Capítulo 8.

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El escenario junto a William se vuelve claro. El muchacho observa a su alrededor, encontrándose rodeado por setos verdes. En el centro, Raven se encuentra sentada sobre lo que parece un banco de piedra.

– Esto es el corazón del laberinto del silencio. —Afirmó la bruja, haciendo que William la mirara—  Lo que ves debajo de mi es el altar de piedra. Aquí es donde nos reunimos los brujos y las brujas de la escuela.

– ¿El laberinto del silencio? —Preguntó el muchacho, sorprendido por el nombre.

– Escucha atentamente y dime qué es lo que oyes.

William cerró los ojos, haciendo caso a su profesora. Decidió respirar a través de la nariz, disminuyendo el ruido que el muchacho estaba provocando con su respiración. Hasta que se percató de que, a pesar de haber visto entrenar gente en el campo de Lacrosse mientras volvía a su habitación, el muchacho era incapaz de oír nada. Ni los gritos de los jugadores, ni los pájaros que volaban sobre el laberinto, ni la brisa de aire que soplaba aquel día. Absolutamente nada.

– No puedo oír nada del exterior... ¿Cómo es posible?

– Este laberinto tiene un escudo protector que hace que, desde el exterior, se vea exactamente igual. Pero, el laberinto del silencio, está en constante cambio.

– Ya veo... Y ese escudo no deja pasar absolutamente nada al interior. Por eso las aves vuelan alto y por eso no se oye nada.

– Exacto. —Raven sonrió ante la fácil asimilación del muchacho— Ahora bien, los brujos somos los únicos que podemos encontrar la salida del laberinto, ya que somos capaces de sentir el maná de la naturaleza. Si otra criatura sobrenatural entre sin supervisión de un brujo o una bruja... Podría perderse para siempre.

– Entendido... No montar fiestas en el laberinto sin suficientes brujos y brujas.

Raven no pudo evitar reír ante el comentario del muchacho. Una vez le indicó a William que los profesores, los súperhumanos y los cambiaformas eran los únicos que podían usar sus capacidades y poderes dentro de la academia, le dijo que debía encontrar la salida. Una vez William aceptó el reto, con sus recién despertados poderes, Raven desapareció convirtiéndose en un humo negro.

Cuando William dio el primer paso hacia la salida del corazón del laberinto, éste comenzó a temblar y a moverse. El muchacho, quien no se esperaba aquella sacudida, cayó de bruces al suelo. 

– ¡Oh, vamos! —Gritó, al levantarse y limpiarse el polvo— ¡Solo he dado un paso!

William observó como el laberinto le había bloqueado la salida. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Cómo saldría de allí? 

"Quizás haya un interruptor por alguna parte." —Se dijo, acercándose a un seto.

El muchacho empezó a caminar lentamente pegado a la pared, hasta que su mano se hundió levemente. Una fina sonrisa se dibujó en la cara del brujo, quien veía como un seto se movía, mostrándole la salida.

En cuanto sacó la mano, detrás suyo se escuchó un fuerte estruendo. Como si algo grande hubiese caído del cielo. Al darse la vuelta, el muchacho observó como una gran esfera rocosa comenzaba a rodar hacia él.

– ¿¡Me estás vacilando!? ¡Aún no he salido del altar! —Exclamó, corriendo.

William saltaba y esquivaba toda clase de obstáculos: ramas de árboles, piedras e incluso setos que se movían para interponerse en el camino del brujo, quien tenía que cambiar su ruta. En todo momento, la gran roca rodaba detrás. Cuando rodó entre dos ramas, se dio media vuelta para ver si la roca se detenía, pero, en cambio, ésta traspasó la vegetación como si nada.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Where stories live. Discover now