Horas después, Lauren miró críticamente su reflejo en las puertas del ascensor. Tenía pobre iluminación y una gran abolladura, de lo que parecía un furioso puño, distorsionando la imagen. La abolladura momentáneamente distrajo a la actriz de su autoevaluación. Le hizo preguntarse qué podría provocar tan violenta acción.
¿Amor? Parecía la perfecta excusa para algo mucho más feo. Wesley golpeando a Camila no podía provenir del amor.
Los ojos verdes se oscurecieron ante el recuerdo. Encontraría una forma de que Wesley lo pagase. Y sería más doloroso que un puñetazo en la cara.
El pensamiento la confortó lo bastante para devolver su punto de interés a su reflejo. Le había costado horas decidirse por vaqueros y camiseta blanca sin mangas. Como tardía ocurrencia había optado también por una chaqueta de cuero. Por si acaso iban a cenar al Polo Norte.
Agitó la cabeza y nerviosamente lanzó arriba su mirada, hacia los números sobre las puertas del ascensor. Los primeros dos números faltaban y el resto se negaba a iluminarse. Lauren no tenía idea en qué planta estaba. Esperaba que se parase en la correcta.
Finalmente, las puertas se abrieron dolorosamente. Intentó desesperadamente ignorar el dolor de estómago que acompañaba la anticipación de ver a Camila.
Asegurándose que la tarjeta de cumpleaños que había escogido aún estaba dentro del bolsillo de su chaqueta, se dirigió hacia la puerta del apartamento. A pesar de encontrarla abierta, sintió la necesidad de llamar.
“¿Lauren?” llamó Dinah desde alguna parte en el apartamento.
Entrando, Lauren dijo en respuesta, “Sí.” Dinah apareció un momento después, llevando una bata de seda y una toalla rosa alrededor de la cabeza. “Oh, Dios mío, ¿es Prada?”
A Lauren la pregunta le pilló con la guardia baja. Por reflejo miró detrás de ella. Entonces comprendió que Dinah estaba refiriéndose a su chaqueta. “Eso creo,” contestó, sintiéndose avergonzada. Vaya con vestir de sport.
“Estuve mirando en una tienda esa exactamente esa misma chaqueta,” anunció Dinah. “Por supuesto, tampoco podía permitírmela.” Se rió.
“¿Quieres ayudarme a decidir qué llevar?”
Lauren agradeció que Dinah nunca se centrase mucho tiempo en un tema de conversación. “No soy muy experta en moda,” admitió la actriz. De hecho, antes había tenido que llamar a Alexa para preguntar qué conjunto debía llevar.
Siempre útil, Alexa había respondido, “Estás sexy con todo.” Quizás era hora de invertir en un amigo gay.
“Entonces puedes hacerme compañía,” Dinah sugirió. “Llamé a Siope y podría accidentalmente tropezarse allí con nosotras. Así que esta noche tengo que vestirme para impresionar.”
Lauren no se molestó en preguntar donde era “allí”. Ya podía ver que esto había sido un error. Aún no habían ido a ninguna parte y Lauren ya se sentía como una quinta rueda. Inconscientemente, miró hacia la alcoba de Camila y notó que la puerta estaba abierta y las luces apagadas.
“Está fuera con su hermano y su novio,” Dinah explicó. “Regresará pronto.”
El timbre sonó antes de que Lauren tuviera oportunidad de comentar.
“Michael,” adivinó Dinah, yendo hacia el interfono. Apretó el botón y habló al altavoz. “Lárgate, no queremos nada.”
Una voz masculina se rió. “¿Estás segura? Tengo ofertas estupendas en relojes y productos capilares.”
Lauren giró los ojos al cielo.
“Muy bien,” accedió Dinah, tras dos segundos de fingida consideración. “Sube.” Abrió la puerta y se volvió a Lauren. “Voy a cambiarme. Pueden entretenerse juntos.”
La tarde acababa de ir de mal a peor. “Claro,” se encontró diciendo. ¿Por qué no? Tenía sentido que se quedase atrapada a solas con el novio de la mujer de la que estaba enamorada. Debo haber sido político en otra vida, decidió Lauren.
Dinah empezó a ir hacia su cuarto pero se detuvo y se dio la vuelta de repente. “Oh, oye, hagas lo que hagas, no le digas a Michael que el hermano de Camila es gay.”
“Vale,” acordó Lauren, aunque se sentía como para recibir a Michael en el apartamento con ese anuncio en particular. Malo que no lo llevara a cabo en la realidad.
Michael no se molestó en llamar a la puerta medio abierta y entró directo. Le tomó un momento notar a Lauren, pero cuando lo hizo, pareció verdaderamente sorprendido. “Hola,” saludó, su mirada yendo de Lauren a la alcoba de Camila.
“Hola,” contestó Lauren con urbanidad. “Camila está fuera con su hermano.”
“Sí, lo sé,” contestó Michael alzando su móvil. “Acabo de hablar con ella. Estará pronto aquí.”
Lauren se sentía como para exhibir su propio móvil. No estaba segura por qué. Hay algo en los celos que le hace a uno hacer tonterías.
“No sabía que tú y Camila eran tan buenas amigas,” comentó Michael.
Lauren no estaba segura de cómo contestar a eso. Supuso que aludía al hecho de que iba a salir con ellos y dijo, “Dinah me invitó.” De repente se sintió torpe. ¿Qué pensaría Camila de que les acompañara? ¿No tenía Lauren Jauregui cosas mejores que hacer? ¿Y qué estaba intentado demostrar?
“Bueno, creo que es genial por tu parte el venir,” contestó. Hubo un súbito vacío en la conversación que Michael inmediatamente llenó, “¿Así que disfrutas actuar?”
“Sí,” contestó Lauren. ¿Qué más había que decir? Se apoyó contra la parte de atrás del sofá y se cruzó de brazos. Imaginó que conversar con Michael sería una prueba de fuerza de voluntad. No podía figurarse qué veía Camila en él. Era aceptablemente bien parecido, pero nada excepcional. Camila podía hacerlo mejor. Mucho, mucho mejor. “¿Qué haces?”
Michael se encogió de hombros. “Por el momento trabajo en una floristería,” contestó. “Sé que suena algo gay, pero paga decentemente y es bastante fácil.”
Perdedor. “Interesante,” comentó en cambio.
“Pero estoy pagándome la universidad,” agregó, su pecho ligeramente henchido ante el anuncio. “Realmente soy artista.”
Es cierto. De repente Lauren recordó qué veía Camila en él. Se preguntó si era bueno. “Debe ser agradable salir con alguien que también es artista.”
Michael asintió. “Sí, Camila es realmente estupenda. Empecé a hablar con ella porque estaba impresionado con parte de su obra, verdaderamente sobrecogedora.”
Lauren asintió, no sabiendo qué más decir. Por suerte, no tuvo que salir con nada. Camila escogió ese momento para entrar en el apartamento. Llevaba un puñado de bolsas de compras con ella. “Lamento llegar tarde,” le dijo a Michael. Entonces su mirada cayó en Lauren.
“Oh, hola,” dijo.
“Hola,” replicó Lauren. “Feliz cumpleaños,” añadió desmañadamente.
Camila sonrió. “Gracias.” Levantó las bolsas. “Harry y Louis se volvieron locos comprándome cosas.” Se rió.
Michael fue a darle un beso a Camila. Lauren se entretuvo mirando la alfombra. Cuando volvió a oír la voz de Michael, levantó la vista.
“¿Quién es ese Louis?” Michael preguntó casualmente, aunque su tono revelaba una capa subyacente de preocupación y celos. Lauren casi se sonrió.
“El amigo de Harry,” Camila simplemente contestó. Miró rápidamente a Lauren antes de decir, “Voy a ponerme uno de los nuevos conjuntos y entonces podemos irnos. ¿Vale?”
Michael asintió.
Camila empezó a ir hacia su cuarto. “¿Dinah todavía está vistiéndose?” preguntó mientras pasaba a Lauren.
“Oh, estás en casa,” dijo Dinah, saliendo de su dormitorio casi por señal. “¿Te divertiste?”
Camila asintió. “Fue fenomenal,” contestó. “Voy a cambiarme y saldré en seguida.” Desapareció en su cuarto y cerró la puerta.
Dinah se volvió a Lauren. “¿Qué piensas?” preguntó, refiriéndose al traje que estaba llevando.
Lauren pensó que estaba estupenda. “Muy bonito,” dijo.
“Eres chica, no cuentas,” Dinah comentó, volviéndose a Michael. “¿Y bien?”
“Te lo haría,” Michael respondió, guiñando.
Dinah sonrió. “Gracias, Mike.” Miró a Lauren. “¿Ves? Es lo que deberías haber dicho.”
Lauren se rió, preguntándose qué habría dicho Dinah si, de hecho, hubiera contestado de esa forma.
“¿Qué bolso?” Dinah preguntó, levantando unos cuatro diferentes. Miró a Lauren con expectación.
La actriz deseó tener con ella a su diseñador de moda. “Um, el negro,” sugirió.
“Bien, me alegra que también lo creas.” Dinah echó los otros bolsos al dormitorio e hizo una pose. “¿Cómo estoy ahora?”
“Bien,” contestó Lauren.
Dinah agitó la cabeza y echó una ojeada a Michael. “¿Das el tono?”
“Todavía te lo haría.”
Dinah miró significativamente a Lauren. “Yo también te lo haría,” dijo finalmente Lauren.
“Excelente,” Dinah contestó, sonriendo. “Esperemos que Sio—”
Camila abrió la puerta a su dormitorio y apagó la luz antes de salir. “Lista,” dijo interrumpiendo a Dinah a media frase.
Lauren miró a Camila y sintió precipitarse la sangre en su cuerpo hacia un punto muy específico. Parpadeó.
“Lo escogió Louis,” dijo Camila a modo de explicación. Parecía levemente avergonzada.
Oh. Dios. Mío. La mirada de Lauren viajó desde las botas de cuero de tacón alto, a los ceñidos pantalones de cuero y al top negro. Logró cerrar la boca antes de que nadie lo notara, entonces se obligó a desviar la mirada.
Michael estaba ciertamente babeando.
Lauren sintió una punzada de envidia recorrer su cuerpo y su mandíbula se tensó. Mantuvo los ojos enfocados en el poyete de la cocina para que no le tentase mirar a Camila.
“¡Le dices a Louis que me lleve de compras la próxima vez!” dijo Dinah asintiendo con aprobación. “¿Está la chica del cumpleaños lista para la fiesta?”
Camila asintió. “Vamos.” Lauren suspiró y siguió el grupo fuera del apartamento. Iba a ser una noche muy larga.