Querida Laur,
Te complacerá saber que un paquete está camino de tu casa. Decidí agregar a un par más de cosas al total, para que no recibas sólo una aburrida pintura. Gracias por confiarme tu dirección. Prometo no acecharte si alguna vez voy a Miami. :)
¡Oh! Y terminé abriendo una cuenta con ese cheque. Gasté sobre la mitad en renta. Ahora Dinah no tendrá que preocuparse por conseguir ese segundo empleo. Habló con su gerente y ha bajado a media jornada. Por alguna razón le gusta aquello, que bicho raro es. Aún así, me alegra que tenga oportunidad de seguir sus sueños de actuar, ahora que no tiene que preocuparse por ganarse la renta durante un tiempo.
Y supongo que significa que no tendré que buscarme ese empleo de verano después de todo. ¡Eh, puedo pasar todo el tiempo pintando! Lástima que el dinero no dure para siempre. Seguro que le gana a hacer café para vivir.
Fui de compras con Harry y su novio, Louis, hace un par de días. Louis es tan divertido. Le compré un puñado de cosas sueltas. Harry seguía bromeando que Louis iba a plantarle por mí si seguía mimándole de esa manera, ¡pero no podía evitarlo! Adoro comprar cosas para la gente que amo. Harry tuvo que frenarme el ir a la máquina registradora cada dos segundos. Supongo que me pongo una chispa demasiado emocionada con la perspectiva de tener dinero. :)
Hace un tiempo me preguntaste cuando era mi cumpleaños y creo que no contesté. Es el 3 de marzo. No te lo perdiste. :) ¿Cuándo es el tuyo?
Oh, estaba preguntándome si podía tener tu número. En caso que me sienta para llamarte alguna vez. Es lo justo:) Pero, respeto si prefirieres no dármelo. No me ofenderé demasiado.
Tu amiga,
Camila
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“Traje películas,” anunció Camila, entrando en el apartamento y cerrando la puerta con el pie. Fue para encontrar a Dinah en el sofá, inclinada sobre un periódico. “Espero que sean personales y no clasificados.”
Dinah no levantó al vista. “Sección de espectáculos. Intento ver si hay audiciones anunciadas en alguna parte. Realmente debería ver el conseguirme agente.”
“No hay tiempo como el presente,” dijo alegremente Camila. Levantó la bolsa que llevaba. “¿Mencioné que traje películas?”
Los ojos castaños fueron a la bolsa y se iluminaron. “¿Qué trajiste?”
“Películas homosexuales,” Camila contestó. Dinah parpadeó algunas veces. “¿Cómo dices?”
“Tengo curiosidad por ver de qué va todo el jaleo. Quiero decir, primero Harry, después Laur. Veamos cómo vive la otra mitad. O sabes, el otro diez por ciento o lo que sea estos días.”
“¿Películas homosexuales?” preguntó Dinah. “Pero no somos homosexuales.”
Camila frunció el ceño. “Bueno, ellos ven películas hetero todo el tiempo y no son hetero. Me parece justo.” Sonrió. “Además, será interesante.”
Dinah se encogió de hombros y se retrepó. “No puedo discutir esa lógica. ¿Qué estamos viendo?”
Camila repasó la pequeña selección, vaciando la bolsa. “Uh, tengo The Incredibly True Adventures of Two Girls In Love, But I’m A Cheerleader, Trick, Get Real y If These Walls Could Talk 2.” Levantó la vista. “Podemos hacerlo alfabéticamente.”
“¿Cinco películas?”
“No tenemos nada mejor que hacer,” contestó Camila a la defensiva. “Además, no podía decidirme.”
Dinah se rió. “Mejor pido pizza.”
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“No lo entiendo,” Keaton empezó, al segundo que Lauren abrió la puerta. “¿Por qué considerarías no hacer esta película?” Entró en la casa y esperó que Lauren respondiese.
La actriz cerró la puerta y entrecerró lo ojos. “¿Qué parte de ‘convénceme para no hacerla’ no captaste, Keaton?” Empezó a caminar por el recibidor hacia la sala.
Keaton siguió ejemplo. No había forma de que fuera a dejar esto sin discutir. “Es un guión excelente, Lauren,” le dijo.
“¡Sé que lo es!”
“¿Entonces cuál diablos es el problema?” preguntó Keaton con impaciencia.
Lauren se giró. “¡Sabes perfectamente bien cuál es el problema!”
“¿Sabes cuántas actrices matarían por un papel como éste?” exigió Keaton. “Pediste mi opinión, Lauren y, como un guionista, director y amante de todo lo que es cine, estoy diciéndote que sería un enorme error pasar de éste.”
“No lo pedí en cuanto a tu opinión profesional, Keaton,” discutió Lauren. “Te pedí que me impidieras hacer algo que llegaré a lamentar.”
“¿Qué crees que estoy haciendo?” gritó él.
Lauren le miró ferozmente, la furia reemplazando la frustración. “Eres la única persona en este mundo que esperaba comprendiese.”
Keaton vaciló y dejó caer el guión en el sofá al lado de él. Volvió los ojos verdes de su mejor amiga y suspiró. “Es el papel de una vida, Lauren. Es tu gran oportunidad de demostrar que eres mejor de lo que creen.”
“Ése no es el problema, Keaton,” contestó Lauren “Sabes que ése no es el asunto aquí.”
Keaton se pasó una mano exasperada por el pelo. “Durante los últimos años, te he visto evitar magistralmente cualquier contacto con la comunidad gay y lesbiana. Tienes a la mitad del mundo creyendo que eres homofóbica y a la otra mitad alabando tu conservadurismo. Eso no es quién eres, Lauren. Necesitas encarar tus miedos o van a ser los que maten tu carrera. A veces no va de los papeles que interpretas, sino de los papeles que no.”
Lauren soltó un largo suspiro, bajando lo ojos. Si sólo fuera tan simple.
“¿De qué tienes tanto miedo?” cuestionó Keaton. “De todas formas, por lo común son actrices hetero las que interpretan papeles así. Nadie va a cuestionar tu sexualidad.”
“Ése es el problema,” restalló Lauren. “Van a asumir que soy hetero. Van a freírme a preguntas como, 'Oh, ¿cómo fue besar a una mujer?’ o 'Como heterosexual, ¿cómo fue el interpretar un papel de lesbiana? ¿Fue difícil? ¿Tuviste que investigar?’ Y voy a tener que tragármelo y sonreír y mentir y amontonar más mierda a la creciente montaña de heces que constituye mi vida.
Keaton se cruzó de brazos. "Bueno, no ha parecido molestarte hasta este momento.”
“¡Maldita sea, Keaton!” gritó Lauren, totalmente exasperada. “No necesito esto en mi vida. ¡No necesito abrir a patadas una caja de Pandora de preguntas, asunciones y alegaciones!”
“¿Entonces por qué diablos me pediste que leyera el guión?” replicó Keaton. “Si ya has tomado la decisión de no aceptar este papel, ¿por qué me pediste que lo leyera?”
Lauren lo miró fijamente, de repente sin palabras. Finalmente, se encogió de hombros, intentando tranquilizarse. “Esperaba que encontrases una forma de hacerme sentir mejor por no aceptarlo.”
“No.” Keaton agitó la cabeza. “Te conozco, Lauren. Cuando has tomado una decisión sobre algo, te importa un bledo lo que piensen los demás. Querías que te diera una razón para aceptarlo. Y es lo que estoy intentando hacer. Como tu mejor amigo.”
Lauren suspiró.
Keaton se apoyó contra el sofá y soltó una larga expiración. “¿Cuándo fue la última vez que fuiste feliz, Lauren? Quiero decir, sinceramente. Porque, he estado junto a ti a través de todos tus grandes logros y ni una vez te he visto verdaderamente contenta. Has creado este alter ego de ti para que nadie se dé cuenta de cuan desdichada eres o, más más importante, el por qué. Así que, por favor, explícame qué arriesgarías confesando quién eres.”
“Privacidad,” contestó Lauren sencillamente.
Keaton arqueó una ceja.
Lauren caminó al sofá y se sentó al otro extremo, obligando a Keaton a darse la vuelta. “Salgo del armario y todo se volverá sobre mi sexualidad. Si alguien me saca una foto paseando con una mujer, la gente saltará a la conclusión que es mi nueva novia. Cualquier cosa que haga, diga o use, de repente, se volverá algo que refleje toda una comunidad de gente que me mirará para que dé buen ejemplo.”
Agitó la cabeza tristemente. “No creo estar emocionalmente preparada para convertirme en la próxima lesbiana ejemplar. Y francamente, no quiero serlo. No me he partido el culo trabajado todos estos años para que mi nombre sea sinónimo de lesbianismo. Al segundo que diga, 'Soy lesbiana’, eso es todo lo que el mundo verá.”
“Sólo si es todo lo que les permites ver,” respondió Keaton. “¿Y qué si piensan 'lesbiana’ cuándo te miran? Ahora piensan 'zorra estirada’ y eso no parece alterarte.”
Lauren sonrió ligeramente.
“Ser lesbiana no es todo lo que eres. No importa lo que piensen, Lauren. Tú lo sabes mejor. Yo lo sé mejor.” Se encogió de hombros. “Pero no estoy intentando convencerte para que salgas del armario. Estoy intentando convencerte de darle una oportunidad a este papel.”
Cuando Lauren no respondió, Keaton continuó. “Te recuerdo diciendo una vez que tu momento bajo el sol pasaría inevitablemente.
Que caminarías calle abajo y a nadie le importaría quién fuiste una vez. ¿Y por qué debiera? No has hecho nada digno de importancia.”
Lauren le frunció el ceño.
“Eh, es verdad,” discutió Keaton. “Nadie marca diferencia jugando seguro. Sé que ser olvidada es tu mayor temor. Así que dime, Laur, ¿cómo deseas tú ser recordada?”