Estrella Fugaz © [Completa ✔]

By SileneAMR

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Estoy sentada en la cafetería junto a Rachell y María quienes hablan de lo deliciosa y apetitosa que está la... More

Sinopsis.
Capítulo 1: Estúpido enamoramiento.
Capítulo 2: Es una metáfora.
Capítulo 3: Tú otra vez.
Capítulo 4: ¿Hace calor aquí?
Capítulo 5: Amnesia.
Capítulo 6: Solo un beso.
Capítulo 7: Estaré bien.
Capítulo 8: Él empezó.
Capítulo 9: Una propuesta.
Capítulo 10: Simples suposiciones.
Capítulo 11: Seré tu novia falsa.
Capítulo 12: Este día no podría terminar peor.
Capítulo 13: Celoso.
Capítulo 14: Eso no es suficiente.
Capítulo 15: Tú chico.
Capítulo 16: Él siente algo por mí.
Capítulo 17: De nada sirve negarlo.
Capítulo 18 : Le gustas.
Capítulo 19 - Parte 1: Eres preciosa.
Capítulo 19 - Parte 2: Atrápame Diosito
Capítulo 20: Alguna u otra forma.
Capítulo 21: El que juega con fuego, se quema.
Capítulo 22: Orador motivacional.
Capítulo 23: Perfect tonight.
Capítulo 24 - Parte 1: Bien, exploté.
Capítulo 24 - Parte 2 : Discúlpame.
Capítulo 25: Hora de la crisis existencial.
Capítulo 26: ¿Me perdonas?
Capítulo 27: Extraña primera cita.
Capítulo 28: Cara de culo.
Capítulo 29: No debió pasar.
Capítulo 30: Chico prodigio.
Capítulo 31: Cita Nocturna.
Capítulo 32: Castigada.
Capítulo 33: Zombie.
Capítulo 34: ¡Despierta, Natalie!
Capítulo 35 : Niégamelo.
Capítulo 36: Metí La Pata.
Capítulo 37: Un Bebé.
Capítulo 38: Atrevete.
Capítulo 39: ¡Sorpresa!
Capítulo 40: No es un error.
Capítulo 41: Dios Griego Arrogante y Árabe Ardiente.
Capítulo 42- Primera Parte: Dulce Venganza.
Capítulo 42- Segunda Parte:Dulce Venganza.
Capítulo 43: Novia.
Capítulo 44: ¿Qué sientes por mí?
Capítulo 45: Buena Suerte.
Capítulo 46: Serios problemas.
Capítulo 47: Me Encantas.
Capítulo 48 - Primera Parte: Noche Buena.
Capítulo 48 - Segunda Parte : Earned it.
Capítulo 49: No quiero estar solo.
Capítulo 50: Año nuevo, vida nueva.
Capítulo 52: Secuestrada.
Capítulo 53: Hormonas controladoras.
Capítulo 54: Súper sexy.
Capítulo 55: Alerta roja.
Capítulo 56: Una semana.
Capítulo 57: Toda tuya.
Capítulo 58- Primera parte: Psicópata.
Capítulo 58- Segunda parte: Sol y Luna.
Capítulo 59: San Valentín.
Capítulo 60: Pervertida.
Capítulo 61 - Primera Parte: Señorita Intensa.
Capítulo 61 - Segunda Parte: Estrella Fugaz.
Epílogo.
Nota Importante: Extras, Precuelas, Secuela.
Extra #1
Extra #2
Extra #3
Extra #4
Extra #5
Extra #6
Extra #7
Especial: Mikhail Y Nat Como Padres.

Capítulo 51: Stripper.

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By SileneAMR

La canción del capítulo es: Hands to myself de nuestra preciosa Selena Gomez.

#Etapafinal.

....

Después de un rato de emotivos momentos en la familia Gadaff, decidí que era hora de ir a casa.

Me despedí de todos con abrazos —Aisha me prestó algo de ropa— y luego salimos de la casa Aisha, Matt, Mikhail y yo. Al parecer habrá una fiesta en la cual ellos están invitados, quizá es la fiesta que mencionó Rachell. Ojalá y las encuentre allá.

Aisha se marchó junto a Matt en su costoso Mercedes y nosotros nos fuimos a mi casa en el auto de Mikhail.

Ya en casa felicité a mamá y a Luis deseándoles lo mejor para este nuevo año. Luego me bañé con rapidez y me cambié de ropa —por una más cómoda y que no sea de Aisha— y nos marchamos a la fiesta.

Ahora nos encontramos aparcando frente a donde la alocada fiesta de fin de año está siendo celebrada.

— Hay mucha gente —opino, observando el desastre en el que vamos a meternos.

— Será divertido y solo por un rato —asegura, apagando el auto.

Asiento y bajo del auto.

La fiesta se está celebrando en casa de Hassan, un compañero de clases de Mikhail. Viendo todo el desorden en serio lo lamento por él cuando deba limpiar mañana el desastre en el cual se ha convertido su casa.

La casa es amplia, con un patio inmenso donde varias personas se encuentran bebiendo, fumando, compartiendo saliva, bailando la música movida que resuena por todo el lugar, entre otras cosas.

La gente parece despedirse del año con todo, y también lo lamento por todos los que despertarán mañana sin saber ni recordar nada.

Tomada de la mano con Mikhail entramos a la propiedad.

Mikhail saluda a casi todos mientras yo me encargo de buscar personas conocidas con la mirada. Mientras Mikhail está hablando con un chico, entre toda la multitud de personas, observo a Venecia hablando con Isabella, mientras que Alessia está bailando con el que creo que es su novio.

— Vengo en seguida —le doy un beso en la mejilla a Mikhail.

— ¿A dónde vas? —frunce el ceño, dejando al chico a su lado hablando solo.

Señalo entre las personas a mis amigas nuevas.

— Ah, Isabella. Está bien, no te pierdas. Iré en seguida —me asegura y besa mis labios con rapidez, luego vuelve a su conversación anterior.

Camino con lentitud y con cuidado de no terminar aplastada entre las personas hasta llegar al lugar donde las chicas se encuentran.

— ¡Ok, la noche se acaba de poner más buena! —chilla Venecia al verme, luego da un largo trago al vaso rojo que tiene en su mano.

Isabella se da vuelta y me enfoca, una sonrisa se forma en sus labios.

— Hola, Nat —me saluda para luego darme un suave abrazo—. Feliz año nuevo.

— Ah, sí. Joder ¡Feliz año! —Venecia con algo de diversión también me abraza.

Les devuelvo el abrazo a ambas.

— Igual para ustedes —les deseo, observando lo bien que se ven.

Isabella tiene una camisa color amarillo con un poco de escote, acompañado de jeans ajustados y sandalias blancas. Su abundante cabello está planchado  y tiene un maquillaje sumamente limpio.

Venecia lleva un jogger color gris oscuro acompañado de una camisa corta color blanco que hacen que sus senos se vean inmensos, su cabello largo lo lleva suelto hacia ambos lados de su cara y sus labios pintados de un leve color rosado. Sus mejillas están sonrosadas imagino que porque estaba bailando y luce relajada, pero vamos, ese efecto lo causa el alcohol en todos.

— ¿Viniste a divertirte? —pregunta Venecia, moviéndose al ritmo de la actual canción.

— Eso creo.

— Bueno, estás en compañía de las mejores —asegura, tomándome de un brazo—. Vamos a bailar.

Isabella suelta una carcajada y nos sigue. A regañadientes comienzo a bailar junto a ellas, pero poco a poco el baile se va haciendo más relajado y mucho más espontáneo. Poco a poco me divierto con ellas.

Después de bailar unas dos canciones entre risas, nos encontramos exhaustas y con ganas de beber algo. Alessia se nos unió en la primera canción y ahora nos encontramos haciendo maniobras para intentar entrar a la cocina en busca de algo de tomar.

Durante todo el camino hacia la cocina intenté buscar a Mikhail o a alguno de los chicos con la mirada, pero no encontré a ninguno. Decidí que beberé algo en la cocina para hidratarme y luego les pediré ayuda a las chicas para ir a buscarlos.

Cuando por fin logramos entrar a la cocina, Marco —el novio de Alessia— nos sirve algo de beber a cada una.

— ¿No bebes? —cuestiona Alessia extrañada, mirando lo que me sirve su novio.

— Sí. Solo que no tengo ganas de embriagarme hoy —le hago saber mientras tomo el refresco que Marco me extiende.

— Qué aburrida —bufa Venecia, dándose un largo trago de lo que creo que es vodka.

— Seguramente tendrás una resaca asquerosa mañana —le hago saber mientras arrugo la nariz debido al olor de una mezcla con una gran variedad de alcoholes.

Venecia alza su vaso.

— Pero valdrá la pena. Te lo aseguro.

— Una resaca no se justifica con nada, Venecia —asegura Isabella, tomando un poco de su Coca Cola la cual creo está mezclada con ron.

— Pero eres Venecia y harás lo que se te pegue la gana —agrega Alessia, tomando un trago de su vaso.

Yo me mantengo en silencio tomando mi Coca Cola.

— Así es —acepta.

Cuando ya todos tenemos algo de beber, decido pedirles ayuda.

— ¿Me ayudarían a buscar a Mikhail? —les pregunto luego de haber acabado mi refresco.

Venecia asiente.

— Claro.

— ¿Dónde fue la última vez que lo viste? —cuestiona Isabella.

Tuerzo una mueca.

— Cuando llegué.

Alessia suelta una carcajada.

— Creo que me perdí cuando las vi a ustedes.

— Somos la perdición, lo sé —bromea Venecia, haciendo que Isabella ruede los ojos.

— ¿Hablas de los Gadaff? —el novio de Alessia interviene. Yo asiento con rapidez—. Los vi en el patio trasero, a un lado de la piscina.

Mi rostro se ilumina.

— ¿Me llevan?

Todos asienten y comienzan a guiarme a dicho lugar.

Después de atravesar lo que llamo el área congestionada, alias la sala principal de la casa, podemos por fin salir al patio trasero que es una locura al igual que allí adentro.

Mierda. ¿Cuántas personas hay en esta fiesta? ¿Unas trescientas?

Justo al lado de la piscina, observo a Aisha con un short de mezclilla y un bañador negro completamente hermoso en la parte de arriba ¿Acaso no tiene frío?

Junto a ella están conversando María y Rachell. Mientras los hombres —Shawn, Caleb, Ryan, Matt y Mikhail— establecen una conversación.

— Ahí están —los señalo.

Comienzo a caminar con más rapidez pero justo antes de llegar unos brazos enormes me rodean desde atrás.

— ¡Feliz año nuevo, pulguita!

West me da un par de vueltas en el aire, haciendo que me maree con facilidad. Cuando mis pies tocan el suelo después de varias vueltas, duro un par de segundos en estabilizarme.

— Ah, West —chillo, sobando mis sienes con los ojos cerrados.

— Te dije que la ibas a lastimar —oigo la voz de Nate.

— ¿Estás bien? —esta vez es Nomar quien habla, haciendo que mis sentidos se activen.

Abro los ojos y lo primero que enfocan mis ojos son sus iris chocolate.

Asiento, sin apartar mi vista de la suya.

La última conversación que tuvimos fue extraña. ¿Cómo se supone que debo tratarlo? ¿Cómo amigos normales? Sí, eso creo.

— Sí, estoy bien —respondo, para luego mirar a West quien trae una sonrisa de oreja a oreja pintada en su lindísimo rostro.

Aparto la vista y me encuentro a los integrantes —bueno, no todos— del equipo de fútbol de nuestra preparatoria.

West abre sus brazos hacia mí.

— Dale un abrazo de año nuevo a papá West, cariño —ruedo los ojos con una sonrisa y hago lo que me dice. Lo envuelvo con mis pequeños brazos y él me cubre casi por completo con su abrazo.

— Feliz año nuevo, West.

— ¿Y para mí no hay abrazo? —la voz de Nate hace que me separe de mi mejor amigo. Al mirarlo, éste tuerce un puchero que me hace reír.

— Para ti también hay abrazo, idiota —lo acerco hacia nosotros y nos damos un abrazo de tres.

Cuando nos separamos, le doy un vistazo al equipo y les sonrío con calidez.

— Feliz año nuevo, chicos.

Todos me devuelven el deseo pero Nomar me extiende los brazos pidiendo un abrazo. Frunzo el ceño, haciéndolo rodar los ojos.

— Oh vamos, Nat. La última vez que te abracé no te hice nada.

— Tenía una propuesta de golpearte sin ser demandada por agresión física —le recuerdo, haciéndolo reír.

— Ok, pongamos en pie esa promesa nuevamente ¿va?

Asiento y me acerco a él con cautela. Lo rodeo con mis brazos y él también lo hace.

— Feliz año nuevo, Nat —susurra en mi oído, abrazándome con firmeza—. Espero y seas muy feliz este nuevo año.

Me trago el nudo que está en mi garganta.

— También espero que seas feliz, Nomar —le aseguro, mientras que sus palabras el día de noche buena llegan a mi cabeza como un flashback.

///

Ni Dios lo quiera.

— No seas ridículo. Algún día te enamorarás y yo tengo qué estar ahí en primera fila para verlo y decirte un: te lo dije.

///

— Y que encuentres a esa persona especial que logre cambiarte —continúo, para luego alejarme con lentitud.

Al separarnos veo que tiene una sonrisa curvada, así que le dedico una igual.

— Creo que nadie podrá cambiarme, Nat.

— Llegará alguien. Esa chica derribará todas esas barreras que te has impuesto con el fin de no salir herido. Ella te hará muy feliz.

— Habrá que esperar a que esa persona llegue.

Asiente y luego se da un trago del vaso que sostiene en la mano.

— ¡Natalie! —alguien se guinda en mi espalda como si fuese un mono—. ¡Feliz año, zorra!

Reconozco la voz luego de un par de segundos. Es Nairobi.

— ¡Bájate! —ordeno y ella obedece inmediatamente.

Me doy vuelta y me encuentro con Naza de pie unos pasos más atrás que Nairobi.

— ¡Feliz año, corazón! —Naza me extiende sus brazos y yo corro hacia ella.

La envuelvo en un abrazo de oso al cual Nairobi no dura demasiado en unirse.

— ¡Feliz año nuevo, perras! —grita Nai eufórica, haciéndome entornar los ojos.

— ¡Las amo! —sigue Naza, abrazándome con más fuerza.

— Yo también las amo ¿sí? Pero necesito respirar —me separo del muy apretado abrazo y les sonrío.

— ¿Acabas de llegar? —pregunta Nai, para luego beber de su vaso plástico.

Niego.

— Estaba con las chicas.

— ¿Qué chicas? —Naza alza una de sus maquilladas cejas.

— Em...no las conocen, pero estudian con nosotras —miro por encima de sus hombros y las encuentro de pie conversando—. ¡Chicas!

Venecia es la primera en darse cuenta en que las estoy llamando, así que me señala y luego se acercan.

— Ellas son Venecia, Alessia e Isabella —se las presento con una sonrisa. Mis amigas sonríen y estrechan las manos con las recién mencionadas—. Chicas, ellas son Nairobi y Nazareth.

— Creo que ya las conozco —comenta Venecia.

— Em...sí. Practicabas con Rachell gimnasia ¿no? —adivina Nai.

Venecia asiente.

— Pero creo que Rachell dejó de asistir ¿no es así?

Naza asiente.

— Es un placer, chicas.

— Igualmente —responde Isabella con una sonrisa.

Alessia no parece muy cómoda con todo al igual que Venecia así que decido despedirme, es hora de ir con Mikhail.

— Bueno chicas, las veré por ahí —me despido de ellas.

— Sí. Por ahí —concuerda Alessia y luego me sonríe.

— Hey, dame tu número de teléfono, así nos mantenemos en contacto —Venecia saca su teléfono y espera, atenta.

— Sí, así conversamos más —Isabella también saca su teléfono.

— ¿Debo sacar el mío también? —bromea Alessia repitiendo el acto de las chicas.

Les dicto mi número y quedamos en escribirnos luego. Junto con las chicas camino a donde está Mikhail quien no se ha movido de su sitio anterior.

Cuando llegamos a donde los chicos, abrazo a todos los que no había visto deseándoles un lindo año.

— ¿Dónde estabas? Estaba preocupado —Mikhail se acerca a mí después de que ya he acabado de saludar a todos.

— Me perdí —tuerzo una sonrisa inocente—. En serio, no sabía en donde estaba.

Me da una sonrisita divertida.

— Te creo. Esta casa es inmensa y bueno, hay tantas personas como en un concierto.

Le busco los labios con coquetería, luego dejo un beso suave sobre ellos.

— ¿Qué? ¿ya me extrañabas? —sonríe sobre mis labios, haciéndome alucinar.

— Mentiría si digo que no —delinea mi labio inferior con su lengua.

— No puedes vivir ni una hora sin mí —me burlo para luego darle un piquito.

— ¿Qué puedo decir? Me traes loco, Natalie Blake —me guiña un ojo y me abraza por encima de los hombros, apegándome a él. Inspiro su perfume mientras me recuesto en su pecho, logro percibir sus latidos rápidos.

— Y tú no te quedas atrás. También me traes loquita —la risa resuena en su pecho.

— Dos locos enamorados —esas palabras hacen que alce la mirada para enfocarlo.

— Creo que sí —acepto y beso su barbilla.

*****

Después de un rato más en la fiesta, de bailar, de cantar y de divertirnos al máximo, se hacen las dos y ya quiero irme a casa.

Nos despedimos de todos y nos encaminamos a la entrada de la casa donde me encuentro a Isabella teniendo una conversación bastante acalorada con un chico.

Le dediqué una sonrisa que ella me devolvió y luego subimos al auto de Mikhail.

— ¿A dónde vamos ahora? —pregunta Mikhail encendiendo el auto y luciendo de todo menos agotado.

Suelto un bostezo.

— No lo sé.

— ¿Quieres dormir en mi casa? —ofrece, sonriéndome algo insinuante.

No sé por qué un sonrojo se apoderó de mis mejillas, así que finjo ver por la ventana con intenciones de que no lo note.

— Podemos ver una película si quieres —arranca. Después de que siento que mi sonrojo desaparecer, volteo hacia él.

Aún tiene una sonrisa lobuna pintada en sus labios rosados.

— Me encantaría —acepto, haciendo que su sonrisa se ensanche.

¡Oh, San Pedro bendito! Tienes que hacer que mis hormonas se controlen o esta noche terminará en pecado absoluto.

Después de unos minutos en silencio andando, por fin llegamos a su casa.

Entramos haciendo silencio —ya que los niños pequeños están dormidos— y subimos a la segunda planta donde se encuentra su cuarto.

Mikhail abre una puerta color blanco y entramos a su habitación. Él enciende la luz haciendo que pueda apreciar lo grande que es.

Paredes color azul oscuro, mi vista choca de frente con un gran ventanal que da vista hacia un costado de la casa —donde hay una piscina que yo no había notado—. Tiene una cama gigantesca cubierta de edredones color blanco y cojines color negro. Frente a la cama está un enorme plasma sostenido a la pared y debajo de éste una mesita amplia donde reposan algunas consolas y dos puffles color beige frente a ella.

Al lado izquierdo de la cama de Mikhail hay un mini refrigerador y una cesta repleta de frituras. Al lado derecho hay una mesita grande de noche donde descansan un ordenador, lápices, cuadernos y una lámpara pequeña, y donde también reposa la foto que le regalé en noche buena. Siento mi corazón enternecerse.

Justo al lado derecho del televisor hay una repisa repleta de libros y una que otra foto de Mikhail de pequeño junto a su gran familia. Al lado de ésta amplia repisa hay dos puertas, una puerta cerrada que supongo da al baño y la otra abierta dando vista a un inmenso closet que tiene una pared de espejo.

Dios santo, el sueño de toda chica.

— Siéntete como en tu casa —Mikhail se abre paso por su cuarto, invitándome a pasar.

Con pasos dudosos entro a la habitación. Él con toda confianza se quita la camisa dejándome paralizada.

Ok, ok. Diosito, yo siempre he sido una persona buena, pura y casta. Nunca he pecado, pero vamos, no me pongas semejante tentación en el camino.

Su espalda es ancha y perfecta. Tiene ciertas pecas que parecen chips de chocolate esparcidas por masa para galletas. ¿Está bien que quiera lamerlas?

NO, Dios mío, estoy cayendo, estoy sucumbiendo ante mis instintos carnales. Ayuda.

Luego se da vuelta y...¡Santa virgen de los torsos perfectos! Esto no puede ser posible.

Es la dosis perfecta entre delgado y un hombre que se preocupa por su cuerpo. Las líneas de su abdomen se marcan con sutilidad, dándole un aspecto como de un cuadro recién pintado, y la V que se marca y se dirige hacia ahí...

Dios mío, ¿Qué es esto? ¿El paraíso? ¿Ya me llevaste contigo y no me di cuenta?

— ¿Ves algo que te guste?

Mis mejillas se encienden, al igual que mis orejas y nariz. Alzo la mirada pensando que me ha descubierto mientras fantaseaba con él, pero solo está mirando la cartelera de películas en Netflix.

Gracias por salvarme de ésta, Diosito.

Dejo de comérmelo con la mirada y me acerco con pasitos cortos observando las películas en el televisor.

— Siéntate. No voy a hacerte nada —da palmaditas a su lado, ofreciéndome a tomar asiento junto a él.

Obedezco y tomo asiento a su lado.

— ¿Qué quieres ver? —cuestiona, frunciendo el ceño hacia la pantalla.

No sé porque mis ojos no pueden enfocarse en otra cosa que no sea Mikhail. Parece un imán y yo un jodido metal.

Detallo su rostro, sus facciones algo más maduras que cuando lo conocí, veo indicio de barba en los costados de su rostro y su cabello castaño algo largo. Tiene los labios fruncidos mientras intenta encontrar algo que ver.

Yo sigo escaneándolo, observando su nariz recta y sus cejas oscuras fruncidas. Estoy tan embobada con Mikhail. Mierda, creo que me estoy enamorando.

— Tierra llamando a Natalie —Mikhail me está observando con cierta diversión, no puedo ni imaginar mi cara en este momento—. ¿Acaso has escuchado algo de lo que te he dicho?

Lamo mis labios, avergonzada.

— ¿Puedes repetirlo?

Sus labios pintan una sonrisa lindísima.

— Te decía que si preferirías ver algo romántico o algo de comedia.

— Comedia estaría perfecto —acepto la segunda opción.

Él asiente y nos decidimos por una llamada: pequeña otra vez.

— ¿Quieres cambiarte? —sugiere Mikhail poniéndose de pie y dejando el paisaje que tiene como cuerpo a la vista.

Por Dios...

— Puedo prestarte algo de ropa si gustas —se da vuelta y me sonríe.

Yo asiento, este pantalón me está cortando la circulación.

— Bien...ahí está mi armario —señala la puerta abierta de su closet—. Iré por chocolate caliente y palomitas. Puedes poner música.

Señala su parlante sobre la mesita de noche.

Asiento mientras lo veo darse vuelta para salir de la habitación.

Lo detallo de pies a cabeza, deteniéndome mucho más tiempo en su trasero.

Ok, iré al infierno. Allá te voy, satanás.

Ya después que sale de la habitación, tomo su palabra y entro al inmenso closet con el parlante en mis manos. Al entrar lo primero que veo es mi reflejo en el gigantesco espejo frente a mí.

Tengo el cabello hecho un lío, así que me hago un moño descuidado encima de la cabeza que para mi sorpresa no me queda para nada mal.

Definitivamente si le hubiese comprado una camisa a Mikhail me hubiese arrepentido al ver este closet tan gigante.

Quiero uno así.

Comienzo a remover la ropa en busca de una camisa que me quede lo suficientemente grande que parezca un vestido. Mientras rebusco encuentro una camisa a botones de mangas largas color blanco. No sé por qué siento una necesidad de probarme esta camisa.

Quizá porque viste demasiado el vídeo de la canción Hands to myself de Selena Gómez.

Sí, bueno, me encanta esa canción.

Ok, a pensar. Si Mikhail se fue a preparar palomitas y chocolate caliente ¿Cuánto tardará en subir? Yo creo que puedo probármela y él ni siquiera se dará cuenta.

Bien, lo haré. Conecto mi teléfono con el parlante y coloco Hands to myself de Selena Gómez.

Saco la camisa de su percha y la extiendo frente a mí. El olor a Mikhail que emana la camisa me hace cerrar los ojos.

Comienzo a desabotonar los botones con paciencia. Cuando por fin está lista, decido que es hora de quitarme la ropa.

Me retiro la camisa por encima de la cabeza, luego le sigue el pantalón —con el cual sí duro un par de segundos más debido a lo ajustado que es—. Me quedo en un sujetador y bragas simples color negro.

Bien, me escaneo con rapidez en el espejo. Ok, no estoy para nada mal. Han pasado varios meses y creo que ya no estoy tan delgada como antes y eso me hace sentir feliz.

Hago un pequeño baile de triunfo a ritmo con la música y después procedo a ponerme la camisa. Paso mis brazos por las mangas de la camisa hasta que solo me queda abotonarla. Me queda algo corta, un poco más debajo de mi zona intima.

No puedo evitar sentirme sexy al usar su ropa. Esbozo una sonrisa al mirarme en el espejo.

No puede ser. No parezco yo. O sea sí, pero no. ¿Saben cuándo sientes que algo ha cambiado en ti? Bueno, me siento de esa misma manera.

Sin poder evitarlo comienzo a moverme al ritmo de la música, me miro en el espejo y me siento completamente linda, seductora, sexy y...

— No creí que podría verte más hermosa que siempre hasta este momento —Mikhail está de brazos cruzados en la puerta del closet, mirando mi reflejo con fascinación.

¡SANTA MARÍA!

No, no, no. ¿Desde cuándo me estaba viendo?

Siento toda mi cara enrojecerse y cierro la camisa con mis manos —porque de paso estaba desabotonada y se veía mi sujetador y mis bragas—.

Una sonrisa lobuna se forma en sus labios mientras yo quiero desaparecer de la faz de la tierra.

¡QUÉ VERGÜENZA!

— ¿Por qué te tapas? —cuestiona acercándose. Yo siento que el mismísimo demonio vestido de ángel se acerca a mí—. No te ocultes, no de mí.

Ok, estoy a punto de sufrir un colapso mental.

— Yo... —no sé qué decir.

¿Qué se supone que le diría?

Ah bueno, vi esta camisa y quise probármela pero entonces escuché esa canción y un espíritu de stripper se apoderó de mí.

No. Jamás le diría eso.

Se posa tras de mí con la respiración pesada. Mis latidos van a mil por segundo y siento que mi corazón en cualquier momento agarrará sus maletas y citará un: me rindo y saldrá corriendo de mi pecho.

Cuando está detrás de mí, con sus manos retira las mías —las cuales sostienen la fina tela de la camisa para que no se vea mi sujetador ni mis bragas—. No lo detengo, dejo que con sumo cuidado retire mis manos. Poco a poco la tela de la camisa se va separando y mi cuerpo queda expuesto.

— Dios... —suspira sin quitar la vista del espejo.

Sufriendo paro cardíaco en un segundo.

— Hermosa, sarcástica, amargada y súper sexy —susurra sobre mi oído, haciendo mi piel erizar—. ¿Qué más podría pedir?

Mi piel se calienta y los pensamientos pecaminosos invaden mi mente.

— Ah, y eso sin contar que le tiene miedo al sexo —eso rompe todo momento sexy que podía haberse creado entre nosotros ya que empezamos a reír como locos.

Mis manos son sostenidas por las suyas y una de ellas se dirige al medio de las copas del sostén entre mis senos.

Cuando siento mi mano —siendo dirigida por la suya— sobre ese punto, suelto un suspiro. Mierda.

Mi mano comienza a descender por mi abdomen lentamente  haciendo que mi cuerpo reaccione de manera involuntaria, me estremezco completamente. Cuando termina el recorrido por mi abdomen se detiene sobre mi vientre.

¡SANTA VIRGEN DE LA PERVERSIÓN! ¡DAME FUERZAS!

— Vamos, el chocolate caliente se va a enfriar —me da un dulcísimo beso en la mejilla y me ayuda a abotonar la camisa.

Oh, mierda. Mikhail es el infierno en el que me gustaría quemarme.

N/A:

Ay, ¿está haciendo calor o es mi imaginación?

AAAA, estos dos me traen loquita.

Espero y les haya gustado el capítulo❤, y estoy ansiosa por leer que les pareció 😏.

Gracias por leer, votar y comentar. Una abrazo de oso que traspase la pantalla.

Love u ❤💋.

Bye.

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