divertidos.

-Pienso que cualquiera puede hacer esto- musito, dejando su tallo sobre el césped- Hay mejores maneras de demostrar que soy un buen besador.

-A ver dime, ¿Cómo cuales?- lo mire incrédula.

Se acerco a mí, rozando con sus dedos las comisuras de mis labios, retirando con sus manos el cabello que la brisa dejaba sobre mi rostro, su mano acuno mi mejilla, y una extraña sensación recorrió mi cuerpo, sus ojos clavándose en mi, como si quisieran traspasarme, como si se detuviese el tiempo. Sin timidez sus labios se posaron en los míos, moviéndose sobre ellos con suavidad, sentí el roce de su aliento y el perfume embriagador de su cuerpo, aquel que me dejaba sin aliento sin importar que hiciese, sorbió mi labio inferior, ladeando su cabeza para sentirme aun mas, acariciándome la boca con su lengua, era un beso distinto a los anteriores, no queríamos alejarnos, no estábamos dispuestos a hacerlo, porque nos sentíamos a gusto, porque iba mas allá de cualquier explicación.

 Maldije en mi mente, cuando mis pulmones se vaciaron y me vi obligada a separar nuestros labios, Justin se aparto respirando profundamente el aire perdido, hice lo mismo sintiendo como mis mejillas comenzaban a arder.

-Lamio sus labios- Aun saben a ti- susurro, con sus pupilas dilatas, mi cara ardió por completo, no pude evitar sonreír avergonzada- ¿Entonces que dices, soy un buen besador o que?- su sonrisa picara apareció en su rostro.

-No estoy muy segura, ¿y si me lo demuestras de nuevo?- sonreí perversa, enarco una ceja al oír mi comentario.

-No hay problema- musito, atrayendo mi boca hasta la suya, besándome como si no hubiese un mañana.

la venganza es dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora