Camila jamás había visto tan de cerca una casa tan hermosa. Había estado observándola atentamente desde su asiento en la limusina de Lauren. Cuanto más de acercaban, más impresionante se volvía. Camila sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de que éste era su destino. Parecía demasiado hermoso para ser real.
Se volvió para mirar a Lauren, a compartir sus pensamientos, pero la actriz estaba en mitad de lo que parecía una importante conversación. No deseando entrometerse, Camila apoyó la cabeza contra la ventanilla y se perdió en las imágenes que pasaban volando. Casi era como un cuento de hadas el estar en el mundo de Lauren. Nueva York parecía tan lejos en ese momento. Era como si hubiera entrado en una realidad alternativa y ahora fuera ésta su vida. Alzó la cabeza, mirando a Lauren un momento antes de volver su mirada al mundo exterior.
Excepto que no era su vida. Era plenamente consciente de ello. Esto era sólo un retazo, un atisbo de algo fuera de su esfera de existencia. Meramente estaba consiguiendo una degustación gratis del éxito.
"Ah, hogar, dulce averno," Lauren se rió apoyándose contra Camila para mirar por la ventanilla.
Camila adoraba el calor del cuerpo de Lauren. Deseaba apoyarse en él, sentir más. ¿Por qué el simple contacto era tan complicado? "Es hermoso," dijo Camila intentando concentrarse en el paisaje.
"Es pomposo y pretencioso," dijo Lauren. "Tienen siempre encendidas las luces en todas las ventanas para que parezca más majestuoso. Idea de mi madre."
"Suena a enorme factura de electricidad," dijo Camila ni siquiera podía imaginar cuan enorme.
Lauren se sentó atrás, reclamando su previo asiento cerca de la ventanilla opuesta. "No creo que mi madre haya jamás visto una factura."
Camila notó que el tono de Lauren era más de facto que crítico. Se preguntó si la misma Lauren había visto una factura alguna vez. No parecía probable dada la suave transición de mimada niña rica a súper estrella. La suerte parecía irregularmente distribuida entre las masas.
La limusina llegó a pararse y el chofer salió para abrirles la puerta. Una vez fuera, Camila se quedó mirando la mansión con una sensación incómoda. No tenía idea de qué esperar. Pero deseaba conocer a la familia de Lauren; deseaba ver, de primera mano, con qué creció Lauren.
"¿Lista?" preguntó Lauren.
Camila la miró y ofreció una breve sonrisa. "No lo sé. ¿Y tú?"
"Jamás," contestó Lauren. Miró a la casa y suspiró. "Acabemos con esto. Pase lo que pase, no mires directamente a los ojos de mi madre."
Camila sonrió, relajándose levemente, y siguió a Lauren hacia la puerta delantera. Antes de tener oportunidad de llamar, una mujer que parecía una réplica exacta de Lauren, si bien un poco mayor, abrió la puerta.
"¿Abriendo ahora las puertas, madre?" comentó Lauren. "Que novedad. No sabía que supieras cómo."
La madre de Lauren no contestó, su mirada fija en Camila.
Camila se rebulló incómoda bajo la intensa mirada de la mujer, pero no desvió la mirada. No deseaba parecer intimidada.
Tras unos segundos, los ojos verdes fueron a los de Lauren. "¿Vas a presentarme a tu invitada, Lauren? ¿Dónde están tus modales?"
"Madre, ésta es Camila. Camila, ésta es mi madre."
"Puedes llamarme Clara," dijo su madre dándoles la espalda y metiéndose en la casa. "Tu padre está retenido en una reunión. No se nos unirá."
Camila miró a Lauren con una ceja levantada.
"Después de ti," Lauren indicó con un ademán de su brazo. "No digas que no te advertí."
Camila sonrió y entró en el gran recibidor. Si la mujer quería insolencia, Camila le daría insolencia.
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Lauren escuchó el tintineo de cubertería contra el fondo de los platos. El ruido, aunque rítmico, sólo servía para crisparle los nervios. Deseaba coger la mano de Camila y sacar a su amiga de allí. Había demasiado silencio. La falta de conversación le molestaba.
Finalmente fue la hermana de Lauren quien rompió el silencio. "¿Y qué pasó con Keaton?"
Clara levantó la vista de su plato, al parecer escindida entre decirle a Taylor que callara y sentir genuina curiosidad por saber la respuesta de Lauren. Optó por la curiosidad. "Sí, Lauren, ¿qué pasó?"
Lauren podía sentir todos los ojos mirándola; los de su madre, los de Taylor y los de Camila. No quería mentir delante de Camila. No quería seguir fingiendo, ni inventar más historias para ocultar la verdad. ¿Pero qué se gana admitiendo la verdad? "No estoy enamorada de él," respondió finalmente.
"¿Y de quién estás enamorada?" preguntó Taylor.
La pregunta dejó helada a Lauren. No sabía cómo responder sin mentir. "¿Qué te hace pensar que estoy enamorada de alguien?" contraatacó intentando darle la vuelta, esperando que la pregunta se disipara en la nada.
Taylor se encogió de hombros. "¿Lo estás?"
"Supongo que tendrás que ver Entertainment Tonight como todos los demás," replicó Lauren.
Resignada, Taylor se volvió a Camila. "Mamá estaba segura que eras el nuevo novio de Lauren," informó. "Hizo que el personal limpiara toda la casa en preparación a tu llegada."
Clara se aclaró la garganta, claramente avergonzada por la revelación de su hija. "Bueno, Camila, ¿sales en la película con Lauren?"
Camila pareció momentáneamente desconcertada por la súbita atención. "No, soy estudiante de arte en NYU. Aunque mi compañera de piso sale en la película."
"Camila es una artista muy talentosa," aportó Lauren, saltando ante cualquier oportunidad para alardear de su talento.
"¿Tienes novio?" preguntó Taylor con curiosidad.
"¿Es todo en lo que piensas?" respondió Lauren irritada por las preguntas de su hermana.
Taylor ignoró a Lauren y concentró su atención en esperar la contestación de Camila.
Camila agitó levemente la cabeza y dijo, "Tenía. Pero nos separamos."
"¿Por qué?" preguntó Taylor.
"¡No es asunto tuyo!" estalló Lauren.
"Lauren," reprendió Clara.
Taylor pareció molesta. "Soy libre de tener una conversación con tu amiga si lo deseo. No eres su dueña. Tiene todo el derecho a decirme que me calle siempre que me propase."
Frustrada y un poco más que enfadada, Lauren apretó la mandíbula, pero no dijo nada. Taylor tenía razón, por mucho que detestara admitirlo. Camila era plenamente capaz de cuidarse sola.
"No estaba enamorada de él," contestó Camila, si sólo para poner fin a la riña.
"Parece ser común," comentó Taylor lanzando una mirada a Lauren.
"No debe ser fácil," intercaló Clara, "ser artista en Nueva York."
Camila se encogió de hombros. "En realidad no es fácil ser alguien en ninguna parte."
Clara se quedó un momento mirando a Camila. "Bueno, supongo que sabrás de esforzarse. Siempre he admirado a tu gente."
Lauren giró bruscamente la cabeza hacia su madre. Se quedó mirando con incredulidad.
Camila serenamente tomó un sorbo de su bebida y miró a Clara. "¿Qué gente es esa?"
Clara agitó la mano en un gesto circular como para indicar que con 'gente' se refería a una entidad gigante: la minoría en general. "Hispanos. Lo veo en TV a todas horas. Esa pobre gente siendo rescatada de las balsas." Agitó la cabeza y tomó un sorbo de vino. "Francamente, no puedo imaginar cómo lo logran. ¿Tu familia llegó aquí de igual modo?"
Lauren parpadeó.
Taylor ahogó una carcajada.
Camila sonrió. "Sí, claro. Los mexicanos escapamos de la isla en balsa a todas horas."
"¿Así que entonces es común en tu cultura?" preguntó Clara. "Asombroso a lo que la gente se acostumbra."
Lauren deseaba, desesperadamente, golpear su cabeza contra la mesa y rezaba porque todo fuera un mal sueño. Sabía que su madre era malvada pero, ¿también ignorante y estúpida?
"Son un Estado asociado, madre. Estoy segura que los aviones son un poco más convenientes."
Clara absorbió esta información desde detrás de su vaso de vino. Sus ojos verdes se clavaron en Camila y se entrecerraron ligeramente. Estaba claro para Lauren que su madre no apreciaba ser corregida por su hija. Sobre todo cuando le provocaba vergüenza personal. También le era claro a Lauren que el sarcasmo de Camila era igualmente poco preciado.
"Entonces parece injusto que la acción afirmativa aun los incluya como participantes, ¿no? Los mexicanos deben sentirse muy altos y poderosos teniendo lo mejor de ambos mundos."
El humor dejó los ojos de Camila. "Lo que parece injusto, señora, es que a su estulticia se le permita residir en casa tan hermosa como ésta. Estoy segura que el tamaño de esta mansión está compensada por el tamaño de su cerebro."
Taylor estalló en carcajadas pero lo escondió con una enorme y dramática tos.
La boca de Clara se quedó ligeramente abierta, entonces se cerró rápidamente. Incapaz de replicar, tomó otro sorbo de vino.
Lauren se aclaró la garganta, principalmente para impedirse reír. Camila había increpado a su madre. Camila. Estaba casi mareada por la diversión y levemente paralizada por la impresión.
"Bueno, gracias por la cena, madre," dijo levantándose. "Camila y yo tenemos asuntos que tratar."
Camila también se levantó, su mirada hacia abajo, como si ahora estuviera dándose cuenta de que ella, Camila Cabello, acababa de llamar estúpida a la madre de Lauren Jauregui.
"Lauren," dijo Clara duramente aunque con inquietante calma. "¿Podría hablarte en privado?"
En realidad no era una pregunta. Lauren miró rápidamente a Camila. "Nos encontraremos en la limusina."
Agradecida al poder esperar fuera, Camila asintió y fue hacia la puerta delantera. Se dio la vuelta, sólo para ofrecer una cortés inclinación a Taylor.
Lauren observó salir a Camila y entonces, resignada, siguió a su madre al cuarto contiguo.
"No te quiero cerca de esa... esa..." La voz de su madre se apagó, la ira reemplazando su fría conducta.
"Su nombre es Camila," dijo Lauren también empezando a enfurecerse. No podía creer lo que su madre había dicho. "¿Balsas, madre?"
"Debería agradecer no haberla necesitado," replicó Clara. "Esa gente nunca aprecia nada. Les permitimos entrar en nuestro país y todo lo que hacen es quejarse."
"¿Te estás oyendo?" exigió Lauren.
Clara encogió sus delgados hombros. "Dono a sus organizaciones de caridad. Sé de qué va. Y a esa... lo que sea, jamás se le volverá a permitir la entrada a esta casa."
"¡Como si quisiera regresar!" gritó Lauren.
"Lauren, no voy a repetírtelo. ¡No quiero que te asocies con tan despreciable hez!"
Lauren no se había sentido tan furiosa en su vida. ¡El valor de su madre! ¡Cómo se atrevía! "Ya no dictas mi vida."
"No estoy hablando de tu vida, Lauren," dijo Clara, su voz regresando a la calma, confortada al saber que había hecho perder la frialdad a Lauren. "No te pongas dramática."
"Camila es mi vida," contestó Lauren, ni siquiera sorprendida por facilidad con que las palabras salieron de sus labios.
Clara ni siquiera pestañeó. "Deja de decir tonterías."
"No son tonterías, madre," respondió Lauren, su furia alimentando su valor. "Es la verdad. Soy lesbiana. Bollera, tortillera, lo que quieras llamarme.
Y estoy enamorada de Camila. Niégalo, acéptalo, me importa un bledo." Con eso se giró sobre sus talones y fue hacia la salida más cercana.
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Camila paseaba junto a la limusina, sintiéndose a la deriva en un mar de mezcladas emociones. ¿Cómo había llegado a perder el control? Le era tan impropio, tan extraño a su personalidad dar voz a sus pensamientos. Y aun así, las palabras habían escapado de su boca antes de tener oportunidad de detenerlas. Pero no era pesar lo que sentía estando al pie de la majestuosa perfección. Echando una mirada a la torre de grandiosidad que albergaba la llave de su revelación. Era más específico que pesar. Había entrado en la mansión con sentido de sobrecogimiento y fascinación, y partía con un sentimiento de piedad tan profundo que le costó instantes definir la emoción.
Ahora Camila comprendía el equilibrio del mundo. Se había equivocado al creer injusto que Lauren tuviese tanto: belleza, fama, fortuna. Los lujos superficiales de la vida, tan fáciles de confundir con dones y bendiciones, ahora le parecían a Camila meros sustitutos para el verdadero milagro de ser.
¿Cómo pudo Lauren sobrevivir tantos años en compañía de tan fría indiferencia? No parecía justo que a nadie le robasen el consuelo de un hogar amoroso, aunque elegantemente enmascarado entre pliegues de vestidos de terciopelo y perfección orlada en oro.
La furia reemplazó a la piedad. La brisa del océano picaba en sus labios y Camila se lamió la sal preguntándose por un instante si estaba llorando sin notarlo. Pese a su furia, la idea de enfrentar a Lauren llenó a Camila de miedo. El hecho era que había sobrepasado los límites en la cena y la posibilidad de que Lauren estuviera molesta destacaba firmemente en la mente de Camila.
El sonido de pisadas captó la atención de Camila y sintió retenerse su respiración.
"Deberíamos salir de aquí," dijo Lauren en un tono que reclamaba definición. No era uno que Camila hubiese oído antes.
Sobresaltada ante la súbita aparición de la actriz, Camila se quedó muda. Sin una palabra, siguió a Lauren a la limusina. Se sentaron calladamente, escuchando el sonido del motor arrancando, distraídas por la rapidez del movimiento.
"Lo siento," dijo Lauren, las palabras suaves y refrescantes contra la dureza de silencio. "No creí que saliese tan mal."
Camila se había preparado para todo menos una disculpa. Su mente falló en salir con una contestación adecuada.
Lauren le echó una mirada y miró a lo lejos. "Comprendo si quieres regresar a Nueva York."
La regresiva naturaleza de la conversación Camila para una vuelta. ¿Por qué creería Lauren que querría irse? "Soy yo quien debería sentirlo," dijo finalmente. "No pretendía insultar así a tu madre. Fue verdaderamente grosero y-"
"Bien merecido", acabó Lauren volviendo a mirar a Camila. "Es ella quién debiera sentirlo." Sonrió. "Nunca antes te había visto tan franca. Debiera hacerte enfadar algún día."
Camila sonrió, permitiendo que la dulzura del alivio le recorriera. "Creo que sería más prudente si no lo hiciera, Srta. Jauregui. Quién sabe qué cosas sin censurar podrían escapar en la noche."
"Vaya, ahora me pica la curiosidad."
Camila sonrió, sintiendo la arrolladora necesidad de abrazar a la actriz. Pero sólo se cruzó de brazos y se retrepó en el asiento.