Dulce Destino - Camren Fanfic

By camren-fanfic

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Lauren Jauregui una actriz famosa patea traseros de cara al público, pero con un lado más melancólico-patoso... More

OFICIAL TRAILER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92 [FINAL]

Capítulo 89

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By camren-fanfic

Camila observó a Lauren hasta que la actriz desapareció dentro. ¿Qué acababa de pasar? En un momento estaba reuniendo valor para decirle a Lauren lo que sentía y al siguiente estaba completamente paralizada.

No era tú…

Las palabras se repitieron en la mente de Camila hasta que creyó que el corazón se le saldría del pecho. Lauren tenía sentimientos por ella. Lauren tenía sentimientos por ella y Camila le había permitido irse a la cama. “Que idiota soy,” dijo recordando como había reaccionado. Se habría dado de puntapiés si no estuviera tan agobiada. Tenía que ir a su encuentro.

De algún modo refrenó el impulso de correr mientras iba tras Lauren. Tenía que pensar claramente. Tenía que planear algún tipo de monólogo. Una disculpa por su reciente estupidez tampoco estaría fuera de lugar.

Oh, Dios, Lauren tiene sentimientos por mí.

Darse cuenta de lo que significaba casi la dejó patidifusa. Creyó que podría explotar por pura sobrecarga de sentimiento.

Pero reasumió sus pasos, entrando en la casa y yendo hacia la escalera al segundo piso. Se sentía como si fuera a cámara lenta. Se sentía como en un sueño maravilloso que estaba a punto de acabar. Deseaba que este momento durara para siempre, porque le aterraba lo que seguiría. No había planeado nada que no fuera rechazo.

La noción de que Lauren pudiera sentir lo mismo meramente se había quedado al fondo, con todos los demás esperanzas y sueños que no se permitía tener. Así que, ¿cómo podía saber qué hacer?

Se detuvo ante la puerta del dormitorio de Lauren. Podía ver un rayo de luz amarilla escapando a través del bajo y, saber que Lauren estaba al otro lado de esta barrera de madera, llenaba a Camila de un anhelo tan profundo que la hizo comenzar a llorar.

Después de deglutir varias veces, dispuso su mano para golpear. Y entonces esperó, temiendo cada segundo que pasaba, sabiendo ahora que en cualquier segundo se enfrentaría con una decisión.

El picaporte de la puerta giró, el rayo de luz se hizo más y más grande hasta ser eclipsado por el cuerpo de Lauren en el umbral. Camila miró vacilantemente a los desconcertados ojos verdes y sintió desvanecerse todas sus dudas y reservas. “Si te digo que estoy enamorada de ti, ¿te asustaré?” preguntó pensando que era un momento irreal. Podía sentir su corazón martilleándole en el pecho. No estaba segura de estar respirando.

Lauren la miraba fijamente como si no pudiera decidir si Camila era real o no. “¿Qué?” preguntó finalmente.

Camila se acercó como guiada por una fuerza invisible que la llenaba de un valor que nunca supo poseer. Miró brevemente a los labios de Lauren, no deseando nada más que sentirlos contra los propios. Volvió a mirar los ojos de Lauren y vio una llamarada de algo irreconocible. “Te amo, Lauren.” dijo Camila suavemente, esperando hacerse comprender esta vez; intentando, desesperadamente, aferrarse a la esperanza de que Lauren aun mantenía lo que dijo en la playa.

“Camila…” dijo Lauren, su voz incierta.

“No tienes que decírmelo también,” dijo Camila rápidamente, asustada de haber dicho demasiado. “Es que quería que lo supieras.” Empezó a retroceder, pero Lauren tomó su mano. Camila no estaba segura cómo aun no había tenido un ataque cardíaco. Tenía la certeza de que lo que su corazón estaba haciendo en ese momento no era saludable. Camila miró a sus manos, insegura de qué interpretar del gesto, insegura incluso de que algo de esto estuviera pasando realmente.

Tentativamente, miró a los ojos verdes y esperó. Lauren estaba aterrada. Su cerebro entero se paralizó al instante que Camila empezó a hablar. Había tantas cosas que deseaba decir, preguntar, pero se quedó muda por el impacto del momento.

Tantas cosas estaban pasando a la vez dentro de su mente que no sabía por dónde empezar. Quería volver atrás, para examinar cada recuerdo buscando evidencias de que lo que Camila estaba diciéndole era verdad. Lauren quería sentarse y partir cada momento aparentemente inconsecuente, encontrar los fragmentos enterrados de frases desechadas, pedazos tirados de palabras insignificantes. ¿Cuánto había sido evidente? ¿Cuánto había ignorado?

“Por favor, di algo,” dijo Camila.

Lauren interrumpió sus pensamientos, repentinamente consciente de estar sosteniendo la mano de Camila; insegura de cómo había pasado.

Miró sus dedos entrelazados, intentando ganar tiempo. No tenía certeza sobre qué decir, qué hacer, cómo actuar. “Eres… estás… ”

Camila le ofreció una media sonrisa, aún con los ojos llorosos “¿Tiene problemas sin guión, Srta. Jauregui?” bromeó.

Lauren no sabía si reírse o llorar. Volvió a mirar a sus manos y entonces a la cara de Camila. Te amo es que no parecía bastante para cubrir lo que estaba sintiendo. ¿Cómo podían dos palabras expresar todas las noches y días, y horas, minutos, segundos pasados fantaseando este momento, mientras sintiendo, todo el tiempo, que nunca llegaría?

No había palabras, en absoluto. Había sólo silencio llenado con acortadas tomas de aliento. Había sólo los ocasionales quedos sonidos de algo indistinto e indescifrable, apenas audible sobre la intensidad del momento. Había sólo el acto de abrir una puerta para encontrar todo que alguna vez había deseado y esperado y rezado, de pie en el umbral.

Pilló a Camila mirándole los labios, entonces desviando la vista como avergonzada. El corazón de Lauren se aceleró, dio un vuelco y martilleó; sintió su cuerpo entero temblar y paralizarse a la vez. El tiempo perdió todo significado, toda existencia. Lauren sólo se daba cuenta de que los labios de Camila parecían tan hermosos, suaves e increíblemente invitadores. Y, aunque estaban sólo a centímetros de los propios, parecían como a kilómetros.

Fue el turno de Camila de pillarla mirando y sus miradas se clavaron durante una décima de segundo antes de ocultarse detrás de párpados cerrados.

Lauren perdió la pista de si estaba respirando o no, notando sólo el calor del cuerpo de Camila lentamente presionando contra el suyo. Inclinó la cabeza y sus labios rozaron tan dulce suavidad que casi retrocedió ante el embate de emoción. Sus labios parecían la pieza exacta que engranaban a los suyos. Ella solo dejo caer sus labios en los de Camila mientras ella tuvo esa pequeña iniciativa de succionar levemente su labio inferior lo que hizo que Lauren se estremeciera. Sintió envararse el cuerpo de Camila, después relajarse contra ella, acercándola más. Sus labios se encontraron brevemente, se separaron por un instante antes de encontrarse de nuevo. El cuerpo entero de Lauren se sentía listo para explotar de sensación. Pensó que podría derretirse, o ser consumida por el simple placer de sentir la boca de Camila moviéndose contra la propia.

Camila presionó contra ella, gimió contra sus labios, profundizó el besó hasta que Lauren creyó que podría desmayarse. Su cuerpo entero gritaba, temblaba y ardía con un calor maravilloso que se extendía a través de cada fibra de su ser. Lo dejó pasarle por encima cual ola de marea de incomensurable éxtasis y se rindió completamente al momento, podría besarla horas o incluso días, hasta que finalmente, tras lo que parecía un siglo pasado en el parpadeo de un ojo, apartó sus labios y susurró,

“Yo también te amo”.

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