Cena.
Sonic.
Me estacioné frente a su casa. Bajé del auto, revisé que mi traje no estuviese arrugado o ladeado. Miré la puerta y suspiré.
Bien Sonic, es la primera impresión que se llevarán de ti, no la cagues.
Caminé hasta quedar delante de su puerta, adopté una pose erguida, teniendo la espalda recta y pies juntos. Toque el timbre. Bajé un escalón, no quería encontrarmelos cara a cara.
Su madre abrió la puerta. Me inspeccionó con la mirada, no mostré nerviosismo alguno, aún si éste mismo devoraba plenamente mi ser.
—Buena noche. —Saludé.
—Buena noche. Supongo que tú serás el tal Sonic. —Comentó con desconfianza.
—Supone bien. Un gusto conocerla. —Extendí mi mano, ella la tomó y estrechó.
Un erizo de algo semejante a su edad se paró a su lado. Colocó su mano izquierda en la cintura de su pareja, atrayéndola más a él, su semplente era serio, sus hombros estaban más alzados de lo normal y al igual que yo tenía la espalda recta. ¿Está tratando de intimidarme con lenguaje corporal?
—¿Te vas a quedar ahí parado o nos llevarás a tu auto? —Sí, va a ser más difícil con él.
Su esposa no le dijo nada, sólo lo miró de mala cara, ella misma reconocía que aquel temperamento no era el más apropiado para una presentación.
Por más que quisiese responderle y ponerlo en su lugar, no podía, era injusto y maleducado. Pero si quería ganármelo, no lo discutiría con él.
—Claro, perdone por el descuido. —Bajé un escalón más y caminé hasta mi auto. Abrí la puerta trasera. Ellos entraron y la cerré.
A los pocos segundos, Amy salió de casa, cerró la puerta y caminó hacia acá. Le abrí la puerta del copiloto, me sonrió, devolví el gesto y cerré. Entré al auto, lo encendí y conduje hasta llegar al restaurant. Ellos no me dijeron nada, Amy tampoco. Cada que la miraba de reojo ella observaba a un lado de la calle, estaba pensante y por la frecuencia que jugaba con sus dedos he de decir que también nerviosa.
—Sonic. Escucha, haremos un experimento para averiguar la personalidad de sus padres. Cuando estés por llegar te estacionarás en un lugar reservado para ti, un "empleado" te saludará. Ese será el primer experimento. Segundo, harás la típica escena cliché, a unos pocos metros estará una anciana intentado cruzar la calle, le ayudarás ¿ok? —Informó Tails por el auricular.
—Me siento ridícula con este traje de anciana. —-Escuché a Blaze de fondo.
—Te dije que me lo ponía yo.
—¡Knuckles a ti se te veían las pelotas con el vestido! —Cortó la transmisión.
Aquello me hizo gracia. Era realmente difícil no reírme a carcajadas, pero viendo la situación era mejor no hacerlo, creerían que me estoy burlando de ellos.
Al llegar, vislumbré un lugar apartado para mí con cadenas y postes. Un empleado los quitó para que pudiera estacionar.
—Joven Hedgehog. —Saludó. Detrás de ese uniforme, estaba Silver probablemente muy avergonzado.
—Hola... —Miré su gafete. ¿Jonathan? ¡Pero si incluso le han robado el uniforme a un empleafo real!— Jonathan.
Él abrió la puerta de los mayores. Yo salí del auto yendo directo a la de Amy. La abrí caballeroso, ella salió sonriente.
Subimos a la acera y antes de que comenzáramos a caminar, una fémina aparentemente de la tercera edad se quedó parada en el borde de la calle. ¿Se supone que debo ir, no?
—Parece que no puede cruzar. —Comenté en voz alta.— Discúlpenme un momento.
Corrí hasta ella. Hice que tomara mi brazo y posteriormente, cruzamos entre el montón de autos.
—Te darán luz verde fácilmente. —Animó Blaze.
—Eso espero. —Volví a atravesar. Me dirigí a ellos, su madre me dedicó una sonrisa. La devolví asintiendo levemente con la cabeza.
Me coloqué al lado de Amy y le ofrecí mi brazo. Ella lo sujetó sin rodeos. Su padre imitó mi acción.
—¿Qué les has dicho del incidente? —Pregunté murmurando.
—Saben que estábamos ebrios y piensan que ya nos conocíamos antes de la fiesta. Pero nada de decirles que nos despértamos en un hotel. —Me advirtió en voz baja.
—No pensaba decirlo. —Reí.
Al llegar a la entrada del restaurante. Mighty me miró, tenía una lista en manos.
—¡Joven Sonic! Qué alegría verlo por aquí. —Sonrió. ¿Está actuando también?— ¿Reservación de las 8, mesa para 4, verdad?
—Así es.
Él nos guió hasta nuestra mesa. A unos, no lo sé, aproximadamente dos metros antes de llegar, miré un billete tirado en el suelo.
—No lo hagas. —Escuché a Tails en el aparato.
Hice caso y opté por ignorar la presencia del dinero, sin embargo su padre sí se agachó a tomarlo procurando ser cauteloso.
Amy se sentaría a mi lado. Le ayudé con la silla. Ella me agradeció a lo que yo respondí con una sonrisa y un sencillo "de nada".
Su padre se paró de su silla. Su esposa aún no se sentaba así que imitó mi acción, no quería quedarse atrás.
—¿Puedo tomar su orden? —Era Shadow. ¡JAJA! Yo estuve de portero en un café y ahora él es un mesero con bigote falso. ¡El karma, perra!
Nos entregó dos cartas de menú, una para cada pareja. La diferencia es que la mía ya tenía marcas sobre qué pedir. Amy entendió el porqué casi instantáneamente.
—¿Podrías traerme una ensalada César? —Pidió al leer el platillo subrayado.
—Por supuesto. ¿Y para el caballero?
—Jamón ibérico con pan y tomate, por favor. —No tengo idea de qué es esto. Pero al menos sé qué es un tomate.
—Claro. —Miró a sus padres.
—Traenos "cola de langosta". —Pidió el marido.
¡Se aprovechan de que yo voy a pagar!
—¿Y de tomar?
La carta tenía marcada la opción del vino. Tuve que leer el nombre del vino varias veces, ¿cómo pronunció esto?
—Un vino tinto. —Leí de nuevo.— Un Trapiche Medalla.
—Enseguida. —Se marchó con el pedido.
¿Qué mierda voy a comer? ¿Qué es un puto jamón ibérico con pan y tomate? ¿A qué sabe el vino Trapi... Trapi... Trapi qué?
—Y dime, Sonic. —Su padre me llamó.— ¿Tú tienes conocimiento sobre el cómo pasó esto?
—La verdad es que no, señor. Lo lamento, pero estaba en el mismo grado de ebriedad que su hija.
—Entonces eres alcohólico.
—No, no. Rara vez tomo, ha sido la primera vez que he llegado a terminar así de embriagado.
—¿Fumas?
—No.
—¿Esa noche tú y mi hija llegaron a más?
—¡Papá! —Exclamó Amy completamente roja.
—No, señor. Bailamos unas cuántas canciones. No pasó de eso. —Afirmé con confianza.
Él asintió con la cabeza con algo de desagrado.
—¿Y qué piensas sobre esto del matrimonio? —Cuestionó su madre.
—Sonic. Por lo que hemos visto a su madre le ha encantado cada gesto amable que has hecho hasta ahora. Ponte sentimental con el tema. —Escuché por el auricular.
Soy malísimo con los sentimientos, Tails.
—No es algo que pueda dejar a la ligera. Admito que estuvo mal el hecho de hacer a los cercanos desnocedores del tema. Probablemente si lo hubiésemos hablado en el momento, nos evitaríamos de conflictos y aclaraciones de este tipo. —Ni en todos mis años de estudios hice una exposición en la que hablara tan fluido y formalmente.
—¿Tus padres ya saben de esto?
—No. —Negué apenado.
Hubo un silencio. ¿Ya la cague?
—Mi hija dice que eres mayor que ella. Tú ya acabaste la Universidad, ¿a qué te dedicas?
¿Qué digo?
—Eres ayudante de una Asociación Anónima encargada de labores altruistas, como la recolección de donativos. —Respondió Tails. Eh, ¿gracias?
—Por ahora estoy siendo ayudante de una Asociación Anónima encargada de labores altruistas, como la recolección de donativos. —Comenté con una sonrisa.
—¡Eso es fantástico! —Halagó con felicidad su madre.
—¿Y de qué te sustentas? —Cuestionó serio.
Ya identifiqué lo que han hecho. El que me conozcan aquí, lo del billete, pidió un platillo caro, quiere decir que su padre es un tanto avaricioso, es un hombre más dedicado a los negocios.
—Dile que te ayuda el Gobierno o algo. —Pronunció mi colega en la línea.
—Es un proyecto que de a poco comienza a hacerse grande. Actualmente nos brinda ayuda el Gobierno, nos paga y apoya con lo que gastamos en el traslado y mantenimiento de la estructura.
Asintió cortante.
—Él es más frío que Rusia. —Bromeó Knuckles.
—¿Ese no es un meme? —Cuestionó Rouge.
—Jaja, sí.
¿Quieren dejar de hablar de memes y ayudarme?
Al poco rato llegó Shadow con los platillos. De entrada nos sirvieron una sopa. ¿Qué cuchara tomo? ¡Esto no me lo enseñó Shadow!
—La cuchara más alejada del plato, esa es la de la sopa. —¡Gracias, Rouge!
[...]
Termínamos de cenar. La cuenta ya había sido pedida. Simplemente estábamos sentados sin dialogar de nada.
—¿Y qué opinión tienes de mi hija? —Interrogó curiosa su madre.
Eh... ¿Cómo lo digo sin que parezca que quiero acostarme con ella?
—No nos conocemos lo suficiente, sólo nos hemos visto en un par de ocasiones gracias a una amiga que teníamos en común. —Mentí.— Pero lo que he descubierto de ella hasta ahora no es algo que me cause molestia o disgusto. Me agrada.
—Entonces, ¿estarías dispuesto a intentar lo del matrimonio con ella?
¡¿Eh?!
—¡¿Qué?! —Escuché a los chicos gritarme en el auricular manos libres. ¡Auch!
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda.
—Eh. Pues. —Mierda, mierda, mierda, mierda y más mierda.
—Aquí tienen. —Llegó Shadow con la cuenta.
No soy gay... Pero lo amodio.
—¿Qué tal va lo del hospital? —Se quedó a preguntar. Mientras yo sacaba el dinero de mi billetera.
—Ya hemos terminado los donativos para ese hospital, está más surtido y tiene lo suficiente para ayudar a sus pacientes. Ahora estamos con el hospital de las afueras. —Coloqué el dinero y una propina.
—Ya veo. —Recogió el dinero.— Mucha suerte con eso.
—Gracias. —Leí su gaffet.— Rogelio.
Chistes malos y bromas muy crueles comenzaron a llegar a mi mente al pronunciar "su nombre". Sin embargo, por motivos más que obvios, me abstenía de decirlos.
—¿Ya nos vamos? —Preguntó Amy. También quería evitar ese tema de conversación.
Me paré de la silla, ella también lo hizo, yo las acomodé. Sus padres lo tuvieron de otra más que seguirnos el rollo.
Amy me tomó del brazo y nos marchamos caminando. Los "empleados" que supuestamente me conocían se despidieron, yo se los devolví.
[...]
El viaje transcurrió en silencio. Yo seguía meditando aquella pregunta: "¿estarías dispuesto a intentar lo del matrimonio con ella?"
Quería que ellos me aceptaran, pero no a tal grado de querer hacer nuestro matrimonio como algo verdadero en cuanto a sentimientos.
Me estacioné frente a su casa de nuevo. El primero en abrir la puerta no fui yo, fue el padre de Amy. Caminó hasta su casa, abrió la puerta y entró. Ni siquiera se despidió de mí.
Bajé del auto, le abrí la puerta a Amy y a su madre. Miré la puerta de aquella casa, me comporté lo mejor que pude y aún así él me odia.
—Déjalo, no le tomes importancia. Es así de protector con Amy. —Pronunció su madre dándome una palmada en el hombro.— Perdona por lo de la cena, hay veces en las que se comporta como un niño. Le caerás bien. —Alentó.
—Gracias, señora Rose. —Sonrió y se marchó dentro.
—Nada mal. —Comentó Amy recargada en el auto. Yo sólo reí.
—Tu padre me va a costar un poco. —Confesé con una mano detrás de mi cabeza.
—Si te soy sincera, era mi madre la que estaba más enojada.
—¿En serio?
—Sí, pero al parecer te aceptó sin problemas. Felicidades por eso. —Sonreí mirando al cielo.— No tengo idea de cómo es que lo hicieron tú y tus amigos. ¿Ellos de verdad trabajan ahí?
—No. —Reí.— Sólo espero que no llegue la policía a mi casa a arrestarme porque se hicieron pasar por empleados de allí. —Rió de forma risueña y caminó hacia mí.
Se acercó demasiado. Sentía su respiración acariciar en mi rostro. ¿Pretendía besarme?
Mis dudas quedaron resueltas al ver cómo su mano fue directo a mi oreja.
—¿Qué es esto? —Interrogó sacando el auricular.
—¡Hola! —Exclamaron los 6 al unísono.
—Era por si necesitaba ayuda. Tus amigas también me apoyaron.
—Veamos, Silver fue un empleado, Sha...
—Shadow.
—Shadow fue un mesero. ¿El de la reservación también es amigo tuyo?
—Sí, pero él sí trabaja ahí. —Rió suavemente.
—¿Pues cuántos más te ayudaron?
—Tails me ayudó a conocer la personalidad de tus padres para saber como comportarme. Shadow me tuvo toda la mañana enseñándome a comportarme como un caballero, Silver me consiguió el auto, Knuckles me prestó el traje, la novia de Tails lo adaptó a mi medida, Rouge me ayudó a saber que cubierto tomar para cada platillo y Blaze se disfrazó de anciana.
—¿La que ayudaste a cruzar? —Preguntó riendo.
—Sí, ella. —Se carcajeó. Su risa terminó por contagiarme.
—¿Necesitaste ayuda de casi 10 personas? —Rió.
—Hey, nunca me he casado. —Defendí bromeando.
Reímos hasta que se formó un silencio incómodo.
—¿Te parece si nos vemos en una semana? —Preguntó ella.
Eh... ¿Para qué?.
—Esta vez me tocará a mí presentarme con tu familia. —La miré alzando una ceja.
—Me diste menos de 24 horas y necesité casi una decena de personas. ¿Cuántas piensas reclutar en una semana? —Bufoneé.
Ella rió.
—¡Amy! —La llamó su padre.
—Creo que prefiere que entres a que hables conmigo. —Pronuncié con gracia antes de irme.
—Meh. Mamá ya lo estará regañando. —Me dio un abrazo rápido y comenzó a caminar hacia el interior de su casa.— Nos vemos.
Yo sólo me despedí sonriendo y moviendo la mano de un lado a otro. Subí al auto de un brinco, lo encendí y justo a una cuadra de distancia reaccioné.
¿Cómo le digo a mi madre que me casé?
Escrito: 26/11/2017.
Publicado: 10/05/2018.