Dulce Destino - Camren Fanfic

By camren-fanfic

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Lauren Jauregui una actriz famosa patea traseros de cara al público, pero con un lado más melancólico-patoso... More

OFICIAL TRAILER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92 [FINAL]

Capítulo 56

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By camren-fanfic

Algo estaba efectivamente abierto. Terminaron comprando comida en una tiendecita cerca del apartamento de Lauren. Lauren aún no podía creer haber tenido las agallas de pedirle a Camila ir a comprar comida con ella. Más aún incluso, no podía creer que de hecho Camila hubiera aceptado la idea. ¿Quién iba de compras a las 2am?

Al parecer unos cuantos, porque no eran los únicos allí.

“¿Jif o Skippy?” preguntó Camila, sosteniendo los dos tipos de mantequilla de cacahuete disponibles.

“Jif,” Lauren contestó en seguida, volviéndose a mirar la selección de cereales. “Me alegra que estés aquí para mostrarme cuales son los esenciales.”

Camila sonrió. “Bueno, todos han de tener mantequilla de cacahuete. Es como una ley. De hecho, es una ley. Leí al respecto en uno de los libros de Wesley.”

Lauren respingó ante el sonido de su nombre.

“Mi ex-novio,” explicó Camila, ignorante de la reacción de Lauren. “Está estudiando leyes en Harvard.”

Lo dice con tal orgullo, además. Pero el dolor era obvio en los ojos de Camila. “Que afortunado,” dijo Lauren, su atención en las cajas de cereales.

“Es una decisión difícil.”

Camila asintió. “Honey Nut Cheerios,” dijo, sosteniendo la caja de cereales.

“¿Es lo que te gusta?” preguntó Lauren. Por alguna razón estaba tomando nota de las preferencias de Camila. No sabía por qué. No quería pensar en el por qué.

“Y Cap'n Crunch Berries.” Camila también alcanzó por esa caja.

Lauren sonrió. “Muy nutritivo,” dijo, agarrando ambas cajas. “Les daré un intento.”

“¿Nunca los has tomado antes?”

“Soy más del tipo Kashi Go Lean,” respondió Lauren.

“¿Tipo qué?”

Lauren buscó alrededor y finalmente encontró el cereal de su preferencia. Apuntó el frontal de la caja. “¿Ves? Alto en proteína y fibra.”

Camila le cogió la caja y la inspeccionó. Arrugando la nariz, dijo, “Asco.”

“Saludable,” aclaró Lauren, recuperando la caja. Puso los cereales en su cesta, junto con los Cap'n Crunch’s Crunch Berries y los Honey Nut Cheerios. “¿Qué más necesito?”

“¿Leche?” sugirió Camila.

Lauren fue detrás de ella. Era divertido que a Lauren no pudiera importarle menos lo que compraba en tanto Camila estuviera con ella.

“¿Quieres desnatada?” preguntó Camila. “Estando tan preocupada por la salud. ¿Estás a dieta?”

“¿Dieta?” preguntó Lauren. “No particularmente. ¿Por qué?”

Camila se encogió de hombros, poniendo el cartón de leche en el cesto. “¿No estan todas a dieta?”

“No soy una supermodelo,” contestó Lauren. “Pero, de hecho, la prefiero desnatada.”

“Asco,” Camila contestó una vez más.

Lauren se sonrió. Siguió a Camila por el pasillo y agarró algunos artículos de comida al azar que podría querer después. “Debiera coger pasta. Puedo tenerla de cena mañana.”

Camila se la quedó mirando. “¿Tienes un buen cocinero?”

“¿Perdón?” preguntó Lauren, desconcertada.

“Alguien que cocina para ti.” aclaró Camila. “¿Tienes uno de esos?”

Lauren sonrió. “Soy perfectamente capaz de cocina para mí, gracias,” contestó. “¿Qué crees que hago todo el día? ¿Sentarme mientras mis esclavos me abanican y alimentan con uvas?”

“¿No?” Camila preguntó, una leve sonrisa en su cara. “He visto esos programas de Lifestyles of the Rich and Famous.”

Lauren sonrió y tomó un par de paquetes de tallarines del estante. “Bueno, probablemente no me verás por allí. Si tuviera cocinero, se morirían de aburrimiento. Raramente estoy en casa.”

“¿Fiestas de famosos?” adivinó Camila.

“Odio las fiestas,” dijo Lauren.

Camila agitó la cabeza. “¿Lo sabe tu club de fans?” preguntó. “No iría revelando tu estilo de vida en la televisión pública si fuera tú.”

Los ojos verdes entrecerraron ligeramente. “¿Es tu sutil manera de llamarme aburrida?”

“¿Estaba siendo sutil?” Camila preguntó, una sonrisita en sus labios.

Lauren sonrió, asombrada de que Camila estuviera hablándole así. Está insultándome de plano y me encanta. “Consideraré tu consejo, gracias,” dijo tras un momento. Miró su selección de comestibles. “Creo que estamos bien.” Se dirigió hacia la máquina registradora.

Camila siguió ejemplo.

El hombre detrás del mostrador apenas le echó un vistazo mientras le facturaba a Lauren. Adoro Nueva York, pensó Lauren. Nadie me nota nunca. Él le dio el total, ella le dio el dinero. Y por la puerta salieron.

“¿Dónde vives?” preguntó Camila.

“A un bloque por allí,” Lauren indicó con su barbilla. Sus manos estaban ocupadas con bolsas. “Gracias por venir conmigo.”

“De nada,” contestó Camila. Ella llevaba la otra la mitad de los comestibles. “No pasa cada día que una persona famosa me pida le acompañe a comprar comestibles a las 2am.”

Una persona famosa, Lauren pensó, sintiéndose deprimida de repente. Nunca me verá como otra cosa. No es que esperara una reacción diferente. Era sólo… un asco. “Bueno, oí que Brad Pitt estaba por aquí,” se encontró diciendo. “Quizá mañana te llevará a comprar zapatos.”

Camila se rió. “Veremos,” contestó.

Se hizo un silencio que no era tan incómodo como los anteriores. Unos minutos después, Lauren indicó su edificio de apartamentos.

“Uau,” musitó Camila, levantando la vista. “Debe costar una fortuna.”

Lauren no contestó, sintiéndose avergonzada. Llevó a Camila por el edificio y al ascensor. Esperaba que Camila no la creyese una completa estirada. Se quedó mirando los números en el ascensor mientras buscaba algo que decir. “Mi ayudante lo eligió por mí,” dijo y se dio cuenta que no sonaba nada mejor.

“Ah,” dijo Camila. “Así que tienes un secuaz.”

“Yo no llamaría secuaz a Alexa,” contestó Lauren, sintiendo un poco defensiva de su no-tan-amiga-pero-en absoluto-secuaz. “Me ayuda a mantenerme organizada. A veces las cosas se ponen un poco frenéticas. Y es realmente una buena persona…” Decidió callarse.

“Lo siento,” dijo Camila tras un momento. “No quise insultarte.”

Lauren miró en los ojos marrones. “No me siento insultada.”

La incomodidad volvió a plena potencia y de repente Lauren se sintió incómoda. Podía ver que Camila también se sentía incómoda, lo que ponía aún más a Lauren.

Las puertas del ascensor se abrieron y Lauren salió. El suyo era el único apartamento de la planta, así que alcanzar la puerta era sólo cuestión de dar un par de pasos. Sacó sus llaves y dejó entrar a Camila.

Camila miró alrededor al instante que entró. “¿Lo decoraste tú misma?” preguntó.

Lauren se apercibió de las columnas de cajas diseminadas por todas partes y sonrió. “¿Bromeas? Le pagué una fortuna a un decorador.”

Empezó a ir a la cocina.

“Bien mereció el dinero,” bromeó Camila, siguiendo a la actriz. “Me gusta todo el motivo en cartón.” Depositó las bolsas que llevaba sobre el poyete y retrocedió, mirando por la cocina.

“¿Cuánto llevas viviendo aquí?”

Lauren miró alrededor, preguntándose qué veía Camila — qué pensaba de esto, de ella. “Sólo unos días,” contestó finalmente. “En realidad aún no me siento como en casa.”

“Desempaquetar podría ayudar,” sugirió Camila, sus ojos marrones regresando a los de Lauren.

“Sólo una idea.”

“La tendré presente,” respondió Lauren, combatiendo el impulso se quedarse mirando en los ojos de Camila. No estaba segura de volver a encontrar su voz si se daba a la tentación. “¿Te gustaría algo de beber? Tengo—” empezó repasar las bolsas “— leche, Mountain Dew caliente, jugo de uva caliente y agua caliente.” Levantó la vista a la expectativa.

Camila agitó la cabeza. “Debiera irme.” Le echó un vistazo al microondas. Le parpadeaba las 12:00. Así que miró su reloj en cambio. Eran casi las tres treinta de la mañana.

“Te llevaré en coche,” contestó Lauren en seguida. “Tan sólo permíteme guardar estas cosas.” Camila frunció el ceño. “Realmente no tienes que hacerlo.”

“Bueno, creo que la leche se agriará si no lo hago,” contestó Lauren, guiñándole a Camila antes de meter el cartón en el frigo.

Camila abrió la boca para responder. La cerró. Entonces la abrió de nuevo. “No tienes que llevarme a casa,” logró decir finalmente. “No me importa el paseo.”

Lauren dejó de guardar los comestibles lo suficiente para mirar el techo pensativamente. “Sí, pero si algo te pasara sería una publicidad horrible por mí.” Sonrió de nuevo. “Además, no podría dormir sabiendo que estabas yendo a casa sola. Tendría que pedirte que hicieras algo totalmente bochornoso como llámarme al instante que llegases allí… y, bueno, eso me haría quedar por tonta. Así que, compláceme.”

Camila se quedó mirando a Lauren un momento muy largo. “Vale,” cedió. “No querría ser causa de tu insomnio.”

Si tan sólo supieras. Lauren sonrió y volvió a guardar comestibles. Una vez hecho, encaró a su invitada. “Gracias por hacer esto conmigo,” dijo. “Sé que fue una extraña petición.”

Camila ofreció una sonrisita. “Estoy empezando a pensar que cosas raras es lo único que puedo esperar de ti,” dijo.

“Me lo tomaré como un cumplido,” Lauren se rió. Tomó las llaves de su automóvil e indicó hacia la puerta delantera. “¿Lista?”

Camila asintió. “Si insistes.”

                                               ~~~~~

Camila se pellizcó el brazo en el ascensor mientras bajaba. Realmente no creía estar soñando, pero por momentos parecía como la única explicación. Los eventos de esa noche desafiaban completamente las leyes de… algo. No se le ocurría una que se aplicase a la situación en que estaba.

Quizá tendría que darle nombre ella misma. Pero, por alguna razón, estaba teniendo problemas concentrándose.

El hecho que Lauren Jauregui estaba apoyada contra la pared del ascensor, pareciendo como si todo fuera perfectamente normal, estaba distrayendo particularmente a Camila. Se sentía como el dibujo en el periódico del domingo: ¿Qué objeto no encaja en esta imagen? Casi podía imaginar un gran bolígrafo rojo apareciendo de la nada y trazando un gran círculo alrededor de ella. O quizá, dibujando un círculo alrededor de todo el ascensor. O sólo de Lauren. No importaba porque, en cualquier forma que lo mirases, algo estaba fuera de lugar.

Camila decidió que era ella quién estaba fuera de lugar porque el elegante ascensor, con los adornos en oro alrededor de los botones, ciertamente no iba con ella. Lauren Jauregui, por otro lado, parecía perfectamente en casa. La actriz probablemente estaba acostumbrada a los adornos en oro. Su vida entera probablemente estaba perfilada en oro.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Camila salió primera. El recibidor estaba guardado por un hombre de uniforme azul sentado detrás de un gran escritorio jaspeado. Inclinó el borde de su sombrero mientras pasaban.

“Tenga cuidado ahí fuera, Srta. Jauregui,” dijo el hombre.

Lauren dio una leve inclinación. “Gracias, Niall,” contestó. “Ten buena noche.”

Camila encontraba raro… y extrañamente fascinante… la manera en que Lauren tuteaba a un hombre que no podía haber conocido mas que unos días. Así que decidió comentarlo. “¿Generalmente te haces amiga tan rápidamente de tus porteros?”

“¿Niall?” Lauren preguntó, sosteniendo la puerta abierta para que Camila pasase. “No es mi portero.” Indicó al hombre uniformado apoyado contra una de las otras puertas de cristal. El hombre estaba roncando suavemente. “Ése es mi portero.” Parecía divertida por esto. “Niall es uno de mis guardaespaldas. Aunque está disfrazado. Le gusta mezclarse.”

Camila intentó no concentrarse en la implicación de que había más de uno. “¿Entonces no debería estar siguiéndote?” preguntó.

“No,” Lauren contestó y fue acera abajo.

“Realmente no soy tan paranoica.” Entonces se detuvo de repente y encaró a Camila, que también se detuvo. “En realidad, no es toda la verdad,” admitió. “La verdad es que a mi madre le gusta saber todo que me pasa y mi mudanza a Nueva York le dio la excusa perfecta para endosarme uno de sus espías.”

“No lo entiendo,” dijo Camila, porque realmente no lo entendía.

Lauren empezó a caminar de nuevo. “Venga. Debemos llevarte a casa.” Esta vez, su voz parecía triste y un poco distante. Camila captó de inmediato el cambio de tono y se preguntó la causa. Tras un momento, Lauren habló de nuevo. “Mi madre teme que haga algo escandaloso. Tiene tendencia a contratar gente para seguirme para que, en el raro caso de que me meta en problemas, ella pueda cortarlo por lo sano antes de que llegue a los medios de comunicación.” Lauren se encogió de hombros. “Está un poco… demente.”

Camila se sentía dudosa. “¿Tu propia madre te espía?”

“Bueno,” Lauren empezó, con una perversa sonrisa que Camila estaba empezando a gustarle.

“Cree que me espía. Pero estuve de acuerdo en doblar lo que mi madre estuviera pagándoles. Así que, en cambio, le envían informes falsos. Escriben asombrosa ficción sobre mi vida.” Se rió de un distante recuerdo, entonces se encogió de hombros y miró a Camila. “Ocasionalmente le pido a uno de ellos, como Niall, que vigile cosas fuera de lugar. Normalmente cuando viajo a un lugar al que no estoy acostumbrada o cuando me mudo a una nueva localización. Los acosadores pueden volverse molestos.”

“Parece… complicado,” comentó Camila. No podía identificarse, obviamente, pero se sentía un poco mal por que Lauren tuviera que pasar por tanto problema sólo por existir. Supongo que es el precio que pagas…

Lauren se detuvo de repente ante un Rav4 blanco. Le costó a Camila un momento comprender que era el automóvil de Lauren. Había estado esperando algo diferente. Un Ferrari o un Porsche… incluso una limusina. “¿Tienes debilidad por los Rav4 blancos o algo así?” preguntó mientras entraba en el asiento del pasajero.

“No, no es el coche que normalmente conduzco,” contestó Lauren. “Es alquilado.”

“Ah,” expresó Camila. Probablemente no quería tener su Ferrari estacionado en mitad de Nueva York.

“El mío es azul,” explicó Lauren.

Camila fue cogida con la guardia baja. “¿Perdón?”

Lauren la miró de reojo y giró la ignición. “Mi Rav4 es azul.”

“Ah,” fue lo único que Camila pudo pensar decir.

De repente no podía esperar a llegar a su apartamento. Estar con Lauren Jauregui era agotador. La actriz tenía la mente de Camila en un torbellino de confusión y sentimientos mezclados. Deseaba comprender a Lauren pero, cuanto más lo intentaba, más confundida se volvía. Y estaba demasiado cansada para seguir inten- tándolo. Al menos por esa noche.

El tráfico era horrible, incluso a las cuatro de la mañana. Parpadeantes luces rojas y azules más adelante anunciaban algún tipo de accidente.

Camila estaba segura de que Lauren lamentaba la oferta de llevarla a casa. “Podrías dejarme por aquí,” sugirió, queriendo sacar a la actriz del compromiso. “Puedo caminar desde aquí.”

Lauren asintió. “Lo haré,” dijo y Camila se encontró extrañamente defraudada. “En tu puerta delantera,” añadió la actriz un momento después.

Camila se sintió secretamente aliviada, especialmente cuando un momento después empezó a llover. Lo último que quería era una repetición de la noche de graduación. Caminar a casa bajo la lluvia no había sido nada divertido. Aunque la situación era diferente. Muy diferente. No es como si Lauren Jauregui fuera a intentar seducirla con velas y una habitación de hotel. Fue en ese momento que Camila comprendió cuan cansada debía estar.

Le robó una mirada a la actriz, que parecía ocupada buscando algo en el asiento de atrás. Un momento después, Lauren dejó caer un objeto negro en el regazo de Camila.

Camila lo reconoció como un porta CDs. “¿Ahora me sobornas con música?” preguntó.

Lauren se rió y Camila no pudo evitar sonreír ante el sonido. “Escoge lo que quieras escuchar,” dijo Lauren.

Camila bajó la cremallera de la carpeta y lo abrió por la primera hoja. Tenía la sensación de que a Lauren le gustaba mantener las cosas organizadas porque todo estaba en orden alfabético.

Repasó los nombres de los artistas. “¿Beyonce?” preguntó, levantando la vista. Dinah la escuchaba.

“Me gustan sus letras,” contestó Lauren. “En realidad todo de ella”

“Realmente nunca me ha entrado,” tuvo que admitir Camila, volviendo a los CDs en su regazo. Hojeó las páginas. Lauren escuchaba de todo.

“Rihanna es excelente,” se encontró comentando. “Dinah lo escucha mucho. Y Lana Del Rey y Coldplay… todos esos.” Encontró que Lauren los tenía todos.

Eventualmente, tras avanzar dos pulgadas enteras en el tráfico Camila se quedó con un CD no identificado. “¿Qué es este?” preguntó.

Lauren le echó una mirada y se encogió de hombros. “Kea—Um, mi amigo me lo grabó,” dijo, pareciendo momentáneamente sonrojada. “¿Es tu elección?”

“Seguro,” Camila contestó, figurándose que no podía hacer daño. Entregó el CD y sintió rozar su dedo contra el de Lauren el más breve de los segundos. “Espero que no sea country,” se encontró diciendo, intentando ignorar la extraña sensación de hormigueo en el punto que sus dedos se habían tocado. Me estoy volviendo demasiado cosquillosa, decidió.

“No eres fan, me lo tomo,” Lauren contestó, metiendo el CD en el lector. “Podría haber una canción country perdida aquí o allá, te lo advierto. Tengo gustos variados.”

A Camila no le importaba realmente, porque tenía más curiosidad por el tipo de canciones que Lauren Jauregui había escogido reunir. Era como una pista; una pista musical.

Un momento después, una canción que Camila no reconoció lleno el automóvil.

“No es country,” Lauren anunció. “Tienes suerte.”

Camila se encontró sonriendo. “¿Qué es?”

“Naked’,” contestó Lauren. “Avril Lavigne. Es mi tema, creo.”

Camila intentó deducir lo que eso significaba escuchando las letras. Pero era más una canción de amor que otra cosa. Se preguntó brevemente en quién pensaba Lauren cuando escuchaba esta canción. “¿Tienes novio?” se encontró preguntando.

“No podría estar más soltera,” Lauren contestó, echándole una mirada.

Interesante. Camila decidió disfrutar la canción, porque comprender a Lauren Jauregui iba a ser un largo proyecto.

Y, por alguna razón, se sentía interesada en el desafío.

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