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CHRISTIAN

 La miro sin saber que hacer. Cómo decirle que su madre, la mujer que la ha llevado a sus continuas crisis, la está buscado. 

¿Qué hacemos señor? —Beso la frente de mi princesa y me pongo de pie. Le hago un gesto de manos indicándole que tomaré la llamada en el estudio.

—Ven a mi estudio —musito y cuelgo. 

Me siento tratando de encontrar una razón valida para que esa mujer busque a su hija. No creo que su muy poco creíble amor de madre le haya instado a buscarla. Por sus golpes pude descubrir que la odia, y me hierve la sangre no saber con exactitud el motivo de su odio. 

La puerta se abre mostrando a un Taylor impasible. 

—¿Qué sucede? —pregunto atento y claramente exasperado. 

Todos estos días mi nena ha convivido con sus sombras. La batalla ha sido difícil pero victoriosa. Ha descubierto un amor que no estoy seguro pueda ser tan inmenso como el mío. Lo que siento por Anastasia va mas allá de mi razón. Supera con creces mis creencias y deja inhabilitada mi alma misma. La amo con cada tejido y centímetro de piel. Lo que despierta en mi me aterra. He descubierto un amor obsesivo y vivaz que la simple idea de creerlo inexistente duele.

—Gail me llamó. La señora Carla Steele se presentó en el apartamento buscando a su hija. —Aprieto mis puños. —Dijo que sabía que su hija estaba ahí, y que no se iría hasta hablar con ella. —Me pongo de pie abruptamente. Miro fijamente a Taylor. 

—¡Dime que esa hija de puta no está en mi casa! —Le gruño colocando mis manos en la fría madera de mi escritorio. 

—No, señor. Gail y el seguridad del edificio la sacaron. —Me mira expectante. —A la fuerza. —Frunzo el ceño rendido. De nada me sirve enojarme con los de seguridad cuando mi ira está dirigida específicamente a esa... dejo la palabra en el aire por respeto al sexo femenino. 

—¿Dijo algo antes de irse? —Titubea. 

—Que volvería por su hija. —¡Hija de puta! ¿Ahora recuerda que tiene hija? —Señor, hay algo que me tiene muy intrigado. —Lo miro con el ceño fruncido. —¿Cómo pudo saber la madre de la señorita Steele dónde se encuentra? —Es cierto. Es imposible que supiera donde está. A menos que Kate le haya dicho, y en realidad lo dudo mucho. El odio que siente Kate por esa mujer es tan real como el que siente por el hijo de puta de su ex-novio. 

¡Espera!

Fui a tu casa y nadie supo darme razón de ti. Tu madre... 

—El infeliz de su ex-novio —gruño lo bastante fuerte sin poder controlar la ira que cubre mi cuerpo. El muy imbécil seguramente le dijo que estaba conmigo—. Presiento que esto se va a salir de control, Taylor. —El asiente en acuerdo. —Quiero personal adicional para Anastasia. Esa mujer tiene prohibido acercarse a mi novia, e inclusive que su voz llegue a sus oídos. —Asiente en acuerdo. 

—Me pondré en contacto con Welch para que coordine las entrevistas. —Vuelvo a tomar asiento. —¿Ha pensado cuando regresará a Seattle? —suspiro profundamente. 

Una leve sensación de tristeza me embarga al tener que regresar a nuestra realidad. Volver a estar rodeado de documentos, contratos, socios y demás. Volver a estar más de ocho horas o más, separado de mi nena. 

Estar aquí de alguna manera nos ha unido. Ha liberado nuestras almas y afianzado nuestra relación. Anastasia pasó de ser esa mujer tímida y tierna que me hipnotizó con su radiante mirada, a ser aquella encantadora mujer que me tiene hechizado, suspirando y respirando cada letra de su nombre. 

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now