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ANASTASIA

Despierto aspirando un olor a colonia varonil que reconozco al instante. El olor a Christian se esparce por cada parte de ésta habitación. Abro los ojos lentamente queriendo descubrir que todo es real. Que lo de la noche de ayer fue mágico e único entre los dos, y para mi propia suerte así es. Enredada entre las sabanas de la habitación de Christian me encuentro completamente desnuda. Suspiro profundamente mientras una sonrisa inmensa se instala en mis labios. 

¿De verdad le entregué mi virginidad a Christian?

¡Dios! 

Fue realmente increíble. Estar conectados de esa manera tan intima derribo por completo mis barreras. El miedo paso a segundo plano por completo.

 Paso mis manos por mis labios al recordar sus besos y las sensaciones que mi cuerpo experimentó en aquel momento. Como sus caricias me hicieron estremecer. El calor abrazador que cubrió mi cuerpo fue sin duda delicioso. El deseo hacia él se hizo presente nublando por completo mi mente. Solo deseaba en esos momento estar entre sus brazos, sentir todo eso que tenia guardado para mi, profundizar en nuestros sentimientos de una manera mas intima y nuestra por completo.

—Espero ser el causante de tan hermosa sonrisa. —Giro mi cabeza hacia el sonido de su voz para encontrarlo en el marco de la puerta con una bandeja de comida en las manos. Camina pausadamente hasta colocar la bandeja en la mesita de noche. Se sienta en la cama junto a mi. Por instinto sostengo con firmeza la sabana a la altura de mis pechos. Una sonrisa que me deja literalmente muerta se plasma en sus labios. Aquellos labios que sin duda encienden cada parte de mi cuerpo. Labios que en estos momentos miro con ansias... —No me mires así —susurra a centímetros de mi rostro. Está tan cerca que puedo sentir su aliento a menta rozar mi piel.

—¿Así cómo? —Mi voz es baja. Un cosquilleo delicioso se esparce por todo mi cuerpo al sentir su cercanía. Mis ojos buscan los suyos y me sorprendo al verlos de un tono tan oscuro que erizan cada vello de mi piel.

—Como si quisieras comerme. —Roza sus labios con los míos casi de manera inexistente. Siento el deseo crecer por probar sus labios. —Es lo que quieres. —Es una afirmación. No me da tiempo a replicar ya que ataca mis labios con desesperación. Con ansias, como si fuese una necesidad indispensable que el quiere saciar. Encerrada en el éxtasis que solamente el ha sabido elevarme le correspondo el beso con la misma intensidad. Su lengua pide permiso para entrar y recorrer mi cavidad bucal a su antojo y se lo concedo. Soy suya por completo y como tal puede disponer de mi cuerpo a su manera. Poco a poco el aire empieza a faltar cortando el beso por completo. Mi respiración es errática, y los latidos de mi corazón son tan fuertes que se hacen retumbar mis oídos. —Buenos días, pequeña. —Su voz ronca provoca un hormigueo en mi vientre. Mis ojos permanecen cerrados y mis mejillas calientes seguramente por el rubor que se esparce por mi rostro. 

—Buenos días —susurro abriendo los ojos. Su mirada es dulce. El brillo de sus ojos me deja claro lo feliz que está de verme. El amor se abre paso entre ellos haciendo que me sienta abrumada. 

Su mano se extiende a la bandeja donde hay comida, calculo para ambos. Toma una...rosa roja, le da un corto beso y me la entrega.

—Esto es para ti, princesa. —Mis mejillas pican y mis labios esbozan una sonrisa.

—Gracias. —La tomo y la llevo a mi nariz aspirado su aroma.

—Me encanta el rubor de tus mejillas. —Ambos estallamos en una carcajada. Yo por vergüenza, y el seguramente al ver como el rubor se intensifica. 

Me ayuda a incorporarme pero una punzada en mi sexo bastante fuerte me hace soltar un gemido doloroso, que al instante el escucha. Desvío la mirada de sus ojos.

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now