—Pareces recién salida de un sarcófago.
Mamá lanzó una breve pero maléfica risa y se perdió por alguna parte del comedor en dirección a la cocina. Intenté lanzarle una mirada asesina pero mis energías estaban tan agotadas que ni fuerzas tuve para hacerlo, me limite a suspirar y seguir con mis pasos moribundos.
Bajo la atenta mirada de papá y Jaehyun me senté en la mesa para, supuestamente "desayunar", pero no importaba cuantos días estuviera sin comer, en este estado, jamás tendría hambre.
Recoste mi cabeza sobre mis brazos encima de la mesa y cerré mis ojos, sentí una mano acariciaba mi cabello, abrí mis ojos débilmente y encontré el semblante preocupante de los dos hombres con los cuales compartía lazos sanguíneos.
—¿Qué te ha pasado? —papá preguntó frunciendo su ceño y tocando mi frente.
No he nacido para el amor, papá.
—Me he acostumbrado mucho a las vacaciones y ahora no tengo fuerzas para ir a la escuela —intenté sonreír pero solo logré producir una mueca extraña.
Cerré mis ojos de nuevo y fingi dormir, pero en realidad simplemente intentaba no llorar.
Se preocuparon ambos tanto por mi que, al yo rechazar mi desayuno y toda clase de alimentos, llegaron al extremo de darme de comer a la boca; no me sentía con las energías de protestar por nada, así que por más ganas que tuviera de devolver la comida, acepté sin queja alguna. Papá era un hombre de pocas palabras, todo lo decía con miradas, pero a la vez era una persona muy sensible y noble; Jaehyun era muy similar a él, con un poco de el sarcasmo de mamá.
Mis piernas no tenían tanta fuerza como para impulsar la bicicleta, pero, entre eso y caminar, prefería hacer un sobre esfuerzo y llegar con las piernas adormecidas.
[...]
Bostezando una y otra vez, así pasé todas las horas de clase, incluso mi estómago llegó a sonar de tanto aire que había absorbido.
Mi teléfono iba a explotar de la cantidad de llamadas que recibía, así que lo tuve que apagar antes de que colapse.
No lo entiendo, ¿qué más quiere decirme? ¡Ya lo sé! Nuevamente estoy sola.
Empiezo mucho a odiar esto, odio intentar detestarte y terminar deseando un abrazo tuyo, solo te quiero a tí y es inútil pensar que te olvidaré pronto, esto dolerá por un largo tiempo.
—¡Quiero un ensayo para la siguiente clase!
El timbre sonó seguido de eso.
Parecía que estaba pegada a mi asiento ya que no podía levantarme.
¿Hay algún motivo en especial por el cual deba volver a mi casa?
Cierto, debo encerrarme en mi habitación.
Todos ya terminaban de salir y yo recién me disponía a guardar mis cosas.
—¡Oh, ___! —mi sentido estaba arruinado, así que reconocer esa voz se me hizo difícil hasta que con pocas energías levanté mi rostro.
—Lucas —intenté sonar algo emociónada, pero solo logré que este me dirigiera una mirada de preocupación.
—Hace mucho que no te veo —habló mientras se giraba mí con un ceño levemente fruncido—¿Todo bien?
Su pregunta me hizo recordar todo lo sucedido el día anterior y las lágrimas se querían salir de mis ojos otra vez.
Odiaba querer llorar por todo.
—Todo bien —asentí ya que sonreir no me estaba saliendo bien hoy.
Lucas se dispuso a acercarse a mi, pero antes de que ingresará al salón una voz lo llamó de lejos, me miró algo apenado y prometiendo buscarme mañana, se marchó.
Suspiré, y con pocas ganas puse mi mochila sobre mis hombros, un largo y tedioso camino a casa me esperaba. Afortunadamente cuando llegue a casa podré encerrarme en mi habitación y deprimirme un poco.
Los pasillos ya estaban vacíos, ya ni siquiera se oía el bullicio del exterior, todos se habían marchado.
Los rayos de sol dieron justo a mis ojos provocando un dolor en estos; los cerré con fuerza y colocando una mano sobre mi frente, intenté aminorar la potente luz que caía sobre mi.
Cuando mis ojos se fueron acostumbrando pude llegar hasta mi bicicleta y desencadenar esta para poder irme a casa.
—¡___!
Todo mi cuerpo se paralizó al oír tal histérico y escándalo grito detrás mio. Mi pecho sintió un fuerte dolor y supe que era momento de huir, por mas débil que me sienta, no me creía capaz de verle a la cara sin llorar.
Subí a prisa a mi bicicleta sintiendo como los pasos a mis espaldas se acercaban, mi corazón se aceleraba.
—¡No! —una mano sujetó con fuerza mi brazo justo cuando empezaba a tomar impulso para pedalear; me jaló e hizo bajar de la bicicleta.
Jaemin. Estaba agitado, por su frente caían gotas de sudor y respiraba con la boca ligeramente abierta.
—¡¿Se puede saber porque demonios corres así?! —gritó.
Abrí mis ojos y sentí como mi vista se empezaba a nublar.
—Yo... —susurre sintiéndome agotada, no podía guardarme más esas ganas de llorar.
Bajé mi cabeza y aparentando mis ojos con fuerza dejé salir unas lágrimas en silencio.
Pronto unas manos tomaron mi rostro levantando este con fuerza.
Todo fue demasiado rápido, otra vez. Solo sentí un leve dolor en mi labio inferior, luego, los labios de Jaemin habían atrapado los míos en unos intensos y fuertes movimientos.
No entendía nada.
Mi corazón latía demasiado rápido y los sonidos que provocaba hacían imposible oír a lo que decía mi razón.
Sus labios tomaron un ritmo más lento y aún así se me hacía imposible corresponder, me sentía borracha, mareada, tonta ante su tacto, ante él.
Sus besos empezaron a cesar y un frío viento chocó contra mis labios sintiendo la falta del tacto de los labios contrarios.
—Yo quería ser algo duro y luego entregarte todo mi corazón, el plan inicial era confesarme y antes de que pudiera hacerlo saliste corriendo —habló rozando nuestros labios.
¿Cómo?
Debía ser muy bruta que aún no terminaba de entender todo.
—Yo solo quería jugarte una broma.
Y cuando sentí que sus labios volvían a hacer presión sobre los míos, mis manos reaccionaron, lo empuje lograndolo apartar de mí.
—¡¿Te parecen mis sentimientos un maldito juego?! —grité mientras él intentaba acercarse de nuevo, lo volví a empujar.
—Perdoname —sus ojos brillaron y sus manos empezaron a extenderse a mí de nuevo.
De nuevo, mi mano reaccionó, antes de que Jaemin pudiera hacer algo o darse cuenta. Voltee todo su rostro de una sola cachetada, el sonido se oyó fuerte en la desolada calle.
Llevó su mano a su cachete y cerró sus ojos con fuerza.
—¡Jodete! —grité sollozando.
Me sentía demasiado dolida y confundida, ¿entonces, todo lo que había llorado fue por una simple broma de su parte?.
Había jugado conmigo.
—¡Espera! —volvió a sujetar mi mano con fuerza y a impedir mi partida con la bicicleta.
—¡Sueltame! —forcejee contra su agarre y a penas logré zafarme, partí.
Na Jaemin, ¿por qué eres tan imbécil?.
¡Hola de nuevo!
Lo logré, publiqué otro capitulo sin quedarme dormida.
XD
¡No sufran!
Tengan todas una linda semana.
¡Éxito en todo!
❤️❤️❤️