Alianza Forzada. Cherik. Wolv...

By midhiel

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Erik Lehnsherr, líder de Genosha, debe casarse y engendrar un vástago que continúe su linaje. El consorte ele... More

Capítulo Uno: Sacrificio
Capítulo Dos: Responsabilidad
Capítulo Tres: El Encuentro
Capítulo Cuatro: Ansiedad
Capítulo Cinco: El Secreto
Capítulo Seis: El Primer Beso
Capítulo Siete: El Enlace
Capítulo Ocho: Regreso
Capítulo Nueve: La Unión
Capítulo Diez: El Destierro
Capítulo Once: Bridgecotton Moor
Capítulo Doce: Despertar
Capítulo Trece: Aprender
Capítulo Catorce: Ámbar
Capítulo Quince: Primera Misión
Capítulo Dieciséis: La Noticia
Capítulo Diecisiete: La Interrupción
Capítulo Dieciocho: Nueva Misión
Capítulo Diecinueve: Revelación
Capítulo Veinte: El Contacto
Capítulo Veintiuno: Otro Sacrificio Más
Capítulo Veintidós: En El Hospital
Capítulo Veintitrés: Limando Asperezas
Capítulo Veinticuatro: Descubrimiento
Capítulo Veintiséis: Ayuda Desde Arriba
Capítulo Veintisiete: Llegada Por Partida Doble
Capítulo Veintiocho: Conexión
Capítulo Veintinueve: Misión Cumplida
Capítulo Treinta: Epílogo

Capítulo Veinticinco: La Propuesta

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By midhiel


Alianza Forzada

Este fanfic participa del evento de la semana Cherik (del 3 al 9 de junio) para celebrar a nuestra pareja favorita. Le añado el hashtag "#Cherikweek2019"

Muchas gracias a @KiKaLoBe, por su ayuda.

Capítulo Veinticinco: La Propuesta

Los Xaviers quisieron que sus hijos regresaran a Genosha en el avión familiar junto con su yerno y Peter, y el resto del equipo volvería en el helicóptero. Pero Raven prefirió hacerlo con sus amigos y en cuanto a Peter, cuando le dieron a elegir entre volar con su familia o con Logan, por obvias razones escogió al lobo. Se sentó a su lado y todo el viaje se las pasó recostado contra su hombro. Se levantó algunas veces para recorrer la nave y gastar energía pero regresaba pronto al lado de su novio.

Charles estaba exhausto y cuando alcanzaron la fase de crucero, se recostó en la cama que había en el fondo de la aeronave. Cerró los ojos y se durmió. Una hora después lo despertaron movimientos incómodos de sus hijos. Eran potentes y le dolían. No quiso asustarse ni asustar a Erik, que estaba sentado en uno de los asientos leyendo de espaldas a la cama. Cerró los ojos y trató de conciliar el sueño otra vez.

Erik intentaba leer pero su mente estaba en todo lo que habían vivido. Peter, Charles y los gemelos estaban a salvo. Se había reconciliado con su suegro y el proyecto estaba cancelado por el momento. Lo preocupaba el tal Cráneo Rojo pero sabía que el equipo X-Men podría detenerlo. Cerró el libro y se frotó la frente. Volteó hacia Charles, que se había dormido otra vez. Sonrió. Mas enseguida recordó cuánto Emma los había lastimado. Ahora estaba muerta gracias a Scott pero él no se había vengado.

Charles había obrado maravillas en Erik al punto de convertirlo en un hombre sosegado y feliz. Sin embargo, su deseo de castigar a sus enemigos seguía latente. Al no haber intervenido en la muerte de Emma Frost, Erik sentía que les había fallado a Charles, a Peter y a los hijos que estaban esperando. Se apretó con fuerza el ámbar de su collar. Cerró los ojos y suspiró para tranquilizarse.

Horas más tarde, aterrizaron en Genosha.

...................

El obstetra y Azazel le recomendaron a Charles que descansara un par de días para recuperarse. Las criaturas se encontraban saludables, él estaba saludable también, pero necesitaba reposo.

Azazel reparó en el cambio en su hijo ya cuando lo saludó y en la confianza de su departamento, el joven le confió lo que le pasaba con Warren. Azazel se alegró. Cuando su esposa aún vivía, se habían planteado el problema que podía resultar para Kurt encontrar una pareja en un mundo de homo sapiens donde la apariencia valía demasiado. Ahora sabía que había un mutante enamorado de él y eso lo tranquilizaba como padre.

Cuando Raven bajó del helicóptero, Azazel saludó a Erik y Charles con cariño. Sin embargo, al momento de abrazar a la joven sintió una comezón que no había sentido en mucho tiempo. Dentro del castillo y feliz con la noticia de Kurt, la invitó a cenar. Ella aceptó complacida. Había una taberna en el centro de Genosha que hacía las veces de restaurante y allí fueron esa noche los dos para comer. Se divirtieron. Cuando cada uno regresó a sus aposentos en el castillo, tenían una sonrisa tonta.

Charles descansó los dos primeros días y solo recorrió sus aposentos y los de Erik. El vientre le había crecido. A cada rato se conectaba con las criaturas y las sentía tranquilas.

Al tercer día salió al jardín para estudiar algunas plantas porque la tarde anterior había leído un libro interesante de botánica. Se inclinó con cuidado para observar un tallo y sintió una punzada en la barriga. Se apretó los dientes para no gritar y se asustó.

Sean estaba cerca vigilándolo y se le acercó preocupado y presuroso.

Charles se presionó con una mano la parte baja del abdomen exactamente donde le habían hecho la incisión del aborto, y con la otra se recargó contra el hombro del soldado.

-Llévame adentro – le ordenó y respiró profundo.

Sean lo sostuvo y entraron despacio. Lo ayudó a acostarse en la cama y llamó al médico por el teléfono de la habitación. Después a Erik, que corrió al dormitorio de su esposo. Cuando llegó, el obstetra lo estaba examinando.

Charles vio que Erik entraba y se tranquilizó un poco. Magneto se sentó en el colchón junto a él y le apretó una mano. Cuando terminó el examen minucioso, el médico anunció.

-La cirugía a la que lo sometieron más de medio año atrás, no terminó de cicatrizar todavía internamente. El crecimiento y el movimiento de los fetos tensa la herida y ese es el motivo del dolor.

-¿Puede abrirse o desgarrarse? – quiso saber Erik preocupado.

-Lo más conveniente es que hagas reposo por el resto del embarazo, Charles – dictaminó el galeno. Charles asintió obediente -. Nada de movimientos bruscos, agotamiento ni tensión. No es necesario que permanezcas en la cama. Puedes caminar por tus aposentos pero poco y con mucha tranquilidad. También te daré una dieta.

El telépata iba a preguntar si sus hijos corrían peligro pero era tanta su ansiedad que prefirió leer directamente al médico. No corrían peligro por el momento pero tenía que cuidarse. Esto lo alivió y transmitió su calma a su esposo.

Después de un par de instrucciones más, el obstetra se retiró y Sean salió con él para dejar sola a la pareja.

Apenas quedaron solos, Erik abrazó a Charles y le estampó un beso en la cabeza. Lo apretó con fuerza y lo retuvo contra su cuerpo. Charles se sintió consolado y lloró. Erik cerró los ojos y soltó un par de lágrimas.

-Voy a quedarme contigo y los dos caballitos toda la mañana, amor – le prometió y lo presionó contra su pecho -. Lo que quieras, lo que necesites, cualquier cosa, solo pídemelo.

Charles comprendió sin leerlo que su esposo lo hacía para consentirlo y porque era la manera que encontraba de protegerlo. Estando solícito a su lado, mimándolo, sentía que lo cuidaba. Por eso asintió sin dejar de llorar.

Erik se dio cuenta de que el llanto prolongado no era saludable en su estado y buscó la forma de consolarlo y levantarle el ánimo.

-De los nombres estrafalarios que aportó Peter hubo uno que me encantó – su táctica surtió efecto porque Charles dejó de llorar y apartó la cabeza de su pecho para mirarlo, interesado -. Me gustó Wanda, si hay una niña.

-Me gusta también – congenió Charles y se pasó la mano por los ojos -. Pero yo había pensado en otro nombre para una niña.

-¿A ver? – lo incentivó Erik, feliz de que su técnica resultara.

El telépata deshizo el abrazo para tocarse y observase el collar.

-Me conmovió cuando me contaste la historia del alhajero de tu madre – recordó -. Por eso quería que llamáramos Amber a alguna niña.

Erik rio, emocionado. Su Charles tenía ese talento para recordar detalles especiales como esa anécdota y lo tenía a él siempre presente.

-¿Qué opinas de Wanda Amber?

-Me parece perfecto, Erik.

Se besaron y abrazaron otra vez. Charles se había tranquilizado.

-Tendremos que buscar nombres para un niño – opinó el telépata, ya sonriendo. Erik se alegró -. Tengo la lista en el cajón de la mesa de luz y. . .

Charles apenas hizo el ademán de moverse para abrirlo y su esposo se le adelantó presuroso. Sacó el pequeño anotador donde el telépata escribía cada nombre. En la última hoja estaban los aportes de Peter, que, a excepción de Wanda, había donado nombres rimbombantes algunos, otros impronunciables. Ni su padre ni padrastro sabían de dónde los sacaba, pero el joven sostenía que los elegía especiales porque sus hermanos serían especiales.

Erik hojeó el anotador.

-Todavía nos quedan cuatro meses, Charles. Pero con lo rápido que pasa el tiempo, tendremos que empezar a depurar la lista pronto.

El telépata se acarició la barriga.

-¿Crees que serán un niño y una niña?

Magneto lo abrazó y acurrucó contra su abdomen.

-No tengo idea, amor. Tú tampoco puedes hacerlo porque les lees las mentecitas, no el género. ¿Qué te parece si hasta que nazcan y lo sepamos los seguimos llamando caballos?

-Caballitos – corrigió Charles.

Su esposo le besó la mejilla.

-Caballitos serán – asintió -. Y tú, mi caballo de mar que puedes portarlos.

-¡Erik! – rio.

-No es broma – se defendió -. Los caballos de mar gestan a sus crías.

Charles giró la cabeza y lo besó en la boca. Primero despacio, después con efusividad. Erik lo tomó de las mejillas y le apretó los labios. Apenas lo soltó para tomar un poco de aire. Se miraron y sonrieron. Magneto comentó que era conveniente que Charles descansara un rato y se recostó en la cama con él, invitándolo a usar su pecho a modo de almohada.

-Sabes, Erik – bostezó -. Con esto del reposo no podré conectarme a Cerebro por al menos cuatro meses.

-No, amor, y espero que ni se te ocurra hacerlo.

-Por supuesto que no – suspiró Charles y cerró los ojos. Su esposo le acariciaba el pelo -. Pero era el medio que teníamos para localizar a Cráneo Rojo.

-No importa, encontraremos otra manera de dar con él – le apoyó la mano sobre el vientre -. Ahora tienes que pensar solo en estos dos caballitos, mi caballo de mar.

Charles rio con ternura sin abrir los ojos.

-Quería ayudarte a capturarlo porque quiero ayudar a los nuestros y detenerlo.

-¿Sabes cuánto ya has ayudado, Charles? – le recordó Erik con suavidad -. ¿A cuántos de los nuestros ayudaste con Hank al crear a Cerebro? Ahora tienes la misión más importante, amor – le acarició la barriga -. Traer a nuestros hijos al mundo. Uno de ellos guiará a los hermanos mutantes y así, mi Charles, estarás cumpliendo tu segunda misión más importante.

-¿Cuál es la primera? – preguntó ya casi dormido.

-Hacerme la persona más feliz con solo estar a mi lado – y le besó la cabeza con fuerza.

En medio de una sonrisa, Charles terminó de dormirse. Erik le siguió acariciando el vientre para relajarlo y sentir a las criaturas y aunque no concilió el sueño, descansó con los ojos cerrados.

..................

A la mañana siguiente, Peter y Logan recibieron la visita de Marie en el despacho. Mientras que Howlett firmaba unos papeles, el joven se sentó con la niña en el sofá para conversar. Él le contó del rescate de la señora Xavier aumentando notoriamente su papel en la misión y adjudicándose hechos que Wolverine, al escucharlo, enarcaba una ceja.

Marie se interesó en el entrenamiento que Peter había recibido para ser miembro del equipo X-Men.

-Cuando sea mayor de edad, voy a ver la manera de que me acepten también – se entusiasmó Marie -. ¿Sabes? Con mi poder podría ser una gran guerrera y hasta podría tener mi propio alias: ¡Rogue!

-¡Está bueno! – la felicitó Peter -. ¿Cuál podría ser el mío?

-Eres rápido así que – lo pensó -. ¿Cómo se llamaba ese elemento que vimos en química? ¿Ese plateado que se mueve rápido?

Pero Peter poco y nada había estudiado así que no sabía de lo que hablaba.

Logan iba a intervenir con "mercurio" cuando oyeron el timbre. Era extraño porque esa mañana él no tenía agendada ninguna visita.

Peter saltó y como el elemento químico, llegó veloz hasta la puerta y abrió. Se sorprendió de ver a su padre.

-Hola, papá. ¿Vienes por Logan?

-¿Qué tal, Peter? – lo saludó distraído. Se notaba que algo lo preocupada -. Sí, quiero platicar con él.

Peter guio a su padre hasta el despacho aunque Erik conocía el lugar de memoria. Wolverine se puso de pie para saludarlo y cerró la carpeta. Le ordenó al joven que llevara a Marie a la cocina e invitó a Erik a sentarse junto a la licorera, en el rincón que tenía para recibir visitas relajadas. Magneto se echó en un sillón y se frotó el rostro.

-¿Qué ocurre, amigo? – lo apremió Logan a hablar, mientras le pasaba un vaso con whisky y se sentaba con el suyo en un sillón enfrentado.

-Peter te habrá contado que ayer el médico dictaminó que Charles tiene que guardar reposo – comenzó Erik, dando por supuesto que su hijo tenía que haberle ya dado la noticia. Howlett asintió -. No hay gravedad por el momento y pasé todo el día de ayer con él, hoy me levanté y cuando estaba trabajando, no pude dejar de pensar, Logan.

-¿Pensar en qué?

Erik se puso de pie y caminó en círculo alrededor del ambiente. Logan lo conocía bien y comprendió lo ansioso que estaba.

-¿Cómo lo hiciste, lobo?

-¿Hacer qué, Erik? – Wolverine se estaba preocupando e impacientando y bebió de un solo sorbo.

Magneto se detuvo y lo miró.

-¿Cómo viviste tanto tiempo y sufriste tantas pérdidas? – soltó al fin -. Conociste mucha gente, te relacionaste, amaste, tuviste una familia, y a lo largo de más de cien años tuviste que perder a esas personas. ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo aprendiste a lidiar con eso?

Logan suspiró. Ahora entendía la ansiedad de su amigo.

-Temes perder a Charles.

Erik asintió y regresó a su asiento. Respiraba profundo para no quebrarse.

-Me pasó hoy, mientras trabajaba – confesó -. De repente miré mi reloj y recordé que ayer a esa misma hora, corría a la habitación de Charles. No sé por qué lo asocié con el momento en que me enteré de que Peter había nacido. Lo supe días después porque su madre estuvo convaleciente por tres antes de morir, y cuando llegué acababa de fallecer. No tenía un vínculo profundo con ella pero le tenía afecto – se apretó los ojos con los dedos para refrenar la emoción -. Sufrí por ella.

Logan miró hacia la puerta que guiaba al pasillo hacia la cocina. No quería que Peter escuchara y estaba bastante lejos.

Erik continuó, ahora con la voz casi quebrada.

-Pero con Charles. . . no puedo imaginar que algo le suceda a Charles y ayer, Logan, estaba vulnerable en la cama mientras lo atendían. Lloró cuando lo abracé más tarde. Se durmió sobre mi pecho y estaba vulnerable. . .

-¿Peter no sabe que Charles corre peligro? – se asustó Logan -. Porque no me dijo nada y yo no sabía.

-No corre ningún peligro – contestó Erik con énfasis -. Pero la situación que vivió ayer, creo que por eso pensé hoy si corriera peligro, si algo le pasara.

Wolverine lo miró intensamente. Ahora recién lo comprendía. Erik tenía miedo de que algo le sucediera a Charles y el susto del día anterior había sacado a flote ese miedo, que quizás siempre había estado en su inconsciente.

-Mira, amigo. Lo amas tanto que temes perderlo y te formas miedos imaginarios. Charles está sano y salvo – Erik suspiró y asintió -. En cuanto a ayudarte a lidiar con eso – se encogió de hombros -. No sé, nunca soporté una pérdida así. Quiero decir, perdí a mi familia, a mis padres, perdí amigos, gente que me importaba, gente con la que estaba vinculado pero como no amé hasta ahora como amas tú a Charles, no puedo ayudarte – le sonrió compasivo.

-Sufrimos los dos con la criatura que nos quitó Emma – rememoró Magneto con furia y dolor -. Si algo llega a pasarle a estas dos, que ya las conocemos, que están crecidas, que son tan esperadas. . .

-Pero están a salvo – lo detuvo Logan antes de que siguiera torturándose -. Tu esposo debe guardar reposo y cuidarse pero tu familia está a salvo, Erik.

Magneto volteó hacia la puerta que guiaba a la cocina.

-Cuando estaba en el hospital y Peter corría peligro, sabes, no puedo acordarme qué pensaba, qué sentía en la sala de espera. Pienso que era tanta mi angustia que lo olvidé todo. Porque amo a Peter, amo a Charles, amo a los caballitos – Logan se atoró al oír el apodo y carraspeó con disimulo. En el fondo, le pareció tierno -. Amo a mi familia, lobo.

-Lo sé y por eso te apoyé tanto cuando quisiste fundar Genosha, Erik – admitió Wolverine -. Tú eras el líder indicado porque sé la clase de persona que eres.

Erik se preguntó por qué ahora estaban platicando de su liderazgo en la isla. Suspiró. Pero no importaba porque después de desahogarse ahora se sentía más tranquilo.

Logan añadió.

-Dije antes que no podía ayudarte porque no amé como tú hasta ahora. Vas a asombrarte pero en más de cien años es la primera vez que me enamoro.

-De Peter.

-Así es – asintió el lobo -. Mira, Erik. Mi consejo es que no te preocupes donde no hay problemas. Quiero decir que si Charles y tus hijos y me refiero a los tres, Peter incluido, están sanos y salvos, solo Charles necesita hacer reposo, disfrútalos y disfruta del momento – hizo silencio y agregó -. Ya habrá tiempo para preocuparse. Me refiero a ese Cráneo Rojo y los Centinelas.

-Tienes razón – admitió Magneto y se puso de pie. Estudió el lugar -. Así que en este espacio te robaste el corazón de mi hijo – comentó, mitad en broma y mitad en serio. Ya habían discutido, conversado y digerido el asunto -. Creo que es un sitio acogedor – concluyó para dar por finalizado el tema.

Logan asintió y se levantó para acompañarlo hasta la puerta. Erik regresó al castillo y él se dirigió a la cocina a buscar a Peter y a Marie, que estaban entretenidos saboreando golosinas y licuado.

...............

Charles había pasado media década confinado en su casa por el trauma de Bridgecotton así que estar encerrado en sus aposentos no le resultó tan fastidioso. Además sabía que lo hacía por sus hijos. Erik era solícito y, a veces, hasta asfixiante pero lejos de molestarle, lo hacía reír. Era gratificante sentirse amado y protegido por su esposo. Las semanas pasaron volando. Pocas veces estaba solo porque si Erik no se encontraba con él, tenía a Sean cuidándolo y a sus amigos y hermana visitándolo.

Al mes de guardar reposo, Hank le trajo una propuesta: él seguía investigando la creación de los Centinelas con los documentos que la CIA le había aportado, pero le faltaban detalles que escapaban a la ingeniería y entraban en el campo de la genética. ¿Cómo esas máquinas estaban preparadas para identificar mutantes? ¿De qué manera reconocían el gen? ¿Cómo los discriminaban?

Charles era un genetista reconocido y la persona adecuada para ayudarlo. Entusiasmado, el telépata lo consultó con su esposo. Trabajaría con Hank por las mañanas, o, solo pero sería un esfuerzo mental, no físico que él estaba en condiciones de afrontar. Cooperaría para combatir y defender a los mutantes de los robots. Erik se mostró de acuerdo siempre y cuando Charles no se cansara y supiera manejar sus tiempos. Claro que él le replicó con énfasis que jamás de los jamases pondría en riesgo su embarazo. Erik le respondió con un beso para calmarlo y rieron.

Hank se entusiasmó con la ayuda de Charles. Si no podían localizar por el momento a Cráneo Rojo, podrían estudiar el funcionamiento de las máquinas y prepararse para un posible enfrentamiento.

Regresaba un mediodía con las carpetas a su laboratorio. Había dejado a Charles almorzando con Raven en sus aposentos. Se acomodó los anteojos en el puente de la nariz y vio a Scott por el pasillo que conducía al elevador.

-¿Cómo estás? – lo saludó Summers.

-Bien, gracias, general – le respondió Hank extrañado. Es que no tenía un trato tan personal con el militar para que lo tuteara y eso lo asombró -. ¿Cómo está usted?

-No hay motivos para tanto formalismo, Hank – lo sorprendió Scott otra vez -. Quería que platicáramos porque necesito tu ayuda.

-¿De qué se trata? – inquirió, acomodando las carpetas en sus brazos.

-Se trata de mi hermano Alex.

Hank hizo una maniobra rápida para que los papeles no se le cayeran. Scott tenía rápidos reflejos y lo ayudó.

-¿Qué pasa con él? – preguntó McCoy y pasó saliva.

-¿Por qué no seguimos caminando? – invitó el general -. Supongo que estás por bajar a tu laboratorio.

-Sí, por supuesto.

Entraron los dos en el ascensor. Scott se mantenía serio aunque claro que su mirada era siempre un misterio con esas gafas oscuras. Hank apretó el botón que los bajaría al sótano y el elevador se puso en marcha.

-Mi hermano está haciendo una carrera brillante en ese hospital neoyorquino, que atiende a nuestra gente.

-Así parece, sí.

-Pero yo no puedo convencerlo de que su lugar está aquí, en Genosha, ayudando a nuestra gente en la isla.

Hank lo miró con asombro.

-Pero él ayuda a los mutantes desde allí. ¿Quieres que venga a vivir aquí?

-¿Tú no estás interesado? – preguntó Scott y le clavó la mirada a través de los lentes negros.

Hank pasó saliva. Ya la mención de Alex lo había tensado y lo molestó que el general quisiera usarlo como excusa para convencer a su hermano de algo que le incumbía solo a Alex.

-¿A qué te refieres? – preguntó con la voz ronca.

Scott se dio cuenta de que lo había incomodado y esa no había sido su intención.

-Lo siento, creo que hablé de más – y se puso rígido. Sacó un papel doblado en cuatro del bolsillo -. Toma, Alex solo me pidió que te lo entregara. No debería haber mencionado lo que mencioné.

Hank tomó la hoja. Las puertas del ascensor se abrieron y él salió. Scott permaneció adentro, hizo un ademán con la cabeza para despedirlo y apretó el botón para subir. McCoy miró las puertas de metal ya cerradas hasta que oyó que el motor volvía a ponerse en marcha. Desplegó el papel y leyó.

"Perdona que use a mi hermano de intermediario pero no tengo tu dirección en Genosha. Él parece estricto y distante pero créeme que era así cuando crecíamos. Apenas pudimos despedirnos tú y yo cuando regresaste. Me costó darle el alta al jovencito porque supuse que volverías con ellos."

"Llevo años prometiéndole a Scott que visitaría la isla. Ahora que te conocí tengo un buen motivo, si es que tú estás interesado."

Al llegar a la última línea, se le volcaron todas las carpetas. Se ruborizó hasta la nariz. Dejó las hojas desparramadas en el piso y se acercó al escritorio para responder la nota cuanto antes.

Esa misma noche, Hank se cruzó con el general y le entregó una carta en un sobre cerrado. No necesitó explicarle a quién iba destinada.

Una semana después el avión privado de los Xaviers aterrizaba en la pista de la isla y bajaba Sharon para quedarse una temporada con sus hijos. Detrás bajaba Alex.

.......................

Hank estaba en su laboratorio haciendo notas. Esa mañana no se encontraría con Charles porque el telépata estaría ocupado con su madre. Alguien golpeó. Le llamó la atención porque normalmente no recibía interrupciones cuando trabajaba. Dejó los papeles, que estaba anotando, para autorizar el ingreso.

-Hola, Hank – Alex abrió la puerta y lo saludó.

Hank abrió los ojos como platos detrás de los lentes. Se puso de pie y, nervioso, no sabía si invitarlo a sentarse, servirle algo para beber, o simplemente quedarse quieto allí.

Summers caminó hacia el científico resuelto. Era práctico por naturaleza y por su demanda laboral. Había llegado al castillo en la motocicleta de su hermano. Desde que aterrizaran, había observado la isla y la había sentido acogedora. Genosha era tal cual Scott se la había descripto cientos de veces. Sin embargo, su viaje tenía otro objetivo, y si se cumplía, estaba decidido a dividir su trabajo entre el hospital en América y alguna labor en la isla. Podría viajar los fines de semana, o semanas de por medio, no lo sabía. Pero primero tenía que comprobar la razón por la que había decidido el viaje.

-Recibí tu carta y quise contestarte en persona.

Hank bajó la mirada y mentalmente se ordenaba no ruborizarse. Imposible, quedó del color de una manzana. A Alex le pareció adorable. Llegó hasta él y con la confianza que le habían dado las cenas que habían tenido en Nueva York, le apretó una mano. Hank alzó la vista y sus ojos se encontraron. Antes de que Summers reaccionara, fue el científico quien le tomó las mejillas con las manos y le estampó un beso. Alex sabía besar pero para Hank era su primera vez y, a pesar de la cantidad de revistas que leyó al respecto y películas que vio, chocó los dientes contra los labios de Summers.

-¡Perdón! – se excusó veloz. Se echó hacia atrás y vio que Alex tenía el labio hinchado por el golpe. Se ruborizó más -. Lo siento – tartamudeó.

Summers fue rápido y lo besó con fuerza. Si le dolía el magullón, no lo sintió de lo entusiasmado que estaba. Había soñado muchas veces con este momento. Para Hank era su primer beso y lo sintió húmedo y fascinante. Se prolongó varios segundos hasta que tuvo que apartarse para buscar aliento.

-Me encantó que tomaras la iniciativa – confesó Alex.

Hank lo quiso besar de cuenta nueva y Summers inclinó la mandíbula para que sus labios coincidieran. Fue un beso más largo y profundo, y el científico juntó aire para retenerlo por más tiempo. Los dos sentían un cosquilleo suave al ras de la piel. Cuando se separaron, Hank ya no estaba más ruborizado porque se sentía cómodo. Sin saber qué hacer, quiso invitarlo a conocer el laboratorio.

Alex sonrió porque se daba cuenta que ese sitio era especial para el científico y quería compartirlo con él. Hank le mostró los distintos lugares, instrumentos y máquinas. Con confianza le enseñó a Cerebro.

Summers quedó aún más fascinado con Genosha. Esa comunidad estaba construida para proteger y albergar a los mutantes. Se planteó más adelante pensar en alguna actividad para cooperar con la isla. Por lo pronto, el principal objetivo de su visita se había cumplido exitosamente.

..................

Charles y Raven disfrutaron de su madre en los aposentos del telépata. Con ya seis meses de embarazo y reposo estricto, Charles se sentía decepcionado por no poder llevarla de paseo como la última vez, pero Sharon estaba tan alegre con los nietos en camino, que no reparó en eso. Erik hizo un alto para saludarla y cenaron todos juntos, incluidos Logan para acompañar a Peter y Azazel para acompañar a Raven. Kurt también se unió como parte de la nueva familia de la joven y con Peter comenzaron a contar anécdotas en los postres que hicieron reír a todo el mundo.

Levantados los platos, Raven acompañó a su madre hasta la habitación que le habían designado cercana a la suya. Peter y Kurt se retiraron a mirar tele y Charles fue a acostarse a dormir.

Erik invitó a sus amigos a su propia sala para platicar. Se sentaron alrededor de la mesita donde Charles solía apoyar el tablero de ajedrez. Logan dudó sen sacar un habano y Erik le pidió que no lo hiciera, no quería oler a tabaco cuando se acostara con su esposo y Azazel opinó que a Raven tampoco le gustaba el aroma. Eligieron servirse tragos. No querían tocar temas del gobierno pero Howlett tuvo que soltar una idea que se le había ocurrido esa mañana.

-Con respecto al tema de los Centinelas y ese sujeto alemán – comenzó.

-Cráneo Rojo – corrigió Azazel.

-El mismo – continuó Wolverine -. Rastrearlo por Cerebro queda descartado hasta que Charles esté en condiciones y el tiempo apremia, por eso recordé que conocí a un científico, allá durante la Segunda Guerra. Era un pionero en el campo de la ingeniería y yo me interesé en él por mi mutación. Estuve a punto de pedirle que me estudiara porque estaban preparando una máquina para el ejército, un súper soldado o algo así. Sin embargo, a último momento, preferí no contarle de mi mutación. Ustedes, lo saben, mi recelo eterno hacia los no mutantes. Lo cierto es que este científico era una persona honesta y trabajaba para el ejército como Trask, pero ya les dije que este era honesto. Hace tiempo que falleció pero me enteré de que su hijo sigue sus pasos y. . .

-¿Howard Stark? – inquirió Azazel. Había leído de él en revistas científicas. Logan asintió.

Erik no lo conocía pero se interesó.

-Si trabajó en proyectos militares, los Centinelas serían su campo, pero dices que falleció.

-Pero te dije que su hijo sigue sus pasos – respondió Howlett y dio un sorbo -. Yo perdí contacto y el muchacho no me conoce, pero además de científico es empresario, pionero en ingeniería, y pienso que tu suegro puede conocerlo, Erik.

-También Worthington – añadió Azazel, pensando en el consuegro que todavía no conocía.

-¿Y cómo podría ayudarnos? – quiso saber Magneto.

Logan se sirvió un poco más de whisky.

-Como lo están intentando Hank y Charles – contestó -. Con la información que tenemos, Stark podría montar modelos en su laboratorio y ayudarnos.

-¿Estás proponiendo que le demos la información que tenemos a ese científico que no es mutante para que fabrique esas máquinas también? – inquirió Erik en tono de queja -. Se me hace peligroso, Logan. Demasiado peligroso, serían dos homo sapiens con la tecnología para construir esos robots. Él y Schmidt.

-Stark no es como Schmidt – se defendió Logan.

-Te refieres a Howard, pero no conocemos a su hijo – argumentó Magneto y dejó su vaso -. Logan, tú eres más suspicaz con los humanos que yo, nunca te fiaste del senador porque sostenías que no era un mutante y defendería tarde o temprano a su gente.

-Así es, Erik.

-¿Y ahora me propones compartir los datos que tenemos de los Centinelas con un desconocido con los medios para fabricarlos por su cuenta? – insistió Magneto.

Azazel se inclinó en el asiento para observar a Logan con atención. Estaba tan extrañado como Erik por su actitud.

-Escuchen – comenzó a defenderse Howlett -. No digo que vayamos a entregarle todo a Stark, solo digo que lo comentemos con el senador Xavier, a ver qué opina porque de seguro lo conoce.

-¿Me estás proponiendo que confíe en los homo sapiens? – desafió Magneto y se puso de pie -. No, Logan. Esto es un asunto exclusivo de los mutantes. El senador nos ayuda como nexo, igual Worthington, pero no los voy a involucrar a ellos ni a nadie más.

-Erik, déjame investigar – insistió Logan.

-No – decidió Magneto y volvió a sentarse, decidido -. Lobo, tú tanto como yo, sabes lo que los humanos pueden hacernos – y sin darse cuenta, se acarició el brazo donde guardaba el tatuaje de los campos -. Me sorprende que confíes tan abierto y lances esta propuesta. Azazel – lo miró -. ¿Qué te parece a ti?

El consejero midió sus palabras. De los tres amigos, era siempre el más prudente.

-Pienso que si lo que Logan está proponiendo es plantearle esta idea a Xavier, sí – asintió -. Me parece una buena idea.

-Que el senador evalúe – solicitó Wolverine -. Mira, Erik. Pienso como tú que los mutantes tenemos que apoyarnos y defendernos como hermanos, pero también debemos pedir ayuda cuando la situación nos supera. Esto de los Centinelas escapa a nuestros medios y si el senador y otros homo sapiens pueden aconsejarnos, no veo el motivo para no aceptar su consejo.

Erik se volvió hacia Azazel otra vez.

-Piénsalo, Erik – pidió el médico.

Magneto no le respondió pero tampoco negó la oferta. No era una propuesta para tomar a la ligera y quería meditarla.

-Solo quiero saber de dónde sacaste la idea de que el senador nos ayudara como medio para llegar a este científico – le cuestionó Erik -. Tú no eres así, Logan. Eres tan desconfiado como yo.

-¿Quieres saberlo, amigo? – suspiró Howlett -. Fue Peter. Él me lo propuso esta mañana. Sabes, el tiempo pasa y la idea de esos robots fabricándose me preocupa. Hoy estaba en el despacho pensando en eso, Peter me vio preocupado y yo le confié qué me pasaba. Él soltó enseguida que teníamos que pedir ayuda al senador. Yo quise negarme pero me di cuenta de que tenía razón. Estamos atados de manos en este asunto y si la situación nos supera, tenemos que buscar más aliados. Ahora en la cena recordé a este hombre, Stark, y por eso se los quise comentar.

Erik se sintió orgulloso y no dijo nada. Orgulloso de su hijo y feliz de ver lo bien que se llevaba con el lobo. No lo trataba como a un chiquillo sino como a una persona madura.

Azazel consultó su reloj y se puso de pie.

-Gracias por todo, Erik – le pasó la mano -. Imagino que pensarás lo que dijo el lobo.

Los otros dos lo imitaron y dejaron los vasos sobre la mesita.

-Lo pensaré – respondió Magneto -. Hablaré con el senador mañana y si me asegura que es una persona de confianza, nos pondremos en contacto con él.

Logan asintió.

-Podríamos buscar la manera de que nos ayude a combatir a esas máquinas con tecnología sin necesidad de que las fabrique él.

-Ya veremos – le contestó Erik y los tres se dirigieron a la puerta para despedirse.

Al quedarse solo, Magneto se marchó a la habitación de su esposo. Charles ya estaba dormido, agotado con la visita de su madre y el progreso del embarazo. Dormía de lado y su esposo se ubicó junto a él y lo abrazó por la espalda para conciliar el sueño pegado a su cuerpo.

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