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Volvemos al hotel casi de noche. Afino detalles con Elliot acordando hacer escala nuevamente en Seattle para solucionar detalles leves de la empresa que Raymond se hará cargo, y de paso llevar a Kate.

La idea no le agrada en gran parte y supuse que a eso se debía la actitud distante de ambos al regresar. Entiendo su renuencia a volver con su mujer, ya que mi hermano suele supervisar personalmente las obras a fin de evitar complicaciones que a la larga le resten credibilidad a su empresa. Se siente atado por su nuevo contrato, pero ambos saben que será cosa de pocas semanas. El problema está en que suelen ser tan unidos, que un día les resulta una eternidad.

Recibo una llamada de Elena y me entristece verla tan afectada por los problemas legales de su hija. Sé que duele, y ella misma lo admite recalcando que es el resultado de sus actos y como madre simplemente la apoyará con su presencia. Nicole necesita darse cuenta de sus errores y corregir su actitud. No puede seguir pretendiendo ser la reina del mundo en una penitenciaría.

Intento transmitirle palabras de aliento fracasando en el proceso. Pregunta por mi nena y el bebé, en una porción leve de emoción que para mí es de ayuda a su ánimo en este momento. La pongo al tanto con detalles concisos que me sacan sin duda una sonrisa. Le cuento la experiencia al escuchar su corazón, omitiendo la presencia de un segundo bebé. Se emociona igual que yo, y me felicita por la familia que he formado.

¿Cuándo regresas? Quiero que verifiques un contrato del cual tengo algunas dudas, y firmes el presupuesto para la fiesta de aniversario de GEH.

—¿Mamá no te ha comentado nada? —pregunto confundido.

Son mejores amigas y se cuentan absolutamente todo.

No. ¿Qué debo saber? —Bufo. —Tu madre está volando por las nubes del amor y siendo sincera prefiero darle su espacio a que disfrute del mismo.

—Eso lo explica todo —digo con obviedad—. He dejado a Raymond a cargo de mi empresa. Saldré de viaje con Anastasia.

¿Soy la última en saberlo? —pregunta en ese tono de voz sin emoción alguna.

Ya me la imagino sería, mirándome de esa manera en que penetra con dagas cada parte de mi cuerpo.

—Hasta ayer Raymond me confirmó. Elena, has estado sumergida en tu hija y sus problemas, motivo por el cual no quiero agobiarte. Sabes que aún guardo culpa por cómo se han desarrollado las cosas, y que estés sufriendo por todo esto me mantiene en una fina línea contigo. —La escucho resoplar.

Deja esa mierda de culpas fuera de todo esto, Christian. Te repito que Nicole labró su propio destino. Fue ella quien se obsesionó. Siempre le fuiste sincero y no lo tomo en cuenta nunca.

—¿Siempre terminaremos hablando de ella? —ríe.

Es un hábito a cambiar. Por fin, ¿Cuándo estarás de regreso?

—Aún no lo sé. Depende de Anastasia. —Se carcajea.

Christian Grey en manos de una mujer. Digno de ver, sin duda. —Me uno a su carcajada.

—Tú más que nadie sabes que Anastasia me tiene completamente cautivado. La amo y doy lo que sea porque sea feliz.

Eso es bueno, Cariño. Me da gusto que seas feliz. —Hace una pausa. —Tengo que irme. John... —Se detiene abruptamente.

Frunzo el ceño sin comprender, para luego abrir los ojos como platos.

—¿John? —pregunto cauteloso.

Hermosa Ante Mis OjosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt