Capítulo 5.

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*De izquierda a derecha: Shawn Phillips, Beau Lâforet y Karen Lâforet*

Las lágrimas no dejaban de caer de los ojos de William y, lo peor de todo, era que el muchacho ni sabía por qué. 

– ¿Estás bien? —La voz de Ashton Walker alertó al muchacho, quien se limpió las lágrimas con velocidad— Está bien. Llorar no es algo malo...

– Llorar sin razón sí que lo es. —Sentenció William, en un sollozo casi indescifrable.

– Siempre tenemos una razón para llorar, Wiliam. A veces, simplemente, está más más oculta que otras. A veces es por emoción, a veces por tristeza. Yo diría que lloras por rabia. —El profesor se mantuvo callado un segundo, haciendo que William se diera media vuelta para mirarlo a los ojos— O impotencia. 

– ¿Y lo sabes sólo por mirarme de espaldas? —El muchacho contestó algo más borde de lo que hubiera querido. Aun así, el profesor se limitó a sonreír.

– Lo sé porque desprendes impotencia e ira por todos lados. Cuéntame lo que pasó.

– ¿Qué más da lo que pasó? El caso es que pasó. Cometí el peor error de mi vida y llevo años arrepintiéndome de ello.

– Importa, William... Importa porque esa decisión te ha beneficiado para una cosa y perjudicado para otra... De eso se trata el efecto mariposa.

– ¿¡Quieres saber qué pasó!? ¡Qué pequé de orgullo! ¡Eso pasó! —Exclamó William, ignorando por completo las lágrimas que caían por sus ojos. 

Hace tres años...

Silverstone. Final del torneo nacional de lacrosse.

– ¿Estás preparado? —Una voz masculina sonó detrás de William, devolviéndolo a la realidad.

– Shawn... ¿Cómo has conseguido bajar hasta aquí? —Preguntó el castaño, mirando a su mejor amigo.

Shawn Phillips, jugador de lacrosse del instituto Fairway y mejor amigo de William, tenía el cabello marrón oscuro y los ojos verdes. Era tan alto como William y siempre iba con una ancha sonrisa en el rostro.

– Tu entrenador me ha dejado. ¿Cómo estás?

– Bien. Al final podré cumplir la promesa que le hice a mi madre...

– Me hubiera gustado enfrentarme a ti en la final para que tu madre pudiera haber visto un gran espectáculo...

– No pasa nada. Hicisteis todo lo que pudisteis...

– Ten cuidado, Will... Luca y Fréderik LeBlanc no parecen humanos... Tienen una fuerza, una agilidad y una velocidad sobrehumana... Nos dejaros hechos polvo. 

– No te preocupes. Tendré cuidado. Muchas gracias por el aviso, Shawn. Disfruta del partido...

William se levantó de la banqueta del vestuario y salió al gran estadio, el cual estaba repleto de gente. La final del torneo nacional de lacrosse estaba a punto de empezar y, tal y como le prometió a su madre antes de su muerte, William jugaría el mejor partido de todos. 

El árbitro hizo sonar su silbato, indicando el inicio del partido. El ataque del rival fue implacable: Mientras que el equipo de William marcaba un punto, el equipo de los LeBlanc marcaba dos. Uno de los defensas intentó placar al muchacho, pero éste lo esquivó con agilidad. Otro punto para William. A pesar de todo, el partido siempre transcurría a favor de los LeBlanc, siendo así continuamente empatados por el equipo de William. 

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Where stories live. Discover now