"Segunda" impresión.
Sonic.
Al transcurrir de las semanas, mi madre mejoró notoriamente, a tal grado que decidió volver al recinto que le había regalado. Por supuesto, la señora Margaret fue quien la recibió alegremente en su primer día. Ella siempre está al pendiente y tiene el número de contacto de cada uno de mis hermanos —y el mío, claro.— por cualquier situación que se llegase a presentar.
Aquel horroroso incidente ha hecho que tanto Sonia como Manic decidan organizar sus tiempos, esto con el fin de poder dedicarle más a nuestra madre.
Por mi parte, yo nunca he parado de visitarla, soy muy constante, Amy me ha enseñado a preparar algunos platillos riquísimos que son benéficos para su salud, así que en mis tardes libres cocinamos juntos, aunque aún tengo mucho que aprender.
Ahora mismo me encaminaba a visitarla, con la diferencia de que esta vez no iría solo.
—¿No piensas entrar? —Interrogué bromista. Mis nudillos se hallaban a centímetros de la puerta.
—No lo sé, no me siento muy cómoda con esto, Sonic. ¿Estás seguro que ella no está enfadada conmigo? —Rodé los ojos.
—No lo está. —Aseveré.
—¿Y qué tal si me echa de su casa?
Bufé, la halé de su mano derecha con vigorosidad y percutí con mis nudillos en la madera, aguardé unos segundos —Amy prefería permanecer tras de mí—. Finalmente, las bisagras emitieron un ínfimo rechinido, la puerta fue abierta por las levemente rugosas manos de la Señora Margaret.
—Hola. —Saludó desplazándose hacia un lado, dejando un espacio libre para entrar.
—¿Llegué en la tarde de chicas? —Indagué bufón refiriéndome a mi madre y ella.
Asintió divertida, Amy y yo nos sentamos en uno de los sofás de la sala, la amistad de mi madre tomó asiento frente a nosotros.
Percibí el soniquete de las suelas del calzado de mi madre, impactar con los mosaicos que cubrían el suelo. Bajaba las escaleras con su vista entretenida en el interior de su monedero —y pensar en todas las ocasiones que me regañó por no prestar atención al caminar—.
—¡Margaret, no te imaginas lo que me...—Pausó al verme junto a la eriza de púas rosadas.
Me incorporé del sillón, mi acompañante me secundó, aunque ella se veía notoriamente más nerviosa que yo.
—Hola, ma. —Enuncié sonriente, la abracé.
—Hola, hijo. —Correspondió aún dubitativa.
—Eh... —Balbuceó torpemente.— Señora Aleena, un gusto volver a verla. —Formalizó.
Mi madre me observó en busca de respuestas, no lograba descifrar su objetivo, ¿no le agradaba que hubiese regresado con Amy? ¿o le producía tanta felicidad que se había quedado sin habla?
—¡Tanto tiempo sin verte por aquí! —Contestó. Solté un suspiro aliviado.
La saludó con un abrazo de duración breve, Amy se ubicó a mi lado izquierdo. Noté la difusa mirada de mi madre sobre nosotros. Con la curiosidad carcomiéndola, no aguantó más y decidió preguntar.
—¿Ustedes... Amm...? —Se limitó a formular.
—Sí. —Respondí riendo.
Sujeté la mano de mi compañía, entrelacé nuestros dedos y elevé ambas extremidades para poder depositar un cariñoso beso en su contrapalma.
—¡Uff! Menos mal, Sonic no paraba de andar de llorón. —Me inculpó causándole una carcajada a Amy.
—¡Eso no es verdad! —Defendí.
—"Ella usó mi cabeza como un revólver". —Canturreó mofándose.
Coloqué los ojos en blanco, la eriza de púas rosaceas rió risueña, se pegó a mi hombro aún divertida por las acusaciones de mi progenitora.
—Íbamos a salir a comer. —Refirió a su amiga Margaret y ella.— ¿Vienen?
—Por supuesto. —Contestó Amy en un intento desesperado de causar una "segunda" buena impresión.
[...]
Mi madre había optado por pasar a comer en un pequeño local de las afueras de la ciudad. Nos hallábamos sentados en una de las mesas cercanas al escenario donde tocaban música en vivo, únicamente ritmos lentos como baladas románticas, la vocalista era una chica que pese a que notaba algunos fallos en su cantar, lo hacía espectacular.
Ordenamos nuestros respectivos platillos, pasé mi brazo derecho por sobre los hombros de mi pareja, uff, es un gran regocijo poder llamarla así de nuevo.
Los cuatro charlamos animados para poder matar el tiempo de espera, como era de esperarse, mi madre no dejó de avergonzarme cada que se le presentó la oportunidad.
Amy.
—Y bien Amy... ¿Qué tal tu día? —Indagó la mayor.
—Pues, no le voy a mentir, estaba algo angustiada por volver a verla. —Admití.— Pero ya todo está mejor, gracias por preguntar. —Sonreí tímidamente.
—¿Algún problema en tu casa? —Sonic la miró confuso, yo por mi parte estaba teniendo una sensación de dejá vù.
—Eh, no. Estamos muy bien.
—¿Tus padres ya saben que ustedes regresaron? —Sonic rió nervioso.
—No del todo. —Evadí.
—¿Es decir? —Insistió.
—No tienen ni idea. —Sonic intervino en la conversación.
Aleena rió por el carácter de los dos, ninguno comprendía con qué fin lo preguntaba. ¿Era un regaño? ¿Broma? ¿O tan sólo era curiosidad?
—¿Y qué tal te va con el trabajo? —Cambió el tema.
—Demasiado bien, tengo un buen sueldo y la empresa para la que trabajo me da muchas libertades. —Informé sonriente.
—Qué alegría escuchar eso. —Correspondió.— Bien Amy, última pregunta. ¿Podrías decirme tres defectos de mi hijo?
Fue entonces cuando comprendí esa sensación de ya haber vivido ese interrogatorio, son las mismas cuestiones que me planteó el día que la conocí en la casa de Sonic.
De nueva cuenta, no sabía si lo que ella quería era que realmente enumerara sus defectos o que lo hiciese ver como un gran partido. Suspiré pensativa, rogué porque mi respuesta fuese la correcta y enuncié:
—Sonic suele ser un tanto orgulloso, ya sea que él tenga o no la razón, es muy terco como para admitir una derrota. —Observé como él se giraba a verme, su semblante mostraba asombro, quizá habría soltado una pequeña pizca en alguna discusión acalorada, sin embargo, jamás había expuesto mi punto de vista sobre su forma de ser, al menos no del lado negativo.— Es demasiado competitivo, en cualquiera de los ámbitos. Y pese a lo perfeccionista que tiende a ser, es bastante desordenado. —Concluí. Su madre me sonrió.
—¿Sólo eso?
—Sólo me pidió tres. —Respondí bufona.
—¿Algo que decir en tu defensa? —Cuestionó a su hijo.
—Pues tú eres mandona. —Contestó al sentirse agredido.— Y también, muy empática, no es del todo malo pero sueles poner los sentimientos de los demás antes que los tuyos. Además tiendes a tomarte todo muy apecho, hasta las cosas más pequeñas, por lo que te estresas rápido, podrías relajarte un poco más. —Compartió.
—¿Y a sabiendas de sus imperfecciones aún así quieren volver? —Inquirió la mayor.
Un silencio profundo se adhirió a la atmósfera, dejando a su madre en espera de una respuesta sólida.
Miré de reojo a mi pareja, él replicó mi acción, chocanos miradas por breves segundos. Le sonreí sutilmente.
Sonic dibujó una sonrisa ladina en su rostro, posteriormente tomó mi mano con notable cariño.
—No veo por qué no. —Enunció mirando a su progenitora.
Aleena nos miró con un semblante repleto de alegría. Aún no tenía muy en claro el porqué de sus dudas, pero al menos estaba segura de que había dado con la respuesta correcta.
Escrito: 13/04/2019.
Publicado: 14/12/2019.
Créditos a GeniusPrower.