Caminamos por las calles de Londres tomados de la mano con dirección desconocida, al menos para mí. Hablamos de cualquier cosa, usando cada segundo para conocernos un poco más, hablábamos de todo y de nada a la vez, de que habíamos hecho en todo el día e, indirectamente, de cuanto habíamos extrañado la compañía del otro.
-¿Qué haces? ¿A dónde vamos? - le pregunté realmente intrigada
- Voy a llevarte a cenar - Sonrió levemente con una mirada algo severa.
-¿Por qué vas a llevarme a cenar? - volví a preguntar.
-¿Por qué? Pues porqué me di cuenta que realmente no hemos tenido una primera cita - me explicó - Lo intentamos una vez y acabamos escondidos en la cocina del restaurante, lo intentamos en el cine y terminaste con algunas palomitas en el cabello... Eres Valery Van Der Woodsen, mereces una perfecta primera cita...
No insistí más, para empezar no quería revivir de nuevo la terrible experiencia del cine, en la que algunas fans caprichosas nos habían descubierto y comenzaron a lanzarme sus palomitas; y en segunda, vi la determinación en sus ojos, yo no necesitaba ninguna primera cita, pero él quería hacerlo, no me sentía capaz de despreciar su intención.
Caminamos un poco más ignorando lo mejor que pudimos a los fotógrafos, y saludando educadamente a la fans que nos encontrábamos, hasta que finalmente nos detuvimos en uno de los más prestigiosos, y mi favorito restaurante de Londres y creo que de todo el mundo.
Me guío hacia el interior del lugar donde había una rubia preciosa en la entrada, lista para asignar las mesas, se quedó boquiabierta un par de segundos cuando reconoció al chico que tenía junto a mí, hasta que finalmente recobró la compostura. No pude evitar sonreír divertida ante su lenguaje corporal, hecho su larga cabellera hacia atrás y mordió suavemente su labio antes de sonreírle coquetamente a Harry, exclusivamente a él, al parecer yo había sido eliminada de su rango de visión.
-Hola, buenas noches - saludó Harry cortésmente - Tenemos reservación.
-Oh, sí. Un minuto - nos pidió mientras revisaba la lista que tenía en su atril, creo que la revisó dos veces, pues nos pareció tardó demasiado - Lo siento, Harry, no veo tu nombre en ningún lado.
¿Harry? ¿Con que derecho esa rubia se limitaba a ignorarme, le coqueteaba al chico que todos sabían era mi novio y se tomaba la libertad de llamarlo Harry?
-Ah, eso es porque no hice la reservación a nombre de Harry Styles - le explicó, ajeno a los esfuerzos de la rubia de llamar su atención - Si buscas "Mickey Mouse®", verás que hay una reservación para hoy para dos personas...
-¿Mickey Mouse? - le pregunté encantada con la broma.
-¡No podía hacer la reservación a mi nombre! - se excusó - Hubiera llamado mucho la atención.
-¡Oh! Por supuesto... Y Mickey Mouse es mucho más discreto - bromeé.
Ella se sonrojó ligeramente y volvió a mirar su lista, satisfecha le sonrió nuevamente a Harry, al parecer ya nos había encontrado en su exclusiva lista.
-Aquí esta... Mesa para dos... -dijo despectivamente, lo pretendiese o no.
Vi cómo los ojos de la rubia se posaban en mí y luego se desviaban, satisfecha por mi evidente normalidad, no solía recibir esas miradas, pero al estar con Harry ya era algo común, parecía que nadie me consideraba lo suficientemente buena como para pasearme de su mano. Nos llevó a una mesa para dos ubicada en el balcón del restaurante, al parecer él lo había arreglado todo para que tuviéramos la mesa más privada del lugar. No pasó mucho tiempo para que la chica volviera a aparecer con dos platos con comida que colocó en nuestra mesa, me sorprendió, pues ni siquiera habíamos ordenado nada, Harry me explicó que había hablado con mi amiga Danielle, ella le había hablado de mi restaurant y comida favorita, por esa razón estábamos allí y por eso mismo el sushi era la cena.
-Mira, se hace así... - me explicaba Harry mientras metía las manos, que acababa de lavar, en la comida que tenía frente a él para después llevársela a la boca, sorprendiéndome totalmente - El resto del mundo come así, no sé porque los ingleses no lo hacemos. Esto si que es libertad ¡Comer con las manos! - Siguió cogiendo el arroz con la punta de los dedos y lo mezclaba con la salsa de soya que tenía frente a él - ¡Prueba! ¡Prueba tú también!
Algo tenía él, que siempre lograba que yo, una recatada chica educada con modales perfectos, terminara uniéndose a sus juegos; no me hice del rogar y, tras superar la primera y estúpida vergüenza burguesa, introduje los dedos y empecé a coger el arroz caliente mojándolo en la salsa que tenía al lado.
Estaba mucho más rico de lo que imaginaba. Quizá era ese sabor a libertad, esa nueva extravagancia, la ruptura con los usos y tradiciones a los que estaba tan acostumbrada. Me lamí todos los dedos, comiéndome hasta el último grano de arroz que pude encontrar en ellos.
No pude evitar sonreír como una niña ingenua y sorprendida a la que han atrapado en una actitud hambrienta y salvaje cuando lo atrapé mirándome fijamente, me ruboricé y bajé la mirada; cuando me animé a volver a levantarla vi que él me seguía mirando con curiosidad, atento a todos mis pasos.
-De verdad estuvo delicioso... - dije avergonzada - Había comido sushi aquí, pero debo admitir que esta ha sido la mejor vez de todas...
Nos quedamos en el restaurant mucho tiempo, hablando, jugando, como siempre era el tiempo que pasábamos juntos, único, diferente y especial. Por unos momentos Harry me hacia olvidarme totalmente de Luke.
-¿Estás lista para ir a casa? -preguntó.
-No sé si para ir a casa, pero lo estoy para salir de aquí -precisé. No estaba preparada esa noche para despedirme de él.
La rubia de la entrada apareció de la nada, como si la hubieran llamado, o como si estuviera observando.
-¿Qué tal todo? ¿No hay nada que te pueda ofrecer? -preguntó dirigiéndose exclusivamente a Harry.Yo capté el doble significado de sus palabras.
-No, muchísimas gracias, pero estamos listos para pagar la cuenta, gracias - Le contestó sin mirarla.
-Como gusten -dijo molesta por la falta de atención que recibió por parte de él-. Aquí tienes.
La chica extrajo una carpetita de cuero del bolsillo delantero de su delantal negro y se la entregó a Harry, observándome todo el tiempo, intentando hacerme saber que me estaba metiendo en su territorio.
Harry deslizó un billete dentro de la carpetita y se la devolvió de inmediato. Le sonrío, se puso de pie y yo lo imité con algo de torpeza, él claramente no se había dado cuenta de lo que la rubia intentaba hacer. Ella volvió a dirigirle una sonrisa insinuante.
-Pasa una linda noche Harry, cuando te aburras... Bueno, Minnie Mouse ® estará aquí...- dijo moviendo su larga y rubia cabellera, un último intento desesperado para llamar su atención.
Harry se ruborizó sin apartar los ojos de mí mientras le daba las gracias por habernos atendido. Reprimí una pequeña sonrisa de satisfacción.
Caminó muy cerca de mí hasta la puerta, buscando mi mano en cuanto tuvo la oportunidad. Suspiré, había pasado una noche única, y realmente comenzaba a gustarme la sensación de sentir sus dedos apretando los míos. Él me oyó, y me miró con curiosidad. Yo clavé la mirada en la acera, muy agradecida de que pareciera incapaz de saber lo que pensaba.
Harry paró un taxi y le dio de memoria la dirección de mi casa, donde el taxista nos dejó. Caminamos como siempre hasta la entrada, deteniéndonos en la puerta.
-¿Y bien? - Preguntó - ¿Qué dices? ¿Tuviste una buena "primera cita"?
-Fue una noche simplemente perfecta - dije sonriente.
Harry, que no había soltado mi mano en ningún momento, me miró fijamente a los ojos, preparándose para decirme algo.
-"¿Adónde van mis palabras, adónde huyen?... ¿Tienen quizá miedo de decir te quiero?" - Recitó.
Me quedé boquiabierta, no lo podía creer.
-Pero... pero si es mi frase... ¡La que metí en la botella! - grité entusiasmada.
Harry sonrío, satisfecho con mi reacción.
-Después de dejarte aquí la otra noche, regresé al Tamesis y corrí durante toda la noche por la orilla del río. No podía permitir que otro la encontrara en mi lugar - volvió a sonreír y después aproximo lentamente sus labios con dirección a los míos.
Vi su preciosa sonrisa cada vez más cerca. Esas palabras habían sido las justas para que yo bajara la guardia... "Corrí durante toda la noche por la orilla del río." Aún más cerca. "No podía permitir..." Cada vez más. "Que otro la encontrara en mi lugar." Cerré los ojos y no vi nada más, ni con la mente, ni con el corazón. Nada más. Me lancé por fin, salté y caí entre sus brazos, perdiéndome en ese dulce beso compuesto de unos labios cálidos y olvidados, de confusión humana, de culpa y de perdón al mismo tiempo. Y yo, una niña arrastrada por un tonto y estúpido deseo: volver a ser libre. Era el primer beso que de verdad hizo que se me agitara algo en el pecho, era algo cálido y curioso. Era el primer beso que me hacía desear un segundo.
Instantes después nos separamos y buscamos, reímos avergonzados y divertidos de haber dado ese extraño paso, tan ligero, tan hermoso, tan perfecto.
-¿Te veré mañana? - preguntó ansioso por conocer mi respuesta.
-Por supuesto - contesté inmediatamente, para poder volver a tocar sus labios lo más rápido posible.