Lo observaba atónita mientras veía como tiernamente sus cachetes tenían un leve rubor.
—Entré en desesperación al ver que no reaccionabas a mis coqueteos, incluso cuando vi a esa chica en la cafetería, no parecía afectarte nada de lo que hiciera. —suspiró y agachó su mirada—El día de campo de tu escuela te besé porque vi tu mirada triste al ver a Mark y quise cambiarla por una de alegría, pero fui demasiado cobarde y no tuve las agallas de confesarte lo enamorado que estaba de ti.
Levantó su mirada y sonrió mientras unas lágrimas caían por su rostro.
Papá me explicó alguna vez cómo él lloró para que mamá lo aceptará, y desmintió ese dicho que le repetía su padre todos los días: Los hombres no lloran. Él dijo que un hombre que llora es un hombre realmente sincero.
Absorbió su nariz y parpadeo dejando salir unas lagrima más.
—Cuando encontré tu diario y leí la última frase que habías escrito fui el hombre más feliz del mundo. Yo soy solo tuyo.
Trague en seco recordando la frase a la cual se refería.
"Jaemin, que lastima que no seas para mi".
Mis ojos ardían y los sentía humedecerse.
—Bueno, aún no soy un hombre del todo, si no dejo de hacer estupideces jamás llegaré a ser uno. —secó torpemente algunas lágrimas con el dorso de su mano—Sé que estás molesta y tienes toda la razón, pero no me ignores, no dejes de quererme. Si quieres golpearme, hazlo, puedo soportarlo, pero jamás soportaría perderte.
En ese momento me abordaban toda clase de sentimientos; sentía algo de molestia por su broma, sentía dolor de verlo llorar y sentía felicidad de saber que podía existir un "nosotros".
Lloré, volví a llorar y ya estaba cansada de hacerlo, ya no tenía sentido seguir así.
—¡Eres un tonto! —grité ganandome una mirada de cachorro regañado por su parte.
Jamás en toda mi miserable vida alguien me había dicho tales cosas, y se sentía bien, se sentía tan bien saber que era querida por alguien y que ese sentimiento era compartido. Finalmente, después de haberle hecho pasar a mi corazón por tantos dolores, finalmente alguien me decía eso que tanto quise oír antes; solo debía esperar a un parásito con una jodida linda sonrisa, edad física de 17 años y mental de 6.
Mandé al carajo mi enojo, no valía la pena seguir molesta cuando el sentimiento más fuerte que tenía era el de querer abrazarlo, y así lo hice, corrí los pequeños tres pasos que nos separaban y me lancé a su cuello.
Rápidamente sentí correspondido aquel abrazo.
Mi cuello se sentía húmedo y eran nada más que sus lágrimas que no dejaban de salir.
—Jung ___ —llamó entre sollozos—¿Quieres ser mi novia?.
Reí, por la ternura que me causaba su petición acompañada de su llanto.
Deshice lentamente el abrazo y acune su rostro entre mis manos, sonreí y seque algunas de sus lágrimas con mis pulgares.
Estiré mi cuerpo y recargue mi peso en las puntas de mis pies, lo atraje a mi e hice encajar sus labios sobre los míos.
Hubo una revolución dentro de mi cuerpo, un zoológico se liberó dentro de mi estómago y a mi corazón parecía darle un ataque epiléptico.
Las manos de Jaemin rodearon mi cintura y me apego más a él dándole más profundidad al beso.
Abrí ligeramente mi boca y este atacó con más fuerza mis labios haciendo movimientos rítmicos y provocando esos chasquidos típicos de los besos.
A mis fosas nasales las invadía su delicioso olor y probablemente podía caer desmayada en aquel momento.
Un momento más y el aire empezaba a faltar. Nos separamos pequeños centimetros haciendo simplemente rozar nuestros labios e intentamos recuperar una respiración normal.
Nuestros pechos subían y bajaban, y antes de que pudiera decir algo más sus labios habían vuelto a atrapar los míos haciendo una fuerte presión sobre estos.
—Te amo —habló apenas se separó y volvió a aferrarme a él en otro abrazo.
—Y yo a ti.
Una sonrisa amplia era lo que ocupaba su rostro, al distanciar el abrazo lo primero que visualice fue una mancha roja en su cachete; debo aprender a controlar mi fuerza en las cachetadas.
—Los siento —pasé mi pulgar suavemente por la zona y frunci mi ceño apenada.
—Me lo merecía.
[...]
—Deberías ir ya a tu casa —hablé luego de ver la hora en mi móvil.
Los ojos de Jaemin se abrieron y tocó su pecho luciendo ofendido.
—No quiero —se sentó en el suelo, cruzó sus piernas y sus brazos e hizo un adorable puchero—Me voy a quedar a dormir.
Reí, caminé hasta él y me agache a su altura.
—Jaehyun te quema vivo antes de que eso suceda —tomé su barbilla y sacudi su cabeza.
Cuando nos vio entrar tomados de la mano, pegó el grito en el cielo y por poco lo golpea, me pregunto ¿qué sería que Jaemin y yo durmieramos juntos?, le da un infarto, no sin antes masacrar al bello ser que tengo por novio.
—Ya se va a acostumbrar a mi —presumió con una sonrisa—Se tiene que acostumbrar.
Pellizque sus cachetes y sacudi estos sin ningún tipo de piedad. Jaemin empezó a quejarse e imitó mi acción; ambos estábamos teniendo una pelea de pellizcadas de cachetes.
Nos soltamos por voluntad propia, nuestros cachetes ya dolían mucho y estaban rojos, nos lanzamos miradas de ofensa mientras frotabamos nuestros pómulos.
—Idiota —susurre y no tenía las mínimas intenciones de no ser oída.
Jaemin sonrió y acortó peligrosamente la distancia.
—¿Yo hice eso? —preguntó mientras pasaba su dedo índice por la mancha roja de mi labio. Sí, eso hiciste tú.
Asentí.
Ladeo su cabeza y poco a poco se fue acercando más hasta que sus labios tocaron delicadamente esa parte, dejó en aquel lugar un suave beso.
Mis mejillas se sonrojaron, tan solo llevabamos unas cuantas horas siendo pareja y no era común para mi recibir besos tan repentinamente como los suyos.
Giró su cabeza al lado contrario y atrapó mi labio inferior. Cerré mis ojos dejándome llevar por la relajante sensación que provocaba el movimiento de sus labios sobre los míos.
Un repentino dolor en mi labio me hizo dar un salto alejandome rápidamente de él.
¡Descarado! Me había mordido.
Reía divertido mientras veía como relamia aquella zona creyendo encontrar rastros de sangre.
—¿Qué te sucede? —reclamé propinandole un golpe en el pecho.
—De esa forma todo aquel que se te quiera acercar va a saber que esos lindos labios ya tienen quien los mime—guiño un ojo y sonrió de lado.
No dolía, pero al ver mi reflejo en la pantalla de mi móvil, pude ver otra linda marca roja como la que tenia en el otro lado del labio.
—Como soy tan popular en la escuela, de seguro estarán atrás de mi —reí sarcástica mientras volvía a relamer la reciente marca.
El ceño de Jaemin se frunció pronto y en su rostro se reflejaba cierta molestia.
—Si algún imbécil intenta pasarse de listo contigo ni su madre va a reconocerlo luego —la firmeza de su voz me llevó a pensar que no bromeaba—___, confío en tí y de igual forma quiero que tú lo hagas. Prometo darte hasta el último pedazo de mi corazón y cuidare muy bien del tuyo.
¡Hola queridas!
¿Ven que no demoré mucho en actualizar?
Espero estén teniendo una linda semana.
¡Mucho amor a todas!
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