CAPÍTULO VEINTE
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【Blackjack】
No tardó mucho cuando Piper llegó con nosotros a la popa del barco y decidí que era momento de dejarlos solos. No me gustaba hacer mal tercio y por lo mismo no fui en busca de Hazel, ni mucho menos de Percy. Además, tendría que esperar un rato para que todos se levantarán, aun era temprano para el desayuno.
El entrenador Hedge podría haber sido una opción pasable sino fuera porque era un fanático de darle porrazos a cualquiera. Así que opte por recorrer el Argo II en busca de algo interesante.
Me sorprendí al encontrar a Leo reconstruyendo la parte exterior derecha del barco. Estaba sentado en un pequeño andamio creado por el mismo, el cual era sujetado por una enorme cuerda que estaba amarrada a uno de los extremos del trirreme.
- Veo que alguien ha madrugado -dije mientras me recargaba en el barandal y veía hacia su dirección.
- Buenos días, brujita -saludo Leo con una sonrisa- Quiero terminar lo antes posible con las reparaciones. Estamos a punto de aterrizar.
- Genial -exclamé- ¿Necesitas ayuda con algo?
- Estoy bien, traigo todo lo que necesito en mi cinturón mágico.
- De acuerdo... -lo miré una vez más y di media vuelta dispuesta a irme.
- Aunque no le hago el feo a una buena compañía -añadió, ocasionando que volteara a verlo con una sonrisa.
Leo había sido amable conmigo desde el comienzo, a pesar de que yo en un principio quise aventarlo por la borda debido al incidente que tuvo con el Campamento Júpiter.
- Así que puedes convertir a la gente en lagartijas y controlar la Niebla -soltó con una sonrisa- Escuché lo de Jason.
Eso explicaba el tema de las lagartijas. No pude evitar soltar una carcajada.
- En realidad puedo convertir a la gente en cualquier animal que yo quiera, y eso es debido a mi magia.
- Percy dijo que también tienes poder sobre los muertos -añadió Leo mientras volvía a su trabajo. Sacó un martillo de su cinturón mágico y comenzó a golpear con este un clavo con el que se sostendría la tabla que acababa de cambiar.
- Hécate también es la diosa de la nigromancia y de muchas cosas más, es por ello que sus hijos poseen esas habilidades, aunque es obvio que un hijo de Plutón tenga más poder sobre los muertos que nosotros -explique sin dejar de mirar lo que él estaba haciendo.
También se decía que podíamos ver múltiples futuros, pero no era buena en ello. Siempre lo había evitado, no querría hacer enojar a Apolo.
- Yo creo que la magia de por sí ya te permite hacer muchas cosas -expresó Leo.
- Bueno en eso tienes razón -reí.
- Pues yo puedo construir cosas que a veces explotan e invocar fuego con las manos -expuso encogiéndose de hombros- ¡Dioses, sigues dejándome atrás por mucho!
- No te menosprecies, Leo -dije enseguida- Ni con toda mi magia podría haber hecho un trirreme increíble como lo es el Argo II. Eres asombroso, no pienses que no.
- Gracias, Mei -dijo, una sonrisa suave apareció en su rostro y puso el último remache, dando por terminado las reparaciones.
La polea que jaló para poder subir, se atoro a unos cuantos centímetros de la cubierta. Él soltó una maldición y antes de que pudiera intervenir él volvió a tirar de ella, esta vez con más fuerza, ocasionando que la cuerda se tensara y se rompiera. Leo cayó al vacío gritando mientras buscaba desesperadamente agarrarse de algo, sin embargo, no encontró nada más que aire.
Mis reflejos se activaron de inmediato. Apunte con ambas manos hacia su dirección y un aura roja lo envolvió, haciéndolo levitar en el aire. No espere a que mis brazos se cansaran por el peso que estaba levantando y lo subi hasta que estuvo a salvo en la cubierta.
- ¿Estas bien? -me acerque a él para inspeccionarlo.
El me miró parpadeando, casi con una mirada de incredulidad. No creyendo que aún estaba vivo.
- Yo... estoy bien. Gracias -dijo luego de unos segundos- ¿Ya te dije que eres increíble?
El pánico de haberlo visto caer se esfumó por completo. Negué con una sonrisa en los labios, ni siquiera al borde de la muerte Leo dejaba de bromear. Le extendí mi mano para ayudarlo a levantarse.
- Vamos, hay que ir a desayunar.
- Buena idea, muero de hambre -dijo mientras se llevaba una mano al estómago.
- Así que el rugido venía de ti. Creí que era Festo con problemas técnicos -bromeé.
-Muy graciosa -dijo con una sonrisa, luego me hizo un ademán para que lo siguiera- Andando, brujita.
Durante el desayuno Leo no paraba de contar como lo había salvado de la muerte, dramatizando todo como le era costumbre. Luego de ello me contó un poco sobre cómo había sido su infancia, cómo fue que encontró a Festo y que tanto tiempo les había llevado a él y a sus hermanos reconstruir el Argo II.
- Cuidado, Leo. Si sigues asi ganaras la confianza de Mei y entonces... ¡BAM! Te pedirá que la ayudes a practicar su magia -advirtió Jason con un pan tostado en la mano.
- ¡Eso no es tan malo! -me quejé.
- Si porque a ti te toca reír -sonrió Jason- Aunque pensándolo bien, si había cosas que disfrutaba. Como cuando me convertiste en una enorme águila o cuando la poción sabía a lo mas delicioso del mundo...y despues me quede sin cabello.
- Esto... me gustaría conservar mi cabello, Mei -añadió Leo rápidamente y se llevo una mano a su cabello rebelde, imaginándose cómo sería su vida sin el.
- Descuida, flamitas, le devolví a Jason su hermoso cabello rubio a los dos segundos -aclaré y le di un sorbo a mi café.
- Tiene razón -concordó Jason- Es buena revirtiendo hechizos o en estos momentos sería un semidios calvo.
Annabeth carraspeó llamando nuestra atención e interrumpiendo nuestra charla. No metía las manos al fuego, pero diría que se veía un poco decaída, no obstante, lo ocultaba demasiado bien.
- Lamento molestar su conversación, pero ahora necesitamos un plan -dijo, haciendo que todos le prestemos atención.
- Antes de eso me gustaría decir algo -expuso Percy. Sus ojos que siempre había encontrado fascinantes se clavaron en mí, con cierto toque de incertidumbre.
- ¿Qué sucede? -quise saber, su mirada comenzaba a ponerme nerviosa.
- Es solo que, ayer estaba pensando en ti... quiero decir estaba pensando en la cuenta de cristal que me diste -se corrigió rápidamente, un rojo sumamente tenue se coloreo en sus mejillas- La misma que me dará luz cuando lo necesite. Aquello ocasionó que me preguntara, ¿y si el verso de la profecía que recitó Ella se refiere a ti?
Parpadeé varias veces, aquello que había soltado Percy impidió que pudiera seguirle manteniendo la mirada así que la bajé a mis manos, entrelazando mis dedos.
- «La dadora de luz se romperá en fragmentos y la sombra del recuerdo inundara sus pensamientos» -recito Hazel para todos, unos cuantos rizos rebeldes caían por su rostro haciendo que ella los apartara de su vista- Eso tiene sentido.
- Demasiado. Está claro que se refiere a ti -tercio Jason, dándome una mirada consternada.
- ¡Que idiota! -exclame bajo la sopresa de todos- Mi nombre en hebreo... significa dadora de luz.
Quise darme un fuerte golpe contra la pared, ¡pero qué imbécil había sido! Hécate me había dicho el significado hace mucho, sin embargo, en ese tiempo estaba tan enojada con ella por sus mensajes sin sentido que ni siquiera le había prestado la atención suficiente como para recordar sus palabras. Y es que los encuentros con mi madre tendían a confundirme tanto que mejor me hacía oídos sordos.
¡Idiota! ¿Cómo pudiste olvidarlo, Mera? me reprimí mentalmente y cubrí mi cara con la mano derecha, como si con eso fuera suficiente para esconder la vergüenza que sentía.
Tenía todas las miradas encima, mirándome con angustia, incluso Annabeth parecía sentir compasión por mí. Si no fuera porque estaba sentada habría caído al piso por el descubrimiento de Percy. Ahora todo cobraba sentido, todo lo que Némesis me había advertido concordaba perfectamente con la profecía de Ella.
Solté un suspiro, reflejando lo abrumaba que estaba así como el cansancio que comenzaba a tener con todo este tema. Sobé mi sien, el dolor de cabeza de hace un día, volvía a hacerse presente.
- De todos modos, ¿de qué me sirve saberlo? -cuestione- No dice nada sobre cómo va a pasarme eso, ¿Cómo evitarlo?
- No lo sé, pero estaré ahí siempre que lo necesites. No voy a dejar que te hundas -prometió Jason, al momento que se levantaba y caminaba hacia mi para poner una mano sobre mi hombro. Dándome todo su apoyo con un simple gesto.
- Nadie va a dejar que eso pase -recalcó Percy, casi molesto porque Jason solo se había incluido a él mismo.
- Se los agradezco, chicos -dije con apenas una sonrisa- Pero hasta que no tengamos más información al respecto, lo mejor será que nos concentremos en el ahora.
Le di la palabra a Piper, ya que ella fue quien había sido interrumpida por Percy en un principio.
- Quiero inspeccionar la carretera -dijo vacilando, como si aún no estuviera segura de querer cambiar de tema- Quiero encontrar el letrero que dice: Topeka 51.
- No deberíamos estar lejos -expuso Leo aun sin dejar de verme.
Me encogí en mi asiento, seguía teniendo todas las miradas encima y eso comenzaba a incomodarme. Además, el hecho de que Jason seguía a mi lado solo causaba que mi nerviosismo aumentara.
- Festo y yo hemos calculado el aterrizaje lo mejor que hemos podido -continuó el hijo de Hefesto, esta vez para mi buena suerte volteo a ver a Piper- ¿Qué esperas encontrar en un indicador de distancia?
Piper nos contó sobre las imágenes que le había estado mostrando su daga mágica. Al parecer un hombre vestido de morado con una copa en la mano era lo que más se destacaba de aquellas visiones.
- ¿Una camiseta morada? -preguntó Jason- ¿Vides en el sombrero?
- Me suena a Baco -deduje.
- Dionisio -murmuró Percy con resentimiento- Como hayamos venido hasta Kansas para ver al señor D...
- Baco no es tan malo -expresó Jason y yo asentí al estar de acuerdo con él- Pero sus seguidoras no me caen muy bien. Una vez Mei y yo le hicimos un favor en la tierra del vino.
Percy se quedó horrorizado, como si aquello fuera lo peor que había escuchado.
- Lo que tu digas, colega. Tal vez sea mejor en el lado romano. Pero ¿Por qué iba a estar en Kansas? ¿No ha ordenado Zeus a los dioses que interrumpan todo contacto con los mortales?
Frank gruño. El fortachón llevaba un chándal azul esa mañana, como si estuviera listo para correr entre los girasoles, lo que no dudaba ya que parecía hacer bastante ejercicio.
- Los dioses no han obedecido esa orden al pie de la letra -dijo- Además, si los dioses se han vuelto esquizofrénicos como Hazel y Mei dijeron...
- Y Leo -añadió el hijo de Hefesto.
Frank lo miró frunciendo el entrecejo.
- Entonces ¿Quién sabe lo que está pasando con los dioses del Olimpo? Podría haber cosas muy feas ahí afuera.
- ¡Suena peligroso! -convino Leo alegremente- Bueno, que se diviertan, chicos. Yo tengo que terminar las reparaciones con Mei a mi lado por si sufro otro terrible accidente. El entrenador Hedge se puede encargar de las ballestas rotas. Y, ejem, Annabeth, no me vendría nada mal tu ayuda. Eres la única persona aparte de mi que entiende algo de ingeniería.
Enseguida miré a Leo con una mirada cargada de confusión. No me molestaba que le pidiera ayuda a Annabeth, si no que parecía olvidar el hecho que de ella y yo no podíamos trabajar juntas en una misma habitación. A menos de que el trabajo sea hacer explotar su trirreme.
- Esto... -hable vacilante.
- Mei debería venir con nosotros -añadió rápidamente Piper- Sería bueno contar con algo de ayuda y ya que se puede ocultar bajo la Niebla, no creo que haya mucho problema.
- ¡Sí! -solté enseguida. Luego fruncí el ceño, comenzado a dudar de mi decisión. Percy tambien iria y lo mejor era mantenerme alejada de él, por el propio bien de mi corazón- Sabes que, mejor me quedo a cuidar el barco.
- Vamos, Mei -rogó Jason- Como en los viejos tiempos.
No me dio tiempo de responderle cuando Piper se levantó de la mesa.
- Entonces es un hecho, iremos los cuatro -dijo con firmeza y supe que su embrujahabla funcionó a la perfección porque no le discutí.
Frank descolgó el arco de su hombro y lo apoyó a un lado de la mesa.
- Creo que debería transformarme en un cuervo o algo por el estilo y volar por la zona por si veo águilas romanas -señaló el fortachón.
- ¿Por qué un cuervo? -preguntó Leo- Amigo, si puedes convertirte en un dragón, ¿Por qué no te conviertes en dragón cada vez que te toque hacerlo? Es lo que más impresiona.
A Frank se le puso la cara como si le estuvieran inyectando zumo de arándano.
- Eso es como preguntar por que no Mei sigue haciendo uso de la Niebla durante todo el viaje para escondernos o por que no levantas el máximo peso cada vez que haces pesas. Porque es difícil y te harías daño. Transformarme en dragón no es fácil.
- Ah -Leo asintió con la cabeza- No lo sabía. Yo no uso la Niebla y tampoco levanto pesas.
- Sí, pues tal vez debería planteárselo, señor...
Hazel que se había mantenido al margen se interpuso entre los dos cuando vio que las cosas comenzaban a subirse de tono.
- Yo te ayudaré, Frank -dijo- Puedo invocar a Arión y explorar por tierra.
- Claro -dijo Frank, sin dejar de mirar furiosamente a Leo- Gracias.
Le di una mirada a los tres, Leo no parecía reparar mucho con respecto al tema, importándole poco si el fortachón lo mandaba a volar de un golpe. Sin embargo, Frank sí que se le veía que los celos estaban consumiéndolo por completo y en parte lo entendía, pero debía de confiar más en Hazel.
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Leo había dicho que la carretera se encontraba cerca. Su idea de lo que estaba "cerca" necesitaba una revisión y yo se lo recordaría apenas lo tuviera enfrente.
Después de andar penosamente por casi un kilómetro a través de calurosos campos de cultivo, ser picados por mosquitos y golpeados en la cara con girasoles, por fin llegamos a la carretera.
Una vieja valla publicitaria del área de servicio indicaba que todavía estábamos a sesenta y cuatro kilómetros de la primera salida a Topeka.
Jason escudriño la carretera desierta en ambas direcciones. Tenía mejor aspecto, gracias a la curación de la ambrosía. Aunque no se me quitaba de la cabeza que mi pocion lo habría curado más rápido, como dije he estado practicando.
- No hay coches -dijo- Pero supongo que no nos interesa hacer autostop.
- No -estuvo de acuerdo Piper, mirando nerviosamente hacia la carretera- Ya hemos perdido bastante tiempo yendo por vía terrestre. La tierra es territorio de Gaia.
- Mmm... -Jason chasqueo los dedos- Puedo llamar a un amigo para que nos lleve.
Percy arqueo las cejas en su dirección.
- Ah, ¿sí? Yo también. Veamos el amigo de quien llega primero.
Y aquí venían las competencias.
Jason silbó mientras que Percy simplemente cerró los ojos y se concentró. Yo me perdi por un momento pues me había quedado mirándolo embobada, gracias a los dioses nadie pareció notarlo. Ni siquiera Piper ya que ella estaba viendo a Jason.
Un trueno retumbó en el cielo despejado y Jason sonrió.
- Que pronto -dijo.
- Demasiado tarde -advirtió Percy señalando hacia el este, donde una negra figura alada descendía en espiral hacia nosotros.
- ¿Un pegaso negro? -dijo Piper impresionada- Nunca había visto uno.
El corcel alado aterrizó. Se acercó a Percy trotando y le acarició la cara con el hocico. Mientras tanto yo me acerque a Jason despacio y le susurre:
- Déjame ir contigo -pedí.
-¿Qué? -cuestiono mi amigo.
Rodee los ojos, comenzaba a deducir lo que pasaría a continuación y la verdad es que no quería pasar un tiempo a solas con Percy. Me había prometido que me alejaría de él, tal vez así mi enamoramiento se esfumaría y yo podría vivir más tranquila, sin sentir que el corazón se me saldría cada vez que Percy se me acercaba.
- Que lo que sea que estás pensando, quiero ir contigo -hable lo más bajo posible.
- Pero...
- Shhh -lo callé cuando comenzó a hablar más alto.
- Shhh -me imito cuando se dio cuenta de que Piper y Percy nos voltearon a ver.
El pegaso movió la cabeza inquisitivamente hacia nosotros.
- Blackjack -dijo Percy- Te presento a Piper, Jason y Mera. Son mis amigos.
El caballo relinchó.
- Esto... tal vez luego -le contestó Percy, aun se me hacía raro verlo hablar con un caballo.
- ¿Qué quiere Blackjack? -pregunté ladeando un poco la cabeza.
- Dónuts -respondió Percy- Siempre quiere dónuts. Puede llevarnos si...
De repente el aire se enfrió. A unos cincuenta metros de distancia, un ciclón en miniatura, de tres pisos de altura, atravesó a toda velocidad la parte superior de los girasoles. Aterrizó en la carretera al lado de Jason y adoptó la forma de un caballo: un corcel brumoso a través de cuyo cuerpo parpadeaban rayos.
- Tempestad -lo saludo Jason, sonriendo de oreja a oreja- Cuanto tiempo, amigo mío.
- Calma, chico -le dijo Percy a su montura, debido a que Blackjack comenzaba a ponerse nervioso- Él también tiene un amigo -miró a Jason impresionado- Bonita montura, Grace.
- Si, es precioso -convine con Percy. Blackjack me respondió con un relincho y pego los cascos delanteros en el suelo- Por supuesto que tu tambien lo eres.
Me acerque a él con una sonrisa para acariciarlo, luego de eso mi mano desprendió una luz roja que, cuando se desvaneció, apareció un donut sobre mi palma.
- Espero que con esto me perdones -pedí mientras Blackjack se comía el donut de un mordisco. Al terminar volvió a relinchar, pero esta vez podría apostar que estaba feliz.
- Lo sé -escuché a Percy susurrarle al caballo mientras me veía con una sonrisa.
Lo mire inquisitiva, queriendo saber qué era lo que se estaban diciendo. No obstante, Percy se guardó el secreto.
Percy y Jason se montaron en sus respectivos caballos. Piper se veía un poco indecisa, pero finalmente se subió a Tempestad. Mi mejor amigo me hizo un gesto con la cabeza para que subiera, pero antes de que lo hiciera Blackjack resoplo en señal de protesta.
- Dice que espera que no lo estás menospreciando, porque quiere que vengas con él -tradujo Percy y yo lo mire levantando una ceja. Él levantó las manos excusándose- Eso fue lo que él dijo.
Mire a Jason una última vez y no tan convencida, monte a Blackjack detrás de Percy. A penas el caballo comenzó a elevarse yo me aferre a la espalda del hijo de dios del mar. Quitando de mis pensamientos lo bien que se sentía estar abrazándolo.