Y entonces llegó Maverick

By thefenix

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Después de cuatro años, Colin Maverick vuelve a su cuidad natal para vengarse de aquellos que le hicieron la... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 18

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By thefenix

NARRA TORI

—¿Five Up? ¿Cómo..?

—Sí, Colin. Como el Seven Up —contesté riendo.

Era lunes y Colin había venido a recogerme después de ponerse de acuerdo con Liz para venir a buscarme a casa hasta que aprobara el examen de conducir.

—Veo que sois muy creativas —comentó divertido—. Five Up porque sois cinco.

—Solo teníamos diez años.

—Con diez años yo tenía planeado conquistar el mundo —me contó con ilusión.

—Y aquí estás. —Le di un beso en la mejilla y me bajé del coche—. Conmigo.

—Me gusta estar contigo. —Cerró el coche y se acercó a mí—. ¿Nos vemos a la hora de comer?

—Claro.

Nos dimos un beso y nos separamos.

Llegué a mi facultad y Liz me esperaba en la puerta con cara de pocos amigos.

—¿Va todo bien? —le pregunté extrañada.

—¡Tu lo que sea es un traidor! —gritó enfadada—. ¡Ha roto nuestro pacto!

—¿Pacto? ¿Qué pacto?

—Los lunes me tocaba a mí recogerte. —La miré durante unos segundos antes de romper a reír—. Tu madre se ha reído aún más.

—Lo siento, Liz. —La rodeé con mis brazos y la abracé—. Te prometo que si me viene a recoger un día que no sea el suyo, no me subo a su coche.

—Juro que me vengaré...

—Anda, vamos a entrar —Me enganché a su brazo y la llevé hasta nuestro sitio.

Solo unos segundos más y...

—Y eso es todo —dijo el profesor cerrando su libro—. Mañana seguimos.

Me levanté y salí corriendo del aula. Llevaba toda la mañana escuchando las quejas de Liz y lo horrible que le había parecido lo de Colin. Como escuchase otra vez su nombre...

Me dirigí a la cafetería escuchando el murmullo de las personas que pasaban a mi lado y sonreí. La voz de Liz había desaparecido de mi cabeza. Caminaba tranquila hasta que unos brazos me rodearon por la cintura y me levantaron del suelo.

—¡Colin! —grité su nombre al reconocer el olor de su colonia—. ¡Bájame ahora mismo!

—¿Eso es una orden?

—¡Claro!

—Pues entonces no —contestó divertido—. Además, no me puedes hacer nada.

Sonreí para mis adentros.

—Cierto, pero Liz quiere matarte.

Se paró en seco y me giró para quedar cara a cara.

—¿Lo dices en serio? —asentí—. Entonces no debo preocuparme.

—Yo no estaría tan seguro.

—¿Qué me va a hacer esa chi...?

Antes de que pudiera terminar la frase, Liz había saltado sobre él haciendo que me soltara. Su cuerpo perdió el equilibrio y terminó en el suelo con Liz sentado sobre su espalda.

—¡Hoy me tocaba a mí! —gritó enfadada—. ¡Eres un traidor!

—¡Tenía ganas de verla!

—¡No es solo tuya, Colin Maverick!

—¡Eso es lo que dices tú!

—¡Es mi mejor amiga!

—¡Ya vale! —exclamé—. ¿Podéis comportaros? —Se dejaron de mirar y me miraron—. Primero, no soy de nadie y segundo, en cuanto apruebe el examen, dejaré de ir con vosotros porque sois unos pesados.

—Vamos, preciosa. —Se levantó del suelo con Liz a su espalda—. Si nos gusta llevarte.

—Además, antes tendrás que aprobar... —murmuró Liz en bajo.

—¡Oye! —exclamé molesta—. Me ponéis de los nervios.

Me di la vuelta y seguí caminando. Esos dos me provocarán un día de estos una parada cardíaca.

—¿Y esa cara? —preguntó West apareciendo de la nada.

—Esos dos no dejan de pelearse —contesté señalando detrás de mí—. Si te los llevas, te pago.

—Vamos, no puede ser tan horrible. —Le miré y se empezó a reír—. Vale, vale.

—Tú y yo nos sentamos en una mesa y ellos dos en otra. ¿Te parece bien?

—Eso está hecho. —Esbozó una sonrisa y me rodeó con su brazo—. Eso sí, se lo dices tú a Colin.

—Está bien —contesté riendo. Dirigí la vista al aparcamiento y vi un coche familiar—. Oye, creo que ese es el coche de Alex.

—¿Y qué hace aquí?

—Ni idea... —Aceleré un poco el paso separándome de West y entré en la cafetería—. ¿Le ves?

—Pues... —Miró por toda la cafetería—. ¿Es ese de allí?

—Eso es un columna, West.

—Ha sido un fallo, mujer. No veo muy bien de lejos. —Siguió mirando y volvió a señalar—. ¿Es ese que habla con la rubia?

—Sí. —Mi rostro se volvió serio al reconocer a Katy—. ¿Se ha vuelto loco?

—¿Qué os pasa? —preguntó Colin colocándose a mi lado—. ¿Qué hace Alex hablando con Katy?

—Hay algo que no entiendo —dijo Liz separando a Colin de mí y colocándose ella a mi lado—. ¿No debería estar en la universidad estudiando? —Le miramos los tres—. ¿Qué? No es bueno que se salte clase.

—Esto tiene que tener una explicación razonable —habló West—. Seguro que tiene un buen motivo para estar hablando con ella.

—Yo me encargo. —Bajé los tres escalones y noté que Colin estaba a mi lado—. Voy sola.

—¿No quieres que vaya contigo? —me preguntó.

—¿Y que os matéis en medio de la cafetería? No, gracias. —Seguí caminando y me paré a unos pocos metros de ellos—. Alex. —Se giró y me miró—. ¿Qué haces aquí?

—¿No lo ves, Victoria? Está... —empezó Katy, pero Alex la interrumpió.

—No te metas, Katy —le respondió y se acercó a mí—. Ven. —Nos separamos un poco de ella—. Esto no es lo que parece.

—Pues espero que la historia sea buena.

—Y lo es, pero ahora no puedo explicártelo. Tendrás que confiar en mí.

Le miré fijamente y recordé la historia que me habían contado las chicas el sábado. Sabía que Alex siempre estaba cuidándome y que nunca haría algo que me hiciese daño intencionadamente.

—Está bien.

—Gracias, Tori. Ahora, pon cara de enfadada.

—¿Cómo?

—Tú hazlo. —Fruncí el ceño y él esbozó una sonrisa—. Te pones tan mona cuando haces eso.

—Alexander...

—Perdona, perdona. Por la tarde me paso por tu casa y te lo explico todo, ¿vale?

—Vale.

—Ahora vuelve con estos que te están esperando en una mesa para comer. —Me volvió a sonreír—. Tengo ganas de abrazarte, pero no puedo.

—Si quieres, lo hago más real.

—¿Y cómo pret...? —Antes de que terminara la frase le di en la cara—. ¡Eso duele!

—Yo también te quiero —le susurré.

Miré por última vez a Katy y me di la vuelta para volver a mi mesa. Vi que Colin estaba de pie enfadado.

—¿Qué te ha hecho?

—Quieto ahí, matón — contesté riendo.

Me miró desconcertado.

—¿Qué pasa?

—Me hace gracia verte así, como si fueras un justiciero. —Le di un beso en los labios y me senté a su lado.

—Pero... —Se sentó a mi lado—. ¿Me lo puedes explicar?

—Antes me lo tendrá que explicar él a mí.

—No entiendo nada...

—Te pones tan mono cuando no entiendes algo. —Le agarré de las mejillas y le moví la cara.

—No soy mono, soy muy guapo e irresistible.

—Y un egocéntrico.

—Tú eres preciosa.

—¿Estás ligando conmigo, Maverick? —pregunté quitando mis manos de su cara.

—No lo necesito, Brooks. —Agarró mi silla y la pegó a la suya—. Ya estás loca por mí.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Porque te sigues poniendo nerviosa cada vez que me acerco a ti. —Acercó su rostro al mío para besarme, pero West nos interrumpió.

—Para ver escenas empalagosas voy al cine a ver Casablanca.

—Esa película la ves una vez al mes. —Liz y yo nos empezamos a reír al escuchar los gruñidos de West.

Después de tres horas, estaba en casa con Liz viendo nuestro reality favorito mientras comíamos palomitas.

—No entiendo cómo es posible que esa modelo no sepa caminar después de estar en la casa más de un mes —se quejó Liz.

—A ver si la expulsan esta semana de una vez.

—¿Tú crees que nuestros novios nos cambiarían por una de esas modelos? —me preguntó Liz—. Yo creo que Mike no lo haría.

—¿Cómo puedes estar tan segura?

—Porque no puede vivir sin este cuerpazo. —Nos empezamos a reír las dos—. Y creo que Colin tampoco te cambiaría.

—Nunca digas nunca, Liz.

—Por favor, Tori. Te mira como si fueses la única chica que hay en el mundo.

—Eso no es verdad...

—Vamos, si hasta lo dice West.

—No creo que Colin me vaya a declarar amor verdadero y mucho menos que...

—¡Ryder! ¡Qué alegría verte! —Abrí los ojos y me giré lentamente. Ryder estaba allí de pie con los brazos cruzados y con el ceño fruncido—. Bueno, yo me iba ya. —Dejó el cuenco de palomitas en la mesa y me dio un beso—. Luego te llamo.

—Pero no... — Y salió corriendo por la puerta—. Te vayas.

—¿Quién es Colin?

—Es el chico que conociste en la fiesta de empresa de papá.

—¿Y estás saliendo con él? —preguntó.

—A ver, eso de salir... —Me miró desafiante—. Puede que un poco.

—Y por qué no me lo has dicho.

—Casi nunca estás en casa y...

—Eso no es una excusa, Victoria.

—Pero es la verdad. —Me levanté del sofá y me puse firme intentando intimidarle—. Pero no te preocupes, la próxima vez te mandaré una carta a casa de tus amigos a ver si me respondes.

—¿Me estás echando en cara eso? —preguntó enfadado.

—Llámalo como quieras.

—Perdóname por no contestar a tus estúpidas cartas que siempre decían lo mismo: te echo de menos, vuelve a casa y bla bla bla. Si hubieras puesto algo más interesante, te habría contestado a todas esas chorradas.

Mi rostro cambió por completo. Se quedó callado durante unos segundos y su rostro se volvió culpable.

—Yo no quería... —Se intentó acercar a mí, pero me eché hacia atrás.

—Déjalo, Ryder. Déjalo.

Subí las escaleras y entré en mi cuarto dando un portazo. Me apoyé en la puerta, me deslicé hasta sentarme en el suelo y me puse a llorar.

¿Cómo podía decirme algo así? Todos sabíamos que su decisión de entrar en el ejército era por pura vocación, pero también tenía que entender que no era nada fácil saber que estaba en un peligro continuo.

No sé cuánto tiempo estuve allí sentada. Lo único que sabía era que no quería ver a nadie.

—¿Va todo bien? —Levanté la cabeza y vi a Colin sentado en mi ventana.

—Deja de entrar por la ventana.

—Vaya, West tenía razón. —Le puse mala cara—. Me ha dicho que le ha dicho Mike que Alex le ha dicho que ha venido a verte y que no has querido. Desde que hacen boxeo juntos, no hay quien les separe.

—Lárgate —contesté fría y volví a esconder mi cabeza entre mis brazos.

—No me voy a ir, Victoria. Me quedaré aquí sentado hasta que quieras hablar. —Escuché el sonido de un mechero y supuse que se había puesto a fumar—. Tengo todo el tiempo del mundo.

Volví a levantar la cabeza y le vi apoyado en el marco de la ventana con los ojos cerrados.

—No fumes en mi cuarto, Colin.

—Técnicamente estoy fumando fuera —respondió enseñándome su cigarro—. Vale, vale. —Lo apagó y lo tiró—. ¿Me quieres contar lo que te pasa? —Negué con la cabeza y volví a esconder mi cabeza—. Vamos, Tori. Puedes confiar en mí.

—Yo solo quiero llorar.

—Pues entonces... —Escuché sus pasos acercándose a mí y luego su brazo rodeándome—. Te consolaré.

—Seguro que tienes mejores cosas que hacer que estar aquí conmigo —dije volviendo a levantar la cabeza.

—No hay nada mejor. —Pasó uno de sus dedos por mi mejilla y me secó la lágrima—. Dime qué puedo hacer para que no estés así.

—Ábrazame, Colin. Solo necesito que me abraces.

Me acercó a su cuerpo y me abrazó con fuerza. Cerré los ojos y me puse a llorar.

Me desperté tumbada en la cama y tapada con mi manta. Miré a todos lados, pero Colin se había ido ya. Me levanté y bajé a la cocina. Mis padres estaban sentados en la mesa esperando en silencio.

—¿Ya habéis cenado? —pregunté sentándome en mi sitio. Miré la mesa y solo había tres platos—. ¿Ryder no cena hoy en casa? Qué novedad. —Mis padres se miraron—. ¿Qué pasa?

—Cariño, el permiso de Ryder terminaba hoy —contestó mi madre con tristeza.

—Subió a tu cuarto, pero dijo que tenías la puerta cerrada —añadió mi padre.

—No me lo puedo creer... —murmuré.

—¿Te encuentras bien? Estás pálida. —Mi madre acercó su mano a mi frente, pero me levanté de la silla—. ¿Tori?

—Se me ha quitado el apetito.

Me di la vuelta y salí de la cocina subiendo otra vez a mi cuarto.

Esta vez no le iba a perdonar.

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