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CHRISTIAN


—Pensé que regresarías a fin de mes. —Elena se acerca dejando un beso en mi mejilla y un cálido abrazo.

—Me voy por unos días y todo se descontrola. —Mira a mamá. —Y lo peor de todo es que me entero de tu accidente por las noticias. —Se acerca a ella en donde la envuelve en un firme abrazo que se prolonga más de lo acordado y termina por hacer sollozar a mamá. 

Las observo hablar en pequeños susurros. Nos mantenemos distantes a su diálogo de amigas. Han sido muy unidas. Siempre me he preguntado su historia. Cómo llegaron a ser esa imagen envidiable de hermandad sin poseer la misma sangre. 

—Envié a tu apartamento los cuadros. —Sonrío ampliamente hacia Marck. 

—Gracias. Haré la transferencia a tu agencia. —Niega con esa sonrisa cálida que me inspira confianza. 

—Nada de eso. Tómalo como un regalo, y por tu bien aceptalo, ya que viene de Elena. —Contengo el impulso de carcajearme. 

Seguramente el pobre hombre ya conoce el carácter explosivo de Elena. Cuando se enoja es mejor correr, a vivir su ataque de histeria. 

Fiel testigo de ello.

—Los negocios no se mezclan con la amistad. —Enarca una ceja.

—Como gustes. Luego tú te arreglas con la rubia. —Ya lo creo.

—Me huele a que ya te mostró su lado intenso. —Se burla Elliot. 

Sin que lo pueda impedir me carcajeo fuertemente, y obviamente ellos me siguen. Está claro que Elliot no tiene el control de su conexión cerebro boca. Su mente dicta y su boca obedece diciendo cuanta barbaridad se le ocurra.     

—Señor. —Todos giramos hacia la voz de Taylor. 

Mi sonrisa se borra de golpe al ver un atisbo de preocupación en su mirada.

Frunzo el ceño. 

—¿Qué pasa? —Podría jurar que se está conteniendo en algo que no logro comprender, pero como reacción natural, activa su máscara impasible.

—Llamó Sawyer. La señorita Anastasia se puso mal y est... —Me pongo de pie como un resorte. 

—¡¿Qué mierda pasó?! —Mi voz se eleva considerablemente.

Lo veo titubear. 

Algo dentro de mi se remueve. Mi estómago se contrae como nunca, pero desecho esa sensación que seguramente es impuesta por el temor. El latir de mi corazón es errático. Mi respiración se ha extinguido por completo.

—Está en casa de su madre. —Los vellos de mi piel se erizan. 

Lo miro sin llegar a comprender sus palabras, o por el contrario a ella y su actuar.

Entiendo que la noticia que recibió hace días es dolorosa. Puedo comprender su dolor, y la sensación de engaño a la que fue sometida por años. Sé que los golpes, insultos y gritos la han encerrado en una capa de rencor hacia la mujer que hasta hace unos días consideraba su madre, ¿Pero qué mierda pretende buscandola?  

—¿Qué hace ahí? —pregunta Elliot igual de confundido que yo—. Kathe dijo que estaban en el centro comercial. —Inhalo y exhalo sintiendo como mi cuerpo empieza a calentarse producto de la ira. 

Me mintió. 

Me ocultó su jodida ubicación y con ella le siguieron su juego los inútiles de sus guardaespaldas, y  la insensata de mi cuñada. 

Hermosa Ante Mis OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora