(44)

11K 648 68
                                    




Permanezco recargado sobre la pared del ventanal observando como duerme. Analizando cada gesto, inhalación de aire o movimiento. Intentando comprender sus palabras renuentes a ser mi esposa. Aquella súplica se ha quedado grabada en mi mente como un maldito recordatorio de lo que puedo perder en cualquier segundo.

¿Qué se supone que deba hacer?

No puedo obligarla a que acepte algo que no desea. Sé que su decisión radica en el temor que le sembró Nicole a días de nuestro matrimonio, pero eso es parte del pasado y tiene que aprender a vivir con ello. No puede aferrarse a temores por miedo a sufrir.

Observo mi reloj de mano el cual da las siete y trece de la mañana. Suspiro profundamente acercándome para besar sus labios suavemente y acariciar su vientre. Tomo mi teléfono y billetera saliendo a la inspección de los terrenos.

El día se torna pesado. Reviso mi teléfono encontrando dos mensajes de mi nena: Uno triste por no haberla despertado para despedirme de ella, y el otro para preguntar cuando regresamos a Seattle ya que tiene una cita pendiente con la ginecóloga. Esa noticia me alegra de sobremanera ya que si corro con suerte tendré la oportunidad de ver a nuestro bebé.

Le solicito a Taylor ubicar la mejor clínica obstetra y concrete una cita. La ansiedad juega con mi cuerpo y lo carga de una energía reconfortante.

Sonrío al ir descubriendo que ese ser, que aún no nace, me está dando las fuerzas que necesito para que las palabras de su madre no me derrumben. La forma en que borra mis tristezas me gusta. Es como si fuese el motivo principal de todas mis alegrías y me sorprende. Está ocupando un puesto inmenso en mi corazón con el simple hecho de existir.

Centro mi atención en mi alrededor queriendo cerrar esta mierda cuanto antes. Estar junto a mi nena es una adicción que aún no logro controlar y dejo notar en mi rostro inexpresivo y mi tono tosco, el cual Elliot me hace notar.

—¿Qué mierda te pasa? Pareces un maldito ogro. —Me encojo de hombros.

No estoy para sus mierdas.

—Terminemos esto rápido. —Pone los ojos en blanco.

Mi teléfono vibra identificando el nombre de Ross.

—¿Qué sucede, Ross?

Tengo malas noticias. —¡Maldición! Lo último que espero en estos momentos.

—¿Sucedió algo en la empresa? —Al fondo escucho la voz de Andrea informando de una reunión.

No sé cómo lo tomes, pero hemos perdido el envio a Sudán. —Frunzo el ceño.

—¿Cómo que lo perdimos? —pregunto confundido.

Al quedar varados un grupo de rebeldes robaron por completo la carga. —Cierro los ojos con fuerza conteniendo el ataque de ira que se ha desatado en mi cuerpo. —Es necesario viajar. —Abro los ojos para ver a mi hermano discutir con un grupo de ejecutivos que han llegado y le entregan documentos a Logan.

—Son una partida de ¡Ineptos! —le grito—. ¿Tengo que hacer todo yo para que esté bien? —Elliot mira en mi dirección.

Cálmate y no me grites. Esta mierda no sucediera si dejaras las malditas contemplaciones en los negocios. —Me abstengo de gritarle porque es cierto.

Elliot se acerca.

—Hay problemas con los permisos. —Suelto el aire pesadamente.

—Lo que me faltaba —gruño—. Ross, encárgate de Darfur y esta vez no quiero errores. Ya bastante dinero estoy perdiendo. —La escucho bufar.

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now