Capítulo 2: Sed de mal

51 3 0
                                    

El fin de semana fue extraño. El domingo tanto Danny como su padre fueron citados en comisaría para testificar otra vez lo que habían visto cuando descubrieron a Cheryl en el río Sweetwater. No era mucho que contar, la verdad, pero el muchacho sentía que repetir como un loro su último alegato no era la única razón que lo ataban a aquella fría silla en la oscura sala de interrogatorios. El Sheriff Keller se presentó para interrogarlo, personalmente.

—Dime, Daniel ¿Tenías relación con tu primo Jason?

—Ninguna.

­—¿No hablabais de nada?

—No —Respondió, mientras jugaba con sus dedos bajo la mesa de metal —Solo nos saludábamos esporádicamente, nada usual. Nunca tuvimos una conversación ni nada por el estilo.

—¿Eso se podría deber a lo que ocurrió entre vuestras familias?

Ahí estaba la pregunta, el vehículo hacia la respuesta que todos querían oír. El chisme más comentado en Riverdale desde hacía años.

—Lo que ocurrió entre mi padre y Clifford Blossom es de dominio público, señor. Se pelearon por el motivo que ya sabe usted y lo patearon fuera de Thornhill antes de que pudiese decir "cabrón".

El Sheriff bajó la vista.

—Debes saber que los Blossom os han señalado a vosotros como posibles asesinos.

—¿Q-qué? ¡Eso no tiene sentido!

—Puede tenerlo —El Sheriff se sentó frente a él, pero dirigiéndole una sonrisa tranquilizadora —Vosotros teníais un móvil para asesinarlo, vivís cerca del río Sweetwater y no tenéis vecinos de ningún tipo.

—Lo mismo se puede decir de la mitad de Riverdale.

—Solo intentamos ayudar a desentrañar este entuerto, chico. Necesitamos que digas la verdad.

­—Le puedo afirmar que ni mi padre, ni mi madre, ni mi hermano ni yo somos responsables de la muerte de Jason. Además, sean policías como dios manda. Registren nuestra casa, analicen las armas de mi padre, a ver si alguna concuerda con la herida ¿De eso se encarga el departamento de balística?

—El proceso ya se está llevando acabo mientras hablamos, por eso estáis aquí.

—Perfecto ¿Puedo salir ya?

El sheriff señaló la puerta con gesto cansado, y Daniel salió. Su madre y George le recibieron con un abrazo en recepción.

—¿Y papá?

—Aún no ha salido, cariño. Seguro que no tardará.

—¿Estás bien, Danny? —La mano de George se posó en su hombro, de manera reconfortante. Él asintió, cansado.

Volvieron a casa tres horas después, y al día siguiente, antes de ir al instituto, recibieron la llamada de que ningún arma de la cabaña de su padre coincidía con la herida de Jason. Pero no tuvo paz en el instituto, todos le miraban al pasar, desde que entró.

Se reconfortó ver a Archie y Jughead, charlando frente a la taquilla del primero. Fue hacia ellos, pero entonces el equipo de fútbol entró por la puerta, echándolo a un lado prácticamente de un empujón. Lo mismo hicieron con Jughead, cuando se dirigió hacia él.

—Putos tarados —Murmuró —Pasa de ellos ¿Puedo... ayudarte en lo que sea?

—No, gracias Jug. Estoy bien.

—Ya... vamos al laboratorio. Hoy vamos a ser auténticos doctores locos.

—Destripar una rana... ¡Yei, tripas y sangre! Mi sueño, en este momento.

Héroes de RiverdaleWhere stories live. Discover now