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—Por hoy no podrá recibir más visitas. Será mejor que vayan a descansar, hasta mañana —dice el doctor antes de irse.

Permanezco con la mirada fija en el suelo. Mi corazón ha incrementado su latir desaforado. El peso de esa verdad me impacta llevando cada uno de mis sentidos a cero. Mi mente repite una y otra vez las palabras del doctor las cuales parecen irreal. 

¿Un bebé? 

Mis pulmones exigen el aire que le he negado e inmediatamente inhalo profundamente evaporando esa angustia.

Un bebé. 

Cierro los ojos absorbiendo esa verdad que afloja esa sensación de calidez en mi pecho. Miles de sensaciones cubren mi cuerpo, pero la que prevalece con firmeza e incrementa es la de felicidad. 

Dios sabe cuanto he anhelado ser padre, que desee toda mi vida formar esa familia real que nunca pude tener, que añore hacerlo con mi nena, y aunque ahora estemos separados, es un gramo gigantesco de esperanza que nos unirá toda la vida.

Es un sueño hecho realidad. 

¡Maldita sea, lo deseaba con el alma!

Trago saliva con dificultad llevando la mano a mi pecho el cual está incontrolable. Todo ha cambiado. Ahora mi corazón late no solamente por esa mujer que he demostrado de una y mil manera es mi mundo entero; ahora también lo hará por ese pequeño o pequeña que llenara mis días de momentos completamente únicos. Será un motivo más para seguir, el más fuerte de todos ya que seré su ejemplo, ese ser que considere su héroe y juegue junto a él o ella.

Limpio una solitaria lágrima que corre por mi mejilla. Sonrío con la certeza del porqué. Todo es difícil de asimilar, pero tan reconfortante dentro del caos que se ha convertido mi vida. Mis lágrimas tienen el mayor de los sentidos. Es un deseo cumplido que no tiene precio. Ser padre es una sensación que te hace sentir pleno, viajando en una nube de emociones placenteras teniendo la firmeza de que nunca bajarás, puesto que un hijo es lo único real que la vida te podrá obsequiar.

—Cariño. —Es la voz suave de Elena. 

—¿Desde cuando lo sabian? —La cuestiono.

Ella más que nadie sabía lo importante que sería para mi ser padre. Estaba consciente que un hijo sería ese pase a la felicidad que esperé la vida me otorgara desde que mi jodido pasado se volvió latente. Ella fue consciente de mis palabras y promesa de vida. Juré amar más que a nada a mi hijo ya que la vida me había condenado a vivir sin hogar, y mucho menos sin la presencia de mi padre. Me prometí a mi mismo ser diferente, cambiar el destino que la vida me había impuesto, y serle fiel a la familia que ansiaba construir.

—No tiene sentido enojarse —susurra con cautela. 

Levanto la mirada para posarla en sus ojos. 

Está sentada junto a mi, temerosa a mi reacción y la comprendo. La felicidad es inmensa, pero la sensación de engaño está ahí con firmeza al ver que los que siempre se han mostrado como mi familia me han ocultado algo que constituye mi propia vida. 

—¿No tiene sentido? —Suaviza su mirada. —¿Tú que me conoces mejor que cualquiera me dices que no tiene sentido? —Mi voz sube un poco. 

—Baja la voz que estamos en un hospital. —Aprieto mis puños furioso.

—¡Me vale mierda donde esté! —Me pongo de pie. —¿Por cuánto tiempo más me lo iban a ocultar? ¿Hasta cuando me iban a ver la cara y tratarme como un maldito estúpido? —Mía se acerca. 

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now