Los labios de Mikhail se sienten suaves y delicados, es un roce de labios debido a que ninguno de los dos se atrevería a profundizar el beso.
No puedo terminar de definir nuestro extraño primer beso porque alguien me separa de Mikhail, jalándome por el codo.
Me doy vuelta con brusquedad y me encuentro con la mirada furiosa y confundida de Nate.
Mierda, olvidaba que él estaba aquí. Nos alejamos unos metros de la camioneta.
— ¿Qué fue todo eso? —pregunta con notable molestia.
— Un beso ¿no te parece? —respondo con ironía.
— No estoy bromeando, Nat. Quiero la verdad y la quiero ahora —exige, hablando bajo para que nadie pueda escuchar.
Muerdo mi labio. Será mejor decirle la verdad —que en realidad es una mentira— para que no hayan mal entendidos.
— ¿Quién es él? —mira por encima de mi hombro a Mikhail, quien está tras de mí.
Miro de reojo y casi se me acaba el aire de los pulmones. Mikhail y Nomar están discutiendo. A estos dos no los puedo descuidar un minuto porque ya están peleando.
Devuelvo la vista a Nate.
— Se llama Mikhail y es mi novio.
Su cara se convierte en un poema bastante divertido.
— ¿Tú qué? —pregunta, incrédulo. La verdad entiendo cómo se siente, nunca he tenido novio y debe estar realmente confundido.
— Novio, Nathan. N-o-v-i-o —deletreo.
— Sé lo que es un maldito novio, Natalie —me aclara—. Lo que no sé es como ocurrió esto.
— Las personas salen, se conocen y terminan en una relación.
Como si de verdad eso hubiera pasado entre Mikhail y yo en vez de una propuesta inesperada y extraña que nos enredó en todo este lío.
— ¿Desde cuándo es todo esto? ¿mamá lo conoce? ¿Por qué no me habías dicho nad...
— Nathan, si no me dejas hablar con tantas preguntas ¿cómo crees que responderé alguna de ellas? Tranquilo, te lo diré todo pero hoy no, de verdad tengo mucha hambre y quiero irme.
— Te llevo —se ofrece.
— De hecho iré a almorzar con Mikhail. No te preocupes, él me llevará a casa.
— No confío en él —por fin admite, sonando un tanto receloso. Sonrío.
— No lo conoces, Nate. Es todo un amor.
— Solo quiere tener sexo contigo, Natalie —dice de manera muy directa. Río en mis adentros. Lo último que quiere Mikhail es acostarse conmigo, creo.
— No es cierto, Nathan. Deja de inventar películas en tu cabeza.
— Todos los hombres tienen sexo con sus novias. ¿Tienes sexo con él? —pregunta serio. Los colores se me suben al rostro y siento que la cara me va a estallar.
— ¡No! —niego con rapidez—. Solo nos estamos conociendo, Nathan. Es todo.
— No puedes tener sexo con él, Nat. Eres una niña.
— Puedo tener sexo con quien quiera —digo a la defensiva—, además, te recuerdo que tengo diecisiete años.
— Eso no tiene nada que ver, eres una niñita.
Ruedo los ojos.
— No quiero seguir hablando de esto.
— Es importante que estés informada, Nat, y…
Un ruido seco nos deja en silencio. Me doy vuelta con el corazón en la boca y confirmo que sí es lo que yo pensaba.
Nomar y Mikhail están golpeándose.
Quedo en shock, los gritos de las personas que comienzan a arremolinarse a su alrededor me hacen despertar de mi trance. Ellos están golpeándose.
Corro a donde se encuentran, separando a la masa de personas que no me dejan pasar. Nomar está sobre Mikhail golpeando su cara con fuerza. Si sigue así le va a desfigurar el rostro.
— ¡Basta! ¡Ya basta! —grito desesperada—. ¡Nomar para, por favor!
Grito al borde de las lágrimas, lo está lastimando.
— ¡Alguien ayúdenme! —me acerco a ellos con la intensión de separarlos pero es inútil.
No encuentro una razón lógica para esta pelea, sé qué ninguno de los dos se agradan, pero no es para tanto, no a estos extremos.
Shawn se acerca a mí e intenta separar a Nomar de Mikhail, Nathan lo sigue.
— ¡Apresurense! —grito con todas mis fuerzas. La cara de Mikhail esta repleta de sangre. Ante esa vista comienzo a llorar.
Nathan y Shawn logran separarlos.
Nathan se lleva a Nomar lejos de mi vista. Yo me arrodillo frente a Mikhail. Su nariz está sangrando, tiene una ceja partida junto a la comisura derecha de sus labios.
Él me mira, sus ojos sin dejar ese brillo que los caracteriza. Me sonríe.
— ¿Estás llorando por mí? —pregunta juguetón. Asiento con rapidez secando mis lágrimas.
— Debe verse patético —digo en medio de una risa nerviosa.
— Estoy bien —asegura poniéndose de pie con ayuda de Shawn.
— Vamos a un hospital ¿sí?
— Te he dicho que estoy bien, Nat. Tranquila —me sonríe.
Asiento.
— Voy por un botiquín en enfermería —informo, comenzando a caminar hacia las escaleras.
El torbellino de personas que estaban presenciando la pelea se ha dispersado, incluyendo al mal nacido de Nomar. ¿Quién habrá iniciado la pelea y con qué fines? No lo entiendo.
Entro en enfermería y mi corazón da un vuelco al ver a Nomar sentado en una camilla siendo atendido por la señora Rue —enfermera de la institución— quien está pasando un algodón con alcohol por encima de su comisura rota.
Toco la puerta para hacerme notar. La señora Rue voltea y me ofrece su sonrisa cálida tan conocida. En cambio, Nomar no levanta la cara, se encuentra con la mirada en el suelo.
— ¿Se te ofrece algo, Natalie? —pregunta con ese tono maternal que la caracteriza.
— Hola, Rue. Necesito un botiquín de primeros auxilios para —intento que la palabra novio fluya de manera natural—...mi novio.
La espalda de Nomar se tensa de una manera notable.
— ¿Qué le pasó, cielo? —pregunta con preocupación mientras arroja un algodón cubierto de sangre en la basura.
Froto mi brazo.
— Tuvo una pelea.
Sonríe mientras niega.
— ¿Acaso tiene que ver algo con Nomar?
Asiento, mirando al mencionado quien aún no me mira.
— Voy por él, querida —informa, saliendo del pequeño cubículo al cual llamamos enfermería.
Cuando por fin me encuentro sola con Nomar, doy un par de pasos hasta quedar frente a él. Tiene los codos apoyados sobre sus rodillas y con sus manos sostiene su cabeza.
— ¿Por qué lo hiciste? —pregunto, serena. Intento que no se note en mi voz lo furiosa y decepcionada que me siento en este momento.
No hay respuesta, solo se escuchan nuestras pasivas respiraciones.
— Nomar, respóndeme por favor —suplico intentado hacer desaparecer el nudo que se está formando en mi garganta.
— ¿No es obvio, Natalie?
No me mira a la hora de formular la pregunta.
— No, no lo es.
— Por ti —acepta, confirmando mis sospechas.
Por mí. Un cosquilleo en mi estómago se activa.
— En serio, no puedo entenderte —admito en voz alta.
No hay respuesta, solo un frío y triste silencio.
— ¿Qué es lo que sientes realmente por mí?
Ya no puedo seguir en esto, es tóxico para mí. De verdad necesito aclarar mis dudas, y él es el único que puede aclararlas. Necesito saber qué es lo que le pasa, que es lo que nos pasa.
— No lo sé —responde en un susurro, más para el mismo que para mí.
— ¿Cómo que no lo sabes, Nomar? —pregunto con desesperación. Necesito que diga que siente.
— ¡Qué no lo sé, maldición! —expresa, frustrado.
Lo miro con confusión. Alza la mirada dejándome ver sus lindos ojos chocolates que expresan miedo, temor.
— No sé qué es lo que siento por ti, Natalie.
— Nomar —susurro de manera tranquilizante. Entiendo su miedo, yo también tengo miedo de saber su respuesta...pero necesito saberlo.
Me acerco a él y acuno su rostro entre mis manos. Lo miro. La intensidad de nuestras miradas me da un leve nerviosismo que ignoro, siempre ignoro todo cuando se trata de él.
Acaricio su rostro con mi pulgar con suavidad, él recuesta su cabeza en mi pecho.
— Dime ¿Qué es lo que sientes? —cuestiono. Su espalda subiendo y bajando con suavidad al compás de su respiración.
Deja salir un suspiro.
— No sé cómo explicarlo con palabras.
— Sólo...haz que yo lo entienda, por favor —digo, alejándolo un poco de mi pecho para poder mirarlo.
— No sé qué es lo que siento, Nat —acepta, separándose por completo de mí—, solo sé que al hacer esto...
Me jala hacia él. Lo observo, llena con confusión. Eso me tomó desprevenida.
— Quiero quedarme así por siempre —continúa, dejándome anonada. No soy capaz de decir nada—. Quiero que esos ojos insolentes solo me miren a mí... —pone uno de los mechones de mi cabello detrás de mi oreja—, quiero hacerte sentir miles de sensaciones. Sólo sé que cuando hago esto...
Se acerca a mis labios y me besa, cierro los ojos para disfrutar de la placentera sensación. Me besa, me besa como nunca antes, no hay lujuria, no hay pasión, solo es un beso, un beso dulce que nunca esperé de su parte.
— Quiero besarte en todo momento —termina la oración separándose de mis labios.
Quedo anonada, más que anonada, embobada. ¿Eso acaba de salir de Nomar? En pocas palabras dijo qué...
— Aquí está —interrumpe Rue, entrando por la puerta con el botiquín en sus manos. Me separo de Nomar.
— Gracias —agradezco, acercándome a ella para tomar el botiquín.
— Espero que tu novio esté bien —desea Rue luego de entregarme el botiquín, encaminándose a examinar a Nomar.
La realidad me golpea de frente. Mikhail está afuera esperando por mí. Le echo una última mirada a Nomar pero él no me mira, su atención está fija en la enfermera.
Me doy vuelta y me voy.
No puedo creerlo. Él siente algo.
Él siente algo por mí.