Tras La Puerta Del Infierno [...

By andrewruiz10

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La historia de William Morrison está a punto de empezar. Brujas, vampiros, hombres lobo y otras criaturas sob... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Epílogo.

Capítulo 38.

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By andrewruiz10

William cerró los ojos, concentrándose al cien por cien en el Jerarca. Con la ayuda de su hermana, la imagen creada en su mente se volvía nítida. Mostrando unas ruinas junto a una pequeña ciudad. Al abrir los ojos, todos los que se encontraban en el claro, se acercaron a los Híbridos, los cuales dejaban escapar una pequeña sonrisa.

– Hemos localizado a Kadosh. Se encuentra en Pompeya.

– Yo voy con vosotros. —Sentenció Mike, alejándose de su hermano.

– No. —Sentenció William— Te traje conmigo porque querías salvar a Elizabeth. Ella ya está bien. Ahora te quedas en Lexington junto a tu madre y Aiden.

– Pero...

– Has de protegerles. —Sentenció Elizabeth, sonriendo— Lexington, como el resto del mundo, ha sucumbido al caos de las criaturas sobrenaturales. La vida de los humanos peligra. Protégelos.

– ¿Y a ti? ¿Quién te protegerá de ellos?

– Conociendo a Elizabeth... —Comentó Karen— Creo conocer el arma que le irá perfectamente.

Los chakram de plata que poseía Shira, y ahora se encontraban en manos de Elizabeth, hicieron aparecer una pulsera de una serpiente que creó una marca en la muñeca de la muchacha.

– ¿Y esto? —Preguntó.

– Con este tatuaje podrás hacer aparecer y desaparecer los chakram. —Sentenció Beau, curando la marca, dejando únicamente el tatuaje— Y esta pulsera tan chula, es para tapar la marca.

– Mejor. No creo que a mis profesores le haga gracia que tenga un tatuaje en la muñeca a mi edad... —Todos rieron.

William colocó su mano sobre el hombro de Aiden, quien tenía sujeto a su madre y su hermano. Y se teletransportó a casa de los Marsh.

– Volveremos. Os lo prometo.

– Salvad a Mindy y a los que aún estén vivos...

Y antes de que Aiden y Mike pudieran besar a los amores de sus vidas, estos desparecieron por arte de magia. Raven, Karen, Beau, Elizabeth y William aparecían en la que hacía miles de años, era la ciudad más bonita del mundo conocido.

– Bienvenidos a la nueva Pompeya, la ciudad junto a la ceniza y las ruinas. —Bromeó Beau, haciendo reír a los muchachos.

– El receptáculo de Kadosh se encuentra en el monte Vesubio. Lo que no entiendo es porque el Jerarca se encuentra aquí.

– Quizás fue trasportado en la gran erupción que cubrió Pompeya. Y se encuentre en la ciudad.

– La visión mostraba el interior del volcán... No mostraba la ciudad de Pompeya...

– Busquemos al Jerarca. —Sentenció Raven, adelantándose al grupo— Solo así sabremos porque se encuentra aquí.

Las calles estaban llenas de cadáveres, Leviatanes y gente que intentaba huir sin éxito. William cerró los puños, dolido por ser la razón del fin del mundo. Se escuchó un grito. El grito de una chica. William corrió veloz hasta donde se había originado el grito. Allí, un grupo de vampiros rodeaban a una chica, quien el Híbrido supuso sería el manjar.

– Dejadla en paz. —Sentenció William, cruzándose de brazos. El vampiro líder levantó la mirada— Si no queréis morir, claro.

– ¿Y quién se supone que eres tú? —Preguntó el que parecía el líder.

– Oh, ya sabes... Un turista cualquiera.

Un vampiro atacó a William, quien ladeó suavemente su cabeza, para esquivar la mordida. Alargó el brazo, arrancándole el corazón al vampiro y éste cayó al suelo junto a él.

– Supongo que esto es vuestro. —Sentenció, lanzándole el corazón arrancado al líder— ¿Quién quiere ser el siguiente?

Las cabezas de todos los secuaces del líder cayeron al suelo, interfiriendo en la frase del Híbrido. William ladeó la cabeza levemente para que el chakram de su hermana le rozara el cabello. De un edificio, bajó el grupo de William.

– Eso son... ¿¡Sois Guardianes del Equilibrio!?

– Mejor. —Sentenció William, haciendo aparecer la daga de doble hoja. Cargó contra el vampiro, clavándole el arma en el pecho, a la altura del corazón— Somos los Híbridos de la leyenda del Karma.

El vampiro frente a William, al igual que el resto que ya habían pasado por esta fase anteriormente, comenzaba a morir, desecándose.

– Ya estás a salvo. —Dijo William, tratando de tranquilizar a la mujer. Unas palmadas alertaron al grupo y la mujer echó a correr.

– ¡Bravo! ¡Menudo espectáculo! —Exclamó una voz masculina— ¡Al final no sois tan insignificantes como parecéis!

– ¡Kadosh! —Exclamó William— Hazte ver, cobarde.

– ¿¡Cobarde!? —Exclamó el hombre, apareciendo a centímetros de la cara de William— ¿¡A quién llamas tú cobarde!? —Ladeó la cara hacia el resto del grupo— Moveros un mísero milímetro, y no me pensaré dos veces el cortarle la cabeza a vuestro querido Híbrido. —Un objeto frío se posó sobre la nuca del Jerarca.

– Muévete un mísero milímetro, y no me pensaré dos veces el cortarte la cabeza. —Sentenció Elizabeth, dejándose controlar por su arma.

– Las armas de Shira, supongo... —Comentó el Jerarca, sonriendo— ¿Difíciles de controlar? —El Jerarca se teletransportó, apareciendo a unos pasos de los dos Híbridos— Si me permitís... Resulta que mi poder no se encuentra en esta ciudad. Supongo que Padre debió esconderla en otro lugar.

– Florencia. —Sentenció el Híbrido— La Esfera de la Bondad se encuentra en Florencia. Vinimos a Pompeya rastreándote.

– ¿Por qué iba a creeros? —Preguntó Kadosh, riendo a carcajadas.

– No tienes por qué... Siempre podemos ir nosotros y cogerla antes que tú... Vámonos.

Kadosh se teletransportó cuando William fingió dejar de tenerle en el punto de mira. Suspiró esperando que le hubiese creído y creó motocicletas para ir hasta el monte Vesubio. Si usaban magia, Kadosh podría rastrearles.

Mientras tanto, el primer grupo que salió en busca de uno de los receptáculos estaba teniendo problemas para dar con él. De hecho, las altas alturas en el Everest, la presión y el pocooxígeno, complicaban la batalla. 

Los tres Jerarcas llevaban rato sabiendo de su persecución, y aprovecharon que ellos no padecían los efectos atmosféricos del lugar para atacar.

Los Guardianes del Equilibrio no tenían problema para atacar. A ellos tampoco les afectaba la presión o la falta de oxígeno. Pero la batalla, que en un principio era de cinco contra tres, se había convertido en una lucha de dos contra tres, con tres luchadores debilitados por las condiciones del campo de batalla.

Olivia creó entonces una cúpula que los rodeó, llenando el lugar de oxígeno y aclimatando el entorno para que la presión no ejerciera efecto sobre ellos. Duke, que empuñaba la primera arma, estaba bastante herido. Los ataques de los Jerarcas eran limpios, certeros y letales. Katia usaba todos los hechizos que conocía para hacer el mayor daño posible. Y los dos Guardianes del Equilibrio seguían prácticamente intocables.

– ¡Ya me he cansado de vosotros! —Exclamó Ajiel, teletransportándose detrás de Katia.

El Jerarca la rodeó por el cuello, ahorcándola. Olivia se preparó para atacar al Jerarca, siendo atacada por otro de los hermanos. Duke saltó sobre la bruja, cayendo sobre la fría nieve, evitando el ataque de Saúl, que ahora se peleaba con Evan. Zebulón aprovechó para atacar a los dos muchachos, quienes apenas tenían tiempo para levantarse del suelo.

Caleb, miraba a Ajiel sin mover un mísero músculo. Sabía que, si hacía un paso en falso, el Jerarca mataría a la bruja. Y, sin entender muy bien por qué, Caleb no quería que volviera a pasarle algo. Cuando la muchacha estuvo a punto de morir en el Altar de Piedra, algo dentro de Caleb le generó un malestar en el estómago.

– ¿Qué vas a hacer, Guardián? —Caleb dejó caer el hacha al suelo.

– ¿¡Qué haces, Caleb!? ¡No te preocupes por mí! ¡Lucha! 

– Suéltala, Ajiel. —Sentenció el Guardián, cambiando de color sus ojos turquesa, por un rojo sangre.

Caleb se contrajo, haciendo que su cuerpo aumentara en tamaño. Sus músculos eran cada vez más grandes y su altura incrementaba exponencialmente. Evan miraba a su compañero, dejando de atacar a Saúl.

– Oh, no... Caleb ha vuelto a dejar libre a la Bestia... 

El cabello de Caleb empezó a crecer por todo su cuerpo, sus uñas triplicaron su tamaño y los colmillos salieron de su boca, por su gran tamaño.

– ¿¡Caleb es un hombre lobo!? —Exclamó Duke, mirando a la bestia frente a él.

– Peor. —Sentenció el otro Guardián del Equilibrio— Es el primer hombre lobo, convertido por la mismísima Eva. Conocido en el mundo como la Bestia.

Caleb dejaba escapar un gruñido gutural, saltando sobre Ajiel, dispuesto a despedazarlo. 

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