(35)

8.8K 684 102
                                    


Sus suaves manos acarician mi abdomen con una lentitud enloquecedora. Mis ojos permanecen cerrados degustando silenciosamente su caricia. Mi piel se eriza por completo al sentir su mano descender a mi miembro, el cual sin duda debe estar completamente erecto, por y para ella.

—No abras los ojos y disfruta. —Aquel susurro erótico en mi oído junto con su aliento caliente crean una descarga de placer deliciosa.

Contengo un gemido al sentir su mano tomar mi miembro y estimularlo con maestría. La chica tímida ha quedado en el pasado. Descubrirse sexualmente la han vuelto una adicta acaparando mi atención y suplicando con esa mirada tierna y dulce que la haga mía una y otra vez.

Sigo sus instrucciones al pie de la letra. Estoy ciego a sus caricias, y aunque parezca extraño, la expectación me mantiene al filo de una descomunal corrida.

Ambas manos serpentean por mi cuerpo. Ambas descienden en diferentes direcciones. Una continua estimulando mi miembro, lo cual me acerca cada vez más a ese increíble lugar en donde solamente ella me sabe transportar; la otra acaricia mis testículos creando una tensión indescriptible en mi cuerpo.

Un gemido escapa de mis labios sin que lo pueda detener. Ese simple acto ha sobrecargado mi propio placer. Siento esa común sensación de liberación acercarse y ella parece notarlo, puesto que la suavidad y calidez de su boca rodea mi falo debilitando el control mental que libraba para seguir soportando.

Mi cuerpo convulsiona y mi semen se esparce por cada centímetro de su boca que con gusto lo absorbe. Mi respiración es errática, mientras que el cosquilleo que recorre mi cuerpo me mantiene con el corazón acelerado.

Ella es perfecta...


Abro los ojos de golpe sintiendo que el aire le falta en gran cantidad a mis pulmones. Bajo la mirada a mi cuerpo desnudo observando como el sudor se mezcla con la gran cantidad de semen que se esparce por mi cuerpo y cama.

Gruño furioso.

Me siento furioso con ella, por permitir que a sólo días otro tenga cabida en su vida, y mucho más que toque su cuerpo. Y furioso conmigo por desearla en estos momentos más que al maldito aire que respiro.

Necesito sacar este dolor y deseo de mi sistema, o de lo contrario terminará por volverme loco.

Me pongo de pie, tomo un ducha y bajo a la cocina. Al entrar me recibe Gail con un vaso de jugo de naranja. El café ha salido de mis gustos y preferencia. Es completamente extraño que algo que siempre vi como mi líquido vital, deje de gustarme de un día para otro.

—Buenos días, Señor.

—Buenos días, Gail. —Coloca un plato con mi desayuno, pero el mismo me provoca nauseas. —Sólo tomaré jugo. —Frunce el ceño profundamente.

Es normal. Llevo días con el estómago descompuesto y a duras penas pruebo su comida.

—Nada de eso. —La voz de mamá resuena con autoridad en la cocina. —Sirve lo mismo para mi, Gail. No te preocupes, el se comerá todo su desayuno. —Se acerca, besa mi frente y toma asiento frente a mi.

Bufo como niño chiquito.

Al final comí todo en medio de una plática muy amena. Dentro de todo mamá me ha ayudado a sobrellevar la ausencia de Anastasia en mi vida. Hoy se cumplen diez días de ese hecho, y la agonía no ha menguado. Mi amor por ella se mantiene intacto, o quizás ha aumentado. Por más que me rechace la pienso, por más que me desee lejos la extraño, por más que me odie siempre la voy a amar. Anastasia ha sido la única mujer que se ha amoldado al hombre que realmente soy. La única que anhelaba ese amor intenso que siempre quise entregar. La única que me ha llenado por completo.

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now