- ¡Cógela así! – ordenó Inuyasha a la joven – ¡No, así no!... ¡Así! - dijo, haciendo una demostración. Estaba empezando a perder la paciencia.
- ¡Pero si la estoy cogiendo como tú dices!
- ¡No! ¡La coges mal! Es así – repitió - ¡Oh, Rin! ¡Así no vas a aprender jamás!
Rin se cruzó de brazos, francamente nerviosa.
- ¡Pfff! Pues no sé hacerlo mejor – se indignó.
Sentado en una roca frente a ellos se encontraba Shippo, contemplando la escena con una sonrisa bailando en sus labios. Se estaba divirtiendo. Junto a él, Megumi y Yuki observaban el entrenamiento de su amiga. Inuyasha tenía razón: cogía mal la espada.
- ¡Ánimo, Rin! – gritaron las dos chicas – Ya verás cómo te sale.
- No te distraigas – le espetó Inuyasha a la joven – Vamos, coge la espada de nuevo.
Había pasado algo más de una hora cuando por fin Rin consiguió empuñar correctamente una espada e hizo sus primeros movimientos defensivos, aunque estaba claro que no se le daba demasiado bien. Tal vez esa no fuera su arma correcta.
Miró el brillo reluciente del acero y reflexionó.
«Da igual» – pensó – «Aunque no se me dé bien, lo hago por una poderosa razón, y cuando se tiene un objetivo, es imposible fallar».
* * *
Jaken caminaba de un lado a otro a la orilla del río. Estaba algo nervioso, pues llevaban ya bastante tiempo buscando un objeto especial que Sesshomaru deseaba desesperadamente, pero les había sido imposible encontrarlo hasta la fecha.
- Señor Sesshomaru – llamó el pequeño demonio verde - ¿Está seguro de que hemos mirado en el lugar correcto?
El apuesto demonio levantó la vista y le lanzó una mirada hostil a su pequeño siervo.
- ¿No crees que si hubiéramos acertado el lugar, ya tendríamos la piedra?
- Em... supongo que tiene razón, señor.
Sesshomaru lanzó un suspiro de exasperación y continuó andando. Últimamente estaba de muy mal humor. Llevaba semanas buscando una valiosa piedra, pero no conseguía dar con ella de ninguna forma. Obtenía una pista, esa pista le llevaba a otra, pero al final, la información era falsa o llegaba simplemente a un callejón sin salida. Estaba empezando a impacientarse.
El joven se paró un momento y se asomó a la orilla del río, contemplando el hermoso rostro que reflejaban las aguas: sus cristalinos ojos amarillos, los dibujos de garras en las mejillas, la luna lila en la frente... Cualquier cosa que mirara le recordaba a su pequeña amiga, que ya no les acompañaba. Esa luna de su frente... todo en su persona parecía especial a través de los ojos de ella.
Flash back
- Aléjate del ahí, Rin. Vas a caerte – recordó haberle dicho uno de las primeras noches en que viajaron juntos – No debes acercarte al río, ¿entiendes? – le dijo, severo.
- No te preocupes – respondió ella con su habitual sonrisa – He pescado muchas veces en los ríos. Además, sé nadar.
Sesshomaru no le dijo nada más. Se quedó observando a la pequeña mientras ésta chapoteaba en el río a la luz de la luna. Jaken y A-Un dormían pacíficamente a un lado, iluminados tan sólo por el reflejo de las estrellas en el agua.
- ¡Sesshomaru! ¡Mira! – gritó de repente la niña - ¡He pescado uno!
- Los niños humanos están durmiendo a estas horas. Deberías imitarlos. No pienso retrasarme al amanecer.
Rin soltó el pez de inmediato y se apresuró a salir del río y a secarse los pies con su propio kimono. Luego se hizo un ovillo y se tumbó cerca de la orilla.
- Señor Sesshomaru – preguntó con voz curiosa e inocente - ¿Por qué brillan las estrellas?
El demonio ladeó la cabeza, confuso. No estaba acostumbrado a ese tipo de preguntas tan simples e indiscutiblemente humanas.
- No lo sé – respondió secamente.
- Son bonitas – confirmó ella, convencida – Me gustan mucho.
- A los humanos os gustan este tipo de cosas – señaló Sesshomaru sin darle importancia – Es algo que no comprendo.
- Porque brillan mucho – sonrió la pequeña - ¿Se pueden coger?
De repente, Sesshomaru alzó el rostro y escrutó a la niña evidentemente sorprendido. Su diminuto y joven perfil se dibujaba en el cielo mientras las estrellas iluminaban la oscuridad de la noche, y ella las miraba fascinada, dejando que su luz se reflejara en sus pupilas.
- ¿Las estrellas?- inquirió él, sin entender todavía cómo podía ocurrírsele a la chica semejante idea.
- Sí, las estrellas. ¿Por qué te sorprendes? – la niña frunció el ceño, extrañada – Tú puedes volar, seguro que podrías coger una.
El demonio dejó de mirarla y se levantó con ligereza. Se acercó a la niña y la tomó de la mano.
- ¡Ven! – le dijo secamente y tiró de ella.
- ¿Vas a llevarme a coger una estrella? – la niña se emocionó sobremanera y empezó a saltar - ¡Qué bien!
- No vamos a volar – anunció, tajante.
Sesshomaru la tomó en brazos. Se quitó sus elegantes botas negras y se metió en el río con ella. Caminó un par de metros hasta llegar a una zona del río donde las estrellas iluminaran toda el agua y metió la mano en ella, simulando que cogía una estrella.
- Mira, Rin – le dijo, mostrándole el agua – Aquí tienes tu estrella.
- ¿Te gusta? – le preguntó el demonio a la pequeña.
Ésta se bajó de sus brazos y se metió en el agua fría.
- Me gusta – sentenció – Gracias – Sus ojos también brillaban, con una pasión y una fuerza que Sesshomaru jamás había podido ver en ningún ser humano antes. Contempló el rostro de la niña, que se entretenía en mirar el agua, y se dio cuenta de que un nuevo sentimiento despertaba en su pecho, un sentimiento extraño, pero placentero. Algo totalmente desconocido para él.
- Sesshomaru – llamó la niña cuando éste se disponía a salir del agua – Mira esto.
La blanquecina Luna también estaba reflejada en el agua, como una bola enorme de nieve que brilla con elegancia.
- Sí, es la Luna. ¿Qué pasa? – respondió el demonio.
- Tú también tienes una – hizo notar la pequeña, señalando su frente - ¿Por qué?
- Nací así – respondió él.
- Me gustaría tener también una luna.
- Pues entonces, es tuya – dijo Sesshomaru señalando la gran bola blanca del agua – Yo te la regalo.
La niña esbozó una grácil sonrisa y corrió a abrazarle, aferrándosele a las piernas.
- Te quiero, señor Sesshomaru – le dijo felizmente en su inocencia de niña.
Esa fue la primera vez que Rin le dijo que le quería.
Fin del Flash back
- ¡Jaken! – llamó Sesshomaru de repente.
- ¿Sí, amo?
- Levántate y recoge las cosas. Vamos a hacer una visita al pueblo de Rin.
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Por fin Sesshomaru decide ir a visitar a Rin. ¡Ya era hora! Pero ¿qué será la misteriosa piedra que lleva tanto tiempo buscando? ¿Para qué la querrá? Y lo que es más importante, ¿qué pasará ahora con Kohaku si vuelve el señor Sesshomaru? El próximo capítulo se llama: "Eres toda una mujer" <3