¿Compañía?
Sonic.
Yacía sentado en la fría acera, abrigado con el gorro de mi sudadera negra, mis párpados se contraían hasta tocarse, haciéndome cabecear y bostezar constantemente. Tuve que salir aún más temprano de casa debido a el viaje hasta la ciudad de Mina. Llegué con dos horas y media de antelación.
Me mantuve concentrado en la pantalla de mi celular, mirando con desidia las antiguas conversaciones que solía tener con Amy. Graciosas, serias, amorosas, hirientes, tuvimos de todo.
Escuché el sonido de un motor siendo apagado, levanté mi mirada topándome con una figura femenina bajando de una motocicleta, su ropa era un conjunto sencillo y vistoso; su torso vestía una blusa holgada de color rojo, ésta descubría sus hombros y parte de su pecho, sobre ella lucía una bomber jacker negra con delgadas franjas blancas en las mangas; sus pantalones negros ajustados hacían notar sus piernas largas y anchas caderas.
Se quitó el casco, terminando con un movimiento rápido para acomodar su cabellera morada.
—Vengo de otra ciudad y llegué más temprano que tú. —Bromeé levantándome del suelo, despojando el gorro de mi cabeza.
—¡Sonic! —Sonrió ampliamente al verme.
Me abrazó amistosamente, la envolví en mis brazos con timidez, la temporalidad del susodicho fue casi nula. Nos separamos y caminó campante hacia la puerta del lugar.
—Perdona por apenas llegar, creí que estar aquí dos horas y media antes de lo acordado era lo idóneo—Sacó las llaves de su chamarra—, pero tal parece que eres un obsesionado con la puntualidad. —Abrió la puerta.
—El autobús partió muy temprano, no me culpes. —Pasé tras de ella.
Recorrió todo el pasillo encendiendo luces y más luces, me gustaba la decoración del lugar, parecía preparado para mí, el lugar se encontraba pintado con mis colores favoritos y los aromas impregnados en mi nariz eran de lo más relajante.
Las paredes eran adornadas por discos, portadas de álbumes y fotografías de diversas bandas firmadas por la disquera a la que pertenecía Mina. La iluminación proporcionada por los faros cilíndricos de LED hacía que mi sueño desapareciese y en su lugar, escrutara el sitio con la mirada.
—¿Y por qué no mejor viniste corriendo? —Giró la perilla de una de las tantas puertas.
—No me apetecía. —Entró tanteando la pared en busca del interruptor.
—¿Tú sin querer correr? Eso es nuevo. —Rió.— ¿Y qué tal tu auto?
—Estoy algo distraído últimamente, conducir no era mi mejor opción. —Crucé el marco de la puerta.
—¿Puedo saber el porqué? —Se sentó en la silla frente a la mezcladora de sonido.
—Sólo es un poco de estrés. —Evadí.
Y ansiedad... Y depresión... Y falta de autoestima... Y actitud autodestructiva. En fin, estoy viviendo la etapa emo de un adolescente de catorce años.
La vislumbré introduciendo diversos cables en las entradas de la consola, enarqué una ceja.
—¿Esto no es trabajo de tu operador de audio? —Tomé asiento en uno de los sofás dentro de la habitación.
—Tss... Es un holgazán, vendrá hasta las diez. De cualquier modo, sé lo qué hago, Sonic.
Mientras ella dejaba todo listo para la grabación, yo paseaba mi vista por todo el lugar, encontrándome con una placa que albergaba una frase un tanto peculiar.
—"Los músicos quieren ser la voz alta de muchos corazones silenciosos". —Leí.— Billy Joel, si no mal recuerdo. —Alcancé a oír una diminuta risa salir de entre los labios de Mina.
—¿Quién lo diría? Eres culto después de todo.
—Soy un gran admirador del trabajo de Billy, no era difícil saberlo. —Comenté petulante.— ¿Tú pusiste ese cartel ahí?
—Yep. De todos los que han estado en este estudio, eres el primero que sabe quién es el autor. —Abrió un cajón de un archivero del lugar.— Felicidades.
—"Vivir es ser musical, comenzando con la sangre bailando en tus venas." —Cité.
—"Todo lo vivo tiene su ritmo. ¿Sientes tu música?" —Completó.
—Nada mal. —Reconocí. Finalmente, del cajón sacó una tableta.
—Soy una gran admiradora del trabajo de Jackson, no era difícil saberlo. —Imitó. Sentándose a mi lado.— ¿Y bien? ¿Te aprendiste la letra de la canción que te mandé? ¿Quieres darme alguna sugerencia? —Desvíe la mirada avergonzado.
—He estado ocupado varios días, no sé ni de lo que me estás hablando. —Confesé.
Frunció el semblante y buscó entre los archivos de su dispositivo. Rodé los ojos algo apenado, tenía todo debidamente administrado. Ordenando sus letras por género y álbum.
—Es ésta. —Me entregó el artefacto. Leí la letra.
—"The child will fly", suena interesante. ¿Tienes la pista?
—Of course. —Bufoneó sacándome una diminuta risilla.
Se movió hacia la mezcladora, pulsó una serie de botones, giró dos de las perillas y deslizó con sus delgados dedos algunos faders. La canción comenzó a reproducirse en los grandes parlantes colocados sobre el suelo.
Escuché atentamente. Era una melodía lenta y apaciguada. Cerré mis ojos, recargué mi cabeza en mi mano izquierda y conté los tiempos con mi dedo índice derecho.
Si había algo que caracterizaba tanto mi estilo como el de mi banda, era que casi todas nuestras canciones han sido algo más energético, sin embargo, adoré los arreglos de Mina.
—¿Me das una demostración de lo que tienes en mente? —Pedí.
Ella canturreó la primera estrofa, ésta era en inglés, le seguía una en español. Era una mezcla muy rara, pero mantenía mi curiosidad a flote. Entonó cada palabra con aquella voz y control que yo personalmente admiraba. Paró al concluir la primera estrofa.
[...]
Pasamos aquellas dos horas restantes ensayando y charlando sobre la canción. Era una rara sensación el hecho de estar compartiendo este rato con ella, luego de tantos meses de sufrimiento encontré algo que me mantenía alejado de los tormentosos pensamientos.
Ciertamente estar con alguien que comprendía mi pasión por la música era algo que me encantaba.
—Has mejorado muchísimo en las composiciones. Incluso la parte en inglés es profunda. —Felicité.
—Tuve un poco, mucha, ayuda.
—¿De quién? ¿Algún talento urbano? ¿Otro del Festival Se7imo Día? —Cuestioné.
—Si te lo digo, probablemente no me creerías.
—Pss... Anda, escúpelo.
—Roger Waters. —Cortó. Guardé silencio.
—En efecto. —Cesé.— No te creo.
—¡Es en serio! —Insistió.
—Mina, estás hablando de, escucha bien, Roger Waters.
—Lo sé... ¡Y es genial! Me ayudó con la letra como no tienes idea. Él es quien cantará la parte en inglés.
—¿Me estás intentando convencer de que el mismísimo "Roger Waters", quien ha colaborado con Bryan Adams, Van Morrison, Scorpions y muchos más... ¿Quiere colaborar contigo? No lo tomes a mal, pero ambos sabemos que ni tú ni yo estamos a su nivel.
La puerta fue abierta, era un sujeto de lentes y una aparente resaca. Bostezó al entrar a la habitación, saludó con pereza y se sentó frente a la consola.
—A cabina. —Señaló el cristal que separaba la cabina del resto de la habitación.
Mina y yo acatamos al instante. Siguiendo nuestra discusión en el trayecto.
—Tú te lo pierdes. —Sentenció abriendo la puerta.
—¿Ah sí? Preséntamelo. —Entré.
—¿Para que en cuanto te diga una fecha no puedas venir? Nah, harás al maestro malgastar su tiempo. —Lo aclamó.
—El próximo sábado. —Reté. Me posicioné frente al micrófono.
—Le comentaré, considérate afortunado si tiene tiempo para ti. —Estrechamos nuestras manos cerrando el trato.
[...]
Tras haber culminado con la grabación, Mina me invitó a ir a comer a uno de los restaurantes de la ciudad. Acepté sin dudarlo, estaba muerto de hambre.
Fui en la parte trasera de su motocicleta, siendo sincero, fue de las cosas más incómodas que he hecho en su compañía. Nuestros cuerpos chocaban en cada bache o freno.
—Es aquí. —Paró frente a un pequeño local.
—¿Moliendo café? —Cuestioné leyendo el nombre del establecimiento.
—Sí, tengo entendido que se llama así por la canción.
—¿La versión de Mazzini, Hugo Blanco o...?
—No tengo ni idea. —Rió.
—Soy más fan de la versión de Zarzar.
—Ya, ya, entiendo que sabes todo lo relacionado a la música, ajá. Basta presumido. —Bromeó entrando juntos al lugar.
Encontramos una mesa libre con relativa rapidez, nos sentamos enseguida. El mesero se acercó para proporcionarnos una carta de menú.
—Ordena lo que quieras, te invito.
—Muy mala elección. —Bufoneé.
[...]
Posterior a haber hecho la petición de nuestra comida y bebida. Saqué mi celular para corroborar que todo estuviese en orden.
Afortunadamente, ni Manic ni Sonia me habían escrito algo preocupante sobre mamá.
—¿Y qué tal vas con tu banda?
—Eh... —Guardé mi móvil.— Perdona, ¿qué dijiste? —Fingí no haber escuchado.
—Tu banda. ¿Qué tal? ¿Triunfando como siempre? —Rió.
—Últimamente hemos estado algo distanciados, la mayoría estamos ocupados.
—¿En serio? ¿Por qué? ¿La fama ya no les deja tiempo? —Mofó.
—Es algo un tanto más complicado. Prefiero no hablar de ello.
—Bien, bien. —Aceptó alzando las manos inocentemente.— Cambiemos el tema, ¿tú cómo la llevas?
—No de lo mejor.
—¿Se puede saber a qué viene esa respuesta?
—Amy y yo nos separamos, mi familia está un tanto trastocada, y ahora debo tener dos trabajos para mantenerme, la música ya no me deja mucho.
—Oh... —Cesó mirando hacia los lados.— Lo lamento.
—¿Vinimos a comer o a lamentarnos? —Evadí el tema con una sutil broma.
—A como yo lo veo... Un poco de esto, un poco de aquello. —Bromeó cruel.
Los músicos en vivo del local comenzaron la sonata por excelencia del local, aquella que venía explícita en su mismo nombre.
—¿Sabes bailar?
—No me destaco por eso.
—Lo tomaré como "Soy una bazofia". —Sujetó mi mano.— Venga, te enseño.
—El tiempo que tarde ese estúpido en traernos la cuenta, será proporcional a la magnitud del ridículo que haré.
Me llevó hasta una zona amplia y alejada de las mesas de los comensales. Era una especie de pista de baile improvisada, todas las parejas bailaban allí.
Sus finos brazos se acomodaron en mi cuerpo, su mano en mi hombro y la otra entrelazándola con la mía.
—Una pena de amor, una tristeza.
Lleva el zambo manuel en su amargura, pasa incansable la noche, moliendo café. —Entonó el vocalista.
—¿Cuántas veces al día crees que los hagan tocar la misma canción? —Cuestioné divertido.
—No lo sé. ¿Cuántas veces al día te hacen cantar De Música Ligera a ti? —Atacó.
—Eres una malnacida. —Respondí ofendido por su verdad absoluta.
[...]
Me llevó hasta la central de buses. Permaneció a mi lado mientras anunciaban mi autobús.
—Entonces... ¿Nos vemos la próxima semana? —Cuestionó.
—No me perdería de conocer a "Walter Rogers". —Hice comillas con los dedos.
—Pienso cerrarte esa bocota el sábado. —Reímos.
Finalmente, anunciaron mi viaje. Nos abrazamos a modo de despedida, comencé a caminar hacia el área donde se alojaban los buses.
—¡Espero una nueva canción! —Condicionó gritándome desde lejos.
Le sonreí y subí al autobús.
Amy.
Caminé a pasó lento por los senderos de adoquines del parque, paré al notarlo sentado en una de las sillas de metal, su pierna izquierda permanecía doblada sobre la diestra, formando algo parecido a un número cuatro. Mientras que sus brazos estaban abiertos y recargados en el respaldo del asiento, comunicando con lenguaje corporal una actitud confiada y galante.
—¿Querías verme? —Cuestioné tras de él.
—¡Amy, hola!
Nathan se levantó de una de las sillas del parque con la intención de saludarme con un beso en la mejilla, me aparté. Él torció los labios y rodó los ojos.
—Ok, entendí el punto. Ya paro.
—Me dijiste que todo esto era por asuntos laborales ¿no?
—No mentía. —Extendió un folder tamaño oficio hacia mí.
—¿Qué es esto?
—Tus documentos.
—Creí que los necesitabas para programar sesiones, entregas y esas cosas. —Me sonrió.— No... Ni se te ocurra, es algo injusto.
—Se te informó de manera oral y escrita los motivos de despido, uno era la indisciplina.
—No te he desobedecido en nada.
—No fuiste a la sesión que tendríamos fuera del país.
—¡Me dejaste escoger si ir o no!
—Sí, ser la chica del jefe tenía sus privilegios. —Rió.— Cuídate, Rose. —Remedó.
Bufé encolerada, sabía que lo haría en algún punto. Es alguien con un ego muy delicado como para lidiar con una relación amorosa fallida.
Escrito: 26/11/2018.
Publicado: 07/09/2019.
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