Hermosa Ante Mis Ojos

By MarlyyGrey

675K 39.6K 4.7K

¿Qué pasa cuando encuentras a esa persona que tanto tiempo has esperado? "Él" Un multimillonario exitoso. A... More

(0)
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
(10)
(11)
(12)
(13)
(14)
(15)
(16)
(17)
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
(23)
(24)
(25)
(26)
(27)
(28)
(29)
(30)
(31)
(32)
Aviso
Nota
(33)
(34)
(35)
(36)
(37)
(38)
(39)
(40)
(41)
(42)
(43)
(45)
(46)
(47)
(48)
Final
Epílogo
Agradecimientos

(44)

11.2K 651 68
By MarlyyGrey




Permanezco recargado sobre la pared del ventanal observando como duerme. Analizando cada gesto, inhalación de aire o movimiento. Intentando comprender sus palabras renuentes a ser mi esposa. Aquella súplica se ha quedado grabada en mi mente como un maldito recordatorio de lo que puedo perder en cualquier segundo.

¿Qué se supone que deba hacer?

No puedo obligarla a que acepte algo que no desea. Sé que su decisión radica en el temor que le sembró Nicole a días de nuestro matrimonio, pero eso es parte del pasado y tiene que aprender a vivir con ello. No puede aferrarse a temores por miedo a sufrir.

Observo mi reloj de mano el cual da las siete y trece de la mañana. Suspiro profundamente acercándome para besar sus labios suavemente y acariciar su vientre. Tomo mi teléfono y billetera saliendo a la inspección de los terrenos.

El día se torna pesado. Reviso mi teléfono encontrando dos mensajes de mi nena: Uno triste por no haberla despertado para despedirme de ella, y el otro para preguntar cuando regresamos a Seattle ya que tiene una cita pendiente con la ginecóloga. Esa noticia me alegra de sobremanera ya que si corro con suerte tendré la oportunidad de ver a nuestro bebé.

Le solicito a Taylor ubicar la mejor clínica obstetra y concrete una cita. La ansiedad juega con mi cuerpo y lo carga de una energía reconfortante.

Sonrío al ir descubriendo que ese ser, que aún no nace, me está dando las fuerzas que necesito para que las palabras de su madre no me derrumben. La forma en que borra mis tristezas me gusta. Es como si fuese el motivo principal de todas mis alegrías y me sorprende. Está ocupando un puesto inmenso en mi corazón con el simple hecho de existir.

Centro mi atención en mi alrededor queriendo cerrar esta mierda cuanto antes. Estar junto a mi nena es una adicción que aún no logro controlar y dejo notar en mi rostro inexpresivo y mi tono tosco, el cual Elliot me hace notar.

—¿Qué mierda te pasa? Pareces un maldito ogro. —Me encojo de hombros.

No estoy para sus mierdas.

—Terminemos esto rápido. —Pone los ojos en blanco.

Mi teléfono vibra identificando el nombre de Ross.

—¿Qué sucede, Ross?

Tengo malas noticias. —¡Maldición! Lo último que espero en estos momentos.

—¿Sucedió algo en la empresa? —Al fondo escucho la voz de Andrea informando de una reunión.

No sé cómo lo tomes, pero hemos perdido el envio a Sudán. —Frunzo el ceño.

—¿Cómo que lo perdimos? —pregunto confundido.

Al quedar varados un grupo de rebeldes robaron por completo la carga. —Cierro los ojos con fuerza conteniendo el ataque de ira que se ha desatado en mi cuerpo. —Es necesario viajar. —Abro los ojos para ver a mi hermano discutir con un grupo de ejecutivos que han llegado y le entregan documentos a Logan.

—Son una partida de ¡Ineptos! —le grito—. ¿Tengo que hacer todo yo para que esté bien? —Elliot mira en mi dirección.

Cálmate y no me grites. Esta mierda no sucediera si dejaras las malditas contemplaciones en los negocios. —Me abstengo de gritarle porque es cierto.

Elliot se acerca.

—Hay problemas con los permisos. —Suelto el aire pesadamente.

—Lo que me faltaba —gruño—. Ross, encárgate de Darfur y esta vez no quiero errores. Ya bastante dinero estoy perdiendo. —La escucho bufar.

—Sabes que no puedo. Contigo afuera alguien tiene que llevar el control de la empresa.

¡Mierda!

—Yo me hago cargo. Ahora te quiero solucionando esa mierda en Sudán. —Cuelga claramente enojada por mi actitud.

Si hay alguien culpable en esa pérdida de millones de dólares, soy yo. Desde un principio debí tener un control sobre ellos, pero Anastasia ocupaba por completo mis pensamientos.

Está claro que el amor influye en los negocios. Los conflictos emocionales te absorben por completo llevando tu mente a ellos y olvidando gran parte de tu diario vivir y la importancia que implica.

—¿Problemas? —pregunta mi hermano.

Asiento frustrado.

—Se perdió el envío a Sudán. Ross se encargará, por lo tanto debo volver a Seattle. —Hace un gesto con sus labios.

—Pues no creo que se pueda. Hay problemas en los documentos de compra venta de los terrenos. —Niego exasperado.

—¿No se supone que los documentos notariados y los registros contaban con aprobación? Tenemos el jodido permiso de construcción y hemos tomado las malditas medidas de seguridad. —Retrocede ampliamente, seguramente al ver que mi temperamento va en aumento.

—Al parecer los terrenos presentaban fallas desde el inicio, llegando a un acuerdo que ahora que se concretó y finalizo con lo pactado, no les es de su agrado. —Paso la mano por mi cabello.

Elliot decide encargarse de todo obligándome a volver al hotel a descansar. La cabeza me quiere estallar. Mi cuerpo se siente pesado, sin saber el motivo.

Soy recibido inmediatamente por mi nena al entrar. La envuelvo entre mis brazos sintiendo como un escalofrío recorre mi cuerpo.

—Creí que llegarías tarde. —Posa su mano en mi mejilla y frunce el ceño. —Tienes fiebre —musita preocupada.

—Sólo estoy agotado, pequeña. —Niega vehemente.

—No te creas invencible, Christian. Debes ir a un médico, tener fiebre es síntoma de que algo no va bien en tu cuerpo. —Me inclino para dejar un beso en sus labios.

—Tomaré una ducha y se pasará. —Me adentro a la habitación retirando mi ropa y tomo una ducha que al inicio me causa escalofrío, pero una vez me adapto a la temperatura del agua fría, permanezco recibiendo el mismo directamente en la cabeza.

Seco mi cuerpo y coloco un pantalón de dormir con franela. Recargo mi cuerpo en la cama por unos segundos. Siento unas manos en mi mejilla que dejan una lenta caricia que me relaja por completo...


[ ... ]


—No lo sé. Asumo que viajaremos pronto. —Abro los ojos lentamente viendo a mi nena al teléfono mientras mi hermano también lo hace.

—Me encargaré mañana a primera hora —dice Elliot—. Si, gracias por informarme. —Cuelga asumiendo que se trata de alguno de los socios.

—Elliot me ha informado que hay problemas en la empresa y su mano derecha viaja hoy a solucionarlos dejando la empresa a la intemperie. No sé qué hacer con el enfermo, Papá. —Su voz se quiebra.

Intento incorporarme, pero mi cabeza quiere estallar.

—Sigo pensando que Ray se puede encargar. Está disponible y conoce sobre el manejo y funcionamiento de GEH —comenta Kate.

—Era lo que estaba pensando —afirma mi hermano.

—¿Alguno ha tomado mi opinión en cuenta? —Los tres posan sus ojos en mí. Anastasia se acerca aun con su teléfono en el oído.

—Ha despertado, papá. Te llamaré luego. —Cuelga acelerada. —¿Cómo te sientes, amor? —Se sienta a mi lado. Lleva su mano a mi frente palpando seguramente mi temperatura. —Ha bajado. —Se inclina hacia la mesa de noche donde toma una pequeña cajeta y saca... ¿Un termómetro? —El doctor dijo que tomara constantemente la temperatura. Los medicamentos deben haber surtido efecto... —La interrumpo.

—¿Qué doctor? —pregunto perplejo.

No recuerdo haber ido al médico, solo recostarme y dormir.

—Estabas muy mal. —Puedo ver la preocupación en sus ojos que empiezan a cristalizarse. —Me asuste muchísimo al ver que no respondias y Elliot llamó a un médico para que te atendiera. Afortunadamente no es nada grave y hoy estas mejor. —Frunzo el ceño.

—¿Hoy? ¿Cuántas horas llevo dormido? —Miro al ventanal en donde una nube gris se esparce por el cielo.

—Desde ayer. Hasta ahora despiertas. —¡Mierda! De verdad estaba mal.

La veo intentar tomarme la temperatura.

—Ni se te ocurra llevar eso a mi boca, Anastasia. No soy un bebé. Estoy bien. —Entrecierra los ojos.

—Eso decías ayer cuando llegaste y horas después me diste el susto de mi vida al no despertar. —Hago un puchero. —Si esto es contigo y un simple termómetro, no quiero ni imaginar que nuestro hijo posea tu carácter. —Mi hermano y Kate se carcajean.

Había olvidado que estaban en la habitación.

—¿Qué me pasó? —Ignoro su comentario.

Elliot se sienta junto a Kate.

—Al parecer estuviste expuesto a algún alimento o bebida que alteró tu sistema. No me jodas, hermano. Estas adquiriendo todos los malestares del embarazo de tu mujer. —Se carcajea nuevamente.

Pongo los ojos en blanco.

—Es un proceso de dos. Ya te tocará. —Kate arquea una ceja.

—Quiero ver eso. —Sonríe con maldad. —Sobre todo los mareos y vómitos. —Elliot niega aterrado.

—Lo veo difícil, nena. Llevaré tu agenda y control para evitar errores. —Su comentario, aun sin la intención, recae en nuestro caso.

Miro a mi nena quien sonríe sin sentirlo. He aprendido a conocer cada una de sus sonrisas y esa me dice que le afectó aquel comentario. Tomo su mano y la atraigo a mis brazos.

—Nuestro pequeño nunca será un error y lo sabes —susurro en su oído. Se adhiere mucho más a mí.

—Lo sé. —Dejo un tierno beso en su frente.

—¿Se solucionó el problema con los terrenos? —Elliot asiente.

—Se convocó para mañana una nueva reunión. Antes pasaré a hacer algunas verificaciones. Hay dudas en la sociedad y me temo que Logan excluirá al causante de los retrasos. —Entrecierro los ojos imaginando de quien se trata. —Esto les costará mucho dinero. —Chasqueo la lengua.

—Desde la firma del contrato se han presentado dudas y problemas, sobre todo con los sobre costos que ejecutan otras empresas. Fue por ello que te ofrecí para la licitación. No niego que el proyecto es rentable, pero trabajar con esta condición es exasperante. —El gesto que hace con sus labios me da la razón. —Ya bastante tengo con Sudán, como para cargar con esta mierda. Hablaré con Logan. —Arquea una ceja.

—Dudo que puedas ir a trabajar. —Frunzo el ceño sin comprender.

Dirige su mirada hacia Anastasia la cual me mira seriamente.

—El doctor dejó claramente que necesitas descansar. Has estado sometido a días de estrés y no solamente en la empresa, sino en lo personal. Recomendó que le dieras a tu cuerpo un respiro o de lo contrario colapsará. —Inhalo profundamente.

—Sabes que no puedo. Últimamente se están presentando errores que nunca habían suscitado en la empresa y debo solucionarlo. —Beso castamente sus labios al verla que niega.

—No, Christian. No voy a permitir que dañes tu cuerpo por tus negocios. —Bufo. —Si no piensas en ti, por lo menos hazlo por mí que me altera ver que en cualquier segundo volverás a recaer. —La miro directo a los ojos sonriendo al ver que se preocupa por mí.

¿Se habrá dado cuenta que parecemos un matrimonio buscando soluciones a una diferencia?

—No puedo enfermar por hacer lo que me gusta, nena. —Pone los ojos en blanco.

—No dudo que te guste, pero, ¿desde cuándo no tomas unas vacaciones? —Arqueo una ceja.

—Más de dos años —comenta Elliot sonriendo.

Lo fulmino con la mirada.

—Cada año se toman vacaciones, Christian. Los jefes también la toman si no incurres en un desgaste mental y físico que afecta el cuerpo, por lo tanto, tomarás las vacaciones correspondientes como lo exige el código laboral. No voy a aceptar un no. —Endurece sus facciones.

Nunca la había visto así.

—Creo que esta discusión es de dos —dice Elliot poniéndose de pie. —Ya que estas bien, nos vemos luego. Mi mujer y yo tenemos algo pendiente. —Se despiden y salen acompañados por mi nena.

En ese corto momento me permito pensar en las palabras de Kate. Es cierto que Raymond conoce del manejo y funcionamiento de una empresa, pero no sabría asegurar si la confianza que estoy volviendo a retomar, me sirva para entregarle el control de mi empresa.

Entiendo que todo fue una mala estrategia de mi padre. Sé que, de no haber suscitado ese hecho, ese hombre sería una competencia directa. Jamás he dudado de su capacidad, simplemente siento un poco de temor al entregarle un voto de confianza tan grande.

Observo el reloj de la mesa de noche que marca las doce del mediodía. Un envase con pastillas llama mi atención, confirmando las palabras de mi nena. ¿Cómo no recuerdo haber sido atendido por un médico?

—Es hora de tus medicamentos. —Anastasia entra con un vaso de agua en sus manos.

—No recuerdo nada. —Sus hermosos ojos me miran fijamente.

—Lo sé. Estabas inconsciente y con temperatura alta. Balbuceaste mi nombre mientras el doctor te revisaba. Inclusive te inyectó y simplemente hiciste un leve quejido. Sin duda fue la peor noche de mi vida. —Su hermoso rostro se torna triste.

Tomo las pastillas.

—Ven conmigo. —Me acuesto y palpo mi pecho para que se recargue en él.

Lo hace. Mis manos acarician su cuerpo por encima de la suave bata de satín que lo cubre. Cierro los ojos absorbiendo este increíble momento. Lejos de los problemas. Sin pensar en nadie más que en la increíble mujer que tengo entre mis brazos.

—¿Volveremos a Seattle? —pregunta con serenidad.

Inhalo profundamente sin saber con exactitud la respuesta a esa pregunta.

—¿No quieres? —La estrujo entre mis brazos sintiéndome a gusto.

—No lo sé. —Abro los ojos admirando la vista de la ciudad desde el ventanal. —Todo se ha tornado diferente estando aquí, y me pone a dudar. Llevamos tres días en los que paso mucho más tiempo junto a ti. —Sonrío. —No es que me moleste tu trabajo, sino que... —La interrumpo cuando busca justificar lo que yo también he podido notar y me gusta.

—Sé lo que quieres decir, pequeña. —Levanto su barbilla hasta permitir que sus ojos se conecten con los míos. —Yo también encuentro refrescante estar aquí, lejos de todo y pasando mucho más tiempo junto a ti. —Sonríe de esa manera en que me deja embelesado. —Si por mi fuese, me quedaría siempre así, sosteniéndote entre mis brazos y disfrutando de tu compañía.

Me inclino un poco hasta poder besar sus labios. Coloca sus manos sobre mi mejilla llevando aquel roce tierno y dulce, a un nivel de profundidad que va más allá del placer sexual.

—Entonces toma las vacaciones. Deja que sea otro quien se encargue por un corto tiempo de tu empresa y alejémonos del mundo. —Me separo un poco para ver sus ojos. En ellos hay una súplica que lleva, más que preocupación, necesidad.

—¿Estás segura? —Besa nuevamente mis labios.

—Muy segura —susurra sobre mis labios—. Quiero tenerte, por un corto tiempo en que descanse tu mente, completamente para mí. —Que me parta un rayo, si aquello no sonó malditamente sensual despertando a mi amigo.

—¿Sólo para ti? —susurro ronco antes de incorporarme y colocarme sobre ella.

Sonríe negando.

—¡Por Dios, Christian! —se queja cuando mis labios van a su cuello olisquean y muerden la piel suave y sensible del mismo arrancando un gemido de sus labios.

—Necesito convencerme, pequeña. —Abro su bata y levanto el camisón de satín permitiendo que mis ojos se llenen de la mejor visión que podré tener en mi jodida vida, su cuerpo. —Eres tan perfecta.

—Estoy engordando más, Christian. —La miro directo a los ojos, los cuales ella desvía al ver seguramente mi mirada furiosa por ese maldito complejo que creí había desaparecido.

—No me interesa. —Llevo mis labios a su vientre. —Eres perfectamente Hermosa ante mis ojos, Anastasia. —Desciendo hasta su sexo en donde sosteniendo sus piernas completamente abiertas, me permito acercar mi nariz y absorber aquel olor tan embriagador que me vuelve completamente loco. —Hueles delicioso. —Abro los ojos para verla observarme con su rostro completamente ruborizado y sus pupilas dilatadas.

Paso mi dedo por sus pliegues encima de sus bragas. Aprieta las sabanas con sus manos conteniendo ese mar de sensaciones que solamente yo tengo el maldito poder de entregarle. Tomo el borde de sus bragas y las rasgo sin retraso.

—Me dejaras sin bragas —se queja, pero aquella palabra se pierde en el gemido fuerte que emite al pasar la lengua por su canal.

—Te compraré una boutique de lencería, nena —susurro ante de tomar su clítoris con mis labios.

—¡Christian, por Dios! —gime.

—Disfrútalo, nena. Eso te gusta. —Introduzco dos dedos dentro de ella, mientras mi lengua se pasea una y otra vez por cada parte de su sexo.

Alterno las penetraciones con lamidas, para luego estimular su clítoris. Su sabor es exquisito, su olor totalmente adictivo y verla retorcerse y suplicar más es muy excitante; Sus piernas tiemblan avisando que su liberación está cerca. Acelero las penetraciones con dos de mis dedos y centro la atención con mi lengua en su clítoris. Expulsa mi nombre con ímpetu cuando el clímax la golpea con fuerza haciendo que su cuerpo se arquee por completo.

Retiro mis dedos y los llevo a mis labios bajo su atenta mirada. Inhala y exhala con rapidez. Es el mejor jodido espectáculo que podré ver en mi vida.

Se incorpora abruptamente tomándome por sorpresa.

—Tu abajo —pide sobre mis labios antes de morder el inferior con lujuria y pasear sus manos ansiosas por la jodida erección que se muestra en mi pantalón de dormir.

Lo hago sumido en esa nube de deseo y placer que me cubre. Vuelve a tomar mis labios con fuerza mientras mis manos remueven las prendas que cubren su cuerpo. Sus labios abandonan los míos para hacer un camino hasta...

—¡Joder! —gimo fuerte al sentir su lengua pasearse por mi glande y luego sus labios cubrir por completo mi miembro.

—Dijiste que había que convencerte —balbucea... con mi miembro en la boca.

¡Maldición!

Me incorporo hasta sentarme y la atraigo hacia mis labios con urgencia. Se posiciona con una pierna a cada lado de mi cuerpo permitiendo que me adentre en ella con facilidad sintiendo como sus paredes resbaladizas me aprisionan con afán.

Ambos gemimos complacidos al conectarnos de esta manera. Sus caderas se mueven al inicio lento y guiado por mis manos que amasan sus nalgas. Echa su cabeza hacia atrás perdida en el placer de sus movimientos, que han incrementado, buscando su liberación. Mis labios se apoderan de su pezón estimulando esa parte sensible que parecía excitarla más. Sus manos se posan en mi cabello jalando del mismo cuando sus movimientos se aceleran...

—Joder, nena —atraigo su cabeza hasta unir nuestros labios. Me levanto con ella y la coloco en el borde de la cama. —Me vuelves loco, pequeña. —La penetro con fuerza.

—¡Ah! —se queja haciendo un gesto de dolor en su rostro.

—Perdóname, nena —suplico alarmado.

—Tranquilo —jadea—. Sigue, por favor —ruega.

Me muevo con suavidad permitiendo que se adapte a la posición, pero realmente causarle daño me ha dejado un poco inquieto, así que busco una posición en que mi miembro no le afecte.

—Ven. —Lo hace permitiendo que la coloque de espaldas. —Inclínate sobre la cama y abre las piernas. —Coloca sus manos extendida sosteniendo su cuerpo, dejando que me deleite con la espectacular vista de su culo redondo y firme.

La penetro suavemente permitiendo que nuevamente se adapte a mí. Una vez nos sincronizamos pierdo el hilo por completo del momento. Su cuerpo viene al encuentro de mis embestidas acercándome a ese momento único de liberación. Sus piernas se tensan obligándome a tomarla por la cintura cuando pronuncia mi nombre acompañado de un gemido que me arrastra junto a ella cuando alcanza el clímax.

Salgo de ella y su cuerpo se estremece. Con las pocas fuerzas que le queda vuelve a la cama y se desploma agotada. La sigo y la atraigo a mis brazos escuchando un pesado suspiro.

—Creí entender que estabas enfermo —susurra con un toque de diversión en su voz.

—Tu amor me mantiene vivo, y tu cuerpo alivia por completo mis malestares. Eres el complemento perfecto. —Levanta la cabeza conectando su mirada con la mía, para luego sonreír abiertamente.

Observo su rostro hipnotizado viendo como incrementa su belleza ese gesto tan natural.

—Estás loco —musita una vez ha cesado su risa.

Acaricio su mejilla con suavidad.

—Por ti, nena. —Beso sus labios. —Tú me vuelves un loco, tonto y obsesivo. —Ahora es ella quien besa mis labios.

—¿Te convencí de tomar esas vacaciones? —pregunta, con una sonrisa tímida y a la vez victoriosa en los labios.

—Muy convencido, pequeña. —Rozo mi nariz con la suya. —¿A dónde quieres ir? —La miro fijamente.

Abre los ojos como platos.

—¿Cómo que a dónde? Pensé que nos quedaríamos aquí. —Niego sonriendo.

—Estamos aquí por negocios, nena. Detroit no aporta mucho al ideal de vacaciones que quiero tener junto a ti.

Se incorpora hasta quedar sentada con las piernas cruzadas. Mis ojos van a su cuerpo completamente desnudo.

—¿A dónde iremos? —pregunta bajo esa mirada de sorpresa que me lleva a reír.

—Donde tú quieras. —Se queda pensativa. —Elliot me recomendó las islas del caribe. Piensa que unos días al sol... —Me interrumpe.

—Sorpréndeme. Yo iré a donde tú quieras, lo importante es estar juntos y que te puedas relajar. —La atraigo a mis brazos nuevamente.

—Entonces está resuelto. Una vez solucione todo aquí, nos iremos a lugares improvisados. —Arquea una ceja.

—¿Lugares? —Ladeo la cabeza levemente.

—Si, pueden ser dos o tres. —Asiente volviendo a esa sonrisa que me llena.

—¿Por cuánto tiempo sería? No dejarás la empresa... —La interrumpo.

—Ya me encargaré de solucionar eso. Si en algo tienes razón es que los problemas que acarrean mi vida me han llevado a descuidar todo y el resultado lo tengo ahora. —Hace un gesto de labios. —No te preocupes. —Dejo un beso en su frente.

El resto del día lo paso en cama. Llegada la noche me reúno con Elliot quien me informa del estado del proyecto, sintiéndome satisfecho al saber que todo está listo para iniciar la construcción.

Me enlazo con Andrea en una video llamada para que me ponga al corriente de mi agenda. Cerrando la misma me comunico con Ross, escuchando, después de tanto tiempo, buenas noticias para el reemplazo del siguiente envío. Definitivamente las cosas salen bien cuando lo haces tú mismo o alguien que vela por tus propios intereses, en el caso de Ross quien hasta ahora puedo considerar una verdadera amiga.

Pasada las nueve de la noche recibo una llamada de mi madre, quien se mantenía preocupada por mi estado de salud. La tranquilizo luego de repetirle hasta el cansancio que estoy bien. También pude hablar con Elena y mi hermana que no perdió tiempo para comunicarme de los detalles para el aniversario de la empresa.

Una vez cierro la llamada suspiro aliviado ya que todo lo que representaba problemas, ha vuelto a la normalidad. El peso de mis hombros ha menguado, pero eso no quiere decir que será eterno, es por ello que debo buscar una solución hasta que Ross regrese, o de lo contrario quien tendrá que regresar a Seattle y postergar, el viaje a planificar, seré yo.

Acaricio una y otra vez el vientre de mi nena, mientras disfrutamos de una película. Momentos como estos hemos tenido pocos. Creo recordarlos al inicio de nuestra relación. Aquellas tardes en mi Bungalow que ella disfrutó y nombró como los mejores de su vida. Nos conocimos en gran parte y lo consideré un grandísimo avance. Ahora sé quién es la mujer que está frente a mí en cada una de sus facetas. Conozco sus sentimientos y el valor que le da a los mismos. No puedo decir que superamos la desconfianza, pero si algo hacemos es trabajar en ella para desvanecerla. Superamos obstáculos y el mayor de los avances es mi bebé. Él es el fruto de nuestro amor y el segundo de mis sueños hecho realidad.

El primero es ella. 

Anastasia es mi sueño, mi amor y mi vida.

Algo llama mi atención, e indiscutiblemente vuelve a traer esa sensación de intriga de hace días.

—¿Me dirás lo que hay en la bolsa de compras? —Detiene su pasar de los dedos en mi cabello.

La siento sonreír.

—Algo especial. —Me acomodo hasta poder ver sus ojos.

Mi ceño permanece fruncido.

—¿Especial? —pregunto perplejo.

—Muy especial. Quería esperar estar en un momento tranquilo para disfrutarlo y creo que éste es el adecuado. —Se pone de pie dejándome peor de intrigado.

Toma la bolsa blanca con un logo en color negro que no logro distinguir. Vuelve a tomar asiento en la cama, pero ahora recargando su cuerpo en el respaldar. Palpa a su lado para que ejecute su acción y lo hago.

Al introducir su mano saca algo que me detiene por completo el corazón. Sus manos sostienen una diminuta ropa de bebé en un tono rosa que despierta una sensación indescriptible en mi cuerpo.

—Eso... —Las palabras se han evaporado de mi boca. Mi nena sonríe emocionada acariciándola suavemente.

—Pasé por una tienda de bebés y me enamoré de él. Quería comprar todo junto a ti, pero fue mucho más fuerte que yo. —Lo coloca sobre mi mano. —Además, es tan tierno y muy a tu estilo sobreprotector. —Una ola de calor cubre mi cuerpo y me sorprendo al descubrir que es reconfortante. Acelera mis terminaciones. Me llena de una alegría indescriptible.

Paso mi dedo por las letras bordadas en el centro de la misma, sonriendo por lo acertado de sus palabras.

La princesa de papá.

—¡Joder, nena! Esto es hermoso. —La miro. Sus ojos se cristalizan, pero sus labios sostienen esa sonrisa imborrable.

—Esa no fue la única. —Saca otra, ahora en un celeste cielo, casi idéntico al color de sus ojos.

Amplío mi sonrisa al leer las palabras.

El campeón de papá.

—Están increíbles, amor. —La miro.

—Sé que es precipitado ya que falta mucho para que nazca, pero me gusta sumergirme en todo lo que tenga que ver con nuestro bebé. —Toma un libro y lo abre. —La vendedora me informó que este libro me sería de utilidad, ya que hay infinidades de nombres a escoger para nuestro bebé. —Me inclino para ver la lista. —Mira, aquí está el tuyo. —Niego.

—No le pondré a mi hijo mi nombre. Será alguien importante y quiero que se abra paso en la vida por un nombre propio, que por ser el junior de Christian Grey. —Me mira con una ceja arqueada.

—Ególatra. ¿Y si es niña? ¿Christina? —Se burla.

Entrecierro los ojos.

—Ni lo pienses. —Tomo el libro y paso de letra en letra.

Pasamos minutos o quizás horas en los cuales debatimos los nombres a gustos de cada quien entre risas. No hay duda de que esta será una experiencia inolvidable. Cada detalle me llena de una emoción indescriptible.


[ ... ]


—Camila ya no representa ningún problema —responde Raymond—. Y si te preguntas cómo, te diré que no hay nada que el chantaje no pueda cubrir cuando descubres un pasado de ilegalidades.

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—Cuando regreses lo hablamos ya que es un poco complejo. —Suspiro aliviado.

—¿Cómo está, mamá?

—Estuvo preocupada por ti, pero una vez hablaron quedó tranquila. Está emocionada ayudando a tu hermana y Elena con los detalles del aniversario de tu empresa. —Miro mi reloj de mano.

—Casualmente quería hablarte de ello. —Miro hacia el pasillo en busca de mi nena, la cual no veo salir todavía.

—¿Qué sucede? —Su voz denota preocupación.

—Tu hija prácticamente me ha obligado a tomar vacaciones y te miento si digo que la idea no me gusta. El problema radica en que la empresa en estos momentos está sin supervisión ya que Ross está en Sudán solucionando problemas que mi falta de atención y exceso de estrés ha desatado. —Permanece en silencio. —Para poder tomar las vacaciones alguien debe quedar al frente de mi empresa y por dos razones he pensado en ti para ello. Conoces el funcionamiento de la empresa y aunque parezca loco, me despiertas confianza.

—Debo decir que aprecio que guardes confianza hacia mi después de lo sucedido. —Parece dudoso. 

Escucho los pasos de mi nena acercarse.

—¿Lo podemos discutir más tarde? Voy de salida. —Anastasia frunce el ceño.

—Perfecto. Dale mis saludos a mi hija —dice antes de colgar.

—¿Lista? —La miro de arriba hacia abajo admirando lo bien que le sienta ese jodido vestido gris plata completamente ajustado a su cuerpo.

—Si. —Asiente con la cabeza tomando con firmeza su bolso.

—Vamos. Estoy impaciente por ver a mi bebé. —Abro la puerta y la guío al ascensor.

—Sabes que aún es muy pronto para verlo. —La miro de reojo.

—Esperanza, nena. Todo en esta vida contiene esperanza. —Sonríe correspondiendo a la sonrisa inmensa que no abandona mis labios.

Camino al consultorio mis nervios adquieren un nivel que a duras penas puedo controlar. La ansiedad juega en alianza con mis nervios manteniendo el latir de mi corazón errático. Es la primera cita y no puedo evitar sentirme feliz y nervioso. Dentro de una hora sabré el estado de mi bebé, y aunque me mantiene tranquilo verla tranquila, no quita de mi mente que las emociones de los últimos días puedan haberlo afectado; Mamá aseguró que los primeros meses es importante que la embarazada se abstenga de sobresaltos emocionales ya que ellos podrían afectar al bebé, por lo tanto, al salir de esta clínica mi nena y yo podremos despejarnos de los problemas y darle a mi bebé esa tranquilidad que hasta ahora no hemos tenido por completo.

Al llegar somos atendidos inmediatamente. Como pedí la clínica está completamente a nuestra disposición y es que quiero una evaluación completa y sin límite de tiempo por atender nuevos pacientes.

Me mantengo atento a cada palabra dicha por la ginecóloga. Confieso que ver a esa mujer meterle mano a mi mujer no fue para nada agradable, pero asumo que debo acostumbrarme ya que forma parte de la rutina profesional en las embarazadas.

—Ahora escucharemos el corazón de su bebé. —Coloca gel en su vientre para luego pasar por él un aparato.

Sostengo la mano de mi nena emocionado.

—¿Se puede saber el sexo del bebé, Doctora? —Niega sonriendo.

—Padre ansioso. —Asiento correspondiendo su sonrisa. —Es difícil poder determinar el sexo tan pronto. —Su vista está centrada por completo en el vientre de mi nena. —La señorita Steele tiene exactamente doce semanas, el tiempo exacto para que el corazón de su bebé permite ser escuchado. —Mi nena aprieta mi mano. La miro leyendo en sus labios un te lo dije, que me hace negar ante su sonrisa de suficiencia.

Vuelvo la mirada a la doctora, en el momento justo que un sonido inunda la habitación. Aquello es constante, fuerte y acelerado como el galope de un caballo.

—¿Es él? —Mi voz sale ronca y mi corazón late desaforado escuchando aquel sonido que me confirma cuán real es. 

¡Joder!

¡Es mi hijo! 

La doctora frunce el ceño atenta el sonido y ese gesto me alarma por completo.

—¿Pasa algo? —pregunta mi nena, y asumo que le ha extrañado la mirada fija que mantiene sobre ella, como si hubiese algo que no logra determinar.

—Nada preocupante —musita llevando el aparato un poco más cerca de su oído—. Es que... hay un doble sonido. —Frunzo el ceño.

—¿Eso qué quiere decir? —Suspira profundamente.

—Todo parece indicar que su novia tendrá un embarazo doble. —Mis ojos se abren como platos.

______________________________


Menos 5 para el final. 


Marly Castro

Continue Reading

You'll Also Like

334K 27.9K 60
Todo empieza una noche donde unos jóvenes se divertían en la casa de los Kavanagh. Ahí estaba Ethan Kavanagh quien era el novio de Anastasia Steele...
605K 22.7K 52
_________(tn) Collins es una chica de 19 años que tras la muerte de su madre se va a vivir con el empresario Christian Grey. Christian sabe que _____...
31.1M 2.4M 43
Emily Malhore es hija de los perfumistas más famosos del reino de Mishnock. Su vida era relativamente sencilla, pero el destino le tenia otros planes...
3.1M 135K 70
___________ (Tn) Wesley es sobrina de la señora Elena Lincoln. Al fallecer la madre de la joven Elena debe hacerse cargo de ella. ¿Pero qué ocurre cu...