Estrella Fugaz © [Completa ✔]

By SileneAMR

1.1M 74.4K 36.4K

Estoy sentada en la cafetería junto a Rachell y María quienes hablan de lo deliciosa y apetitosa que está la... More

Sinopsis.
Capítulo 1: Estúpido enamoramiento.
Capítulo 2: Es una metáfora.
Capítulo 3: Tú otra vez.
Capítulo 4: ¿Hace calor aquí?
Capítulo 5: Amnesia.
Capítulo 6: Solo un beso.
Capítulo 7: Estaré bien.
Capítulo 8: Él empezó.
Capítulo 9: Una propuesta.
Capítulo 10: Simples suposiciones.
Capítulo 11: Seré tu novia falsa.
Capítulo 12: Este día no podría terminar peor.
Capítulo 13: Celoso.
Capítulo 14: Eso no es suficiente.
Capítulo 15: Tú chico.
Capítulo 16: Él siente algo por mí.
Capítulo 17: De nada sirve negarlo.
Capítulo 18 : Le gustas.
Capítulo 19 - Parte 1: Eres preciosa.
Capítulo 19 - Parte 2: Atrápame Diosito
Capítulo 20: Alguna u otra forma.
Capítulo 21: El que juega con fuego, se quema.
Capítulo 22: Orador motivacional.
Capítulo 23: Perfect tonight.
Capítulo 24 - Parte 1: Bien, exploté.
Capítulo 24 - Parte 2 : Discúlpame.
Capítulo 25: Hora de la crisis existencial.
Capítulo 26: ¿Me perdonas?
Capítulo 27: Extraña primera cita.
Capítulo 28: Cara de culo.
Capítulo 29: No debió pasar.
Capítulo 30: Chico prodigio.
Capítulo 31: Cita Nocturna.
Capítulo 32: Castigada.
Capítulo 33: Zombie.
Capítulo 34: ¡Despierta, Natalie!
Capítulo 35 : Niégamelo.
Capítulo 36: Metí La Pata.
Capítulo 37: Un Bebé.
Capítulo 38: Atrevete.
Capítulo 39: ¡Sorpresa!
Capítulo 40: No es un error.
Capítulo 41: Dios Griego Arrogante y Árabe Ardiente.
Capítulo 42- Primera Parte: Dulce Venganza.
Capítulo 42- Segunda Parte:Dulce Venganza.
Capítulo 43: Novia.
Capítulo 44: ¿Qué sientes por mí?
Capítulo 45: Buena Suerte.
Capítulo 46: Serios problemas.
Capítulo 47: Me Encantas.
Capítulo 48 - Primera Parte: Noche Buena.
Capítulo 48 - Segunda Parte : Earned it.
Capítulo 50: Año nuevo, vida nueva.
Capítulo 51: Stripper.
Capítulo 52: Secuestrada.
Capítulo 53: Hormonas controladoras.
Capítulo 54: Súper sexy.
Capítulo 55: Alerta roja.
Capítulo 56: Una semana.
Capítulo 57: Toda tuya.
Capítulo 58- Primera parte: Psicópata.
Capítulo 58- Segunda parte: Sol y Luna.
Capítulo 59: San Valentín.
Capítulo 60: Pervertida.
Capítulo 61 - Primera Parte: Señorita Intensa.
Capítulo 61 - Segunda Parte: Estrella Fugaz.
Epílogo.
Nota Importante: Extras, Precuelas, Secuela.
Extra #1
Extra #2
Extra #3
Extra #4
Extra #5
Extra #6
Extra #7
Especial: Mikhail Y Nat Como Padres.

Capítulo 49: No quiero estar solo.

13.4K 932 702
By SileneAMR

La cena transcurrió con tranquilidad y diversión. ¿Quién diría que West heredó el carácter divertido y pícaro de la señora Amelia?

Todo en la mesa del comedor eran burlas y comentarios sarcásticos por parte de todos. Fue la cena de navidad más divertida de mi vida. Después de cenar nos tornamos más serios y hablamos sobre futuras carreras universitarias mientras que los adultos en la mesa nos aconsejaban.

Ahora estamos en la sala esperando para abrir los regalos de navidad.

Mikhail y yo estamos acurrucados en el sofá frente al árbol de navidad que mi madre y yo tanto nos esforzamos en decorar. Me abraza por encima de los hombros y me apega a él, haciendo que yo me recueste en su pecho. Podría acostumbrarme a esto.

West está sentado con Nate frente a la mesita de la sala jugando cartas y mi madre junto con la señora Amelia y Luis conversan de pie mientras degustan una taza de chocolate caliente.

— Bien, es hora de abrir los regalos —mi madre mira el reloj en la pared y asiente. Son las diez y pronto Mikhail se tendrá que ir a cenar con su familia.

Sí, ellos cenan a las once de la noche.

Nos ponemos de pie con lentitud y flojera, y todos nos reunimos alrededor del árbol.

— Wesley Jones, no quiero que Bethany lo repita dos veces —la señora Amelia amenaza a su hijo quien apresura la partida con Nate.

— ¡Ya vamos! En serio —los susodichos lanzan un par de cartas con efusividad para luego Nate lanzar un bufido y golpear la mesa—. ¡Gané, puto!

— ¡Wesley! —la señora Amelia camina hacia su hijo y lo golpea repetidas veces en la cabeza, haciéndome reír mientras que West se cubre como puede.

— ¡Perdón, ma!

— Hablaremos de esto en casa —le advierte, mirándolo amenazadoramente—. Ponte de pie ya, muchacho.

West y Nate a regañadientes se acercan a nosotros.

— Comencemos —sugiere mi madre, emocionada—. ¿Quién quiere iniciar?

— ¡Yo! —la señora Amelia es la primera en animarse.

Camina hacia debajo del árbol, donde yacen la mayoría de los regalos que vamos a intercambiar, y coge uno de tamaño mediano envuelto con papel celofán color naranja.

— Este es para —observa la pequeña nota—...Nat.

Me sorprendo y lo tomo con cuidado.

— No debió —

— ¡Oh, vamos! No seas modesta, cariño —le resta importancia mientras sonríe—. Ábrelo.

Hago lo que me pide bajo la mirada expectante de todos los demás. Al quitar el papel celofán de encima del regalo, me encuentro con un libro.

Hush hush.

El tomo número 1.

Leo en la portada de éste y de inmediato sonrío.

— Hush hush —repito, sonriéndole con agradecimiento—. Me encanta. Gracias, señora Amelia.

Me acerco a ella y la abrazo. Ella me corresponde, encantada.

— ¿Un libro? ¿es en serio, mamá? —West frunce el ceño mirando mi reciente regalo.

— Tú cállate. Solo lo dices porque las dos neuronas que tienes no te dejan apreciar un buen libro como lo es ese, así que no opines —su madre lo reprende, haciéndome reír nuevamente y West me dedica una mirada mordaz.

— Mi turno —mi madre se apresura a tomar una pequeña cajita de color rojo de debajo del árbol—. Es para ti, cariño.

Mi madre le extiende la cajita a Nate, lo toma y comienza a abrirlo como si de un niño pequeño se tratase. Al terminar de abrirlo se encuentra con una par de audífonos inalámbricos.

— ¡Mamá, quería unos desde hace tiempo! —el grandulón de mi hermano se apresura a asfixiar a mi madre en un abrazo, quien a comparación de mi corpulento hermano es muy pequeña.

— Lo sé —responde mi madre a cambio, besando sus mejillas repetidas veces.

— Gracias —Nate le besa la frente con suavidad.

Luego, el siguiente en dirigirse debajo del árbol es West. Coge una cajita cuadrada pequeña envuelta en papel verde.

— Es para Mikhail —le extiende la cajita. Mikhail frunce las cejas, desconcertado, y yo no me quedo atrás. ¿Qué trama este imbécil?

— ¿Para mí? —Mikhail toma la cajita, confundido.

West, con una sonrisa ladeada, asiente.

Mikhail abre el regalo con lentitud. Le doy una mirada amenazante a West, él sonríe fingiendo inocencia.

— ¿Una caja de condones? —Mikhail suelta una carcajada y mi cara se enrojece—. Oh vaya, gracias.

— ¡Maldito West! ¡Te voy a matar! —me abalanzo sobre él pero mi cuerpo es detenido por Nate quien también está carcajeándose. Imbéciles.

— Solo es para prevenir bebés no deseados, Naty. Tranquila —West me guiña, aguantando las ganas de reírse.

Lo voy a matar.

— Oh vamos, Nat. No te quedarás virgen toda la vida —la madre de West me da una sonrisa también algo burlona.

No lo puedo creer. ¿Acaso todas las personas se pusieron de acuerdo para avergonzarme hoy?

Nate y West comienzan a reírse fuertemente mientras que mis ganas de matarlos solo aumenta. Le doy una mirada a Mikhail, tiene la cara roja e intenta no reírse.

— Te dije que el sexo es normal —me recuerda y se cae de hombros sonriendo abiertamente.

Ruedo los ojos.

— Los hombres son unos idiotas y la prueba viviente de ello son ustedes.

Sentencio, cruzándome de brazos.

— ¡Pero te amamos! —asegura West al otro lado de la sala, donde se refugia para que no lo ahorque.

Mikhail asiente.

— Tiene razón.

— Y tu a nosotros. Acéptalo ya, corazón —West me guiña, en su cara una sonrisa cariñosa.

Mi corazón se aprieta pero no digo nada y solo entorno mis ojos.

— Ok, es mi turno —Luis toma una cajita color negro y se la extiende a mamá.

Unos bonitos aretes se hacen ver. Mi mamá le agradece entre largos besos y abrazos mientras West y Nate se burlaban de sus demostraciones de afecto, yo solo no intentaba ver, incómoda. Luego seguimos con el siguiente regalo.

— Mi turno —me apresuro a debajo del árbol y tomo el perfume para Nate.

También le compré algo a West —un perfume de la misma tienda del de Nate y unas gafas de sol súper lindas que encontré caminando por el centro comercial— pero no sabía que venía hoy, así que están en mi habitación.

— Es para ti, imbécil.

Nate sonríe y toma el regalo que le extendí. Sube y baja las cejas con diversión mientras abre mi regalo.

Cuando desenvuelve el regalo, un perfume con forma de Granada se deja ver.

— Huele delicioso —comenta, dándome un abrazo y un beso—. Gracias.

— A ver si así dejas de oler como un vagabundo —bromeo, zafándome de su abrazo y arrugando la nariz.

Todos se echan a reír menos él.

— El tuyo está en mi habitación —le informo a West y él asiente.

Después de que casi todos entregaron sus regalos, es mi turno de entregarle su obsequio a Mikhail.

— Eh...tengo uno para ti —le sonrío, nerviosa, y él asiente también sonriente.

Camino a debajo del árbol y tomo el último regalo. Un papel color violeta envuelve su regalo.

Tiene una nota que dice: Feliz navidad, idiota .

Sí, me inspiré demasiado. La verdad es que las palabras no son mi fuerte.

Le entrego el regalo. Él pone sobre el sofá el regalo de mamá —ella sí compró ese reloj que tanto le gustaba para Mikhail— y la caja de condones de West.

Nota mental: aun debo vengarme.

Toma mi rectangular regalo entre sus dedos largos y lo mira con curiosidad. Mira la nota y esboza una sonrisa tiernísima que hace que mi corazón se acelere.

— Qué sutil —rueda los ojos, divertido, y luego me sonríe.

Quita el papel con cuidado y luego se encuentra con mi regalo.

Me mira y sonríe, haciendo que mis tan conocidas amigas las mariposas revoloteen en mi interior.

— Me encanta —me da un beso en los labios, dulcísimo y súper suave, que le correspondo de inmediato.

Aww —chilla West de forma burlona.

— ¡Espacio personal, joder! —grita Nathan desde algún punto de la sala.

Me mantengo con los ojos cerrados mientras saboreo los labios de Mikhail con un tenue sabor a chocolate caliente.

Se separa y mira la foto de ambos el día del baile con sus padres enmarcada en un sencillo marco color gris y plateado.

Después de salir de la perfumería la idea surcó mi mente, así que le marqué a Aisha con rapidez pidiéndole que me pasara todas las fotos que nos tomamos él y yo ese día. Cuando por fin di con una que fuera de mi agrado, decidí ir a enmarcarla. Después de media hora intentando explicarle al chico que atendía lo que quería, por fin pude tener la foto y el marco en mis manos.

Creo que no fue el mejor regalo pero si me gustó mucho, y por su reacción creo que a él también.

— Está perfecta —acepta, lamiendo sus bonitos labios hinchados—. Gracias.

Sonrío, sintiéndome completamente satisfecha.

— Me alegra que te guste.

— También tengo un regalo para ti —abre su saco y saca un sobre color amarillo con una pequeña nota.

Feliz navidad, lindura. Gracias por hacer mis días mejores. Te quiero ❤.

Bien, ahora siento remordimiento de conciencia por la nota que le hice.

Abro el sobre y encuentro dos postales ¿Qué?

Sonrío sin demostrar mi creciente confusión.

— ¿Cuál te gusta más? —pregunta, así que observo las postales con detenimiento.

En la primera aparece una playa hermosa que fácilmente reconozco: Cerdeña, Italia. Sonrío y paso a la siguiente. Hay un paisaje preciosísimo y que me parece haber visto en la publicidad de instagram. El paisaje es hermoso, puedo ver el sol ocultarse tras el mar y las casas color blanco entre los caminos de la pequeña ciudad, leo el pie de la postal: Santorini, Grecia.

— Ambos son preciosos —admito, admirando ambos paisajes—. Sería un sueño visitar ambas islas, pero mi sueño siempre ha sido ir a Italia y, si tuviese que escoger entre ambas, ya sabes cuál escogería.

Sonríe y asiente.

— Bien, Italia entonces —acepta y asiente repetidas veces—. Feliz navidad, Nat.

Besa mis labios con rapidez, luego se separa dejándome confundida.

Jugamos media hora con los chicos cartas —Uno, específicamente—, lanzando todo a mi paso cada vez que alguno intentaba engañarme.

Se hicieron las diez y treinta, por lo que Mikhail debía irse. Nos despedimos melosamente y lo vi partir. Quedamos para mañana ir a tomar chocolate caliente en moscafé —sí, ese sitio se convirtió en el lugar de nuestras citas—.

Los chicos y yo vimos una película de terror de navidad —que no asustaba ni a una mosca— mientras comían recalentado de la cena y yo malvaviscos y chocolate caliente.

Luego de que dicha película terminara, Luis y mamá se metieron en la habitación de mamá a ver una «película» y West y Nate decidieron ir a una fiesta —a la cual no quisieron llevarme—. Así que quedé vagando por la casa como alma que lleva el diablo.

Son las 01:23 am y hace un buen rato me quité el molesto vestido y lo cambié por un pijama holgado de girasoles.

Estoy acomodando la cocina mientras bailo y canto animadamente canciones de 5 Seconds of Summer, en este momento Youngblood resuena por los altavoces de mi celular.

Limpio los trastes sucios y ordeno las cosas desordenadas que encuentro —no me gusta el desorden—. Mientras estoy en eso, oigo a alguien tocar la puerta.

Ahg, seguro Nate olvidó algo. Despistado siempre.

— ¡Deberías estar más al pendiente de tus cosas, cavernícola! —me quejo mientras camino hacia la puerta con lentitud.

Tomo las llaves en una mesita y quito el seguro de la puerta.

— No vi ninguna de tus cos—

¡Santo espíritu de navidad! ¿Qué está pasando el día de hoy? ¿Acaso los planetas están alineados para que me sucedan tantas desgracias?

— Hola, Nat —me quedo paralizada al mirar su figura atlética enfundada en una camisa color celeste y un pantalón color negro—. Feliz navidad.

Lo miro detenidamente sintiendo que es una alucinación. ¿Qué hace aquí?

— No-nomar ¿Qué haces aquí? —pregunto, atolondrada. Mirarlo frente a mi puerta en la madrugada fue lo menos que esperé del día de hoy.

Sí, bueno, milagros de navidad les dicen.

— Quería una compañera de tragos —alza una botella de vodka con sabor a uvas con una sonrisa. Frunzo las cejas.

— No creo que sea correcto —me niego con rapidez.

¿Cómo se le ocurre venir a mi casa después de que casi lo dejo necesitando una rinoplastia? Supongo que masoquismo.

— Anda, solo tomaremos un poco. Lo prometo —alza su meñique, yo lo escaneo con recelo.

Niego nuevamente. No soy estúpida. Esto no terminará bien si yo acepto. Nomar, una botella de vodka y yo. No, eso terminará en mucho arrepentimiento.

— No puedo.

— Nat, no tengo a donde ir ahora precisamente y quiero tomar unos tragos con una amiga.

— No soy tu amiga —farfullo, cruzándome de brazos.

— Podemos serlo por esta noche.

— No lo creo —mantengo mi negativa.

— Sí, si podemos. Solo hay que intentarlo.

— Cada vez que lo intentamos hay algo mal. No me arriesgaré.

— Acompáñame a beberla, Nat. No quiero estar solo —sus ojos tienen un brillo de súplica.

Muerdo el interior de mi mejilla sintiéndome muy indecisa. No creo que sea una buena idea.

— Y juro que si intento algo serás libre de partirme lo que quieras; nariz, brazo, lo que quieras —ofrece, subiendo y bajando las cejas como si su propuesta fuera de lo más tentadora.

Remojo mis labios con la punta de mi lengua considerándolo.

— Adentro está mi madre y su novio —me excuso, sabiendo que mi madre y su novio deben estar en el quinto sueño, o quizá no.

Aparto esa imagen de mi mente con la velocidad de la luz.

— Podemos sentarnos aquí —señala las pequeñas escaleras para subir a mi casa—, no me importa donde sea. Solo quiero compañía.

Maldigo internamente sabiendo que no podré librarme de ésta. Así diga que no, él seguirá insistiendo o incluso se quede pasmado frente a mi puerta hasta que amanezca, y no quiero que mi madre al levantarse lo vea ebrio gritando mi nombre y le tire encima una cubeta con agua fría.

Bueno, por lo menos si intenta algo estúpido podré partirle un brazo y no tener una demanda por agresión física. Eso es un consuelo.

— Iré por un abrigo —acepto a regañadientes mientras pienso en las miles de maneras en las que puedo defenderme si se atreve a tocarme un cabello.

Nomar ha comenzado a dejar de gustarme...o eso creo. Sigo sintiendo la atracción, porque vamos, una cosa así no desaparece de un día para el otro, pero sí está dejando de importarme ya que tengo a Mikhail en la cabeza y se está metiendo en mi corazón.

Tomo el primer abrigo que encuentro —uno negro de Nate con la figura de la estatua de la libertad en llamas— y me lo coloco. Siento que me queda como un vestido, pero lo importante es que me cubre el cuerpo.

Tomo dos vasos de shots en la cocina y salgo a su encuentro.

Está sentado en las escaleras como dijo, al escuchar el cerrojo de la puerta se da vuelta y me sonríe. Me siento a su lado, tomando suficiente espacio entre él y yo para que nuestros cuerpos no choquen de manera accidental o a propósito.

Abre la botella y me pide los vasos.

— ¿Quieres un shot? —pregunta, extendiéndome un vasito lleno del líquido.

Lo tomo con las manos temblorosas,  no por los nervios sino por el frío.

Nomar se da el primer trago de un solo tiro echando la cabeza hacia atrás, deja ver como su manzana de Adán se mueve con cada trago.

Aparto la vista y repito el mismo procedimiento, siento el sabor agridulce del alcohol con las uvas. Al bajar la cabeza un leve mareo me inunda.

— Bien —su voz está un poco rasposa—. ¿Cómo pasaste la noche?

— ¿Qué te importa? —lo miro de reojo, jugando con el vasito de shot entre mis dedos.

Suelta un bufido y el humo causante del frío sale de su boca.

— Solo intento hacer este encuentro más ameno, ¿entiendes? Preguntas casuales para no pasar el rato en silencio.

Vuelvo a mirarlo con el rabillo del ojo y asiento. Me pide el vaso y comienza servir otros shots.

— Estuvo bien —respondo, no muy segura de saber si contarle más—. La cena deliciosa y los acompañantes excelentes. ¿La tuya?

Me extiende el shot y se toma el suyo sin mucha premeditación.

Mhm... —hace un sonidito con su garganta—. Lo mejor de todo fue la comida.

Me da una mirada de reojo y sonríe. Una sonrisa que quizás jamás había visto, parece...sincera.

— ¿Nate? —pregunta y me anima a tomar de mi shot.

Me doy un trago sin muchas ganas. Tuerzo un gesto ante el ardor.

— En una fiesta —respondo aun con los ojos levemente cerrados. De nuevo la sensación de mareo me embarga—. ¿Por qué no estás con tus amigos?

Se cae de hombros y vuelve a rellenar los vasos.

— No lo sé. No tengo ganas de festejar nada —bebe su shot con la misma rapidez que antes. Eso me hace pensar que no tengo nada de resistencia en cuanto al alcohol se trata.

— ¿Puedo preguntar por qué?

Me mira y sonríe, ladino.

— Ya lo estás haciendo.

Le doy una sonrisa avergonzada.

— No lo sé. Mi vida no es como deseo y eso me frustra —responde, ofreciéndome otro shot pero niego.

Si sigo así seguramente estaré ebria en menos de lo que canta un gallo.

— La vida no es como queremos —le aseguro, mordiendo mi labio inferior con distracción.

— Dímelo a mí —se ríe sin humor. Una risa vacía.

— Lamento —suspiro. Reúno valor para tomar sus manos, están heladas por el frío—...lamento por lo que sea que estás pasando.

Le doy una sonrisa genuina. Sí, aunque sea un idiota de tiempo completo lo quiero y ver esta faceta de él me deja perturbada. Prefiero al chico egocéntrico y coqueto de siempre.

Aprieta mis manos con suavidad y me sonríe. Se acerca a mí y una alarma en mi cabeza grita un claro: ¡PELIGRO, PELIGRO!

Me separo.

— ¡Alto ahí, Romeo! —pongo una mano sobre su pecho y lo palmeo levemente.

Nomar suelta una carcajada.

— Iba a abrazarte, Nat.

Lo miro con recelo y él estira sus brazos.

— ¿Lo ves? —sonríe, mostrando sus dientes blanquecinos—. Estás algo paranoica.

— ¿Cómo no estarlo contigo? Siempre sales con tus locuras hormonales.

Suelta una carcajada.

— Cierto, menos mal que ya me conoces.

Luego de nuestras palabras dejo que me rodee con sus brazos y yo hago lo mismo. Su perfume es fuerte, cítrico, a diferencia del de Mikhail que es suave pero sumamente varonil.

Nos separamos, mirándonos fijamente.

— Te dije que hoy quería una amiga —me recuerda, luego bebe de a pico la botella de vodka.

Arrugo la nariz. El olor de dicho alcohol me dan náuseas.

Termina de beber su largo trago.

— ¿Cómo van las cosas con Mikhail? —pregunta, acomodándose en las escaleras en busca de comodidad.

Lo miro de reojo, luego vuelvo la mirada a la desolada calle.

— Excelentes —admito, sonriendo sin siquiera darme cuenta. Pensar en él me hace sonreír como estúpida—. La verdad es que es adorable.

Se ríe.

— Mírate, pareces enamorada —la palabra enamorada la dice fingiendo una arcada. Ruedo los ojos.

— Estoy en ese proceso —revelo, mordisqueando mi labio inferior.

— Pasaste de algo genial a algo aburrido —sonríe, divertido.

Ruedo los ojos mientras lo miro directamente.

— No es como tu crees. Ese chico al que llamas: «aburrido» —hago comillas en dicha palabra— es un chico perfecto que me ha enseñado que no siempre el amor está donde lo buscas sino que aparece de forma inesperada.

— Estás loca.

Suelto una carcajada.

— Si quieres creerlo, pues bien, entonces sí estoy loca. El amor nos vuelve locos a todos. Aún no lo conoces, supongo.

— Ni Dios lo quiera —se persigna y yo tuerzo una mueca.

— No seas ridículo. Algún día te enamorarás y yo tengo qué estar ahí en primera fila para verlo y decirte: te lo dije.

— Pues esperas sentada para que no te canses —aconseja, haciéndome soltar un bufido.

Dios mío, por favor, tienes que bendecirme y hacer que mis ojitos vean a Nomar enamorado.

— ¿Puedo preguntarte algo? —pregunta después de un par de segundos en silencio, luego bebe de la botella.

— Ya lo estás haciendo —uso sus mismas palabras, haciéndolo sonreír.

— ¿Cuándo dejaste de sentir cosas por mí?

Los anteriores tragos se revuelven en mi estómago.

Doy un suspiro largo antes de comenzar.

— No lo he dejado —admito, mirando su reacción la cual se queda en nada—. Pero no significa que quiero volver a tener algo contigo. Estoy bien ahora, mis emociones están estables, mi mente está estable, yo lo estoy, y no hay nada mejor que encontrarse bien con uno mismo.

Lame sus labios mirando a la calle.

— Soy caprichoso —admite en un susurro bajo—, acepto que te quiero para mí.

— Ya sabes que no me tendrás ¿cierto?

— Lo sé —asiente sin siquiera apartar la vista de la calle—. Y quiero aclarar un par de cosas.

Lo oigo suspirar y observo como se voltea hacia mí. Repito el procedimiento y lo miro, ansiosa y nerviosa por sus palabras.

— No quería lastimarte —dice sin apartar la vista de mí.

— Lo hiciste —le hago saber pero no en tono de reproche, solo lo digo.

— Lo lamento —sonríe, luciendo cansado—, intentaba no lastimarte de un modo pero terminaba haciéndolo de otro. Lo siento tanto, Natalie.

Siento que mi corazón va lento, demasiado que siento que se detiene.

— No te preocupes —las palabras se atoran en mi garganta—. Ya estoy bien.

— Lo sé. Estás sanando —suspira y dirige sus labios nuevamente a la botella—. Cuando te dije que te quería lo dije en serio.

Lo miro de soslayo. Tiene los ojos fijos en la calle oscura, yo me enfoco en mis pies envueltos en unas pantuflas de cerdito. Este momento es el que ambos habíamos estado esperando desde siempre. Sobre todo yo.

— Todo lo dije en serio —continúa, haciendo que mi estómago parezca una fiera descontrolada. Siento ganas de vomitar—. Cuando te besaba lo hacía porque quería, cuando te tocaba lo hacía porque lo necesitaba, te necesitaba...

El silencio reina entre nosotros, yo no soy capaz de responder a ninguna de sus palabras. Ya no es igual. No lo siento igual, y lo peor de todo es que no puedo volver a confiar en él...por lo menos no ahora.

— Te necesito —corrige en medio de un susurro que supongo que creyó que yo no escucharía pero escuché gracias a mis dotes auditivos.

Gracias Dios, nunca me habían servido tanto como hoy.

Mi piel se eriza ante sus palabras, siento que tengo ganas de llorar. Lamo mis labios, nerviosa. Yo soñaba con escuchar eso, necesitaba escucharlo, pero creo que todo cambió.

— Yo ya no te necesito —respondo segura, para luego voltearme hacia él.

Él alza su mirada, enfocándome con sus iris achocolatados, mirándome fijamente sin siquiera pestañear.

— Y eso es lo que más me duele —musita con una sonrisa triste para luego ponerse de pie.

Lo miro estirarse levemente de espaladas a mí, tiene la botella de vodka con el contendido por la mitad en su mano derecha.

— Qué no quiera nada serio no significa que no te quiera a ti —dice bajito, girandose hacia mí.

Mi corazón se acelera cuando lo veo acercarse.

— Y te querré toda mi vida por el simple hecho de que no puedo tenerte.

Besa mi frente con suavidad y luego me sonríe de lado.

— Fue un gusto charlar contigo, Natalie —se despide y comienza a caminar, pero se detiene a unos dos metros—. Gracias por esta noche ser mi amiga.

Y con esas palabras finales, lo veo alejarse de mi casa.

N/A:

Cuéntenme ¿Qué les pareció el capítulo?

Ay, admito qué quería que llegáramos a este cap. Fue una conversación muy intensa y creo que necesitada por ambos.

En fin, espero que les haya gustado y en serio lamento por todas las lectoras que pensaban que el regalo de Nat para Mikhail era su virginidad JAJAJAJA.

Los I love u 💛.

Continue Reading

You'll Also Like

75.3K 6.8K 36
NO leer esta historia si no has leído la primera parte, " El chico del autobús ". »Vivo de tu recuerdo, amor« Tras la muertes de sus seres queridos...
214K 23.6K 35
Bam Bam renunció a una parte de su vida. Bam Bam odia conocer a nuevas personas. Bam Bam tiene el corazón roto. Pero Bam Bam no se ha rendido en el a...
836 123 9
• •.°✦ •.° ❝ 𝘉𝘶𝘵 𝘐'𝘮 𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘦𝘱, 𝘪'𝘮 𝘢 𝘸𝘦𝘪𝘳𝘥𝘰. 𝘞𝘩𝘢𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘦𝘭𝘭 𝘢𝘮 𝘐 𝘥𝘰𝘪𝘯' 𝘩𝘦𝘳𝘦? 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘣𝘦𝘭𝘰𝘯𝘨 �...
215K 15.6K 52
Amar a alguien que no se da cuenta de que existes es duro. Estar enamorado dealguien que está enamorado de otra persona es aún más duro. Pero cariño...